El 2021 fue un año de evolución acelerada para la tecnología llamada criptomonedas. En GK hemos documentado en mucho detalle los diferentes aspectos de esta nueva ola de innovación también conocida como Web3. Dentro de ella, existe la posibilidad de un caso de uso muy claro para el Ecuador y que podría revivir el espíritu de la iniciativa Yasuní-ITT, que buscaba dejar debajo de la tierra el petróleo que hay debajo del megadiverso parque nacional Yasuní a cambio de una multimillonaria compensación de parte del resto de países del mundo. Como ya todos sabemos, la propuesta fracasó. 

¿Dónde está la oportunidad? Pues empecemos por la razón por la cual fracasó la iniciativa Yasuní ITT. 

Un poco de historia y contexto

En el 2013 yo trabajaba en el Foro Económico Mundial, una organización sin fines de lucro basado en Ginebra, Suiza, cuando conocí a Ivonne Baki, entonces negociadora de la Iniciativa Yasuní-ITT, a quien le expresé mi entusiasmo por el proyecto, pues involucraba varias pasiones mías: el ambientalismo, la tecnología y la innovación. Ella me ofreció la oportunidad de ser parte de su equipo. Después de cinco años en el exterior, regresé a vivir en Quito, entregué los documentos requeridos para trabajar en la Presidencia de la República (a la que la iniciativa estaba adscrita), y esperé. 

Luego de no saber nada durante varios meses, el 15 de agosto de 2013 me enteré, al igual que el resto de los ecuatorianos, que el gobierno iba a desistir de su propuesta innovadora y proceder con la explotación petrolera en la sensible zona amazónica. “El mundo nos ha fallado” dijo Rafael Correa, presidente en ese entonces. “El factor fundamental del fracaso (del proyecto) es que el mundo es una global hipocresía,” dijo. En realidad, el factor fundamental del fracaso era él. 

Conversando con colegas en Suiza, varios se hicieron referencia a la falta de confianza que inspiraba el gobierno del Ecuador en ese entonces. “Ecuador pone la pistola en la cabeza del bosque, y nos dice que le pagamos o disparan,” me dijo un amigo diplomático. “Eso de tener siempre bajo la manga el plan B (de explotación petrolera en la zona del ITT) es algo que desanimaba a los aportantes”, le dijo a la BBC Roque Sevilla, líder de la comisión técnica del proyecto,. 

El problema, según muchos, no era el mensaje sino el medio, que no generaba confianza para justificar los grandes montos que se pedían a cambio. Sabemos el resto de la historia: el gobierno procedió con la explotación petrolera, denigrando y atacando al movimiento ambientalista, negando al pueblo su derecho a una consulta para decidir el destino de la zona, traicionando a su propia Constitución, y manipulando información sobre la presencia de pueblos no contactados en la zona para justificar su conquista contemporánea. 

Estos problemas de confianza se podría resolver utilizando un nuevo tipo de organización que se llama DAO (organización descentralizada y autónoma). Una DAO es un nuevo tipo de organización para “financiar proyectos, gobernar comunidades y compartir valor”. 

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Las DAO son organizaciones que pueden formarse rápidamente, levantar recursos, y tener un sistema claro de gobernanza en que pueden participar todos sus miembros. En adición, son gobernados en parte por contratos inteligentes —es decir, que su código puede ejecutar decisiones en base a la existencia de ciertas condiciones. 

Podríamos imaginar, por ejemplo, un contrato automático entre dueños de terrenos y una DAO: la DAO usa imágenes satélites para monitorear deforestación, y mientras no hay daño ecológico, el DAO hace un pago al dueño del lote. Como existen virtualmente y transaccionan en criptomonedas, no existen en papel en ningún país, pero aún así pueden gestionar recursos, gracias a que transaccionan en criptomonedas y no dependen de bancos, ni procesadores de pagos, ni de ningún otro intermediario financiero.

Por ejemplo, PleasrDAO es una organización formada y fundada por pioneros del mundo de criptomonedas que se dedica a comprar arte digital, NFTs. La participación en la gobernanza de PleasrDAO es determinada por el porcentaje de fichas (o tokens, como se conocen) que tiene cada miembro. Hay un millón de tokens en circulación. 

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En plataformas como EtherScan, un explorador de contratos inteligentes registrados en la red de la criptomoneda Ethereum, cualquiera puede revisar cuántas fichas tiene cada miembro del DAO, y por ende saber cuál es su poder de voto. 

En Etherscan también se muestran las transacciones entre miembros, porque toda la información es grabada en el blockchain de la criptomoneda. En el mismo sitio se puede también revisar toda la información relevante de los contratos inteligentes (smart contracts o contratos automatizados) que gobiernan la operación de la DAO. 

En otras palabras, PleasrDAO es una organización 100% transparente en su gestión. Los miembros pueden proponer cambios y sugerir usos de los recursos, y los demás tienen el derecho de votar sobre esas propuestas. Como muchos DAOs existen en el Blockchain de Ethereum, su continuidad está garantizada para siempre y no puede ser borrado por ningún gobierno o entidad internacional. 

Otra DAO que ha llamado la atención de este nuevo estilo de organización es ConstitutionDAO, una organización formada en pocos días para tratar de comprar una copia de la constitución norteamericana.

A diferencia de PleasrDao, ConstitutionDAO es más inclusivo y su token es más asequible. Según el grupo, su misión era comprar una copia original de la Constitución para convertir el documento en un bien público. La DAO logró recaudar más de 40 millones de dólares para participar en la subasta de Sotheby’s, pero un millonario estadounidense les ganó. 

Su intento demostró una nueva realidad: para poderse organizar y expresar injerencia en el mundo, no hace falta registrarse en ningún país, colocar un botón de pagos de las tarjetas de crédito, o tener un representante legal. 

Es interesante que cuando la DAO no ganó la subasta, devolvió el dinero que recaudó (menos los costos de transacción) a los donantes, algo que se puede programar de antemano usando un contrato inteligente. Hay otros mecanismos para organizar la colaboración humana, y reorganizarán el mundo. 

Pero bueno, ¿cómo podría una DAO ayudar a proteger a la Amazonía entonces? 

En términos simples, se podría formar una DAO para participar en las subastas de los derechos de explotación de recursos que hace el gobierno ecuatoriano de los diferentes bloques petroleros en la Amazonía. 

La propuesta de valor de la DAO, a diferencia de las empresas petroleras, sería pagar los derechos para garantizar la no explotación de la zona. 

El gobierno se queda con los recursos y el territorio se queda intacto. 

A diferencia de la iniciativa Yasuní-ITT, que pedía donaciones y cuya gestión de recursos llegó a ser opaca, quienes financien la DAO no estarían donando dinero, sino comprando un token cuyo valor puede  apreciarse o depreciarse con el tiempo, dependiendo de la oferta y demanda. 

En otras palabras, en lugar de pedir caridad, ofreceríamos inversión a cambio de algo tangible que puede ser revendido en cualquier momento según el deseo del tenedor. “Al proporcionar resultados financieros y a la vez, ambientales, una DAO con un enfoque ecológico atrae tanto a personas con mentalidad ecológica como a inversores motivados financieramente”,  me dijo Tomás Cordero, un investigador ecuatoriano enfocado en criptotecnologías aplicadas al medioambiente. En lugar de concentrar los recursos en una ONG que requerirá de costos para operar y no necesariamente funcionaría con transparencia, la DAO generaría pocos costos y cada centavo gastado sería rastreable. Si hay más demanda que oferta, el valor sube, y el inversionista percibe una ganancia. 

El valor para el mundo sería crear un mercado para la no emisión de carbono, un esquema que ya existe a nivel mundial pero que tiene varias complicaciones. Por citar uno: el conteo duplicado. Pongamos un ejemplo: una aerolínea compra bonos para compensar la emisión de una tonelada de carbono de su operación. Luego revende esos mismos bonos a otra empresa. Ambas compañías cuentan entre ambas dos toneladas, cuando en verdad sólo se redujo una.

El objetivo de mencionar los esquemas de emisión de carbono es señalar que ya existe un mercado con mucha demanda: se anticipa que gracias al Acuerdo de París de 2015, el mercado sobrepasará los 100 mil millones de dólares para el fin de esta década. 

Una DAO que proteja a la Amazonía sería atractiva porque podría ayudar a empresas de todo el mundo a asegurar la compensación de sus emisiones. Su estructura descentralizada y la transparencia de su operación haría que el inversionista tenga mayores garantías.

¿Hay obstáculos?

Todo indica que una DAO bien planteada y con el permiso del gobierno ecuatoriano para participar en la subasta podría fácilmente alcanzar el financiamiento necesario para competir con empresas petroleras, pero aún hay desafíos. 

Primero, la DAO no sería dueña de territorio: por ende, sus verdaderos propietarios, en muchos casos pueblos indígenas, aún tendrían la necesidad de protegerse de otros tipos de explotación, incluyendo la deforestación. 

Segundo, ¿qué pasa si el Estado ecuatoriano toma el dinero y luego decide explotar el petróleo? Habría que encontrar soluciones innovadoras para que el gobierno y la DAO lleguen a un acuerdo legal. Si el Estado rompe el acuerdo, tendría que compensar a la DAO y potencialmente responder frente a instancias legales nacionales e internacionales —tal como sería el caso si infringiese cualquier acuerdo con una empresa extranjera.

La existencia de la DAO no es la única manera que podríamos aprovechar la tecnología crypto para hacer que no explotar la Amazonía sea más rentable que explotarla. Por ejemplo: ya hay propuestas que buscan no compensar las emisiones de carbono solo evitándolas, sino yendo a otros niveles más ambiciosos, como convertir terrenos en sumideros de carbono, expandiendo la capacidad de la Tierra de capturar carbono de la atmósfera. Algo que tendremos que aprender a hacer de forma escalable si queremos evitar las peores consecuencias del cambio climático. 

Podríamos usar imágenes satélites para monitorear la reforestación de zonas y pagar automáticamente con crypto a los dueños de los terrenos por reforestar.“La combinación del ecologismo y la Blockchain puede modernizar al movimiento ecologista hacia un ideal ecomodernista, haciendo del activismo radicalmente participativo al mismo tiempo que da paso a la acción a través del frio poder del capital”, me dijo Tomás Cordero. Las opciones son múltiples: recién estamos dándonos cuenta de los  usos que podría tener la tecnología del Blockchain. 

El capitalismo es un sistema que genera y distribuye recursos en base a la percepción de la creación del valor, pero es un sistema deficiente: por ejemplo, ve el valor de la Amazonía solamente en el capital producido por su destrucción. 

En su versión actual, el capitalismo no puede contemplar el valor de su preservación. Cuando luchamos contra la destrucción de la Amazonía para poder proteger el bienestar de futuras generaciones, estamos luchando contra la maquinaria más poderosa que han inventado los seres humanos: las fuerzas del mercado. 

La criptotecnología, y por ende el criptocapitalismo, nos permite representar el valor de la conservación ambiental a través de mecanismos e incentivos financieros que nos permitirán luchar mano a mano con las fuerzas destructivas. 

Sin querer caer en la tendencia ciega de tecno optimismo, crear una DAO no es una panacea, pero con el reloj en nuestra contra, es justamente el tiempo de explorar todas las opciones posibles, incluyendo las más nuevas. La oportunidad de reorganizar la batalla es enorme. 


*Gracias Tomas Cordero (tw: @CryptoPoeta_0x ig: @tcxcx) por su ayuda en la creación de este texto.

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Matthew Carpenter-Arévalo
(Canadá, 1981) Ecuatoriano-canadiense. Escribe sobre tecnología, política, cultura y urbanismo.