Juan Enrique Quiñónez es el representante encargado del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef). En esta entrevista habló sobre cómo violencia de género afecta la educación de los hijos de las mujeres que la sufren. Explicó lo que se puede hacer para minimizar esos efectos. Según Quiñónez se necesita entender que la violencia no es un tema privado. 

¿Qué se puede hacer para que haya menor impacto en los estudiantes que ven la violencia contra sus madres? 

La realidad es que es poco lo que se puede hacer para prevenir porque el problema es que está sucediendo en el ámbito privado.  

Los niños y las niñas van a presenciar la violencia física contra la mujer y eso obviamente les va a afectar emocional y psicológicamente. Lo primero que se tiene que hacer es abordar el fenómeno de la violencia de género. Eso requiere de un esfuerzo significativo por parte de las autoridades y por parte del Estado en general para asegurarse que se vayan cambiando comportamientos sociales que permiten la violencia contra la mujer. 

El punto de partida es tener una política de prevención de violencia contra la mujer porque, ineludiblemente, cuando hay violencia contra la mujer los niños y las niñas serán afectados.

Para minimizar el daño que están sufriendo los niños y las niñas por vivir cotidianamente la violencia intrafamiliar es trabajar con los Departamentos de Consejería Estudiantil de los colegios. Son estos departamentos los que deben aprender a identificar los casos de este tipo de violencia y puedan desarrollar un programa que les permita atender psicológicamente a esos niños y niñas en el establecimiento educativo.

Pero lo más importante es asegurarnos de que la violencia dentro del hogar se detenga. Eso requiere de una estrategia de parte del Estado que separe de la familia a quien ejerce la violencia y no obligar a la familia a salir del lugar donde se está ejerciendo la violencia. 

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¿Qué consecuencias pueden sufrir los niños que presencian o saben de la violencia de género contra sus madres en cuanto a su educación? 

Lo que sucede con un niño, una niña, que ha presenciado violencia contra su madre es que usualmente se vuelven muy retraídos. 

Si eran buenos estudiantes dejan de serlo. Se nota que su desempeño escolar disminuye significativamente. Pueden volverse agresivos y en muchos casos se vuelven agresivos porque interpretan que la violencia es algo aceptable y algo común.

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La primera gran afectación que tienen los niños y niñas, es que se sienten vulnerables. 

Ellos ven la violencia contra su mamá, pero saben que la violencia también es contra ellos no necesariamente física pero sí psicológica. 

La segunda, es que aprenden a interpretar la violencia como una manera de resolver los problemas y por eso digo que muchos de ellos se vuelven violentos.

Esto es producto precisamente de muchos niños, muchas niñas, que vivieron violencia que fueron creciendo y que interpretan que la violencia está bien. Esa es la principal afectación psicológica que pueden tener los niños y niñas. 

violencia de género impacta en la educación de los hijos

Fotografía cortesía de Unicef Ecuador.

¿Cómo sugiere que sean estos planes o proyectos que hagan desde el Estado, desde el DECE para prevenir la violencia y se dé acompañamiento a los estudiantes? 

Tienen que tener alguna forma de poder detectar cuando un niño está presenciando violencia. 

Eso se puede hacer fácilmente con algunas técnicas psicológicas que permiten identificar aquellos niños que están sufriendo o que son testigos de violencia, dentro de su hogar. 

Una vez que se detecta eso, hay que trabajar con ellos sobre qué significado tiene y cómo está afectando sus vidas, y trabajar con ellos para asegurar de que no repitan ese comportamiento.

Luego hay que trabajar con el padre y con la madre de familia. Ahí una de las estrategias que Unicef está impulsando es lo que llamamos la parentalidad positiva, que es trabajar con el padre y la madre sobre cómo deben cuidar mejor a sus hijos, cómo hacer lo que llamamos “cuidado con ternura” para que ellos sepan que efectivamente hay formas de corregir al niño que no son a través de la violencia. 

Ese es otro tema de la violencia contra la mujer. Muchas veces la mujer también reproduce la violencia contra sus hijos y tenemos estudios que evidencian que los padres y las madres prefieren el castigo físico a cualquier otro tipo de castigo como medida corrección de sus hijos. 

El castigo físico implica violencia, implica pegarle con la mano, con el cinturón, o con cualquier otro elemento. Ahí estamos también perpetuando la violencia y esa es una de las consecuencias más graves que yo veo en los niños y niñas porque la violencia se transmite, se aprende. 

No es algo con lo que nosotros nacemos, y la única forma de corregirlo es trabajando en los comportamientos sociales. Hay que tener políticas de prevención pero también políticas de persecución contra aquellas personas que ejercen violencia contra las mujeres. 

En estas estrategias, ¿deberían estar incluidos los profesores que son los que primero tienen contacto con los estudiantes?

Sí, efectivamente, por ejemplo, en el caso de violencia sexual muchas veces es el profesor o la profesora quien primero se entera del caso de violencia sexual contra el niño o la niña. 

Ahora, los profesores lo que necesitan tener son las herramientas para detectarlo

Por ejemplo, si yo tengo un alumno que era bastante disciplinado que cumplía con sus tareas que era participativo en la clase y de repente deja de serlo, tengo como profesor que indagar qué es lo que está sucediendo con ese niño y no asumir de que ya no quiere estudiar, de que ya no es el mismo. No: hay algo detrás de eso que está afectando su rendimiento escolar. 

¿Qué hace Unicef para proteger a los niños de esta violencia contra sus madres, cómo se puede hacer para proteger a estos niños? 

Nosotros estamos trabajando varias estrategias. Con el Ministerio de Educación, una política de prevención de la violencia sexual que es clave en el ámbito educativo. 

Por otro lado, hemos apoyado al Ministerio de Educación en el fortalecimiento de los departamentos de consejería estudiantil dotándolos de herramientas.

Trabajamos muy de la mano también con todo el sistema de justicia. Desde el Consejo de la Judicatura, Fiscalía, Defensoría Pública, Defensoría del Pueblo para asegurarnos de que tengan los protocolos y herramientas necesarias para atender a niños y niñas que han sido víctimas de violencia. 

Cuando digo niños y niñas que han sido víctimas de violencia, no me refiero solo que han sufrido  la violencia sino que la hayan presenciado: insisto, presenciar violencia para un niño significa violencia psicológica en su contra. 

Hay que recordar que muchas madres no han interiorizado que son víctimas de violencia, hay que trabajar con ellas para que reconozcan que están siendo víctimas de violencia dentro del hogar. 

¿Qué se puede hacer para que las mujeres lo reconozcan?

Hay varias cosas. Lo primero es que las parejas necesitan aprender a resolver sus problemas a través del diálogo y no de la violencia. 

Lo segundo es que no nacemos sabiendo ser padres ni madres. Necesitamos realmente dotarnos de herramientas que nos permitan saber cómo educar a nuestros hijos en un ambiente seguro sin violencia. 

Entonces, establecer programas de parentalidad positiva es fundamental. Eso es lo que va a permitir al padre y a la madre entender que lo que ellos hacen dentro del hogar afecta al niño y a la niña. 

Y el otro tema es que hay que de verdad trabajar sobre cambios de comportamiento sociales con campañas de sensibilización que expliquen por qué la violencia de género y por qué la violencia contra los niños y niñas debe detenerse en el país. 

¿En qué consiste un programa de parentalidad positiva? 

 Lo que busca es entender cómo los padres y las madres están en este momento educando a sus hijos. 

Por ejemplo, si les están ayudando con las tareas, si tienen tiempo para enseñarles a cocinar, para hablar sobre la igualdad de género, para hablar sobre otros temas como salud sexual y reproductiva. 

A partir de saber cómo ellos están educando a sus hijos, se desarrolla un plan que les permite ir cambiando ciertos patrones de comportamiento que afectan la salud mental del niño y la niña.

¿Ayuda la comunicación para minimizar los impactos de la violencia de género en la educación de los niños? 

Puede ser, pero insisto es muy complicado porque el niño o niña internaliza la violencia. 

El problema de un niño o niña que está presenciando violencia es que por un lado se siente vulnerable. No sabe a quién acudir. Si de casualidad encuentra un adulto con el que puede hablar,  ese adulto tiene que tener la empatía necesaria para entender el problema y no presionarlo para que él sea parte de la solución. 

Muchas veces hemos visto personas que les dicen a los niños  “tú deberías de intervenir y decirle a tu papá que no le pegue a tu mamá”. Un niño no está en capacidad de hacer eso cuando está presenciando violencia. 

El niño necesita alguien que le vaya guiando de cómo tiene que superar los propios traumas que está viviendo a través de presenciar la violencia. Luego, las personas adultas deben buscar la ayuda para la persona que está sufriendo violencias, no esperar que sean los niños quienes la den. 

El gran problema de la violencia intrafamiliar es que lo vemos como un tema privado y desafortunadamente no es así. La persona que está sufriendo violencia, no sabe cómo defenderse frente a esa violencia, no sabe y se siente realmente subyugada contra el agresor.

Hay que trabajar en que los niños entiendan que ellos no son responsables de la violencia porque ese es el otro tema: ellos llegan a pensar que el papá le pega a la mamá por culpa de ellos. 

Eso es terrible porque ese sentimiento de culpa es quizás la frustración que tiene el niño. 

Y eso perpetúa la violencia contra la mujer porque si son niños hombres van a crecer con la idea de que pegarle a una mujer es normal, que es la forma de resolver el conflicto que puedan tener con esa mujer. Entonces, parte de lo que se tiene que trabajar es el cambio de comportamientos. 

Hay una aceptación social de la violencia. Nosotros lo vimos en el caso de Ecuador con todos los casos de violencia sexual contra niños y niñas en el sistema educativo. Era un asunto normalizado: se sabía que estaba sucediendo y no se hacía nada. 

Lo mismo sucede en el caso de la violencia contra la mujer se sabe que existe pero se tolera.

Mayuri Castro Tapia 150x150
Mayuri Castro
Ex reportera de GK, donde cubrió educación, migración interna y los derechos de las mujeres. En 2021 ganó la Mención de Honor en Acceso a la Salud del Premio Roche por el reportaje El consuelo de un país en crisis recae en sus estudiantes de psicología . Fue parte del equipo de Mongabay Latam y GK nominado al premio Gabo 2021 en la categoría texto con el especial Mujeres en la Amazonía: lideresas indígenas que están cambiando el rumbo de sus comunidades.

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