Cuando los gobiernos locales fortalecen y promueven la participación ciudadana, se activan espacios valiosos en los procesos de toma de decisión, veeduría y control en la sociedad. Esto permite construir una gobernanza colaborativa entre autoridad y ciudadanía.
Tradicionalmente se pensaba que las autoridades de turno eran las únicas responsables en la toma de decisiones, sin contar con la presencia y el aporte de los directamente afectados. Pero cada vez más se demuestra que las gestiones que toman en cuenta a la ciudadanía son más exitosas, con alta credibilidad y sobre todo con índices importantes de confianza.
En Quito hay una ordenanza que posibilita la implementación del mecanismo de silla vacía en temas que son de interés de la ciudad. Pero no se aplica —por el Municipio— ni se usa —por los ciudadanos.
Aunque este y otros mecanismos no son utilizados de manera constante y activa por los ciudadanos, sí están normados. En teoría, persiguen un objetivo regulador y buscan impulsar y profundizar aún más las vías de participación.
El Informe de Calidad de Vida 2020 de la iniciativa Quito como Vamos explica que la Ordenanza Municipal 102, que clasifica los mecanismos de participación ciudadana y control social, tiene 18 mecanismos de participación ciudadana y control social pero solo se han implementado y ejecutado 10.
El reporte también revela los mecanismos que han sido implementados: la Asamblea del Distrito Metropolitano de Quito, Asambleas Barriales, Asambleas parroquiales, Asambleas zonales, Consejos Consultivos, Silla vacía, Presupuesto participativos, Veedurías ciudadanas, rendición de cuentas y acceso a la información y gobierno y democracia digital.
Esta información evidencia que es prioritario incentivar la participación de la población en los diversos procesos de la ciudad. Pero también es preciso que se cambie la forma de pensar a la gestión municipal, y colocarla desde una lógica de cercanía al ciudadano. Sólo así se podrán implementar políticas públicas participativas que sean producto del conocimiento pleno de las necesidades de los quiteños. Las asambleas barriales, las asambleas zonales y demás mecanismos, cuando se utilizan adecuadamente, resultan verdaderas fuentes de gestión de políticas adecuadas a las necesidades de la población.
Hace falta fortalecer el acceso a la información sobre la implementación de los mecanismos, para que se conozca su alcance y se motive a la población a formar parte de estos procesos.
Las democracias modernas exigen ciudadanos más empoderados pero sobre todo, más involucrados en lo que hacen sus autoridades. En la medida de que la población intervenga, ya sea usando la silla vacía o cualquier otro mecanismo, este involucramiento se vería reflejado en las decisiones que se tomen, por ejemplo, en los temas más importantes de la ciudad como la gestión ambiental. A través de una veeduría ciudadana se podrían generar mecanismos más idóneos para el uso de recursos del Municipio y usando la silla vacía a menudo, el Concejo tendría una voz de opinión valiosa sobre las necesidades desde la ciudadanía. Es decir, las ventajas que ofrece la implementación de estos mecanismos son enormes y muy variadas: bien utilizados podrían cambiar la realidad de las distintas comunidades y de la ciudad en sí.
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Por lo tanto, es clave contar con autoridades que comprendan la importancia de la participación ciudadana y se comprometan con ella. Solo cuando la sociedad civil acompañe los procesos de gestión municipal, ya sea desde el ejercicio del control social o desde la articulación directa con la autoridad, se generarán procesos efectivos que generen gobernanza.
En la región hay ejemplos cercanos muy exitosos que muestran lecciones positivas. Bogotá y Santiago de Chile por nombrar algunos, son gestiones municipales que han destacado por su apertura hacia la ciudadanía y porque los mecanismos de participación ciudadana llegan a ser los baluartes que tienen sus autoridades para generar confianza.
En el caso de Quito, se necesita urgentemente cambiar de estilo de gestión. Urge un cambio radical en varios aspectos, pero especialmente que los mecanismos de participación ciudadana que ya están normados sean usados y bien. La iniciativa Quito Cómo Vamos, en sus reportes valiosos nos da pistas claras sobre lo que hay que corregir, pero también logra tentar a la colectividad para tomar la decisión de dejar de ser meros espectadores y pasar a ser actores claves en el mejoramiento de Quito.
Iniciativas como estas tienen una gran importancia porque aportan con análisis técnicos sólidos que ayudan a pensar a Quito desde una visión técnica, y no únicamente política.