Varios bancos europeos y estadounidenses siguen sin tomar acciones suficientes para mitigar su contribución a la industria petrolera que afecta a la Amazonía, según un nuevo informe de las organizaciones medioambientales Amazon Watch y Stand.earth. El informe revela que las instituciones financieras no han hecho seguimiento a dónde ha ido a parar los 10 mil millones de dólares que han entregado en financiamiento a la industria petrolera desde 2009. Además, concluye que las propias políticas ambientales de los bancos son contrarias a la forma en que estos han actuado respecto de la Amazonía del Ecuador. 

En agosto de 2020, estas mismas organizaciones revelaron que 19 bancos europeos —la mayoría suizos— financiaban el comercio petrolero de la Amazonía ecuatoriana, poniendo en riesgo millones de hectáreas en las cuencas de los ríos Napo, Pastaza, y Marañón en Ecuador y Perú. 

El nuevo informe publicado hoy, 8 de julio, reveló que los bancos siguen sin tomar acciones para mitigar los riesgos de su financiamiento.

¿Qué analizó el nuevo informe?

El estudio publicado hoy evaluó las políticas de gestión de riesgos (RAS, por sus siglas en inglés) de estos bancos y los comparó con su financiamiento e inversión en la Amazonía. A cada banco se le asignaron puntuaciones positivas y negativas para obtener una calificación sobre el potencial de riesgo que sus inversiones tienen para la destrucción de la Amazonía. 

Las áreas de riesgo evaluadas por el informe fueron 8: 

  • Expansión petrolera
  • Deforestación
  • Pérdida de biodiversidad
  • Derechos indígenas
  • Contaminación
  • Corrupción
  • Estrategias de participación 
  • Mecanismos de resolución

El nivel de riesgo calcula las implicaciones ambientales y sociales que los bancos podrían causar al financiar e invertir en petróleo y gas en la Amazonía. El informe dice que en esos casos, las instituciones financieras son “cómplices de los efectos negativos que éstos conllevan”. Para calcular ese riesgo, compararon las políticas vigentes —como cero deforestación, protección de la biodiversidad, entre otras— contrastadas con sus inversiones y líneas de crédito actuales en la Amazonía.  

Los bancos analizados fueron: 

  • Rabobank de Holanda
  • ABN Amro de los Países Bajos
  • ING de los Países Bajos
  • BNP Paribas de Francia
  • Credit Suisse  de Suiza
  • UBS de Suiza
  • Société Générale de Francia
  • Crédit Agricole de Francia
  • Natixis de Francia
  • Citigroup de Estados Unidos
  • JP Morgan Chase de Estados Unidos
  • Goldman Sachs de Estados Unidos
  • Deutsche Bank de Alemania
  • HSBC del Reino Unido

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¿Qué concluyó el informe?

El estudio concluyó que ninguno de los bancos tiene un nivel de riesgo bajo. Es decir, pese a que muchos tienen compromisos ambientales vigentes, “todavía corren un alto riesgo al financiar la destrucción de la Amazonía”. Además, concluyeron que hay bancos que tienen potencial de mejora, pero todavía financian la industria petrolera y gasífera en la Amazonía, pese a que tienen políticas ambientales contrarias a tal fin

Una de las formas en las que los bancos financian la extracción petrolera es dando líneas de crédito por miles de millones de dólares a empresas involucradas en el comercio del crudo. El informe publicado hoy dice que no tienen ningún control ni seguimiento del destino final que tiene ese dinero. Amazon Watch y Stand.earth dice que los comerciantes “gastan esos recursos en cualquier capital de trabajo sin escrutinio suficiente para detectar riesgos ambientales y sociales o prácticas comerciales corruptas”. Por eso, dice el informe, los bancos siguen “financiando la corrupción” en la Amazonía. 

Otro factor que se tomó para establecer el nivel de riesgo de los bancos son los derechos de los indígenas amazónicos. El informe concluyó que las políticas de las instituciones financieras analizadas “no respetan el derecho de los pueblos indígenas de dar o negar el consentimiento a cualquier actividad en sus territorios”. Lo hacen pese a que el concepto de Consentimiento Libre Previo e Informado (CLPI) se deriva de estándares legales internacionales que reconocen los derechos de los pueblos indígenas a la autodeterminación y al control sobre sus territorios. 

El informe dice que la Amazonía está en “un punto de no retorno” y que es imperativo que se detenga la expansión petrolera y que se reduzca la producción de combustibles fósiles. El documento advierte que al menos que los bancos “tomen acciones decisivas hoy” seguirán apoyando actividades que violan los derechos de las comunidades indígenas y destruyen la selva y el clima de la Amazonía. 

Las políticas ambientales que tienen estos bancos no funcionan para mitigar los efectos que tiene o ha tenido su inversión en la extracción de petróleo por décadas. El informe dice que aunque muchos tienen políticas de cero deforestación, la mayoría de esas no incluyen áreas donde se extrae petróleo o gas. Según Amazon Watch y Stand.earth, las carreteras que se deben construir para sacar el petróleo o gas abren “camino para una mayor deforestación y contaminación”. 

Además, el informe dice que si los bancos se tomaran en serio la protección de la biodiversidad —como dicen algunos de sus compromisos con el medioambiente— no permitirían que sus decisiones financieras apoyen actividades que provocan la degradación de la flora y la fauna. Especialmente de un territorio como la Amazonía, que abarca el 10% de las especies conocidas del planeta

¿Cuánta plata han entregado los bancos para la actividad petrolera en la Amazonía?

El financiamiento de los bancos fue revelado en un informe de Amazon Watch y Stand.earth publicado en agosto de 2020. 

Ese estudio demostró que pese a tener políticas de sostenibilidad ambiental internas, varias entidades financieras ponían en riesgo millones de hectáreas en las cuencas de los ríos Napo, Pastaza, y Marañón en Ecuador y Perú. Según el informe de 2020, los bancos habían entregado más de 10 mil millones de dólares desde 2009

El comercio de petróleo amazónico contribuye al cambio climático y tiene impactos directos en los pueblos indígenas de la zona, según Amazon Watch. En el informe se cita como ejemplo el derrame de crudo del 7 de abril de 2020 que contaminó el río Coca y llegó hasta el río Napo. También incluyen el del Río Shiripuno, en la provincia amazónica de Orellana, en noviembre del año pasado. Amazon Watch dice que el impacto de este último fue “extensivo en las comunidades indígenas del pueblo waorani” porque avanzó hacia los territorios de pueblos en aislamiento voluntario. 

El informe de agosto del año pasado concluyó que cuando los bancos europeos financian el comercio de petróleo se involucran en el proceso. “Ayudan a construir puentes entre compradores y vendedores que tienen diferentes necesidades, riesgos, horizontes temporales e incentivos”, dice el reporte. Además, con frecuencia los bancos reciben físicamente el crudo. 

Eso los obliga a ser consignatarios en documentos de aduana para asegurar que los comerciantes puedan cubrir sus riesgos. Esas firmas permitieron que los investigadores de Amazon Watch y Stand.earth puedan rastrear su participación en el comercio del crudo. Según el estudio, los 155 millones de barriles de petróleo que se extrajeron de la selva amazónica de Ecuador —entre 2009 y 2019— generaron más de 66 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2), un contaminante atmosférico. Esa es la misma cantidad que emiten anualmente 17 centrales eléctricas de carbón.

¿Cuál es la solución?

El informe de Amazon Watch y Stand.earth publicado hoy dice que “la única solución real para gestionar el riesgo de destrucción de la Amazonía es que los bancos excluyan al petróleo y al gas de la Amazonía de sus carteras”. Esta es una decisión que ya tomaron los bancos del Grupo BNP Paribas, de Francia, Credit Suisse, de Suiza, e ING, de Bélgica. Estas corporaciones fueron responsables de más del 50% del financiamiento entregado en los últimos 10 años

En enero de 2021, representantes de esas instituciones enviaron correos electrónicos a Stand.earth y Amazon Watch con el anuncio de que ya no financiarán el comercio del crudo de la Amazonía ecuatoriana. Fue la primera vez que bancos como estos han adoptado políticas que excluyen el financiamiento para actividades extractivas en la Amazonía. Sin embargo, estos 3 bancos todavía tienen un nivel de riesgo alto porque algunas de sus políticas contradicen sus compromisos, según el análisis de las organizaciones. 

Además, en 2020, Rabobank —de Holanda— le dijo a Reuters que “dejó de financiar cargamentos de crudo ecuatoriano a principios de 2020”. El informe publicado hoy dice que aunque el cumplimiento de sus políticas de protección ambiental supera el promedio de las otras instituciones, Rabobank todavía invierte en áreas que causan deforestación como plantaciones agrícolas. 

También UBS —de Suiza— dijo que “ya había disminuido algunas transacciones petroleras de la región debido a preocupaciones sobre los derechos territoriales indígenas”. Sin embargo, según Amazon Watch, USB todavía no ha asumido un compromiso firme para no financiar el comercio de crudo en el futuro. 

Además, el informe publicado hoy dice que las organizaciones indígenas y las organizaciones aliadas “hacen un llamado urgente para la implementación de medidas que eviten que la Amazonía continúe en su destructiva trayectoria hacia el punto de inflexión”.  Amazon Watch y Stand.earth dicen que los bancos “se están quedando sin excusas para no dar este paso”.