El 1 de abril pasado, en una rueda de prensa, el Ministro de Economía y Finanzas, Mauricio Pozo, dijo que en comparación a otros países “hemos podido movernos mejor” en términos económicos en la pandemia del covid-19. Sosteniendo hojas con gráficos de barras y tablas, Pozo dijo que en 2020 la economía ecuatoriana se redujo en un 7,8%. Menos del 11% que estimaba el Fondo Monetario Internacional (FMI) en octubre del año pasado. El Ministro comparó la caída con la de Perú que fue de 11%, la de Argentina de 10% y de México de 8%. Lo que Pozo no dijo es que en 2021 las proyecciones de crecimiento de esos países son al menos dos veces más altas que las de Ecuador.

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Cinco días después de las declaraciones de Pozo, el 6 de abril, el FMI publicó su Informe de Perspectivas de la Economía Mundial. Con el documento se confirmó que Ecuador tuvo una menor contracción económica que la pronosticada, pero también demostró que las perspectivas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para este año son menores de las que se estimaba hace 6 meses. En el último informe del año pasado, el Fondo decía que el PIB de Ecuador crecería en un 4,8% en 2021. Sin embargo, según el más reciente, el aumento esperado es de apenas el 2,5%. 

En comparación, el Fondo estima que Argentina crezca en un 5,8%, México un 5%, y Perú, 8,5%. Aunque, como dijo Pozo, la caída de los tres países fue más pronunciada que la de Ecuador, estos tendrán una mejor recuperación que la del país. 

La primera explicación es que esos crecimientos están relacionados a un principio estadístico. El analista económico José Samaniego dice que es normal que el que más caiga, más crezca. Entonces era de esperarse que Argentina, México y Perú al tener una caída más pronunciada, tengan una recuperación más elevada. Sin embargo, Samaniego dice que las posibilidades de crecimiento también dependen de la estructura económica de cada país. Más allá del principio estadístico, esas características propias son las que determinarán sus posibilidades de reponerse. 

Cada país de la región y del mundo tiene una realidad distinta a la de su vecino. Según el FMI, el flujo de esos factores internos y externos determinará el ritmo de recuperación económica del país y la dimensión de las cicatrices a largo plazo. Por eso hay tanta diferencia entre las proyecciones. 

Uno de los factores decisivos es el manejo de la pandemia y las políticas que se implementen para paliar sus efectos. Muchos países recurrieron a incentivos monetarios para fomentar el consumo y el ahorro entre sus ciudadanos. Estados Unidos aprobó un plan de estímulos financieros de 2 billones de dólares y Chile destinó más de 14 mil millones —el 5,7% de su Producto Interno Bruto (PIB)— para esfuerzos fiscales enfocados en trabajadores informales, pequeñas y medianas empresas, entre otros. Se proyecta que en 2021 las economías de estos países crezcan en un 6,1 y 6,2%, respectivamente.  

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Incierta Navidad

La pandemia ha impactado la economía ecuatoriana durante 10 meses. Diciembre no fue la excepción. Aunque ya se pueden ver señales de una lenta recuperación económica, todavía no estamos libres de sus efectos.

Aunque Ecuador ha incrementado su presupuesto para gasto social y creó bonos extraordinarios para los más pobres, no ha hecho la misma inversión que otros países. La economista Mónica Rojas, decana del Instituto de Economía de la Universidad San Francisco de Quito, dice que al entregar estímulos, los gobiernos estaban garantizando que su población tenga dinero para gastar y continuar con el flujo económico. Rojas dice que ese gasto inicial viene acompañado de un efecto multiplicador que conlleva a que se incremente la demanda de productos y servicios en el sector privado. Lo que conducirá que se pueda generar más empleo, las personas tengan más ingresos y el ciclo continúe. Sin embargo, Ecuador no ha podido implementar políticas con una inversión tan alta como las de otros países porque no tiene espacio fiscal ni ahorros para que el Estado sea quien promueva un mayor crecimiento.

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Las elecciones de 2021 también afectaron las perspectivas económicas del país. Los inversionistas extranjeros y nacionales estaban pendientes de los resultados para tomar decisiones. Cuando hubo un resultado claro, el efecto fue casi inmediato. Menos de 24 horas después de que Guillermo Lasso ganara la presidencia, el precio de los bonos de deuda ecuatorianos aumentó en un 18% (el mayor incremento desde noviembre del año pasado) y el riesgo país cayó 38,5%: pasó de 1.169 a 719 puntos, llegando a una cifra que no se había visto desde 2019. Después de que la deuda en bonos se renegoció, en septiembre de 2020, el riesgo país llegó a 950 puntos. 

Con los resultados de las elecciones, el panorama del país se aclaró parcialmente. José Samaniego dice que la victoria de Lasso le dio “mucha tranquilidad” a los inversionistas, lo que se reflejó en la caída dramática del riesgo país. Entre más alta es esta cifra significa un mayor riesgo de que un país no cumpla con sus obligaciones financieras. Rojas dice que el riesgo país es un indicador bastante volátil. Puede cambiar con una decisión política, el precio del petróleo o las leyes que se aprueban. Sin embargo, si la tendencia a la baja se mantiene, Ecuador tiene mayores posibilidades de acceder a préstamos con mejores condiciones. 

La victoria de Lasso mejoró ciertos indicadores, pero tener un nuevo presidente electo no elimina los problemas socioeconómicos. Rojas dice que todavía hay incertidumbre sobre cómo manejará las dificultades fiscales que tiene el país y qué hará para equilibrar la economía ecuatoriana. Especialmente, si será un presidente sin mayoría en la Asamblea Nacional, lo que podría frenar algunas de las reformas y leyes ofrecidas por Lasso en su campaña. 

Una de sus promesas más importantes es incrementar el número de personas vacunadas contra el covid-19 en el país. Samaniego dice que hasta que un país no tenga un porcentaje considerable de población vacunada, su economía no volverá a funcionar con normalidad. Mientras eso no suceda, el riesgo a contagiarse del coronavirus y las nuevas medidas restrictivas seguirán frenando el consumo de bienes y servicios a nivel nacional.  

En Ecuador, hasta el 10 de abril, solo 274.160 personas —el 1,5% de la población— habían recibido al menos una dosis de una vacuna contra el covid-19. Al ritmo de vacunación actual, Ecuador tendría al 70% de su población vacunada en 1.691 días (4 años y medio). Mientras que Chile lo conseguirá en 114 días y Estados Unidos en 93. Guillermo Lasso ofreció vacunar a 9 millones de ecuatorianos —más de la mitad de la población— en los primeros 100 días de su gobierno. Si eso se logra, dice Samaniego, la economía del país tendría un segundo semestre de 2021 mucho más prometedor que el primero.

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La pandemia ha profundizado también las brechas económicas de cada país. El FMI advierte que el impacto económico de la pandemia incrementó la desigualdad entre sus ciudadanos. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) dice que las pérdidas de empleo y de ingresos empujaron a 131 millones de personas a la pobreza. Con la pandemia del covid-19 se eliminó el progreso que se había hecho los últimos 15 años para llegar a la igualdad social y económica.  

Noticias Más Recientes

Las reducidas perspectivas de crecimiento de Ecuador para este año se traducen a incrementos en sus tasas de pobreza y de desempleo. Según un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en 2020 los confinamientos y la crisis por la pandemia provocaron que 1,8 millones de ecuatorianos pasen a vivir en la pobreza (con menos de 85,05 dólares mensuales). Además, el informe reveló que les tomará más tiempo salir de esa situación: el umbral para ese cambio pasó de 8 a 19 años. 

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La naturaleza asimétrica del impacto del covid-19 en el mundo provocó que la desigualdad aumente en todo el mundo. Pero el FMI advierte que las marcadas diferencias en los caminos y las perspectivas de recuperación “crearán brechas significativamente más profundas” entre los estándares de vida de los habitantes de países desarrollados y los de en vías de desarrollo. 

Por eso el camino de la restauración debe ir más allá de restaurar el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de un país. La ONU dice que se deben impulsar mejores niveles de vida para los ciudadanos. Además, según la ONU, se debe garantizar la igualdad y la mejora de la sostenibilidad de las actividades económicas. Así se espera evitar que otra crisis de este tipo desestabilice al mundo como lo ha hecho la pandemia del covid-19. 

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Hay quienes consideran que las perspectivas del FMI para Ecuador son muy pesimistas. Samaniego dice que según sus análisis, la economía local aumentará entre un 3,5 y un 4%. “Creemos que el FMI está subestimando el potencial de crecimiento del Ecuador”, dice Samaniego. Esa cifra se acerca más a las expectativas del Banco Central del Ecuador, que espera que se eleve en un 3,1%. 

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Las proyecciones pesimistas y optimistas están sujetas al camino que la pandemia tome. Uno de los principales riesgos latentes es la aparición de nuevas variantes del virus y la posibilidad de regresar a estrictos confinamientos como en marzo del 2020. La economista Rojas dice que en Ecuador a esa lista de posibilidades, se le debe sumar los cambios y las reacciones que acarreará el cambio de gobierno. Es posible que el crecimiento económico del Ecuador sea más alto que el proyectado por el FMI, pero al mismo tiempo nada asegura que no podría reducirse todavía más.