El 30 de septiembre de 2010 (30-S) es recordado de distintas maneras, dependiendo a quién se le pregunte sobre lo que ocurrió en Ecuador. Lo que sabemos es que ese día hubo una sublevación policial, un día después de que la Asamblea Nacional aprobara la Ley Orgánica de Servicio Público, (Losep) con 108 votos a favor, 2 negativos y 9 abstenciones. En esta se eliminaban bonificaciones, premios, reconocimientos y beneficios que obtenían los policías y militares por ascensos y condecoraciones. Otro cambio que estaba aprobado en la ley es que las instituciones educativas que eran manejadas por las Fuerzas Armadas, Policía Nacional, Aviación Civil y Comisión de Tránsito del Guayas pasaban a ser manejadas por el Ministerio de Educación. Eso generó malestar en las filas policiales.
En la mañana del 30 de septiembre, más de 400 policías comenzaron una manifestación fuera del Regimiento Quito N°1, ubicado en la avenida Mariana de Jesús, en el centro norte de Quito. Los policías pedían que se derogue la ley que, a su criterio, les quitaba los beneficios De acuerdo al informe de la Fiscalía General del Estado, en los medios de comunicación se dio información errónea sobre la Losep. La Fiscalía dice que la ley regula los gastos no indispensables del sector público y homologa a los policías y militares como servidores públicos, con los mismos derechos y responsabilidades de los servidores civiles. Además de los policías en servicio activo, también estaban policías en servicio pasivo y sus familiares. Según un la Fiscalía General del Estado, hubo infiltrados encapuchados y con pasamontañas. Hasta el Regimiento Quito llegó Freddy Martínez, entonces Comandante General de Policía, para hablar con los uniformados insubordinados. No pudo controlar la situación y fue abucheado.
Mientras tanto, en la Asamblea Nacional, la escolta legislativa se unió a la protesta policial, en las inmediaciones del Palacio Legislativo. Los uniformados se tomaron el edificio de la Asamblea Nacional, impidieron la entrada a los asambleístas y a la prensa que cubría la Asamblea con regularidad. Según la Fiscalía, el hecho habría estado a cargo del jefe de la escolta legislativa, Rolando Tapia. El entonces presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Cordero estaba de viaje en Europa, por lo que la asambleísta Irina Cabezas estaba encargada de la presidencia de la Asamblea.
Mientras eso ocurría en el Regimiento Quito y en la Asamblea Nacional, un grupo de policías se tomó el Puente de la Unidad Nacional en Guayaquil. La Base Aérea en Quito y el antiguo aeropuerto Mariscal Sucre de Quito —contiguo a la base— habían sido también tomada por un grupo de integrantes de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, FAE y policías que trabajaban en la base área. Eso ocurrió cerca de las nueve de la mañana.
Las protestas iban aumentando, por lo que se decidió suspender las clases. En todo el país los estudiantes se quedaron en sus casas hasta el 2 de octubre cuando se retomó la asistencia. Las protestas policiales se realizaron en Guaranda, Riobamba, Latacunga, Cuenca, Ambato, Loja, Santo Domingo, Manta entre otras como Guayaquil donde hubo saqueos y desorden en las calles. Más de 50 personas fueron detenidas temporalmente.
A las nueve de la mañana del 30 de septiembre de 2020 llegó al Regimiento Quito el entonces presidente del Ecuador, Rafael Correa Delgado, para intentar calmar a los manifestantes. Correa fue acompañado del Ministro Interior, Gustavo Jalkh. Rafael Correa asistió a pesar que estaba con muletas después de una operación de su rodilla izquierda. Al intentar ingresar al Regimiento, Correa fue agredido física y verbalmente por los policías que protestaban. Mientras tanto, un grupo de militares protestaban fuera del Ministerio de Defensa en Quito y habían cerrado con la quema de llantas la calle Maldonado, en el sur de la ciudad. Los medios reportaban una ciudad sumida en el caos.
En el Regimiento Quito, Correa logró subir al segundo piso del Regimiento. Llegó a una ventana que daba al patio, en donde estaban concentrados la mayoría de los policías sublevados. Desde allí, Correa intentaba dirigirse a los policías, que lo abucheaban y le insultaban. Detrás de Correa, estaba Jalkh, apenas se lo podía ver desde el patio, pues aparecía casi oculto tras Correa. Al ver que sus palabras no surtían efecto entre los policías, Correa empezó a subir el tono de su discurso. Los gritos, abucheos e insultos en su contra y en contra de su gobierno no cesaban. En un momento dado, Correa perdió la calma y empezó a gritar, desafiando a cientos de policías armados que lo abucheaban. “Si quieren matar al Presidente, aquí está, mátenlo pues si tienen valor”, les gritó. Como respuesta, los policías también gritaban consignas como “deroga la ley, deroga la ley”. Correa estaba furioso y dijo “señores estamos aumentando sueldos y mejorando condiciones de trabajo”.
Tras finalizar su discurso, el expresidente Rafael Correa que estaba escoltado por la seguridad presidencial, intentó llegar hasta el helipuerto ubicado en un edificio dentro del Regimiento Quito. Su seguridad quería trasladarlo al helipuerto porque era imposible que siguiera caminando. La lesión de su rodilla no le permitía avanzar bien y los policías manifestándose empezaron a lanzar bombas lacrimógenas y gas. Hubo un enfrentamiento entre la seguridad presidencial y los policías.
Rafael Correa llegó, finalmente, al Hospital de la Policía Nacional, ubicado al frente del Regimiento Quito. La decisión de ir al hospital fue tomada por el Jefe de la Escolta Presidencial, Correa estaba protegido por una máscara antigases, pero llegó asfixiado por el gas lacrimógeno, según el Informe a la ciudadanía de la Fiscalía General del Estado, publicado en 2015.
En medio de esos acontecimientos, desde el gobierno se empezó a hablar de un posible golpe de estado en contra de Correa. La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), entonces presidida por Néstor Kirchner, expresidente de Argentina, convocó a una Cumbre Extraordinaria en Buenos Aires. La reunión debía realizarse ese mismo día en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería Argentina para “confirmar el compromiso por preservar valores como la institucionalidad democrática, el Estado de derecho, el orden constitucional, la paz social y el respeto a los derechos humanos”, según la Declaración de Buenos Aires sobre la situación en Ecuador. Mientras tanto, los miembros sublevados de la Policía Nacional ingresaron al centro de control de las cámaras de seguridad de la Asamblea Nacional y destruyeron la información captada por el circuito cerrado de vigilancia. Según la Fiscalía, “en delito flagrante desaparecieron las evidencias” de lo que pasó en la Asamblea Nacional.
La manifestación policial no había parado. Ricardo Patiño, entonces Canciller y Doris Solís, entonces Ministra Coordinadora de la Política, desde el balcón de Carondelet, alrededor de la una de la tarde convocaron a la gente a que se manifieste para apoyar a Rafael Correa y rescatarlo. Abajo del Palacio había manifestantes en favor de Correa. A la 1:21 de la tarde desde el Hospital de la Policía, mediante el decreto 488, el presidente de Ecuador declaró el estado de excepción en todo el territorio nacional, “en razón de que algunos integrantes de la Policía Nacional han distorsionado severamente o abandonado su misión de policías nacionales y por ende sus deberes consagrados en la Constitución”. El documento tiene 5 artículos entre los que dice que el estado de excepción durará 5 días, se movilizará a “las Fuerzas Armadas para garantizar la soberanía nacional”. Según la Constitución de la República del Ecuador, durante un estado de excepción la Presidenta o Presidente de la República podrá suspender o limitar el ejercicio del derecho a la inviolabilidad de domicilio, inviolabilidad de correspondencia, libertad de tránsito, libertad de asociación y reunión, y libertad de información. En ese caso se aplicaron todas esas medidas.
En la tarde del 30-S, las protestas de los sublevados se intensificaron cuando muchas personas llegaron hasta el Regimiento para apoyar al expresidente Correa, los policías y militares comenzaron a lanzar bombas lacrimógenas. Correa seguía dentro del Hospital de la Policía, fue hospitalizado y dijo que se sentía secuestrado por los uniformados. El hospital fue cerrado para evitar que salieran vehículos con Rafael Correa dentro. Los periodistas que cubrían la sublevación policial se quedaron atrapados dentro del hospital, algunos seguían transmitiendo lo que sucedía adentro a través de sus redes sociales. Susana Morán, entonces periodista de Diario El Comercio cubrió a través de Twitter, una red social muy poca utilizada en Ecuador en ese momento. Morán estuvo dentro del Hospital de la Policía se refugió en un baño desde donde tuiteó lo que pasaba. Otros periodistas estaban en los pasillos del hospital agachados o acostados en el piso para esquivar las balas que se escuchaban a cada momento como se ve en el documental Muchedumbre 30-S.
Alrededor de las 8 de la noche, los equipos del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) y el Grupo de Intervención y Rescate (GIR) entraron al hospital para sacar al expresidente Correa. Los medios de comunicación nacionales privados y públicos recibieron la orden de unirse a una cadena de televisión en la que se transmitía la versión oficial de los hechos. Fuera de las instalaciones del canal estatal Ecuador TV hubo manifestaciones, con algunos actos violentos de personas que exigían que se transmita la información sin ser parcializada. El grupo de personas derribó la puerta de vidrio después de forcejear con los vigilantes del edificio. María Alejandra Cevallos entró al set de noticias y fue entrevistada por los periodistas de Ecuador TV. Cevallos reconoció que la entrada del grupo fue violenta “porque llegaron con la intención que les dieran un espacio porque es el único medio que está transmitiendo a nivel nacional”. La Fiscalía investigó a trece personas por esos hechos. María Alejandra Cevallos recibió una pena de cuatro años de cárcel por el delito de destruir, deteriorar, inutilizar o interrumpir servicios públicos. En julio de 2015, el expresidente Correa le concedió el indulto.
A las 10 de la noche, el expresidente Rafael Correa fue sacado del hospital. En un operativo de los grupos GIR y GOE y en medio de una rafaga de disparos salió Rafael Correa escoltado por los militares. El cabo segundo de policía Froilán Jiménez y el cabo del Ejército Jacinto Orlando Cortez murieron en el rescate a Correa, ellos pertenecían al grupo que escoltaba el carro en el que salió el presidente.
A las 11 de la noche, el Presidente Correa dio una rueda de prensa desde el Palacio de Carondelet, en la que dijo que las protestas se trataron de un “intento de conspiración perfectamente coordinado”. También dijo que fue una sublevación muy grave de la Policía Nacional que no fue para reivindicar los derechos gremiales. Correa calificó a todos estos hechos como un golpe de Estado.
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