El 24 de mayo, el presidente Daniel Noboa presentó su informe a la nación y, quizás lo más importante de esa rendición de cuentas no tuvo una respuesta clara: ¿está avanzando Ecuador? Y si es así, ¿hacia dónde vamos?
Para responder a esta pregunta, es esencial mirar el Plan Nacional de Desarrollo 2024–2025, creado por el gobierno actual. El documento es una suerte de ruta de dónde estamos y hacia dónde quiere ir el gobierno.
En su rendición de cuentas, el presidente Noboa dijo que sus decisiones, hasta ahora, se enmarcan en ese plan. Este documento tiene un diagnóstico de la situación, objetivos y metas cuantificables que Ecuador espera alcanzar para 2025.
Para saber si el país está progresando, según la visión del gobierno, comparé el plan con el informe. En este análisis, me enfocaré sólo en uno de los cuatro ejes presentados el 24 de mayo que es, como lo ha mencionado el Presidente muchas veces, su prioridad: seguridad.
El objetivo del plan de seguridad de Noboa es “garantizar la seguridad integral, la paz ciudadana y transformar el sistema de justicia respetando los derechos humanos”. El eje incluye 16 metas con cifras que permiten evaluar el país, comparando datos del 2023 y un objetivo al 2025.
Estas son las metas del plan de seguridad de Noboa, la cifra base de 2023, la meta para 2025, y los datos presentados por el presidente en el informe.
Entonces, ¿cómo hemos avanzado en materia de seguridad?
El Presidente dio en su informe datos o cifras de apenas 6 de las 16 metas enmarcadas en el objetivo de seguridad del Plan Nacional de Desarrollo. Nada de lo que dijo en su discurso —y que complementó con videos con tono heroico— permite evaluar si su gestión está logrando avances cuantificables.
En otras palabras, el gobierno presenta cifras diferentes a las establecidas en su plan. Por esa inconsistencia no se puede concluir si las acciones están mejorando los indicadores que ellos mismos han establecido para medir el progreso.
Si el Presidente hubiese utilizado la línea base y los datos de su propio Plan Nacional de Desarrollo, su presentación hubiera marcado una nueva forma de hacer política. Podría haber incluido las maneras en cómo ha alcanzado esas metas (o no) y cuáles son sus planes de mejora para lograr los objetivos.
El mensaje a la nación fue tan superfluo que poco o nada se pudo concluir de él, y la atención se desvió hacia aspectos triviales como sus zapatos. Fue una oportunidad perdida para demostrar un compromiso serio y transparente con el desarrollo del país.
Es clave que en futuros informes, el gobierno asegure la alineación entre los datos y los objetivos del plan. Solo así se lograría un seguimiento efectivo del progreso de Ecuador hacia un futuro más próspero y seguro, y lograría que sea una verdadera rendición de cuentas para nosotros, los ciudadanos.
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