Casi al final de la presentación de Triángulo Fúser en Quito, el 22 de febrero de 2024, en la librería Mr. Books, un asistente levantó la mano para hacerle una pregunta a Ernesto Carrión sobre esta, su más reciente publicación. Y esa pregunta sintetiza lo que este libro genera en varios lectores.

¿Cree que por su relación no resuelta con su padre escribió este libro en el que denigra al Che? fue, más o menos, la pregunta. El autor había explicado en ese espacio que un punto de partida para esta novela fue comprender de dónde venía su nombre, el que su padre le puso.

Un nombre propio de una izquierda de los años 70. Un nombre con un peso ideológico, revolucionario e histórico. El nombre del prohombre, del superhéroe de izquierda que sigue siendo importante para muchos: Ernesto Guevara de la Serna.

Ese punto de partida se cruzó con algo adicional. En su investigación sobre el paso de este personaje por Guayaquil, Carrión descubrió una serie de inconsistencias en la historia oficial del Che Guevara y su permanencia de 43 días en el Puerto Principal, en 1953. 

Datos ocultos y contradictorios en los diarios del Che, información que no cerraba y silencio sobre lo sucedido en Ecuador. El resultado de esta búsqueda fue una verdad que tiene en la ficción de esta novela su forma de existir.

“Esto es algo de lo que no se sabe mucho, pero este fue el primer libro, la primera novela que empecé a trabajar”, cuenta Carrión en una de las salas de estar del edificio Manuela Sáenz de la Universidad Andina Simón Bolívar. Es la penúltima semana de febrero de 2024 y Carrión está en Quito para presentar su libro en esta ciudad y para dar un taller sobre novela. 

Triángulo Fúser, de Ernesto Carrión

Triángulo Fúser es un libro publicado por Seix Barral / Biblioteca Breve. Fotografía de Nicole Carrera para GK.

Triángulo Fúser se empezó a construir hace 13 años y aparece ahora, más de una década después de otras novelas que Carrión ha escrito y publicado en estos años. 

¿Y de qué manera termina por “denigrar” Ernesto Carrión a la figura del Che, según esa pregunta que hicieron en el lanzamiento del libro en Quito? En que, luego de la investigación realizada y de su trabajo como escritor, el ecuatoriano llega a una conclusión que puede causar escozor: Ernesto “Che” Guevara era homosexual.

Y lo que vivió Guevara en Guayaquil y se ha mantenido fuera del mito es la prueba.

Carrión respondió la pregunta. 

Para él, decir que el Che era homosexual no es denigrarlo. Es más, dijo que nadie puede ni debe ser denigrado por su identidad y preferencias sexuales. Aclaró, eso sí, que lo reprochable hacia la figura del Che Guevara es que siendo homosexual haya sido uno de los promotores de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, conocidas como UMAP, donde recluían a homosexuales y los obligaban a trabajar en pésimas condiciones. 

Estos campos de trabajo forzado, que funcionaron entre 1965 y 1968 en Cuba, tienen a su haber cifras espantosas: 500 de los reclusos terminaron en hospitales psiquiátricos, 70 de ellos fueron ejecutados o murieron a consecuencia de torturas y 180 de ellos se suicidaron. 

Así, hay un trasfondo de horror en Triángulo Fúser. 

No solo es revelar, a través de la ficción, una verdad de un personaje histórico que, dependiendo de las posiciones que se tengan, puede ser un ángel o un demonio. También se trata de poner en evidencia la crueldad humana, la desidia social y el desprecio hacia gente que, por sentirse atraída por personas de su mismo sexo, merecía lo peor.

Un triángulo alrededor de un mito

Carrión hace una novela compuesta por tres libros en los que hay estudiantes universitarios que quieren hacer documentales, dos beatniks que viajan a Latinoamérica, el olvidado y genial poeta guayaquileño David Ledesma, así como figuras del teatro y de la cultura de Guayaquil, algunos argentinos, una mujer trans asesinada en los años 90 —un caso emblemático en el país—, abogados, más poetas, La Habana y el Puerto Principal. 

Todo en un terreno en el que cada una de estas historias comparte el ADN alrededor de lo cruel que es negarse a uno mismo y negar a otros la posibilidad de ser ellos mismos.

Ernesto Carrión habla sobre Triángulo Fúser.

El escritor Ernesto Carrión en otro momento de la charla sobre Triángulo Fúser. Fotografía de Nicole Carrera para GK.

Por eso es triángulo y no trilogía. No son tres etapas de los mismos seres. Son estos seres expuestos a la misma intrínseca violencia en contra del otro, del homosexual. 

Pero hay que reconocer algo, porque Carrión no da lecciones, ni busca explicar qué es lo correcto y qué no. Si bien hay una posición moral y ética clara desde la que parte su escritura, Ernesto Carrión no es un autor que juzga a sus personajes. En ninguno de sus trabajos narrativos existe eso. Lo que deja en claro uno de los factores más contundentes de su obra: hay algo que contar y lo que sucede con los seres que son parte de sus páginas termina siendo la consecuencia de sus propias acciones. 

Y en Triángulo Fúser esto queda más claro que nunca.

Para el autor, todo empezó a revelarse con las diferencias que encontró en los dos diarios que cuentan los viajes del Che Guevara por América Latina y el libro que Ernesto Guevara Lynch, padre del Che, publicó en 1987, Mi hijo el Che. ¿El primero de los diarios? Notas de viaje, publicado en 1993, que con los años ha cambiado de nombre a Diarios de motocicleta, por la película de Walter Salles, de 2004, protagonizada por Gael García Bernal. ¿El segundo? Otra vez: diario inédito de un viaje por Latinoamérica, publicado en 2001.

“Uno es un diario, el otro es una novela de autoficción”, dice Carrión. Cuando se refiere a Notas de viaje, es claro: “Es una novela, de hecho hay un trabajo de escritura ahí de autoficción tremendo (…) Él corrige ese texto y eso lo pongo en la novela. Cuando el padre publica su libro, transcribe fragmentos del diario original,  y esos fragmentos también están en Diarios de motocicleta, pero han cambiado, están dotados de ideología política”.

Cuando se publica el segundo libro de los diarios, que muestran lo que fue el segundo viaje del Che por América Latina, Carrión asegura que ese sí es un diario porque “está lleno de retazos de ambiciones, de sueños y decepciones y de cosas como que se emborracha, etcétera”. Pero saltó la alarma porque el paso del Che por Guayaquil se percibe incompleto.

Los cuestionamientos de Carrión adquirieron cuerpo. “Que alguien esté por dos meses en Guayaquil y no escriba del río Guayas es imposible. Cuando cualquier persona que llega y lo ve, me pregunta si es un mar o por qué el río corre de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Yo les digo que es un río que es macho y hembra al mismo tiempo, que es un río bisexual. Esto lo sé porque la gente que lo ve se da cuenta que el río va así y me lo han preguntado”.

Nada de esto aparece cuando el Che Guevara habla de Guayaquil.

“El Che no menciona el río, no menciona la escultura de Bolívar y San Martín en la Rotonda… ¡No menciona Las Peñas! Está durmiendo en Las Peñas por dos meses y no la menciona”, dice Carrión. Existe, por lo menos, una incongruencia aquí.

Ernesto Carrión concluyó que la parte de Guayaquil de este segundo diario del Che está intervenida. Alguien metió la mano para quitar cosas.  Por eso, él asegura que faltan nombres que él agrega en la novela y los convierte en personajes. Nombres como el de Jorge Maldonado Renella, quien conoció al Che Guevara en esos meses de 1953 y quien llegó a ser Procurador General del Estado entre 1985 y 1988, en el gobierno de León Febres Cordero. 

A través de ese silencio, dice Carrión, “la intelectualidad de la izquierda de Guayaquil y de Ecuador ha prolongado y dicho por mucho tiempo que el Che se había encontrado con gente de izquierda de acá, como el Grupo de Guayaquil, como Icaza, etcétera. O sea, con ellos no se va a encontrar jamás”.
El mito es lo que manda. “El mito se traga todo”, dice Carrión.

Todo lo que existe alrededor del Che, cuenta el escritor ecuatoriano, está entregado al mito. Ya sean los libros de quienes acompañaron a Guevara en sus dos viajes, como los escritos por Alberto Granados y Carlos Calica Ferrer, “que escribió que si no se hubiera ido a jugar fútbol a Quito, hubiera llegado a Cuba a hacer la revolución”, es como si “todos quisieran ser parte de ese mito”, cuenta Carrión.

En medio de esta ficción autogenerada y mantenida por miles de personas, algo más se abrió en el autor mientras investigaba. “Antes de hablar del Che quería hablar del tema de los travestis y de las mujeres trans secuestradas en los 90,  maltratadas, golpeadas y asesinadas incluso, porque era un tema que yo escuchaba en mi colegio y me perseguía. Entonces, al momento que empecé a investigar lo del Che, encontré la forma de meter esta historia que me había perseguido”. 

El poder de la ficción

Triángulo Fúser lleva un subtítulo: La despechada, poética y fantasmagórica vida de Ernesto antes del Che. Y aquí hay un juego con lo metaliterario, con el autor y su nombre y su vida previa, como poeta, antes de dedicarse profesionalmente a la narrativa.

El traslado a la narrativa costó. “Se me hizo muy difícil. Sobre todo por el proceso del viaje de la poesía a la narrativa, a pesar de que durante mi adolescencia yo escribí cuentos, pero nunca me propuse que sea mi oficio. Yo habré escrito, posiblemente, unos 15 cuentos un par de obras de teatro cuando estaba en el colegio, pero jamás, de una forma profesional”, dice Carrión. 

Luego remata este traslado hablando de dos cerebros: uno para la narrativa y otro para la poesía. Él tiene esos dos cerebros.

Por esta razón, con una carrera literaria de más de 25 años, Carrión tiene más de 20 libros publicados, entre ellos 13 poemarios —que ha compilado en tres tomos de un tratado lírico llamado Ø— y 9 novelas. 

Ernesto Carrión revela detalles de su novela Triángulo Fúser.

El escritor Ernesto Carrión estuvo en Quito para la presentación de su libro Triángulo Fúser y para dar un taller sobre escritura de novela. Fotografía de Nicole Carrera para GK.

Triángulo Fúser tiene más de 600 páginas y es el cierre de este proyecto de años en el que se incluyen dos publicaciones previas —Tríptico de una ciudad y Ciudad Pretexto— y una tercera, la que ocupa la mayor extensión, Ciudad de fondo

Es en estos tres libros que la historia se divide y se construye. Con múltiples voces y experiencias que se van cruzando. 

Carrión le entrega a cada uno de sus personajes una forma de hablar particular. Es casi como un gesto de presentación, que a medida que avanzan los libros adquiere niveles que se vuelven mágicos. Porque es como estar escuchando a personajes conocidos —algunos— y a otros de los que se sabe poco, y que el autor hubiera conseguido transmutarse en esa manera particular de hablar de cada uno, incluso en otro idioma. 

En Tríptico de una ciudad están Mariano Torres y Pablo Paredes como punto de arranque. Dos compañeros universitarios que se juntan para apoyarse mutuamente en una tarea para cine: uno quiere hacer un documental sobre la estadía del Che Guevara en Guayaquil; el otro, sobre la prostitución de travestis en Guayaquil. Esto, hace más de 20 años. Pero conseguir lo que quieren tiene sus complicaciones. 

Se va mezclando con la información a medias, con una foto extraña del Che luego de bañarse en el río Guayas, y con los asesinatos a travestis en la década de los 90, cuyos cuerpos aparecían masacrados a los lados de la vía Perimetral.  

Más que un acto de justicia, este libro deja en claro que la manera para enfrentar aquello que se olvida, se esconde o se ignora es a través de la ficción. 

Una ficción que, en este caso, llena los espacios vacíos como si se tratara de una tela de araña de la que no se puede escapar nada. 

“La novela empezó a crecer tremendamente y me di cuenta, mientras investigaba, que me saltaban cosas. Por ejemplo, me saltó el tema de que William Burroughs había pasado en el 53 por Guayaquil. Entonces me dije, bueno, si Burroughs pasó por Guayaquil en el 53, ¿qué tal si se encontró con el Che en ese momento?”, recuerda Carrión de este proceso. 

El texto iba creciendo, se iba desbordando. Por esa razón el autor lo dividió en tres partes y lo trabajó de esa manera. Ciudad Pretexto, el segundo libro, se basa en este posible encuentro entre Burroughs y Guevara de la Serna en Guayaquil. En un momento en el que ambos no eran todavía lo que iban a llegar a ser, porque Burroughs todavía no publicaba Yonqui, su primera novela, y Guevara no era el Che.

En el fondo, en Tríptico de una ciudad y Ciudad Pretexto subyace una violencia. Una que rechaza al otro, que habla de una actitud de macho que es capaz de destruir cuerpos ajenos por considerarlos cuerpos aberrantes, de costumbres aberrantes. Es en Tríptico de una ciudad donde esta violencia aparece con un grupo de colegiales, con un agente de la Intendencia de Policía, que deciden salir a hacerles pagar a punta de golpes y de muerte a homosexuales por el hecho de ser homosexuales. 

Ernesto Carrión tiene muy claro el punto de partida de esto. Cuando tuvo que “escuchar de un amigo que quería mucho yo, que hacía esas cosas. Yo sabía que había cacerías para atrapar y lastimar a mujeres trans, pero él me dijo que hacía esas cosas”, cuenta Carrión. Se le salieron las lágrimas cuando lo escuchó. El amigo le preguntó si él era homosexual porque estaba llorando ante esa confesión. 

“Yo le dije que no, pero que eran seres humanos a los que le hacían esas cosas y que no tenía sentido lo que me estaba contando”, dice el escritor.  No había mucho que él pudiera hacer en ese momento ya que tenía 16 años. Sin embargo, eso estuvo ahí, con él, hasta que lo pudo expiar a través de la literatura.

Firma ejemplar Triángulo Fúser.

Ernesto Carrión firma un ejemplar de su libro Triángulo Fúser. Fotografía de Nicole Carrera para GK.

Es en la ficción de Triángulo Fúser donde estos actos de violencia se resuelven

“La ficción es una posibilidad para cubrir los huecos de la historia”, dice Carrión. También dice que es la que le da voz a aquellos seres que en las novelas históricas no podrían tener voces. Una de esas, presente sobre todo en el tercer libro, Ciudad de fondo, es el poeta guayaquileño David Ledesma, que Ernesto Carrión recupera con la contundencia de un fantasma que se escapa en la lectura, pero que al final termina colándose en el lector. 

Ledesma y la violencia contra los homosexuales

Carrión, como devoto lector de la obra de Ledesma, quiso volver luminosa la trágica muerte del poeta: se suicidó a los 26 años. Carrión quiso recuperar una figura que si bien con los años está más presente en el ámbito literario de Ecuador, sigue estando un poco perdida en la historia. Por eso hay una luz en él que representa aquello que va a apagarse y la destrucción de la misma militancia que un homosexual sostenía ante el comunismo en esa época. 

Incluso Carrión toma el título de una de las obras de Ledesma para titular este libro: Triángulo. Fúser es uno de los apodos de Ernesto Guevara en los viajes por América Latina. 

Ledesma va a ser ese contrapunto casi sin voz. Un declarado fanático de la revolución cubana —llegó a tener un programa radial llamado Aquí Cuba, por ejemplo—, hará un viaje a La Habana a fines de 1960 y, en el mundo de la novela, él quiso reencontrarse con el Che, pero fue retenido por las fuerzas cubanas y fue una de las víctimas de la caza de homosexuales. Ledesma va a morir como una de las víctimas de esa homofobia que encontró y encuentra rechazo, tanto en posiciones de izquierda como en posturas conservadoras.

El Che Guevara, ya como el comandante en la Cuba de Fidel Castro, tiene espacio en Ciudad de fondo. Y aparece como uno de los artífices de la crueldad hacia homosexuales. Lo que sucedió en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, UMAP, es criminal.

“Sí, son crímenes, crímenes horribles, históricos y de Estado. En un momento en que la gente era más ignorante y no comprendía o simplemente atacaba a lo que temía. Ese Che no tiene nada que ver con el Ernesto Guevara que estuvo en Guayaquil”, dice el autor.

En la novela de Carrión el Che Guevara se puede poner una camisa de mujer y no le importa, o ser ese aspirante a poeta que se junta con otros jóvenes artistas y poetas que son parte de un círculo gay en Guayaquil, con quienes se baña desnudo en el río Guayas. 

Ese personaje de 1953, poco se parece al que tres años después va a partir de México hacia Cuba en el yate Gramma.

En un punto de la conversación, Carrión habla que en sentido estricto, al menos habría que describir al Che como bisexual, porque tuvo esposa y tuvo hijos, así como tuvo relaciones con mujeres. Pero el punto que le llama más la atención son los registros homofóbicos de Guevara cuando ya era el Comandante. “Era una fijación muy fuerte”, dice Carrión, “como si estuviera ocultando algo, o que no se viera algo. Entonces decidió ser el más homofóbico de todos los que estaban en el poder en ese momento en Cuba”.

Esa homofobia se traduce en violencia en Triángulo Fúser. No solo es el Che el que promueve y tiene gestos de este tipo. Hay personajes que hacen daño y atacan a mujeres trans y a travestis, como consecuencia de prácticas terribles de “deshomosexualización” que en realidad son tortura, que todavía se siguen dando en Ecuador. Y hay mujeres trans y travestis asesinados. Carrión habla del emblemático caso del estrangulamiento de Wendy Calle Alvarado, en noviembre de 1989. 

«Como lo digo en la novela, a la gente de Ecuador no le molestó el asesinato, le molestó que su cédula identidad fuera de hombre y que tuviera un cuerpo de mujer”, recuerda Carrión.

Ernesto Carrión y su novela Triángulo Fúser

En Triángulo Fúser, Ernesto Carrión mezcla la estadía del Che Guevara en Guayaquil y los asesinatos a travestis y mujeres trans en la ciudad. Fotografía de Nicole Carrera para GK.

En Triángulo Fúser todo se mezcla y, de alguna manera, se ejercita la memoria. “De alguna manera Guayaquil se convierte en ese espacio fantasma donde la historia desaparece. Siempre me llamó la atención de que cuando uno es niño te dicen que no se sabe qué pasó con Simón Bolívar y San Martín, pero te explican en la escuela que se reunieron entre 8 y 10 horas, pero no sabemos qué hablaron. Por eso uno crece con esa idea de que en Guayaquil pasan cosas extrañas, o sea que no está toda la historia contada”, dice el autor. En esa misma nebulosa está la historia del Che en la ciudad, antes de que fuera el revolucionario.

La literatura como una especie de contraparte de la historia oficial, o como un gesto de absoluta rebeldía ante estas versiones incuestionables. 

Por eso, una novela también puede ser un acto de justicia. Aunque Ernesto Carrión lo fundamenta: “no me refiero a que se tenga que hacer una novela sesgada, sino que la novela es un espacio donde los otros pueden tener voces, y pueden denunciar cosas. Yo quería mostrar a esa sociedad homofóbica, a esos jóvenes que eran mis compañeros, que eran mis amigos, a esa gente que vivió en los 90 con la que yo me vinculé. Gente que podía estar pasando al lado tuyo, en un carro o que podía ser de tu propia familia. Sí, mostrar a esta sociedad súper homofóbica”, sintetiza el escritor.

El Che está a la cabeza, sí. Pero no es solo su historia. Es también la de un mundo violento que sigue rechazando al otro, al homosexual. Y para el lector es un golpe de realidad porque preferimos ignorar nuestra participación en acciones así, como si el horror no estuviera en nosotros, sino en otros. Remover a quien lee literatura debe ser condición básica de la creación literaria.

En este libro eso se cumple, con creces.

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Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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