El Rey. Esa figura que quienes crecimos en los 80s ya sabíamos que se debía idolatrar porque, si bien nunca lo vimos jugar al fútbol, entendíamos su importancia y permanencia. Porque nuestros padres fueron testigos de cómo ganó tres mundiales y de las locuras que hacía con el balón en sus piernas. El Rey que hizo que Brasil se ganará la etiqueta del “juego bonito”, porque lo que se ve en los videos que hay en YouTube es magia pura. Pelé.

Una especie de coreografía diseñada para maravillar por los siglos de los siglos.

El Rey Pelé se ha muerto. Su cuerpo dijo basta. Edson Arantes do Nascimento tenía cáncer de colon y bueno, todo lo humano se termina.

Pero todo lo humano continúa, también. Sobre todo cuando arranca desde el fútbol, de los más de 1100 partidos que jugó, y de los casi 1300 goles que marcó en una carrera profesional de 21 años. 

Pelé como el chiquillo afro que llevaba la marca, que pateaba al arco y anotaba, que resistía los golpes, que sostenía al equipo por sí solo. Esa figura del fútbol que le regaló al mundo su primera leyenda cuando la comunicación crecía, cuando se podían ver sus jugadas en salas de cine en los reels de noticias que pasaban antes de las películas y luego por televisión. Cuando la voz de los adultos era la forma de aceptar el mundo. 

Pelé era mejor que Di Stéfano. Mejor que Maradona. Mejor que George Best. Eso decían los padres y los tíos. Había que creerlo.

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Pelé era el Rey porque nos lo habían dicho y no éramos nadie para contrariarlo. Con el tiempo vimos las imágenes y pudimos entenderlo.

Pero él salió del fútbol. Fue algo más. Se libró del fútbol y lo usó como punto de partida cuando se retiró, en 1977. 

El Rey que conoció el mundo de los últimos 45 años es el Pelé que supo cómo ser parte del mundo a través de la comunicación. 

Tarjetas de créditos y Stallone

¿Quién fue el primer deportista en entrar al terreno de lo pop? Sí, la respuesta es obvia. 

Pelé dejó el fútbol y atravesó la publicidad, el cine, el activismo. Pelé era una máquina de llamar la atención y de hacer dinero.  La vida después del fútbol puede ser gigante.

Pelé entendió el marketing antes de que se lo estudiará. Y sacó provecho.

En la época que Michael Jackson aparecía vendiendo Pepsi, Pelé hacía lo mismo. Y también aparecía en comerciales de tarjetas de crédito como MasterCard y, conforme pasó el tiempo, su firma —su nombre como marca definitiva— servía igual que la foto de su rostro sonriente. Ese gesto que decía que todo estaba bien.

La foto con la que se ha convertido en leyenda.

Pero hay otros recuerdos. En 1981, Pelé fue parte de Víctory, una película dirigida por el gran John Huston. En ella era un prisionero de guerra aliado, en un campo de concentración nazi. Ahí deciden planear una fuga mientras juegan un partido de fútbol con un equipo alemán. 

Pelé comparte equipo con jugadores como Bobby Moore y el argentino Osvaldo Ardiles. Y con actores como Sylvester Stallone y Michael Caine.

Claro, Pelé es uno de los héroes del partido. Hace un gol de chilena, lo mínimo que se podía esperar de él. Victory es una película de los años 80, se la ve así y tiene el ritmo de los filmes de esos años. Pero están Pelé y Rocky. No se diga más.

Padre de ocho hijos, con el tiempo al menos el mundo pudo reconocer el hecho y rechazar que un tipo en sus años 40 tuviera una relación con una chica de 17 años. Porque Pelé fue pareja de la cantante y presentadora de televisión Xuxa Meneghel, entre 1981 y 1986. 

Sí, sonaba extraño y era complicado de entender, pero era Pelé, se lo podía dejar pasar. Se lo criticaba, se lo miraba con recelo, pero se lo dejaba pasar. Así fue por mucho tiempo. El cariño a un Rey va a ser siempre contradictorio.

Pelé buscó guardar su vida privada. Igual habló, igual se supo mucho de lo suyo. Alguna vez dijo que su primera experiencia sexual fue con un hombre —algo de lo que se burlaría siempre Maradona. Se habló de sus relaciones extramatrimoniales, de la muerte de sus hijos y padres y su ausencia en los velorios. De su hijo detenido en una redada antidrogas.

Se habló mucho de Pelé, porque era más grande que lo que hizo en la cancha. Era más grande de lo que hizo en su vida. Superaba a su imagen, vendía todo y parecía que no se ponía en venta. Antes que Messi, antes que Neymar Jr., estaba el hijo mayor del jugador Dondinho y de Celeste Arantes.

Ese chico que empezó a jugar a los 15 años, que a los 18 era campeón del mundo. Ese señor de voz gruesa, de profundidad, como anciano de la tribu. Pelé se murió porque se acabó el partido, pero empezó algo más. Nosotros seguimos en la tribuna.

Eduardo Varas 100x100
Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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