“Que poco suele durar la alegría del pobre”, fue el comentario que sonó en los pasillos de un mercado quiteño tras acabar el partido entre la Tri de Ecuador y Senegal en el Mundial Catar 2022. Lo primero que sintió el fanático fue amargura y desconsuelo y, bueno, tiene sentido esa sensación. Todo lo demás había desaparecido, las calles se sintieron vacías tras el silbatazo final, o quizás estaban llenas, pero nadie veía a nadie. La tristeza lo podía todo.
Porque Ecuador se ilusionó con que su selección pasara a la siguiente fase del Mundial, sobre todo por cómo venían dándose los dos partidos anteriores, contra Catar y Países Bajos.
Pero la Tri no pudo sobreponerse a los goles y no planteó una buena respuesta al partido. Ecuador pecó de inocente y de primerizo, como si eso fuera posible en un tercer partido. El conjunto que dirige Gustavo Alfaro ilusionó con varias llegadas al arco que nunca llegaron al gol.
¿Es eso el final? Después de la tristeza queda la reflexión. Y se pueden ver más cosas. Es una derrota, pero no es el final de esta selección. Con algo más de distancia las cosas se ven con mayor claridad. Lo bueno y lo malo, se hace una sumatoria y el resultado no es tan terrible como el que se siente de inmediato.
Por esta bandera dejamos la vida 🇪🇨 pic.twitter.com/ciAkiDchDa
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La imposibilidad en el primer tiempo
El partido inició con muchas acciones y llegadas del conjunto senegalés. Aliou Cissé, el técnico de Senegal, fue quien supo cómo leer el plan de juego de Alfaro y no se achicó. La saga central de Ecuador tuvo que apagar los incendios en muchas ocasiones. No resultaba ilógico asumir que tarde o temprano llegaría el gol del conjunto africano.
Senegal, en su condición de campeón de la confederación africana, supo cómo asustar a Ecuador. Piero Hincapié en una acción fortuita, en la que disputó un balón con demasiada fuerza, inició el sufrimiento real: el juez central, Clément Turpin, pitó un penal.
Ismaïla Sarr canjeó ese penal en un gol. Galíndez no tuvo oportunidad. Al final del primer tiempo no hubo sonrisa, sino una mueca. Nos íbamos al entretiempo con un gol en contra, ese gol que de continuar el marcador nos dejaba fuera.
El segundo episodio: la última oportunidad
Gustavo Alfaro en su vestuario trató de llamar a la calma al equipo. Los jóvenes se veían con una gran carga encima, y Alfaro como buen padre supo entender y dirigir el nerviosismo de sus pupilos en el campo de juego y transformar en fútbol, de aquel fútbol que fascinó a los comentaristas internacionales, maravillados con lo que vieron en el partido ante Países Bajos.
Por instantes a Ecuador se lo vio en su gran versión, se acercó y acechó a Senegal:
La Tri llegó a su gol, un sonido que retumbó en todo el país. Hubo gente que salió a las calles a gritar el alivio. Todos en la calle se acercaron a una pantalla de televisión, subieron el volumen de la radio, había que ver y escuchar el gol de Moisés Caicedo.
El joven mediocampista del Brighton estaba convirtiendo su primer gol y momentáneamente le daba acceso a Ecuador a los añorados octavos de final de la Copa del Mundo.
La ilusión duró poco, porque somos pobres.
Un gol de Koulibaly arrasó la sonrisa de todo un país, volvíamos a estar fuera de Catar.
Los minutos transcurrieron, y el ansiado empate no llegó. Ecuador luchó hasta el último. Pero el gol, simplemente, no llegó.
Con lágrimas en los ojos, Moisés Caicedo y otros de sus compañeros, se desmoronaron en el terreno. Las lágrimas fueron contagiosas. Pero no es tiempo de lamentos, Ecuador demostró una fuerza en ataque y defensa. La ilusión y la garra son importantes, pero solo con eso no se ganan partidos.
En los partidos grandes, la ilusión juega a favor o en contra cuando se convierte en nerviosismo.
En el fútbol los goles son amores. La pelota no sabe de justicia. La pelota no obedece a estadística o a números.
La pelota es celosa y lo hace a su manera.
¡REGRESAREMOS MÁS FUERTES! 🙌🇪🇨 pic.twitter.com/F9DFETXKhB
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Y ahora que todo se acabó
Alfaro y el conjunto ecuatoriano ya conocen lo que es un Mundial. Para una siguiente ocasión podrán llegar más lejos.
Porque hay que tomar en cuenta que Ecuador llegó más lejos que otros conjuntos de Conmebol, que tenían mucha más experiencia. Hoy, la Tri sabe que con su joven plantilla y con la experiencia adquirida en Catar puede llegar mucho más lejos al 2026.
El Mundial no es solo la gloria, el mundial enseña a las selecciones que la reputación no lo es todo. Por ejemplo, ahí tenemos a la poderosa Alemania, al filo de la eliminación. A México y a Uruguay con un pie fuera de Catar. Si nos fuimos de Catar lo hicimos luchando hasta el último minuto.
Los procesos llevan tiempo, y esfuerzo. Roma no se hizo en un día. Ecuador debe confiar y continuar en el proceso de Gustavo Alfaro. Confiar en que los jóvenes que hoy dejaron la vida en la cancha, más adelante podrán llegar a otras fases. La caída duele, pero solo nos hace más fuertes.
Fue lindo ver un Ecuador unido y que dejó sus peleas por unos días. Que dejó de lado los conflictos y problemas para sentarse por unas horas a ver a la selección.
Así es el fútbol, como la vida misma. A veces no es lógico, es solo de instantes. Ecuador seguirá adelante. El fútbol unió a la familia, a los amigos, a los vecinos. Hizo lo que la política no puede hacer. Y aunque estamos tristes, seguiremos confiando en el proceso.
Hoy caemos pero mañana volveremos.
Fue lindo entrar a un local y ver a la gente unida en un abrazo, agradecer a los jugadores a la distancia y entender que la disciplina lleva a grandes cosas. Hoy no hemos hecho más que escribir un capítulo más. La vida sigue, el balón continuará rodando, pero el proceso de una nueva generación apenas ha empezado.
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