La madrugada del domingo 11 de septiembre de 2022, la abogada María Belén Bernal entró a la Escuela Superior de Policía en el norte de Quito para encontrarse con su esposo, el oficial de la Policía Germán Cáceres. Nunca volvió a salir.
Dos días después, la tarde del lunes 13 de septiembre, Cáceres y Elizabeth Otavalo, madre de Bernal, pusieron la denuncia por su desaparición, que habría ocurrido tras una discusión entre la pareja.
Aunque la versión de Cáceres tenía varias inconsistencias, la fiscalía no encontró razón suficiente para pedir su detención, por lo que, después de dar su versión, Cáceres pudo irse. De él y su paradero tampoco se supo más.
María Belén Bernal fue encontrada sin vida diez días después de su desaparición. Su cuerpo estaba enterrado en el cerro Casitagua, a cuarenta minutos de la Escuela Superior de Policía.
Esta es una reconstrucción de las últimas horas de vida de María Belén Bernal, basada en los documentos, versiones y pericias del proceso judicial.
La discusión
El teniente de la Policía Germán Cáceres recibió catorce llamadas de su esposa, María Belén Bernal, la noche del sábado 10 de septiembre, antes de que ella llegara a la Escuela Superior de Policía, en el norte de Quito.
Cuando llegó, la madrugada del domingo 11 de septiembre, entró al recinto policial y subió acompañada de Cáceres al cuarto piso del edificio conocido como Castillo de Grayskull, en alusión al de la la serie animada He-Man, donde están los dormitorios de los oficiales. En la habitación 43, la de Cáceres, ambos habrían empezado una discusión que, desde una habitación contigua, la cadete de Policía, Joselyn Sánchez, dijo haber escuchado.
“Ella le reclamaba que dónde estaba y que por qué estaba tomado”, dice la versión que dos días después —el martes 13 de septiembre— ofrecería Sánchez ante la fiscalía que investigaba la desaparición de Bernal. Una versión que 15 días después desdiría.
Sánchez había llegado a la Escuela Superior de Policía pasada la medianoche del sábado 11 de septiembre, tras haber estado algunas horas junto a Germán Cáceres y otros cadetes en una reunión en la casa de uno de los policías. En la reunión habían comido y bebido alcohol, según varias versiones de quienes estuvieron ahí.
Esa noche, la cadete Sánchez había regresado a la Escuela Superior de Policía a pesar de que no tenía razones para hacerlo, pues su llamado era para las seis de la mañana del día siguiente.
Esa misma noche del 10, Germán Cáceres debía cumplir un turno de guardia. Es decir, él era el oficial a cargo —entre las 11:59 de la noche del sábado 10 de septiembre y las 6 de la mañana del domingo 11 de septiembre— de garantizar la seguridad del recinto policial: verificar que los cadetes cumplan las funciones que se les asignó, asegurar que sus subalternos registren la entrada y salida de vehículos o personal, entre otras.
Incumpliendo las normas establecidas para cadetes y oficiales, el teniente Germán Cáceres y la cadete Josselyn Sánchez entraron a la habitación de Cáceres. “Los cadetes tienen prohibición total de ingresar al edificio de habitaciones de los oficiales”, dice, en una breve entrevista telefónica, la coronel Doris Viteri, Subdirectora de la Escuela de Policía, posesionada hace poco más de un mes en el cargo.
En la habitación permanecieron únicamente “cinco minutos”, según la versión de Sánchez, quien también asegura que su intención era “dormir en esa habitación”. Pero la llegada de María Belén Bernal al recinto, obligó a Sánchez a salir de la habitación de Cáceres. El teniente la llevó a la habitación contigua que estaba vacía. Su ocupante habitual, el teniente Tapia, estaba franco —fuera de su servicio, en lenguaje policial.
Desde esa habitación, Sánchez habría escuchado lo que ocurría entre Cáceres y quien ella presume como lo dijo en su versión, era María Belén Bernal.
“Empieza a escucharse más gritos, la pelea era como más fuerte, se escuchan golpes, portazos y empezaba a escuchar cómo cosas que se caían”, contó Sánchez en su primera versión. Allí también dijo que durante un lapso de entre 20 y 25 minutos, continuaron los ruidos. “Después ya no se escuchó nada. Después se abrió la puerta y se empezaron a escuchar los pasos de que estaban bajando la escalera y un golpe al piso, como que arrastraban algo”, dijo Sánchez.
Toda esta versión fue modificada por la cadete Sánchez el jueves 28 de octubre, un mes y medio después de su primera versión libre y voluntaria. En la segunda versión eliminó los detalles de la primera, y que incluso el abogado Gonzalo Realpe, quien fue inicialmente su defensor, había revelado ante medios de comunicación.
“Ella escuchó lo que escucharon una decena de oficiales y es lo siguiente: que empieza a discutir el abogado Cáceres con la doctora Bernal. Ella le reclama ‘¿Por qué estás borracho’, él le dice: ‘no estoy borracho, solo tomé una cerveza’. La abogada le dice ‘no seas mentiroso, escucho que estás borracho, veo que estás borracho, hablas como borracho, no me mientas’ y empieza el forcejeo, inmediatamente a esta discusión golpes, patadas, que se da contra el suelo a una persona, que se le da contra las puertas, gritos de una mujer, gritos desesperados”, dijo Realpe en la entrevista. El abogado repitió también que Sánchez escuchó que “se bajaba un bulto con bastante peso”.
Pero cuando se desdijo en la segunda versión, Sánchez dijo que había sido presionada por dos superiores, a quienes identificó como coronel Barriga y capitán Arcos, para decir que había visto que Cáceres arrastraba un bulto por las gradas y que había escuchado pedidos de auxilio. “Pero yo no había escuchado ni visto nada”, dijo Sánchez en su nueva versión.
También dijo que quien habría sido Bernal solo le reclamó a Cáceres “por estar tomado” y que, después de escuchar eso, Sánchez se quedó dormida en la habitación de Tapia hasta el día siguiente.
Lo que habría pasado en la habitación de Cáceres, aún está siendo investigado. Cáceres dijo, en su versión en la fiscalía, que “estábamos discutiendo por celos de mi esposa, la discusión subió de tono y al tratar de que no me lastimara, hubo forcejeo”.
Por las versiones que rindieron ante la fiscalía unos días después, se sabe que otras personas escucharon la discusión. El oficial de Policía Alfonso Camacho dijo que, alertado por “sonidos como que estaban discutiendo” y “ruidos extraños”, salió de su habitación, recorrió el cuarto piso —en donde estaba la habitación de Cáceres— y al ver la luz prendida, abrió la puerta. “Visualicé dos personas acostadas de manera horizontal sobre la cama, mismas que tenían su parte superior inclinada, motivo por el cual no podía ver el rostro de las mismas, en ese momento se levantó una de las personas quien era mi teniente Cáceres Germán”, dijo Camacho.
Cuando Cáceres se levantó de la cama, según Camacho, vio “entre el dedo índice y el pulgar de su mano derecha una mancha rojiza”.
Camacho no supo nada más porque Cáceres era su superior y le ordenó salir. “Lárgate de aquí si no quieres tener problemas, cierra la puerta y ándate”, dice Camacho que le dijo Cáceres.
Camacho obedeció y se fue a su habitación. Desde ahí, dijo, llamó al teniente Julio Pillajo, a quien le habría pedido que “me ayude verificando lo que estaba sucediendo en la habitación”. Cerca de la 1 y 44 de la madrugada dijo Camacho que escuchó “como que abrían una puerta” pero se quedó dormido hasta cerca de las 4 y media de la mañana.
“Me volví a despertar debido a que escuché ruidos nuevamente que al parecer provenían del mismo lugar, pero en esta ocasión eran ruidos que daban a entender que las dos personas que había escuchado antes, en esta ocasión estaban manteniendo relaciones sexuales (gemidos de una mujer y movimientos que acompañaban esos gemidos), motivo por el cual supuse que ya se había solucionado el conflicto que había escuchado antes”, dijo Camacho en su versión.
Pillajo, el oficial al que Camacho reportó los ruidos que escuchó la madrugada del domingo 11 de septiembre, dijo en su versión voluntaria que le pidió a su compañero, el teniente Yeferson Alay, que “avance a verificar” lo que ocurría. No fue él, dice, porque su habitación estaba en otro edificio, y la de Alay en el mismo en el que estaba Cáceres. “Luego de aproximadamente 20 minutos, el señor teniente Yeferson Alay me envió un mensaje al WhatsApp que textualmente decía ‘no hay nada mijín’”. El mensaje habría llegado a la 1 y 29 de la madrugada. La versión de Pillajo fue corroborada por Alay.
En el recinto policial, cualquier asunto que salga de lo común debe reportarse a un superior. Ni las voces, ni la discusión, ni los ruidos, ni las alertas fueron reportadas.
Hacia las 3 de la mañana, Cáceres habría vuelto a la Prevención —esa especie de garita desde la que los policías de guardia controlan la entrada y salida de personas y autos—, de acuerdo a la versión que él rindió en la fiscalía. “Ella [María Belén Bernal] se quedó en mi habitación. Terminé mi guardia a las 6:00 y subí a mi habitación. Allí mi esposa seguía molesta y quería seguir peleando”, dijo. Según Cáceres. Hacia las siete de la noche del 11 de septiembre ambos salieron en el vehículo de ella hacia la casa donde vivían juntos, en el Valle de los Chillos, según Cáceres.
Sin embargo, el policía Héctor Toaquiza vio salir a Germán Cáceres, según dice en su versión, pero no vio a su esposa. “Un vehículo de color plomo sale de la Escuela, por lo que procedo a abrirle la puerta, pudiendo visualizar que quien conducía el vehículo era mi teniente Cáceres, y aparentemente sale solo”.
Según Cáceres, Bernal se habría quedado en su habitación durante cerca de dieciocho horas, mientras el hijo adolescente de ella estaba solo en la casa. “Le pedimos comida a Isaac a través de Uber Eats”, dijo Cáceres en su versión.
Isaac estaba en la casa donde vivía con su mamá, María Belén Bernal, y su esposo Germán Cáceres. Isaac había estado con su mamá hasta las once de la noche del 10 de septiembre, cuando él se quedó dormido.
Al despertar, al día siguiente, domingo 11 de septiembre a las 10 de la mañana, ella no estaba. “Él quiso comunicarse con su mamá como a las 10:30 y el teléfono de su mamá estaba apagado. Isaac se comunicó con Germán, y dice que le envió la comida. Isaac pregunta por su mamá y no le da respuesta, le dice que está ahí pero que no quiere hablar”, dijo Elizabeth Otavalo, madre de Bernal, en su versión.
Cáceres dijo en su versión que él y Bernal se quedaron en la habitación varias horas más del 11 de septiembre, y que a las tres de la tarde, él tuvo que salir para “recibir a los cadetes” —verificar que estén formados y listos para iniciar una semana de actividades— hasta las 5 y media de la tarde aproximadamente. “Regresé a mi habitación y mi esposa quería seguir discutiendo, seguía molesta, seguíamos peleando, entonces hubo discusión y agresión física, hubo chirlazo de parte de ella hacia mí, yo trataba de defenderme y empujarle, continuamos hasta las 19:30”, dijo Cáceres en su versión de lo que habría ocurrido el 11 de septiembre.
A esa hora decidieron salir de la Escuela Superior de Policía, según Cáceres. Dijo que salieron en el vehículo en el que Bernal había entrado al recinto casi 18 horas antes, y siguieron discutiendo por lo menos tres horas más, ya fuera de la Escuela de Policía. “En lo que iba conduciendo, igual me venía agrediendo, me daba con el puño y la palma de la mano a la altura del hombro y la cara, tengo un rasguño de lo que me cogió fuerte del brazo”, dijo Cáceres.
“Yo estaba ya molesto por lo que, en lo que iba manejando antes de llegar al puente de Guápulo, divisé un taxi que bajaba por la misma vía que yo, y le hice luces y señas para que se detuviera. Se estacionó y yo me estacioné detrás, a lo que yo quería bajar, mi esposa se molestó y se bajó inmediatamente del vehículo y se subió al taxi”.
Desde ese momento hasta que Cáceres acudiera a denunciar la desaparición de su esposa, pasaron al menos 18 horas más.
Las irregularidades administrativas
La mañana del sábado 10 de septiembre, Germán Cáceres había sido autorizado para abandonar su guardia que, según su versión, iniciaba a las seis de la mañana de ese día y terminaba a las seis de la tarde.
La autorización, que le fue entregada en un memorándum firmado por el general Giovanni Ponce, habría sido para que pudiera ir a jugar un partido de fútbol en el Rancho San Vicente, a pocos minutos de la Escuela Superior de Policía. Con la autorización, Cáceres salió y se encontró en el Rancho con su esposa, María Belén Bernal y el hijo de ella, Isaac.
En su declaración ante la Fiscalía, Ponce niega haber firmado el documento que permitió la salida de Cáceres. “El general de Policía, Giovanni Ponce Parra, acusó a su edecán de haber usado, sin autorización, su firma para dar permiso a Germán Cáceres de asistir a un partido de fútbol pese a que estaba de turno”, cita Vistazo.
Tras el partido de fútbol que no jugó —en su versión consta que “el profe no me hizo jugar”—, se despidió de su esposa y regresó a cambiarse de ropa en la Escuela Superior de Policía.
Luego, la tarde del sábado 10 de septiembre, volvió a salir y estuvo en varias reuniones sociales en las casas de, por lo menos, dos cadetes. “Estábamos conversando y tomando unas cervezas”, dijo Cáceres en su versión. Después, salió hacia la Escuela Superior de Policía, a donde llegó pocos minutos antes de la medianoche. Entró por la puerta principal —donde está ubicada la Prevención, desde donde los policías controlan la seguridad del establecimiento. A la medianoche empezaba su siguiente guardia, que debía durar hasta las seis de la mañana del día siguiente.
En imágenes difundidas por el canal Ecuavisa —y que también constan en el proceso judicial— se ve que, minutos antes de entrar a la Escuela, Cáceres llega en su moto y, al frenar frente a la entrada, se cae. Un vehículo pasa junto a él y escapa de atropellarlo. Cáceres logra incorporarse, se sube a la moto con dificultad e ingresa a la Escuela unos minutos después de las 12 de la noche del 11 de septiembre. El informe de la Comisión Ocasional, creada en la Asamblea Nacional para esclarecer la muerte de Bernal, asegura que Cáceres estaba “en estado etílico”.
En su versión ante la Fiscalía, el cadete André Padilla dijo que cuando se presentó ante Cáceres en la Prevención —una especie de caseta de vigilancia— pasadas las dos y veinte de la mañana, el teniente estaba dormido. “Se encontraba dormido, arrimado al escritorio, por lo que intenté cuadrar, hablar fuerte para poder despertar y presentarme, sin poder hacerle despertar a mi teniente“, dijo Padilla.
Casi una hora antes, María Belén Bernal entró a la Escuela de Policía pasada la una de la mañana del 11 de septiembre. Pero su entrada no fue registrada en el documento donde obligatoriamente deben constar los nombres, apellidos y placas del auto con el que el visitante entra al recinto policial. La orden de no registrar la entrada de Bernal fue dada por el teniente Cáceres al sargento Víctor Chicaiza, según la versión de Chicaiza. El sargento obedeció y Bernal entró a reunirse con su esposo.
Aunque según la subdirectora de la Escuela de Policía, Doris Viteri, las habitaciones no están hechas para que se queden familiares, sí puede ocurrir que la esposa o un familiar cercano entre en la noche a la institución. El responsable de autorizar esos ingresos es el oficial de guardia. Esa noche, el oficial era Cáceres.
Al menos cuatro oficiales de la Policía —incluyendo algunos que han ocupado cargos relevantes por sus años de servicio en la institución— dicen que “esas prácticas” —recibir visitas de las esposas— son “usuales”.
Y aunque tampoco está permitido el ingreso de cadetes en un horario que no les corresponde, Joselyn Sánchez, también logró ingresar esa noche a la Escuela Superior de Policía, aunque no le correspondía dormir ahí porque estaba franco.
Sánchez entró cerca de veinte minutos después del ingreso de Cáceres, quien llegó pasadas las 12 de la madrugada. “Mi teniente Cáceres estaba hablando por teléfono y esperamos de unos 10 a 15 minutos hasta que mi teniente Cáceres me indicó que ingrese. Ingresé y no escuche nada que haya dicho al policía que se encontraba en la garita. Subimos con dirección al castillo de Grayskull y llegamos a la habitación de mi teniente Cáceres”, dijo Sánchez en su segunda versión.
La subdirectora de la Escuela Superior de Policía, Doris Viteri dice, sin referirse a Sánchez pues, al ser un caso en investigación judicial dice que no puede hablar al respecto, que ningún cadete puede entrar a la Escuela en un horario que no le corresponde. Si la cadete tiene que presentarse a las seis de la mañana, “ya no salen la noche anterior, se quedan aquí”, dice “o entran a las cinco y media de la mañana”.
Pero a pesar de estas prohibiciones, Sánchez entró a la Escuela y fue a la habitación de Cáceres, donde también está prohibido el ingreso de cadetes. Ni en la primera versión ni en la segunda —en la que Sánchez se negó a responder las preguntas de los abogados de Bernal— la cadete ahonda en el tipo de relación que tenía con su superior, Germán Cáceres.
El subteniente Israel Flores dijo en su versión que “Cáceres mantuvo una relación con mi compañera Sánchez Pilco Josselyn”. Este dato también lo confirmó el abogado Gonzalo Realpe, quien asumió inicialmente la defensa de Sánchez.
“Fue una relación sentimental de pocas horas porque en la tarde tuvieron una comida donde estuvieron tomando y bebiendo, en donde el teniente, aprovechándose de su cargo jerárquico le conquistó, le convenció a esta muchacha que se deje abrazar y se deje dar unos besos”, dijo Realpe, en una entrevista en Sonorama, el 20 de septiembre pasado.
La cadete Nadesha Mosquera, amiga de Josselyn Sánchez, contó en su versión voluntaria que ambas habían intercambiado mensajes sobre lo ocurrido la noche del 10 de septiembre. “En la conversación me envía la foto de un ‘chupete’ que le había hecho mi teniente a ella, y también me envía unas capturas de mi teniente donde se podía ver aparentemente chupetones en su cuerpo”, dijo Mosquera.
Germán Cáceres evitó ahondar en los detalles de Sánchez cuando dio su versión en la fiscalía. Al ser consultado sobre “si tuvo contacto personal con la cadete de apellido Sánchez”, Cáceres respondió: “sí, como a las 12 de la noche, no deseo explicar más, es personal”.
En la entrevista radial, el abogado de Sánchez, Realpe, también respondió sobre unas conversaciones de WhatsApp que Cáceres y Sánchez habrían mantenido entre la noche del 10 y la madrugada del 11 de septiembre, justo el tiempo en que Bernal desapareció.
Esos chats habrían sido borrados del teléfono de Sánchez por pedido de Cáceres. “Claro que borró esos chats pero la Policía los recuperó”, dijo Realpe. “Lo que arrojan es de una relación sentimental que se dio a pocas horas; mensajes de un coqueteo, de una relación y una fotografía del teniente de una situación medio incómoda. No tienen nada que ver con el cometimiento de la infracción, no le dan ninguna información a la cadete de que va a hacer o hizo un acto en contra de su esposa. Son unos chats irrelevantes”, dijo.
Doris Viteri, subdirectora de la Escuela de Policía, dice que existe una norma que prohíbe las relaciones sentimentales entre superiores y cadetes, e incluso entre cadetes. “Damos permanentemente estas disposiciones. Está prohibido ese tipo de relaciones, mucho más entre instructores y aspirantes”, dice.
Al menos tres altos oficiales de la Policía, en conversaciones informales con periodistas, habrían dicho lo contrario. “Es normal que hasta se casen entre policías”, dijo uno de ellos. “Eso no se puede prohibir”, dijo otro.
Para rendir sus versiones voluntarias —la primera de Sánchez, y la única de Cáceres—, ambos fueron acompañados por el mismo abogado que firmó sus declaraciones: Edison Burbano Portilla.
Paul Egret, abogado actual de Joselyn Sánchez dijo en entrevista que “a ella [Sánchez] le dijeron que este era un defensor público que le daba el Estado”, pero no lo era.
El hallazgo del cuerpo
El cuerpo sin vida de María Belén Bernal fue hallado el 21 de septiembre de 2022, diez días después de la madrugada en la que entró a la Escuela Superior de Policía y no volvió a salir.
Los restos fueron encontrados en el cerro Casitagua, en el sector de Pomasqui, a 30 minutos de distancia, en auto, de la Escuela. Estaba enterrado a un metro 61 centímetros de profundidad, según el informe de inspección ocular técnica firmado por cinco peritos de criminalística, y que es parte del expediente judicial.
El informe forense confirma la causa de la muerte: asfixia.
Su cuerpo fue hallado en posición fetal. Sobre su cabeza, había una bolsa negra de plástico que la cubría hasta los hombros. Vestía una camiseta beige, una chompa lila y un pantalón blanco con negro. Estaba con medias pero sin zapatos. Llevaba un par de aretes dorados, un anillo plateado, una pulsera de plata y otra, roja, con un oso dorado.
Junto a ella había una bolsa negra de plástico y en su interior, una cobija con la imagen de un tigre y franjas negras, rojas y grises, y una toalla verde—estas dos últimas con manchas de color marrón.
Nueve días antes, el lunes 12 de septiembre, cuando agentes de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Secuestro y Extorsión (Dinased) se presentaron en el edificio de habitaciones de los oficiales conocidos como el castillo de Grayskull —donde está la habitación de Cáceres— el teniente Germán Cáceres, quien había denunciado la desaparición de su esposa, autorizó a agentes para que hicieran una inspección de su habitación. Con su autorización, no era necesaria una orden fiscal.
Sin embargo, según consta en el expediente judicial, cuando hicieron la inspección encontraron una “mácula color marrón en el colchón que se encontraba sobre la cama”. Cuando la descubrieron, Cáceres les dijo que ya no los autorizaba a estar ahí, y por eso el equipo de criminalística no pudo tomar muestras ese día.
Al día siguiente, cuando ya el fiscal dio la orden de allanamiento al dormitorio de Cáceres —y él ya estaba fugado—, encontraron debajo de la cama un par de sandalias rosadas, que habrían pertenecido a Bernal, y que tenían manchas de color marrón, que se presumía, era sangre.
También se encontraron fragmentos de papel con manchas rojas al interior de una funda plástica, “elementos pilosos” (es decir, pelo), seis botellas vacías de cerveza Pilsener y dos del licor Zhumir. Se hallaron también rastros de sangre en una pared cuando se hicieron las pruebas con luminol —el químico que permite identificar rastros de sangre sobre paredes, muebles o piso. “Manchas por proyección, salpicadura y escurrimiento de color marrón, localizada sobre la superficie vertical de la pared”, dice el informe.
También dice que se pudo determinar que en el piso “manchas luminosas, que presentan un patrón de limpieza con dinámica horizontal, salpicadura y escurrimiento vertical, localizada sobre la superficie vertical de la pared a 1 m de la pared norte y 0.30 m de la superficie del piso del dormitorio”. Es decir que alguien limpió los rastros de sangre.
Cuando siguieron con la inspección en el resto del edificio, “aparentemente escondido debajo del acceso al mencionado edificio”, según el parte policial dirigido a la Dinased y firmado por la subteniente Diana Otáñez, encontraron una funda plástica en la que había un teléfono celular negro, apagado sin tarjeta SIM.
Además, estaba una billetera de cuero color rojo en las que había varios documentos y tarjetas de crédito de María Belen Bernal. Se encontró la cédula de Germán Cáceres, su tarjeta de la cooperativa de la policía, y la cédula del hijo de Bernal. Había otras sandalias de color rosado y una camiseta café.Estas pruebas se pudieron recabar dos días después de la desaparición de María Belén Bernal. La tarde del domingo 11 de septiembre cuando, según la versión de Cáceres, su esposa estaba en su habitación, él habría pedido prestada una linterna y unas tijeras, según la versión del cadete José García.
También habría dispuesto al cadete Héctor Aguilar que bote tres fundas de basura blancas. “Pude observar que contenían pedazos de cortinas y en la otra funda una botella de Powerade vacía”, dijo Aguilar en su versión.
El informe sobre las pruebas de luminol hechas en el vehículo en el que María Belén Bernal entró a la Escuela Superior de Policía, darían también positivo para muestras de sangre. Según detalla el informe, hay cinco muestras con resultado positivo —es decir, que indican que hubo trazos de sangre— dentro del auto. Estos se encontraron cerca de la cubierta de la llanta de emergencia, al interior de la puerta, en los costados izquierdo y derecho espaldar del asiento trasero, y en el costado derecho del asiento del conductor.
Cáceres sigue prófugo. Se sabe que cruzó la frontera hacia Colombia el miércoles 14 de septiembre a las 4 y 03 de la mañana, tres minutos después de que se emitiera la orden de seguimiento en su contra. Después, habría viajado a Panamá.
§
Han pasado casi dos meses desde que María Belén Bernal entró a la Escuela de Policía y no fue vista con vida nunca más. La fiscalía investiga su desaparición y muerte como un posible femicidio. La única detenida es la cadete Joselyn Sánchez, a quien la justicia no ha otorgado medidas sustitutivas a la prisión que cumple desde el 29 de septiembre de 2022.
Los documentos que componen fojas y fojas del proceso legal que investiga un posible femicidio, son fríos. Están llenos de tecnicismos, que opacan la realidad: es una vida segada, que deja a un hijo adolescente huérfano, cuyo padrastro es el principal sospechoso de la desaparición y muerte de su madre.
Hay una difusión roja de Interpol que alerta en 195 países que el oficial Cáceres es buscado como presunto autor del femicidio de Bernal. Está, además, en la lista de los 10 más buscados en Ecuador y hay una recompensa de 20 mil dólares para quien entregue información que permita encontrarlo.
La familia de María Belén Bernal continúa exigiendo justicia, como lo hacen decenas de familiares de mujeres víctimas de femicidio cuyos casos han tenido menos visibilidad que el de Bernal, por las circunstancias en el que este ocurrió.
Únete a la GK Membresía y recibe beneficios como comentar en los contenidos y navegar sin anuncios.
Si ya eres miembro inicia sesión haciendo click aquí.