El Día de las Naciones Unidas rememora a la organización, que surgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, para transformar la guerra en paz, los conflictos y la división, en cooperación y desarrollo mutuo. 

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En palabras del secretario general António Guterres, este 2022 esta celebración se da en un contexto en el que la Organización de Naciones Unidas (ONU), como nunca, está siendo puesta a prueba.

Si bien el mundo ha logrado dejar atrás lo peor de la pandemia, sus efectos siguen presentes. Por primera vez en 32 años, el Índice de Desarrollo Humano a nivel global —que mide cuán saludable y larga es la vida de las personas— ha empeorado durante dos años consecutivos. Esta caída da una clara señal de que hemos retrocedido en el camino hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 

En el mundo han aumentado las manifestaciones de descontento social y se está agravando, cada vez más, la pérdida de confianza, de credibilidad y de visiones compartidas.

La violencia en contra las mujeres, niñas y adolescentes, al igual que los escasos esfuerzos por incluir a las y los jóvenes, nos ha hecho desandar en la lucha por la igualdad. 

Se ha cuestionado cómo convivimos al interior de nuestras sociedades y en este frágil planeta que compartimos, así como los lazos fundamentales que nos conectan y cómo interactuamos con quienes discrepan, con quienes se sienten tratados injustamente, o con quienes son excluidos. Las expresiones de xenofobia y racismo profundizan la exclusión y la polarización. Navegamos cada vez más en más desinformación, buscando fuentes confiables que nos guíen, y no que nos confundan. 

La raíz de todo esto es el desgaste del contrato social: el acuerdo tácito sobre cómo resolver los problemas comunes, cómo manejar los riesgos, aunar recursos para suministrar bienes públicos y sobre cómo deben funcionar las instituciones colectivas.

La naturaleza exacta de estas normas recíprocas varía, pero su existencia es universal.

Por eso es esencial que renovemos y evolucionemos el contrato social para responder a las cambiantes circunstancias. Las guerras, las crisis económicas y otras catástrofes, lo ponen a prueba y hacen que la sociedad quede expuesta a disrupciones si no logra adaptarse con la rapidez suficiente.

Un contrato social renovado tiene que incluir un enfoque amplio sobre los derechos humanos y debe permitir, a muchos más actores, afrontar problemas cada vez más complejos e interconectados. 

Si bien estas ideas se articulan de manera distinta en las sociedades, regiones y culturas, la comunidad internacional, a través de las Naciones Unidas, ha llegado a consensos básicos como la solidaridad, el respeto de los derechos humanos, la igualdad, la inclusión, la sostenibilidad y la transparencia. 

La Agenda 2030 —que agrupa a los objetivos de desarrollo sostenible— plasma estos principios en un compromiso firme: no dejar a nadie atrás. 

Ecuador no está al margen de los retos globales. Recientemente, el país ha mostrado cómo sobreponerse a situaciones difíciles a través de la voluntad de alcanzar consensos, y a través del diálogo como instrumento para resolver problemas comunes.

Ahora, es importante concretar lo acordado, pensar con una visión compartida y de largo plazo. Es fundamental asentar el diálogo sostenido como la única opción para avanzar en la senda del desarrollo y la paz, sobre la base del mutuo reconocimiento y su encaminamiento a acuerdos tangibles. 

Hoy, cuando se conmemoran 77 años de entrada en vigor la Carta Fundacional de la Organización de las Naciones Unidas, es propicio reiterar el apoyo a Ecuador ofreciendo una ONU reformada y renovada. 

Que se adapte a los tiempos cambiantes en los que lo principal sea escuchar, consultar e involucrar a todas las personas —incluyendo a pueblos y nacionalidades. Y así establecer un vínculo más firme entre la paz y la seguridad, los derechos humanos, el clima prestando particular atención a los que pueda provocar tensiones o exacerbarlas. 

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Lena Savelli
Abogada de derechos humanos. Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Ecuador.
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