Este fin de semana largo he celebrado Pascua a lo grande, lo que significa comer fanesca hasta el cansancio, pasar el rato con la familia (después de dos largos años de no habernos reunido) y ver a los niños volverse locos buscando huevos de chocolate. No importa cómo lo estén celebrando, la llegada de la “primavera” es razón suficiente para festejar.

flecha celesteOTROS HAMACAS

Ayer recordé mi intento de hacer fanesca por primera vez en medio del confinamiento por el covid-19: usé cuatro de los doce granos y en vez de bacalao, decoré la sopa con un poco de atún enlatado. Aunque mi sopa no fue una fanesca en su versión más purista, fue un gran logro y estuvo deliciosa.

Dos años más tarde, siento la necesidad de recordarme y recordarnos cómo ser recursivos y creativos cuando cocinamos: todo en la alacena puede ser convertido en un gran festín.

Si bien este newsletter nació pocas semanas antes del inicio de la pandemia y la recursividad ha sido una pauta, es fácil caer en el ímpetu consumista y por ende, en el desperdicio de comida. ¿Cómo hacemos para no olvidar la recursividad que la pandemia nos enseñó?  

Un buen consejo que encontré en viejos libros de cocina es abastecerse variadamente. Es decir, conociendo la variedad de alimentos que nos rodean. Por ejemplo, cuando se trata de comprar tubérculos, bulbos y raíces, la mayoría de las personas pensamos en papas, zanahorias, cebollas y ajo. Aunque son excelentes para tener a mano, hay muchos otros vegetales menos populares esperando ser tomados en cuenta.

Los nabos, rábanos y raíz de apio, zanahoria blanca, camote son vegetales que se mantendrán durante meses en un lugar fresco y oscuro, y son muy útiles y versátiles: puedes asarlos con aceite de oliva y especias, o si convertirlos en sopa. 

Esta receta es una oda a la recursividad. Puede que, como mi intento de fanesca, no sea el más refinado de los platos pero les aseguro que es una sopa sustanciosa, nutritiva, muy adaptable, y fácil de preparar con casi cualquier vegetal que tengan a la mano. ¿Qué más podemos pedir?

¡Buen provecho!

Sopa de cualquier vegetal

8 porciones / 1 hora

Ingredientes:
4 cucharadas de mantequilla o aceite de oliva

1 cebolla grande o 2 puerros,, picados
2 tallos de apio, cortados en cubitos
3 dientes de ajo, picados
3 ramitas de romero, tomillo o salvia (opcional)
2 hojas de laurel
3 libras de tubérculos mixtos (cualquier combinación de papa, camote, nabo, zanahoria blanca, zanahoria, raíz de apio), pelados y cortados en trozos de 2 cm
8 tazas de agua o caldo y más si necesario
4 tazas de verduras frescas (col rizada, espinaca o acelgas)
 Jugo de ½ limón, y más al gusto
Sal y pimienta al gusto
Parmesano o pecorino rallado (opcional)
  1. Derrite la mantequilla o calienta el aceite en una olla grande a fuego medio-alto. Agrega la cebolla y el apio. Cocina, revolviendo ocasionalmente, hasta que las verduras estén tiernas, aproximadamente 10 minutos. 
  2. Agrega el ajo, las ramitas de hierbas, si las usa y las hojas de laurel. Cocina 1 minuto más.
    3. Agrega los tubérculos, el agua o caldo y 1 cucharadita de sal. Lleva a ebullición; reduce el fuego a medio y cocina a fuego lento, tapado, hasta que las verduras estén tiernas, de 30 a 40 minutos.
  3. Retira y desecha las ramitas de hierbas, y las hojas de laurel. Agrega las verduras y cocina a fuego lento hasta que estén tiernas, de 5 a 10 minutos.
  4. Usando una licuadora, haz la sopa puré hasta que quede suave. Si la sopa es demasiado espesa, agrega un poco de agua. Sazona con jugo de limón y sal al gusto.
  5. Sirve la sopa en tazones y echa un chorrito de aceite de oliva, unas gotas de jugo de limón, sal en escamas y hojuelas de pimiento rojo o queso rallado.
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Gabriela Valarezo
ex directora de arte y gourmand oficial de GK. Dirige Quiero Comer, desde donde, cada sábado, cuenta historias sobre una receta (y nos cuenta cómo preparala).

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