El suicidio es un problema de salud pública por la alta frecuencia en que se produce y las graves consecuencias que genera a nivel individual, familiar y social. Según la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) cerca de 703 mil personas mueren por suicidio cada año a nivel global.
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Estas son tres breves claves para prevenir el suicidio e identificar si algún familiar o amigo está en riesgo de suicidio, tenga pensamientos suicidas.
Una vez que se identifican estos patrones, es esencial que se busque ayuda profesional de inmediato (esta es una breve lista de servicios de atención médica en salud mental a los que se puede recurrir).
Aunque una persona puede identificar estos patrones, es importante saber que si alguien comete suicidio, sus seres queridos no pueden sentirse responsables de lo que sucedió: así como hay muchos casos en que hay señales que se pueden notar, en otros casos podrían no ser evidentes ni manifiestas.
Las tendencias suicidas son mucho más prevalentes de lo que suponemos o queremos creer. Pero es una crisis de salud pública real y latente: por cada suicidio, es probable que haya al menos 20 intentos. Las personas que han intentado suicidarse, son las más propensas a volverlo a intentar. En Ecuador, es la primera causa de muerte violenta en adolescentes en el país, según un informe Situación de la niñez y adolescencia en Ecuador, una mirada a través de los ODS del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef) en Ecuador. Más puntualmente, en Quito, la tasa de suicidios en lo que va de 2022 se ha mantenido en niveles similares al año anterior.
Estar pendientes de las señales
La primera clave básica es estar atentos puede reducir el riesgo. “Se puede ver al suicidio como un llamado de atención”, dice la psicóloga Dyam Saltos, representante de la Organización de Psicólogos Ecuatorianos (Orgaeps). Según Saltos, muchas veces, antes de que se concreten los hechos con los cuales ciertas personas se quitan la vida, hay intentos o autolesiones que podrían ser identificados por amigos o familiares. Otros factores de riesgo, son los cambios de hábitos. Por ejemplo, una persona puede aumentar su consumo de drogas u otras sustancias. “Hay muchas señales previas”, remarca Saltos.
Saltos dice que es importante estar pendientes de las señales o signos de potenciales conductas suicidas que puede manifestar una persona. Por ejemplo, puede caer o recaer en el consumo excesivo de alcohol, drogas u otras sustancias, adicciones a videojuegos, u otros patrones de dependencias. Son formas en que aquella persona “busca un refugio”, dice Saltos.
Otra señal puede ser que la persona se aísle. Quienes están en riesgo de suicidio, suelen desarrollar una idea de ‘no me entienden, no saben lo que estoy sintiendo’, y evitan explicar lo que sienten y se encierran en sí mismos.
La desmotivación puede ser también una señal de alerta también. La psicóloga María Belén Karolys dice que también se puede sospechar de un intento suicida cuando la persona está pensativa o ya no tiene las mismas ganas o energía en hacer las actividades que le gustaba hacer como su trabajo, un deporte o un hobby.
Estas señales, dice Saltos, tienen que ver con la autoestima y la autovalía que son la necesidad de reconocimiento público de sentirse parte activa de la sociedad, “Al no sentirse activo, el pensamiento es ‘no soy nadie, nadie me va a extrañar si no estoy, para que estoy’ y van desencadenando esos pensamientos suicidas”, dice la experta.
La comunicación es importante
Cuando notamos que alguien tiene estos cambios, debemos hablar con ellos. Esta es la segunda clave con la que podemos prevenir un suicidio.
Para comunicarse con personas que tienen pensamientos suicidas —o incluso ya lo han intentado antes— hay que evitar la compasión. Dyam Saltos dice que si una persona nos cuenta que se autolesiona, no hay que decirle ‘pobrecito, que sufre mucho’, ‘tienes que ser más fuerte’. Lo ideal es no minimizar ni exagerar las emociones.
Saltos dice que la manera más adecuada de comunicarse es tener empatía con esa persona. Se puede decir ‘no estoy seguro de lo que estás sintiendo, pero trato de ponerme en tu lugar, trato de comprender porque lo hiciste’.
La Psicóloga María Belén Karolys dice que es importante escuchar. Hay que valorar lo que está diciendo, dar el espacio para acoger el sufrimiento.
Evitar hacer sentir culpable o presionado
Cuando una persona está teniendo una crisis de depresión o ansiedad que puede derivar en un intento suicida, hay que evitar hacerle sentir culpable o presionado.
Dyam Saltos dice que hay que evitar decirle ‘piensa en tu familia, cómo va a sufrir tu mamá cuando no estés’, eso es una presión a la persona. Más bien dice que hay que darle valor como individuo y se puede decirle: ‘entiendo tu dolor, sé que puedes superarlo’, eso ayuda a valorar sus emociones.
La psicóloga Saltos advierte que “una persona que intenta suicidarse o que tiene autolesiones, no es precisamente una persona que desee morir sino que está buscando liberar cierta carga emocional o evitar sufrimiento”.