Desde enero de 2022, las tensiones entre Ucrania y Rusia se han intensificado, e incluso se habla de la posibilidad de una guerra entre ambos. Por lo que ahora, varios países se preguntan ¿cómo está crisis los puede afectar?
Esto es lo que dice un experto sobre las posibles afectaciones a Ecuador.
El impacto del conflicto en Ecuador
Directamente, Ecuador no se verá afectado, dice el analista internacional y profesor de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), Daniel Crespo. Las posibilidades de que haya afectación directa por el conflicto son muy pequeñas porque no somos aliados de Rusia.
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Según el experto, quizás países como Cuba, Venezuela, Nicaragua y Argentina, podrían verse afectados porque han tenido relaciones multilaterales con Rusia.
Además, el abogado internacionalista Pablo Játiva dice que el canciller ruso “dijo que no estaba descartada la posibilidad de movilizar tropas o recursos militares a sus aliados en América Latina”. Esto, explica Játiva, podría significar que países como Cuba, Venezuela y Nicaragua, se conviertan en aliados de Rusia en caso de necesitar una ofensiva contra Estados Unidos. Sin embargo, explica Játiva, eso solo sería una posibilidad tanto si la crisis ucraniana escala como si el rol de Estados Unidos en el conflicto aumentara.
Por ahora, eso no se ha visto.
Indirectamente, sin embargo, sí puede haber ciertas afectaciones para Ecuador y otros países de la región, sobre todo en materia económica.
Los posibles efectos económicos
Crespo dice que la bolsa de valores mundial ya se ha visto afectada por el conflicto entre Rusia y Ucrania. “Tenemos una subida del precio del petróleo y el gas natural”, dice Crespo. A corto plazo, explica el experto, una subida en el precio del petróleo, “es sin duda beneficiosa para el Ecuador” porque es un país productor de petróleo.
Aunque esto es bueno, Crespo recuerda que no se puede hacer proyecciones sobre la subida del petróleo porque está ligada a un conflicto que es muy volátil. “No sabemos qué va a pasar”, dice. “En el peor escenario de una guerra, el precio del petróleo se dispararía y estaremos un tiempo así”. Pero explica que si las cosas se calman, el precio del petróleo va a tener que bajar y volver a estabilizarse.
Pero también hay un lado negativo. El experto explica que “no hay que olvidar que estamos saliendo de una recesión económica global” debido a la pandemia de covid-19 y que los mercados ahora son mucho más sensibles.
En ese sentido, dice Daniel Crespo, debido al conflicto ucraniano en un plazo más largo, “podríamos estar viendo una inflación a nivel global que, por supuesto, afectará a Ecuador”. El experto dice que tenemos que tomar en cuenta que Ecuador está anclado al dólar y que una inflación a nivel global “no es algo que nos beneficie porque no podríamos tener medidas para hacer más objetivas nuestras exportaciones”. Si hay una inflación potente, dice Crespo, “esto no es un escenario en el que Ecuador quiere estar”. Pero no puede hacer nada para no estar.
Además, dice el experto, puede haber un impacto en la proyección comercial del Ecuador. Concretamente, dice que algunas relaciones comerciales del país podrían verse afectadas, sobre todo con otros países como Alemania y otros que conforman la Unión Europea, y Estados Unidos porque ellos sí podrían verse afectados directamente por el conflicto ucraniano.
→ Lee también: Estas podrían ser las consecuencias del conflicto Rusia-Ucrania en las exportaciones ecuatorianas
El experto Pablo Játiva dice que otra consecuencia económica negativa podría ser un posible aumento en el precio del trigo y el gas natural.
Játiva explica que las rutas “de los principales exportadores de grano del mundo están atravesando el mar negro y Rusia es el productor de trigo número uno en el planeta”. Eso significa, dice el experto, que en el caso de que estallara una guerra en el mar negro, la entrega de suministros para la producción y exportación haga que se eleven los costos en todos los países, incluyendo Ecuador.
Además, dice Játiva, “no hay que olvidar que Rusia suministra cerca de un tercio del gas que usa Europa”. El experto explica que en el caso de una crisis en Ucrania, los países europeos se verán obligados a buscar combustibles en otro lugar, y eso puede hacer que el precio del petróleo aumente aún más.
¿Cómo está ayudando la Cancillería a los ecuatorianos en Ucrania?
La Cancillería le dijo a GK que está ayudando a los ecuatorianos que están en Ucrania a través del Cónsul Luis Narváez.
Desde el 18 de febrero, el cónsul que normalmente trabaja en Austria se ha reunido con estudiantes ecuatorianos. Según la Cancillería, Narváez se ha reunido con ellos individualmente y en grupos.
Algunos de los servicios consulares de los que se han beneficiado los ecuatorianos han sido:
- la emisión de pasaportes
- el registro de menores nacidos en Ucrania que son hijos de ecuatorianos.
La Cancillería le dijo a GK que le enviaría información detallada sobre el número de personas que se han beneficiado de los servicios consulares en Ucrania, pero hasta la publicación de este texto no han enviado dicha información.
Además, la Cancillería ha levantado información específica sobre la situación de los estudiantes para ver cuáles son sus necesidades y cómo los pueden ayudar.
¿Qué está pasando en Ucrania?
Miles de tropas rusas se han asentado en la frontera este de Ucrania en el último mes, incrementando las tensiones y la posibilidad de guerra entre ambos países. En los últimos días, miles de personas han huido o intentan huir porque los bombardeos de los separatistas apoyados por Rusia se han intensificado.
Las tensiones entre ambos países podrían remontarse a 1991, cuando la Unión Soviética se disolvió y Ucrania —y otros países— se declararon repúblicas independientes.
Desde que Rusia era la principal de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el gran imperio comunista fundado en 1917, ha tenido una constante preocupación de ocupar y controlar sus fronteras con los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la alianza militar occidental nacida en 1949 —cuatro años después del fin de la Segunda Guerra Mundial y en los albores de la Guerra Fría, como se conoce al tenso período entre 1947 y 1991 en que Estados Unidos y la URSS se disputaron la hegemonía mundial —patrocinando guerras convencionales y no convencionales subsidiarias en África, América Latina y Asia.
Mientras existió, la URSS mantuvo un férreo dominio de los puntos donde su vasto territorio limitaba con las naciones pro democracia de Occidente.
En ese entonces, países como Polonia y la ahora extinta Checoslovaquia tenían una gran importancia para lo que la URSS consideraba la defensa de su territorio.
Con la caída del Muro de Berlín y el fin del fallido experimento comunista soviético, entre 1989 y 1991, esos países se democratizaron y dejaron de estar fuera de la esfera de control ruso. La nueva frontera entre Rusia y Occidente la marcaba la también pro occidental Ucrania.
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La cercanía ucraniana con Occidente siempre ha sido una molestia para la Rusia de Vladimir Putin, quien ha gobernado —directamente o por interpuesta persona— desde 1999. En 2008, la OTAN invitó a Ucrania y Georgia a sumarse a la organización. Pero Rusia se opuso.
Cinco años después, el presidente ruso Vladimir Putin obligó a Víctor Yanukóvich —entonces presidente de Ucrania— a no seguir adelante con un acuerdo de asociación que tenía previsto firmar con la Unión Europea.
En marzo de 2014, cientos de personas salieron a las calles de Kyiv, la capital ucraniana, para protestar contra Yanukóvich por haberse retractado de firmar el acuerdo con la Unión Europea. Las protestas fueron reprimidas con violencia, y decenas de personas murieron. Más tarde, en ese mismo año, Rusia invadió la península de Crimea, al sur de Ucrania y la anexó a su territorio.
Para Rusia fue una gran victoria. Crimea era un territorio que Rusia perdió después de la Segunda Guerra Mundial y que el Kremlin soñaba con recuperar.
Esta pensísula es estratégica, pues da acceso al Mar Negro, donde está una de las mayores reservas de gas natural del mundo.
Rusia ha dicho que no puede permitir que Ucrania se una a la OTAN. Según Rusia, la presencia del gran conglomerado militar es un riesgo pues la organización tiene una actitud “agresiva” y planea instalar misiles que podrían usarse en su contra. Todas estas afirmaciones han sido desmentidas por la OTAN.
La invasión de Crimea desencadenó más protestas y en el este de Ucrania —en la región de Donbás—, empezó a notarse la presencia de grupos separatistas prorrusos. El conflicto se agudizó, y desde 2014, enfrentamientos entre proeuropeos y separatistas —apoyados por el gobierno de Putin— han causado la muerte de cerca de 14 mil personas.
En 2021, Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, habló de la posibilidad de solicitar unirse a la OTAN y las tensiones han crecido. En los últimos meses, Rusia ha movilizado tropas a la frontera este de Ucrania. Se estima que el país liderado por Putin ha acumulado grandes tropas de más de 90 mil soldados y una gran cantidad de cargamento bélico, por lo que se teme que una guerra estalle pronto.
A finales de 2021, Rusia hizo varias demandas a los países pro democracia sobre Ucrania. En especial, Rusia busca firmar un tratado de seguridad con Estados Unidos en el que, entre otras cosas, dice un borrador ruso, se incluiría la prohibición de que la OTAN siga expandiéndose hacia el Este. Además, si se firmase tal acuerdo, la organización no podría buscar que más países ex soviéticos se unan al tratado.
En el borrador de tratado propuesto por Rusia, se incluye también una prohibición a que Estados Unidos establezca más “bases militares” en los territorios de ningún antiguo estado soviético que aún no sea miembro de la OTAN, ni “utilizará su infraestructura para ninguna actividad militar ni desarrollará una cooperación militar bilateral con ellos”.
En febrero de 2022, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que una invasión rusa a Ucrania era inminente. Su declaración estaba fundamentada en informes de inteligencia estadounidenses. Mientras tanto, el presidente francés, Emmanuel Macron, se ha embarcado en una última cruzada, el domingo 20 de febrero, para intentar frenar la escalada que podría desembocar en una guerra a escala global.