El 30 de marzo, el Banco Central del Ecuador (BCE) confirmó que obtuvo una línea de liquidez por 300 millones de dólares a cambio de 240 mil onzas de oro de su reserva. Según el boletín del banco, la línea se hizo con “una de sus contrapartes internacionales” sin, hasta el momento identificarla. El oro permanecerá inmovilizado en una de las cuentas del BCE en la Reserva Federal de Estados Unidos hasta que paguemos el préstamo, que vence en un mes. El cortísimo período no es la única diferencia de este préstamo con otros créditos a los que ha accedido el Ecuador durante la crisis sanitaria por el covid-19.

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Estamos dando el oro como colateral a cambio del dinero, cuando en otros tipos de créditos además de pagar el dinero, se deben cumplir ciertas condiciones o se dan bonos como colateral, otro tipo de activos de la reserva internacional. Víctor Hugo Albán, vicepresidente del Colegio de Economistas de Pichincha, lo compara con el monte de piedad del Banco del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (BIESS). Ahí, los afilados dejan sus joyas de oro a cambio de una cantidad de plata determinada por un avalúo y si no pagan, el BIESS se queda con ellas.

Los 300 millones que ha pedido el Ecuador son para fortalecer sus reservas internacionales, pero no podrán ser usados para habilitar más unidades de cuidados intensivos o para comprar suministros médicos, como se planea utilizar otros créditos obtenidos por el gobierno

El Ecuador necesita garantizar sus reservas porque le sirven para para pagar importaciones, como los combustibles y carburantes, y otros gastos en el exterior. Según el Fondo Monetario Internacional, las reservas son recursos monetarios “de disponibilidad inmediata” que pueden ser utilizados en caso de una emergencia para fortalecer el poder adquisitivo de un país. Ecuador está tratando de cubrir todos sus posibles frentes vulnerables: pide créditos para comprar insumos médicos, trae más billetes de Estados Unidos para garantizar el dinero circulante y fortalece las reservas para evitar que la emergencia lo deje sin un seguro de solvencia económica.  

La reserva internacional de un país es, además, un indicador de su capacidad para financiar sus importaciones, respaldar a la moneda local, o a las cantidades depositadas por los bancos privados. Según Carlos Uribe, docente del Instituto de economía de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), pedir plata con el colateral aurífero es una forma barata de garantizar liquidez y fortalecer las reservas de dólares que tiene el Ecuador. Las reservas se usan, también, para el cálculo del riesgo país, un índice que, entre más alto es representa una mayor posibilidad de que un país no pague sus deudas. Entre menos reservas, mayor es el riesgo. El ecuatoriano está en 4.567 puntos y es el segundo más alto de la región, solo después de Venezuela.

Una parte de las reservas, la líquida, está en divisas —además del dólar hay varias monedas internacionales fuertes, como el euro o las libras esterlinas— y la otra, la no líquida, en oro y en bonos. El oro, dice el economista Jaime Gallegos, está en cuentas internacionales, a Ecuador solo se le entrega un certificado que garantiza cuánto oro tenemos. Las reservas internacionales no líquidas son “un montón de papeles”, explica Gallegos. Papeles muy valiosos, especialmente durante las crisis. Actualmente, Ecuador tiene 2.177 millones de dólares en la reserva internacional de Ecuador, de esos, 776 millones son oro.  

La función de las reservas internacionales de Ecuador, las líquidas y las no líquidas, al ser un país dolarizado y sin moneda nacional, son distintas a las de otros países. Los que tienen su propia divisa, las usan de soporte de su moneda o para controlar su precio de cambio con otras. 

Una de las principales funciones de las nuestras es que sean un seguro que garantiza un menor impacto de los choques externos en la economía interna. La economista María Herrera dice que aunque nuestra reserva es baja comparada con otros países con moneda local, es una garantía extra. Herrera dice que la reserva en divisas es un lugar “donde echar mano en un evento como el que estamos atravesando”. 

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No es la primera vez que Ecuador hace este tipo de operaciones: se ha utilizado en cinco ocasiones desde 2014. Pablo Vega, profesor de Economía de la USFQ y experto en historia económica, dice que tres operaciones se saldaron y se recuperó el oro. Las otras dos, incluyendo la más reciente, siguen abiertas y todavía no se ha cumplido el plazo para pagarlas. 

Esta vez hay una ventaja: el oro está incrementando su valor durante la pandemia. En los primeros días de marzo de 2020, llegó a un valor que no había logrado desde 2012. El oro es considerado un activo “más seguro” porque ha mantenido su valor contra la inflación y siempre ha sido aceptado como medio de intercambio entre países. Es el lenguaje universal de la economía mundial. Así que en tiempos de incertidumbre los inversores suelen buscar una apuesta más sólida y sus precios aumentan. Gracias a ese incremento, la cantidad de oro requerida para obtener los 300 millones de dólares se redujo en 100 mil onzas. 

No se sabe hasta cuándo durarán las medidas restrictivas por el covid-19 o si se van a endurecer en las próximas semanas, así que el BCE decidió tomar una precaución extra. Retiró otros 300 millones de las cuentas del BCE en la Reserva Federal de Estados Unidos, para satisfacer las necesidades de los billetes y monedas de los ecuatorianos. Según el banco, se trajo los recursos a Ecuador para garantizar la “provisión de especies monetarias” en caso que hayan complicaciones logísticas de vuelos internacionales por la expansión de la pandemia.

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Lo han advertido mucho en estos días: la economía nacional y gran parte de la economía mundial no estaba preparada para el impacto del covid-19. Y a pesar de que lo escuchamos una y otra vez, y se ha vuelto una obviedad, parece que no terminamos de entenderla del todo. Según expertos, la enfermedad tiene el potencial de desencadenar una recesión comparable a la de la Segunda Guerra Mundial. Esta transacción a cambio del oro, según el Banco Central del Ecuador, permite aportar a la liquidez de la economía. Como casi siempre en economía, algunos expertos no aprueban la medida y otros no comparten sus preocupaciones.

El equivalente en dólares de las 240 mil onzas de oro, que pesan lo mismo que dos hipopótamos promedio, pasó a ser 300 millones de dólares en las reservas de divisas. Al economista Jaime Gallegos le preocupa que este préstamo solo favorezca a las importaciones, pero no mejore la situación del país durante la emergencia sanitaria. “No es un ingreso al presupuesto del Estado, ni mucho menos, es para alimentar la reserva internacional, nada más”, dice Gallegos. 

parte de los activos líquidos del Ecuador son los depósitos de la banca privada. Jaime Gallegos considera que este fortalecimiento de las reservas internacionales podría ser un indicador de una posible fuga de capitales, un fenómeno en que el dinero —u otros activos— salen rápidamente de un país por un evento económico fuerte. Según Gallegos, “es una vergüenza desde cualquier punto de vista ”. El préstamo, según Gallegos, podría costarle al país mucho más que las 240 mil onzas de oro. 

En cambio, María Herrera dice que es una medida “útil, factible, que no se contrapone con otras decisiones”. Además, destaca que es un crédito obtenido a una tasa de interés muy baja, 2,6% anual, considerando que el riesgo país del Ecuador es el segundo más alto de la región. En esas condiciones es casi imposible conseguir financiamiento internacional. “Dada la emergencia considero que este préstamo es válido. El oro al estar guardado en la reserva como metal, no cumple una función de liquidez”, dice Herrera. Durante la crisis, en la visión de Herrera, debemos poder usar todos los recursos que tengamos a disposición.

La fuga de capitales es una posibilidad, según el economista Carlos Urbina, pero no hay que entrar en pánico. Es cierto que si la gente empieza a retirar sus depósitos, los bancos privados necesitarán liquidez. El primer lugar al que irán será el BCE para retirar sus activos y satisfacer los requerimientos de sus clientes. Sería una situación extrema a la que todavía no hemos llegado y si se toman las medidas correctas, no llegaremos en un futuro cercano. 

En lo que sí coinciden los expertos es que tenemos muy pocas probabilidades de recuperar el oro de esta operación con la misteriosa contraparte internacional. El economista Víctor Hugo Albán espera que el Banco Central esté buscando mecanismos para pagar el préstamo a tiempo. Con las reservas actuales hay “la garantía para cubrirnos”, según Albán, pero le preocupa que la emergencia y el cambio de las políticas económicas afecten nuestra capacidad de pago. 

El corto plazo, es otra de las preocupaciones compartidas. Solo una operación ha tenido condiciones más apretadas. En octubre de 2017, el Bank for International Settlements (BIS) nos prestó 200 millones a cambio de 200 mil onzas de oro y el plazo fue de una semana. El dinero se pagó y el oro regresó a la cuenta ecuatoriana, pero la realidad del país y del mundo era otra hace apenas tres años. El impacto económico del covid-19 reduce considerablemente las probabilidades de recuperar el oro del acuerdo más reciente. Según Jaime Gallegos, el escenario no es para nada optimista: “es terrible. Yo ya lloré, ya me morí de las iras”. 

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El panorama se ensombrece más: hay una alta posibilidad de que el impacto de esos 300 millones pase desapercibido. Carlos Uribe dice que esta operación no ha generado “un monto importante de dinero para poder enfrentar la crisis”. Por eso son tan necesarias las otras líneas de crédito que se están abriendo con otros organismos internacionales. Como los 20 millones aprobados por el Banco Mundial, que sí serán usados para comprar insumos médicos, o los mil millones que se está negociando con China.