Con banderas y consignas en contra del gobierno, la oposición venezolana logró romper el bloqueo fronterizo del presidente Nicolás Maduro este sábado 23 de febrero para que pasara por lo menos un camión con ayuda humanitaria desde Brasil.

Pero la violencia también estalló en la frontera con Colombia, una seña de los riesgos que han asumido los adversarios de Maduro en su campaña para que deje el poder.

El camión con la ayuda cruzó desde Paracaima, en el norte de Brasil, un rompimiento pequeño pero simbólico, según los opositores, con la promesa de Maduro de no permitir el paso de asistencia que él no autorizó.

“Lo logramos”, dijo María Teresa Belandria, la enviada en Brasil del líder opositor venezolano Juan Guaidó. “Esa es una gran victoria”.

Sin embargo, hacia mediodía aún no había muestras de que se hubiera podido pasar por otros sitios del bloqueo. Y hubo problemas en una movilización por un puente peatonal en Colombia, que degeneró en enfrentamientos entre manifestantes jóvenes y las fuerzas de seguridad.

Esa movilización, en el pueblo fronterizo de Ureña, estaba pensada para abrir un camino por el cual se pudiera entregar la ayuda en el puente peatonal, pero fue bloqueada por las fuerzas de seguridad de Maduro. Los habitantes intentaron desafiar el bloqueo e irrumpir contra el puente, pero las fuerzas de seguridad venezolanas dispararon gas lacrimógeno para dispersarlos y los enfrentamientos dejaron daños y vehículos incendiados.

Los manifestantes en Ureña también se fueron contra una escuela donde estaban unos cien integrantes de las milicias del gobierno, muchos de ellos jubilados. Algunos se unieron a las protestas.

Guaidó, el líder opositor de 35 años que se juramentó presidente encargado de Venezuela en enero, dijo desde el lado colombiano de la frontera que espera que más fuerzas de seguridad venezolanas se hagan a un lado para permitir que ingrese la ayuda.

Más temprano el sábado, Guaidó publicó en Twitter que “varios miembros de la Guardia Nacional” que resguardaban el puente Simón Bolívar, que conecta a Venezuela y a Colombia, se habían sumado a la oposición. Publicó un video que mostraba a tres hombres en uniforme mientras eran escoltados por un policía del lado colombiano.

“¡Han decidido ponerse del lado del pueblo y de la Constitución!”, escribió Guaidó. “¡Bienvenidos! La llegada de la Libertad y la Democracia a Venezuela ya es indetenible”.

En una muestra del conflicto por la ayuda, las fuerzas de seguridad venezolanas cerca de la frontera con Brasil abrieron fuego contra una multitud el viernes, lo que dejó dos muertos y una decena de heridos.

Al anochecer del viernes, el gobierno de Maduro agregó tres puentes hacia la frontera colombiana a su lista de sitios cerrados al paso, que incluye las fronteras con Brasil y con tres islas caribeñas, con lo que sellaron los principales puntos de entrada marítimos y terrestres del país.

Al amanecer la mañana del sábado, varios cientos de venezolanos se habían reunido en un lote baldío cerca del puente Las Tienditas, en Cúcuta bajo una inmensa bandera que pendía de una grúa. Muchos durmieron al aire abierto en un campamento improvisado, mientras activistas de la oposición organizaron círculos de oración y bailaron salsa mientras pedían la caída de Maduro.

“Sé que ha sido una noche larga, pero vamos para adelante”, dijo Adolfo Marín, integrante de la oposición. “Recuerden que hay bloqueo, pero el poder del hombre es sobrenatural, créanme, con un grupo pequeño podemos mover esos contenedores”.

“Los soldados de las clases bajas y medias necesitan también esta ayuda humanitaria”, dijo Victor Barboza, organizador en el campamento, sobre las fuerzas de seguridad al otro lado del puente. “Tienen hijos que comen solo una vez al día. Tienen hermanas que no pueden conseguir medicamentos para sus enfermedades”.

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El enfrentamiento fronterizo es de los más inusuales y tensos en la historia de la región.

Guaidó ya fue reconocido como el presidente encargado de Venezuela por más de cincuenta países, incluido Estados Unidos. Ha centrado su reto a Maduro en la promesa de que hará lo que el presidente se rehúsa hacer: abrir el país, que enfrenta una escasez mortal de alimentos y medicinas, a envíos de ayuda internacionales.

La Casa Blanca se ha involucrado de manera profunda en el enfrentamiento, al autorizar envíos de ayuda en aviones militares  y con un mitin, esta semana, en el que el presidente estadounidense, Donald Trump le advirtió a los militares que abandonaran Maduro so pena de “perderlo todo”. En respuesta a las muertes del viernes, la Casa Blanca condenó el uso de la fuerza por parte del gobierno de Maduro y advirtió que las violaciones a los derechos humanos “no quedarán sin castigo” y exhortó a las fuerzas armadas a “cumplir su deber constitucional para proteger a los ciudadanos de Venezuela”, y a dejar pasar los convoyes humanitarios.

Maduro afirma que los contenedores con la ayuda son parte de un plan que llevará a una invasión estadounidense. Su gobierno bloqueó el puente Las Tienditas con ese argumento.

Antes del cierre de la frontera con Colombia, Guaidó logró pasar hacia ese país para un concierto organizado en respaldo a la oposición y patrocinado por el multimillonario británico Richard Branson. Guaidó fue recibido ahí como estrella de rock, entre consignas en contra de Maduro.

Se esperaba que Guaidó estuviera entre quienes encabezarán la marcha para cruzar el puente, pero no quedaba claro si las autoridades le permitirían ingresar de regreso a Venezuela o lo arrestarían por desafiar una prohibición de viaje que le impuso el gobierno de Maduro.

Algunos colombianos expresaron su simpatía por la causa de Guaidó y solidaridad con aquellos del otro lado de la frontera.

“Vinimos a ayudar a los venezolanos”, mencionó Claudia Pérez, una residente de 38 años de Cúcuta, una ciudad que se ha visto duramente golpeada por la ola de venezolanos que han huido del país. “Nosotros en la frontera hemos sufrido porque los servicios públicos se han deteriorado debido a la sobrepoblación y la creciente inseguridad”.

Del lado venezolano de la frontera, algunos soldados entrevistados dijeron tener la moral baja. Muchos comentaron que padecen la misma escasez de alimentos que los manifestantes y que no querían disparar contra ellos si irrumpen en el puente.

Pero la presencia de grupos armados llamados colectivos causó preocupación ante la posibilidad de violencia. Llegaron a la frontera desde la mañana del viernes y se mezclaron con quienes apoyan al gobierno.

Jorge Gil, de 50 años y originario de Guatire, Venezuela, dijo que fue a Cúcuta el año pasado cuando murió su esposa, quien sufría de una lesión cerebral y no pudo encontrar medicamentos. Mientras esperaba lo que fuera a suceder en el puente, recordó tiempos mejores en su país.

“Mi juventud fue genial”, dijo. “La disfruté mucho, con mis hijos. No era rico, pero tenía buen trabajo”.

Últimamente, añadió, “comemos una vez, a veces dos, al día. Eso después de vivir en paz con tres comidas diarias y a veces un guisado en domingo. Ya no teníamos nada”.


©The New York Times 2019