Faltan diez minutos para las 11 de la mañana.
“¡Traicionera!”, gritan los asambleístas de la Revolución Ciudadana. Delante de ellos camina, impávida, Mónica Salazar, hacia la tarima del hemiciclo para verificar las credenciales de su ex coidearios en la primera sesión del nuevo período legislativo, realizada el 14 de mayo de 2025. Así empezó la Asamblea 2025 – 2029.
Junto a otros cuatro asambleístas —Steven Ordoñez, Adrián Castro, Juan José Reyes, Paola Jaramillo, los tres últimos de ADN— fue elegida para conformar la Comisión Especial encargada de verificar que los asambleístas son quienes dicen ser y están en el pleno de la Asamblea.

Mónica Salazar es la tercera vocal del Consejo de Administración Legislativa (CAL) desde el 14 de mayo de 2025. Fotografía de Diego Lucero para GK.
Un mes atrás, ella habría sido parte de los gritos, de los golpes en la mesa, del blandir constituciones. Pero hace un mes, Salazar se separó de los correístas con los que ganó su curul. Ahora, se identifica como independiente. Y los correístas la señalan como una judas política. “Romper el cordón umbilical”, explicó, con simpleza, para declararse independiente, en teoría, y en la práctica sumarse a Acción Democrática Nacional (ADN), el movimiento del presidente Daniel Noboa.
“¡Lee el artículo 11!”, gritan los correístas desde sus curules, ubicados en el lado izquierdo del hemiciclo de la Asamblea Nacional. Desde ese extremo, los correístas habían sido la mayor fuerza legislativa de los últimos 18 años. Pero ya no. Ahora tienen un gran rival, que ya los ha superado. Al menos en esta gira del circo de la política ecuatoriana: ADN. Y ADN, ahora, tiene el mando. Anabella Azín, quien preside la sesión inaugural, pide silencio.

Mónica Palacios, asambleísta de RC, increpa la designación de autoridades. Fotografía de Diego Lucero para GK.
La bancada de RC insiste en que el secretario encargado, el socialcristiano Alfredo Serrano, lea el artículo 11.
Serrano lee, atropelladamente, cumple con el pedido. “La dirección provisional de la Asamblea Nacional designará, atendiendo a criterio de pluralidad, a una comisión especial formada por cinco asambleístas que verifican las credenciales y constatan la identidad de los asambleístas presentes”, concluye.
“¿Y entonces? Si es con criterio de pluralidad por qué no está RC”, preguntan algunos de los correístas. Es difícil reconocer cuál: sus voces se unen en un zumbido estridente.
Azín les dice que la RC sí está representada en la comisión. Que Mónica Salazar cumple ese papel, porque ella fue elegida asambleísta por la Revolución Ciudadana. Y que, por tanto, dice, ahí está su cuota. “¡Qué!”, grita Mónica Palacios, ferviente correísta. “¡No!”, grita el ex canciller Ricardo Patiño, quien no tuvo tiempo de planchar la camisa recién comprada que lleva puesta, mientras levanta la Constitución con su mano izquierda.
Llaman desesperados a Raúl Chávez, líder de RETO, con quien la Revolución Ciudadana hizo alianza para estas elecciones. Pero Chávez, que está al lado de Azín, tampoco seguirá el guion. No se escucha lo que les dice, pero ondea las manos, con las palmas hacia arriba, como si intentara explicar que no pudo hacer nada, que no hay más.
Enseguida, se cierran los micrófonos. Solo hay gritos. Salazar graba con su celular a sus ex compañeros y hoy detractores —la traición y la venganza en la RC parecen un loop perpetuo, Lenín Moreno, Ferdinand Álvarez, ahora, Salazar, por nombrar unos cuantos. Es como si ella quisiera documentar ese momento para siempre.
Treinta minutos antes, Anabella Azín —vestido de morado ADN, complejo tocado de peluquería— pasa al podio y empieza su discurso. Dice que ADN ha demostrado que se pueden llegar a acuerdos con las otras fuerzas políticas. Que tienen “ese espíritu de diálogo y consenso”. También les pide, mirando a todos los legisladores, “unir fuerzas, respetando nuestras diferencias”.
Los asambleístas del oficialismo, ubicados en el lado derecho del hemiciclo —por primera vez, como una gran bancada—, la ovacionan.
Azín continúa. Dice, con el mismo tono que pretende calma pero transmite desdén, que fueron más de tres millones de ecuatorianos los que la convirtieron en la asambleísta más votada en la historia republicana del Ecuador. Que ADN es un movimiento exitoso que deriva del antiguo PRIAN de su esposo, Álvaro Noboa, y padre de su hijo, el Presidente de la República. Que es “algo maravilloso y mágico lo que está ocurriendo”.

Anabella Azín dirigió la Asamblea hasta que se eligió al presidente. Fotografía de Diego Lucero para GK.
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Son las 11 y 20 de la mañana.
Alfredo Serrano, el secretario designado para la sesión inaugural, suspira —lo hará una y otra vez las próximas tres horas. Luego, lee normas, más normas, artículos, nombres… Proyectan un video que da indicaciones de las rutas de evacuación del edificio de la Asamblea. Y sólo, entonces, Serrano lee el orden del día: entonar el Himno Nacional, elegir a las autoridades del Consejo de Administración Legislativa —el famoso CAL, encargado de dar trámite a los proyectos de ley, los juicios políticos y el día a día de la Asamblea.
Ya tiene presidente el CAL, es, por mandato de la ley, el presidente del Legislativo. Lo conforman, además, dos vicepresidentas y cuatro vocales. La sesión de este día debe servir para ir llenando esos espacios clave.
Valentina Centeno, jefa del bloque oficialista —vestida de blanco completamente—, presenta su moción, pero antes da un discurso lleno de lugares comunes sobre el rol del asambleísta, “tan desafiante como noble”, que termina con otra frase repetida: “Es aquí donde se teje el destino de nuestra nación”.
“Tiene 30 segundos, asambleísta”, la increpa Azín.
En esos 30 segundos, Centeno dice que Niels Olsen, ministro de Turismo de los gobiernos de Guillermo Lasso y de Daniel Noboa, debería ser el presidente del Legislativo, confirmando los rumores que circulaban por los pasillos legislativos.
Los asambleístas votan —para alcanzar la mayoría absoluta para designar a una autoridad se necesitan 77 votos. En las cuatro pantallas instaladas en el pleno, el contador se detiene cuando llega a 75. Faltan dos. Empiezan los nervios de los legisladores oficialistas. ¿Qué bancada falta de votar? Quién si no: Pachakutik.
Días atrás, el ministro de Gobierno, José de la Gasca, había dicho que los nueve asambleístas electos por el brazo político del movimiento indígena se sumarían a ADN. Horas después, Pachakutik lo desmintió y dijo que no había acuerdos.
Poco después, la moción de Centeno alcanza los 80 votos de ADN, solo seis asambleístas de Pachakutik y otros independientes. Besos, abrazos a Olsen. Tanta fue la euforia que incluso intentan levantarlo y ponerlo sobre sus hombros. Pero en el intento, los asambleístas se dan cuenta que el Pleno no es un campo de fútbol y que no es buena idea cargar a Olsen, que mide más de un metro ochenta. Mejor gritan: “¡Olsen, Olsen, Olsen!”. Así empezó la Asamblea 2025.

La bancada de ADN vota sí en las designaciones de las autoridades en el Legislativo: así empezó la Asamblea 2025. Fotografía de Diego Lucero para GK.
Su período durará hasta 2027, cuando las autoridades elegida podrían ser reemplazadas —o reelegidas.
Ya con presidente electo, la ley ordena que sea él quien presida la sesión inaugural. Olsen camina triunfante por la alfombra recién aspirada del salón hasta la tribuna presidencial. Le hace prometer que él deberá cumplir con lo que manda la ley: trabajar para el Ecuador. Él promete.
“Estoy aquí para construir, no para dividir”, dice en su primer discurso. Pide disculpas por las asambleas pasadas, que, asegura, se alejaron de la gente. “Ese tiempo terminó”, dice. Manda saludos a sus hijos, que lo están viendo desde casa.
Mónica Salazar, la ex correísta, lo aplaude con euforia. Pachakutik se fracciona —aún más. El correísmo comienza a ver cómo la jornada legislativa se convertirá en una bola de nieve de derrotas y traiciones.

Niels Olsen habla con Andrés Guschmer antes de las votaciones. Fotografía de Diego Lucero para GK.
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Al mediodía, Serrano reniega del encargo de la Secretaría. Tiene su micrófono apagado, pero no se da cuenta que hay otros que siguen abiertos. “Puta, que me toca leer como loco”, se le escucha decir, como un adolescente que ha dejado para último momento leer El Quijote. Luego, le da paso a Ferdinand Álvarez, ex correísta y ahora militante de ADN, quien mociona una candidata para la primera vicepresidencia de la Asamblea.
Es Mishel Mancheno, la ex secretaria jurídica de la Presidencia de Noboa. Abrazada con sus compañeros, mira el conteo de los votos. Azín camina entre los curules, como si vigilara que todos cumplieran las órdenes recibidas. Señala, con su mano izquierda, a un legislador independiente que aún no ha votado. Parece que lo reprende.
¿Será Azín, aunque no la presidenta, la cabeza del Legislativo?

Anabella Azín coordina las votaciones con los asambleístas durante la designación de autoridades. Así empezó la Asamblea 2025. Fotografía de Diego Lucero para GK.
Mancheno consigue 79 votos, los suficientes para pasar a la tribuna presidencial y sacar a Raúl Chávez de su puesto. Chávez camina hacia su curul, en la cuarta fila de la bancada correísta, cabizbajo. Sus compañeros, petrificados, ni siquiera reclaman.
En esta votación se abstuvieron tres asambleístas de Pachakutik, así como en la votación de Olsen: Dina Farinango, Alex Toapanta y Mariana Yumbay, evidencia de que ADN tiene una mayoría frágil: no cuenta con todos los votos del fracturado y confundido Pachakutik, sino solo con algunos independientes y los cuatro integrantes del PSC.

Hubo un momento en que ADN no tuvo el control de los asambleístas que se abstenían de votar. Fotografía de Diego Lucero para GK.
Después de intentar (y fracasar) que José Farinango, de Pachakutik, sea el segundo vicepresidente de la Asamblea, ADN, Nathaly Farinango, mociona a Carmen Tiupul, del partido de raíces indigenistas.
Tampoco consigue los votos.
“¡Receso!”, ordena Olsen. Se levanta y sale del salón a la 1 y 10 de la tarde.
Afuera, en la alfombra roja donde horas antes, a las 9 de la mañana, los flamantes asambleístas lucieron escotes, trajes blancos, bordados, Raúl Chávez, de RC-RETO, anuncia lo que nadie espera. RETO se separa de la Revolución Ciudadana y que conforma su propia bancada: la “Bancada de la Gente”, integrada por al menos 17 asambleístas, dice.
¿Es realmente un quiebre?
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Son las tres de la tarde.
Se reinstala la sesión. Nathaly Farinango insiste en que Carmen Tiupul sea la segunda vicepresidenta.
Pide la rectificación de la primera votación, y el pleno aprueba y vuelve votar. El receso habría servido para que ADN negociara, sobre todo, con los asambleístas independientes. Con 69 votos, Tipul consigue el cargo y pasa a la tribuna presidencial, al lado izquierdo de Niels Olsen.
Hasta ahora, el correísmo no logra poner ninguna autoridad, aunque —incluso con el abandono de RETO— es el segundo bloque más grande de la Asamblea. Sin embargo, guarda las esperanzas en el hecho de que le corresponde un puesto en el CAL.
Y tienen un plan. Que Raúl Chávez anunciara que se separaría de la Revolución Ciudadana para formar la “Bancada de la Gente” no es una ruptura real con el correísmo. Es una estrategia: si son dos bancadas, tendrían la oportunidad de tener cada una un representante en el CAL.
Olsen no acepta que RC y RETO se separen. Invalida el documento que RETO había presentado pidiendo la conformación de una nueva bancada. Y el secretario dice que las bancadas ya están conformadas de acuerdo a como fueron votadas en las urnas. El correísmo reclama.

Asambleístas de la RC se reúnen en el hemiciclo: así empezó la Asamblea 2025. Fotografía de Diego Lucero para GK.
El discurso de unidad, diálogo y consenso que dio Azín al comienzo de la sesión se esfuma.
A las 3 y 20 de la tarde empieza la votación para los miembros del CAL.
El asambleísta Esteban ‘Baby’ Torres mociona a Sade Fritschi, ex ministra de Ambiente, para la primera vocalía del CAL.
ADN ya tiene los 77 votos.
“Sade Frichi”, pronuncia Serrano al anunciar que ella es la nueva vocal. Fritchi manda besos volados a sus compañeros, se da abrazos, y se sienta en un curul donde pasará las siguientes dos horas clavada en el celular.

Lucía Jaramillo susurra con Nataly Morillo durante las votaciones. Fotografía de Diego Lucero para GK.
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Son las 3 y 40 de la tarde.
Luis Molina, asambleísta de RC, pide la palabra. Le pregunta a Olsen que cómo es posible que no les dejen separar las bancadas a RC y RETO. Olsen no lo escucha —está hablando con Valentina Centeno, quizás planificando el próximo golpe a los correístas. Molina suplica su atención. Olsen lo escucha, pero no cambia nada. Las bancadas no se separan. Y punto.
Inés Alarcón, la asambleísta de ADN, mociona para la segunda vocalía del CAL a un asambleísta que no es ADN, de Pachakutik ni del Partido Social Cristiano. Es de la Revolución Ciuadana: Sergio Peña, quien a juzgar por su cara, apenas se entera de que sería mocionado para ese cargo.
Como manda la ley de la Función Legislativa, el CAL debe estar conformado por miembros de todas las bancadas. Pero ADN decidió que sería ADN el que elegiría qué miembro de la alianza RC-RETO entraría en el CAL. Opta por Peña, pero no alcanza los votos.
Con un respiro, Viviana Veloz, la correísta ex presidenta de la Asamblea Nacional, intenta acercarse a Olsen. Pero entonces llega la escolta legislativa: 16 policías bordean la tribuna presidencial, y le niegan el paso. Ella se cansa y regresa a su curul.

La bancada de la Revolución Ciuadadana intenta reaccionar durante la designación de autoridades. Janeth Cabezas increpa a Viviana Veloz. Fotografía de Diego Lucero para GK.
Los correístas gritan desde sus puestos. Mónica Palacios golpea la mesa.
Paola Cabezas intenta acercarse nuevamente a Olsen. Esquiva la escolta legislativa y pasa hacia la tribuna, pero se queda una grada más abajo. Desde allí, junta sus manos en señal de súplica —como nunca antes lo había hecho la RC— quizás pidiéndole a Olsen que no les haga eso, que es el único cargo que pueden conseguir.
Cabezas da vueltas entre los curules correístas. Habla con Patiño, quizás para pedirle consejos al viejo correísta. Se acerca a Jhajairra Urresta, ambas susurran. Sigue dando vueltas. Habla con Valentina Centeno, la jefa de bancada de ADN. Se niega a que el oficialismo le imponga un candidato. “¿Y nosotros qué?”, reclama.
Luego, Olsen dice que no hay mociones para la segunda vocalía del CAL ni negociaciones para la tercera.
Rosa Torres, del oficialismo, mociona que el asambleísta independiente Steven Ordoñez sea el cuatro vocal del CAL. Consigue 79 votos.

Steve Ordoñez fue designado como el cuarto vocal del CAL, con apoyo de ADN. Fotografía de Diego Lucero para GK.
Olsen manda a receso.
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Son las 7 y 47 de la noche.
El Pleno ya ha elegido al secretario, Geovanny Bravo, y al prosecretario, Jorge López. “Yo les agradezco por su paciencia”, dice Serrano, quien deja en ese momento el cargo.
Bravo retoma el orden del día. Quedan aún por elegir la segunda y la tercera vocalía del CAL. Adrián Castro de ADN mociona a Samuel Célleri.
Célleri llegó al curul con otros tres asambleístas del Partido Social Cristiano (PSC) —Alfredo Serrano, Otto Vera y Jhonny Terán. Durante la votación, Valentina Centeno, encargada de coordinar y negociar con los asambleístas de otras bancadas, llama por teléfono. Su cara es la de una mujer que parece haberlo perdido todo. Se lleva las manos a la cabeza, entra y sale del hemiciclo.
El Pleno vota. Célleri no consigue los votos: los tres compañeros del PSC con quienes llegó al Legislativo le dieron la espalda. Célleri, sentado junto a Anabella Azín, permanece allí sin regresar a ver a sus compañeros.

Con 78 votos a favor en la segunda votación por el segundo vocal del CAL el pleno eligió al asambleísta Samuel Célleri. Fotografía de Diego Lucero para GK.
A ADN le queda una esperanza: el asambleísta independiente Juan Gonzaga. Castro pide la rectificación del voto. Centeno, Inés Alarcón y Steve Ordoñez se abalanzan a Gonzaga, quien está sentado en la última fila del salón. Lo rodean, le insisten que vote a favor de Célleri, y él accede.
Célleri, aunque habría roto las relaciones con el PSC, logra la segunda vocalía del CAL.
Y, entonces, llega la gran estocada del oficialismo a la RC. Fernandinad Álvarez, mociona para que la tercera vocalía del CAL la tenga Mónica Salazar, ex correísta y nueva aliada de ADN, como él. “El traicionero mociona por la traicionera”, susurra alguien en los pasillos del Pleno.
Olsen pide silencio. Los correístas grita, rugen, zapatean, insulta. “Por favor, escolta legislativa, proceda como corresponda”, ordena Olsen. No le da la palabra a ninguno.
El Pleno vota.
Salazar consigue 77 votos y la tercera vocalía del CAL. Ella salta y se abraza con sus nuevos compañeros, los de ADN, que celebran como un triunfo suyo. Los de la Revolución Ciudadana abandonan la sala antes de que termine la sesión.

Mónica Salazar, la asambleísta que renunció a la Revolución Ciudadana, se posesiona como la tercera vocal del CAL. Fotografía de Diego Lucero para GK.

Lucía Jaramillo, asambleísta de ADN, se emociona tras los resultados de la votación de Mónica Salazar. Fotografía de Diego Lucero para GK.
El CAL, aunque con algunos trazos de otras identidades políticas, es esencialmente noboísta.
Tras el himno de Quito, Niels Olsen cierra la sesión, luego de 11 horas, en el salón Nela Martínez, coronado por el gran mural de Oswaldo Guayasamín, que dice: “Todo, menos la dictadura”.

Las autoridades que conforman el CAL y el secretario y prosecretario del Legislativo. Fotografía de Diego Lucero para GK.
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