Desde que nacemos, empezamos a construir nuestra relación con la naturaleza. Durante la vida se va fortaleciendo o debilitando. Depende de qué comemos, cuánto salimos al campo, qué hacemos con nuestra basura. El teórico del derecho estadounidense, Jedediah Purdy, dice que en toda la humanidad han coexistido varias formas de mirar la naturaleza. Pero me quiero enfocar en dos para analizar lo que está en juego en las consultas ambientales: la utilitaria y la ecológica. En Ecuador predomina la mirada utilitaria, y hoy tenemos la oportunidad de cambiarla a la ecológica. 

La mirada utilitaria considera a la naturaleza como un recurso con valor económico en el mercado. Permite el enriquecimiento personal y estatal. La naturaleza es objeto y no se considera su historia ni su contexto. 

La mirada ecológica considera a la naturaleza como un ser vivo, complejo, formado por sistemas interrelacionados e interdependientes. Su existencia depende de equilibrios dinámicos que están en constante flujo y cambio. En esta mirada, los humanos somos parte de los seres que influimos en el planeta, así como las bacterias, los hongos, las plantas, las montañas, los ríos, las selvas, los manglares. No se puede entender la vida humana ajena al resto de seres que nos habitan. 

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Estas dos miradas no son ajenas a la política ni al derecho. 

En Ecuador ahora predomina la mirada utilitaria. Esta impide mirar el conjunto de interrelaciones detrás del consumo de algo tan cotidiano como la leche, el café, el pan y la mantequilla de nuestros desayunos. Compramos y nos servimos. Muchos ignoramos que detrás de cada producto hay animales, plantas, agua, cuidado, intercambios. Esta mirada utilitaria quita el contexto de lo que nos nutre. 

Desde el derecho, esta mirada utilitaria considera a la naturaleza como propiedad. En ese sentido, la naturaleza se puede usar, usufructuar, y podemos disponer de ella. Cuando la consideramos propiedad privada, permitimos su explotación y hasta su destrucción. 

Esta mirada es la principal causante del antropoceno. Este concepto plantea que vivimos una época en la que la incidencia de los humanos es tan grande en el planeta que estamos provocando daños irreversibles al clima y a la biodiversidad, como si fuera un cambio en una era geológica. En menos de 100 años estamos logrando destruir tanta vida como lo ha hecho el planeta cada 100 millones de años. 

Los humanos somos responsables del cambio climático: sequías, incendios, inundaciones. Millones de personas mueren o migran por los desequilibrios ambientales. La mirada utilitarista literalmente no está matando.

Por eso, urge cambiar a una mirada ecológica, que puede detener esta catástrofe.

El 20 de agosto de 2023, cuando votemos por las consultas del Yasuní y el Chocó Andino, pondremos en evidencia cómo los ecuatorianos y los quiteños vemos a la naturaleza.

Quienes están en contra de conservar el petróleo y los minerales, y quieren explotar, hablan de la naturaleza sólo como objeto, como un bien para enriquecer económicamente al humano. 

Como representa dinero, argumentan, entonces nos sacará de la pobreza. 

La naturaleza, desde la mirada petrolera y minera, representa toneladas de minerales o millones de barriles de petróleo, que son miles de millones de dólares. Ver a la naturaleza sólo como plata lleva a que, para conseguir ese dinero, exista destrucción. 

Quienes promueven que se deje el petróleo en el bloque 43 y se deje de extraer minerales en el Chocó Andino, en cambio, proponen la mirada ecológica. 

vivir del aire

El Parque Nacional Yasuní. Fotografía tomada de Depositphotos.

Lo hacen porque prefieren la vida y no el dinero. La vida son las 136 especies de colibríes, 450 especies de plantas no convencionales, ranas de cristal, osos de anteojos, bosque nublado, ríos cristalinos, que hay en el Chocó Andino.

En Yasuní, la vida son las 204 especies de mamíferos, 150 especies de anfibios, 121 especies de reptiles, 610 especies de aves, 250 especies de aves. 

Quienes defienden esta mirada piensan en tiempos mayores. Lo que somos ahora como planeta es fruto de más de 4 mil millones de años y no podemos destruirlo por 10 años de explotación de minerales y petróleo. La mirada es a largo plazo y considera a las generaciones futuras. Conservamos hoy para seguir gozando de la naturaleza en el futuro. 

Quienes proponen votar sí en las consultas miran la naturaleza como un sistema interconectado. La minería y la extracción petrolera contaminan los ríos que desembocan en los océanos, afectan a los peces, las siembras, las quebradas. Porque la naturaleza no es un punto estático en el mapa. La pérdida de cualquier especie tiene su rol específico que afecta al resto de seres. 

Los que proponen no explotar, priorizan el protagonismo de quienes viven en esos espacios. En el Chocó son importantes las personas que viven de la permacultura, del turismo comunitario, de los cultivos de autosubsistencia. 

En el Yasuní son tremendamente importantes los pueblos en aislamiento, Tagaeri, Taromenane y Dugakaeiri. Para la visión utilitaria son importantes sólo las empresas y los inversionistas en actividades extractivas. 

Quienes defienden la naturaleza valoran lo que está sobre la superficie y luchan por la conservación. Quienes tienen la mirada utilitaria valoran sólo lo que está bajo el subsuelo y promueven el extractivismo a toda costa.

Por último, estas personas entienden que hay que actuar ahora por el cambio climático y la crisis ambiental. Entienden que es un problema de todo el mundo. En cambio, quienes defienden la otra visión creen que es problema sólo de los más grandes contaminadores (los países del norte global) y que la ciencia y la tecnología harán algo para resolver la crisis climática. 

Los debates que se han producido sobre las consultas ambientales son disputas de visiones. 

La visión de siempre, la utilitarista, no nos ha sacado de la pobreza. Incluso ha promovido la corrupción de parte de agentes privados en el Estado y de las empresas estatales. Ha generado una inequidad sin precedentes entre los que más tienen y los más pobres. Ha creado zonas de sacrificio en las que se aprecia destrucción, contaminación, división comunitaria y exclusión social. 

el Chocó Andino

El Chocó Andino en julio de 2023. Fotografía de Isabela Ponce para GK.

La visión ecológica quiere poner un “ya basta” a todo lo que ha provocado los extractivismos. 

El 20 de agosto de 2023 votaremos sobre qué mirada queremos sobre la naturaleza. El No significa seguir viendo la naturaleza de forma utilitarista y decir que es un objeto a explotar y dañar. El Sí significa mirar la naturaleza de forma ecologista y decir que tiene vida.

La forma utilitarista significa seguir promoviendo acciones para aumentar y empeorar la crisis climática y ambiental. La forma ecológica es la manera más directa, profunda y eficaz de parar las causas que provocan el calentamiento global.

El Sí no sólo es para el Yasuní y el Chocó Andino. Es para una transición que deben hacer todos los países del mundo. Y la transición que estamos haciendo es limitada en el espacio y en los sectores: en el Chocó Andino y el Yasuní, de minería y petróleo. No se está parando toda actividad extractiva ni toda la minería y explotación petrolera del país. 

Así comienzan las transiciones y las grandes transformaciones.

Transitar hacia otra forma de entender la naturaleza, el desarrollo, la democracia, la vida es urgente y necesario.

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Ramiro Ávila Santamaría
(Ecuador) Constitucionalista andino, fat free, enriquecido con calcio y minerales, 100% natural.
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