“Si eres periodista no podrás ser mamá”. No sé con exactitud cuántas veces la oí, pero sé que fueron muchas y siempre repetidas con el mismo tono que sonaba a una sentencia. 

Yo no quiero ser mamá, al menos no ahora, hoy lo que quiero es ser periodista, me repetía, mientras escribía la nota que saldría publicada al siguiente día, sin darme cuenta cómo esa frase se estaba guardando irremediablemente en mi registro. Tenía 22 años y pocos meses de haber comenzado mi primer trabajo formal en un periódico nacional.

Mientras batallaba con mi azarosa vida periodística que amaba, no fui madre. No porque la frase repetida me haya condicionado sino porque así se dieron las cosas. Años más tarde, cuando había dejado el periodismo de la calle y lo había reemplazado por la cátedra, tuve mi primer hijo. 

En mi vida no solo había cansancio y, a la vez —paradójicamente— fuerza, sino también muchas preguntas. Tenía curiosidad voraz por saber qué sienten otras mujeres que vivían lo mismo que yo: trabajar fuera de casa en la mañana y volver por la tarde a lavar platos y a cambiar pañales, sin la mínima posibilidad de que un día, una tarde, fuera distinta. 

Para entonces, cuando mi hijo tenía dos años, el camino en la Academia me pedía entregarme más y era momento de enfrentar lo que también siempre había querido ser además de periodista: profesora investigadora —pero sin las pretensiones de quienes insisten en llamarse así. 

Lo que yo quería era investigar, pero no para aparecer en las revistas indexadas, ni para que solo me lean los seudo conocidos que investigan lo mismo que yo. No quería eso porque en el periodismo había aprendido otra cosa: quería que mis reflexiones no sean textos fríos, sino que sean historias leídas por todos y así conectarme con personas que no conocía pero que se identificaban por las realidades que contaba.

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Entonces lo que quería era reconectarme con mi oficio a la par de avanzar en mi carrera académica.

Fue así que recordé la frase “si eres periodista no podrás ser mamá”. Esta se convirtió en pregunta y fue lo que gatilló mi investigación. Experiencias de maternidad y trabajo: el caso de las mujeres que laboran como periodistas en los medios de comunicación ecuatorianos es el nombre que le di a este trabajo. 

Luego de cinco años, la investigación me permitió comprobar que el periodismo y la maternidad sí son compatibles, siempre y cuando se cuente con algunos elementos que permitan la conciliación entre ambos. Esto porque el periodismo es una profesión altamente demandante y exigente por el tipo de trabajo que plantea, siempre condicionado a los hechos que se suscitan en cualquier momento y en cualquier lugar, entre otras características. 

Entre los resultados de mi investigación encontré que ser madre y trabajar como periodista en los medios nacionales es difícil y tan agotador como estimulante. 

La jornada de las 25 mujeres con quienes conversé empieza temprano, entre las 5 y las 6 de la mañana y avanza entre las 10 y 11 de la noche, lo que da un total de entre 15 y 17 horas de trabajo al día, entre el productivo y reproductivo que cumplen. 

Al igual que quienes se desempeñan en otros campos laborales, las mujeres periodistas también viven diariamente una doble presencia, un concepto que permite explicar una de las características del trabajo femenino. La doble presencia implica que la mujer trabaje fuera de casa pero eso no la absuelve del trabajo dentro de casa —el cual  le ha sido socialmente impuesto. Se plasma cuando luego de cumplir su jornada en el medio de comunicación, las mujeres regresan a casa a seguir haciendo tareas domésticas. 

Por eso, estas mujeres experimentan una pobreza de tiempo: en su agenda diaria no tienen tiempo para otras actividades que no estén relacionadas al periodismo y a la maternidad. 

Las tareas domésticas son realizadas casi enteramente por ellas, ya que no cuentan con un servicio doméstico o si lo tienen, es solo por horas, algunos días a la semana. Sobre el cuidado de los hijos, lo logran junto con una red de apoyo que siempre está formada por mujeres; la principal cuidadora suele ser la abuela (la mamá de la mujer).

Transitar por el periodismo y la maternidad, necesariamente, viene acompañado de aplicar estrategias para buscar el equilibrio entre los dos campos. 

Aunque la mayoría del tiempo es muy difícil de encontrarlo. 

Una de las estrategias, por ejemplo, es no aceptar cargos de dirección dentro del medio por el aumento de horas de trabajo, lo que complicaría aún más la tan ansiada conciliación. Otra estrategia es acudir con sus hijos a las coberturas de última hora, cuando no tienen con quién dejarlos. A través de esta práctica se ve cómo se enlazan ambos campos y como en el día a día la creatividad juega un papel importante para equilibrar los dos tipos de trabajo. 

El estudio también reveló que hay factores laborales, sociales y familiares que influyen en la percepción que las mujeres tienen sobre la maternidad y el periodismo. 

Entre los factores laborales está la ausencia de políticas de conciliación que existen en los medios: es decir, no hay una base legal que ampare a las mujeres en casos de que tengan que pedir permisos o necesiten flexibilidad en sus horarios. 

En ese sentido, lo que les debería corresponder es contar con políticas que les permitan equilibrar los dos campos. Pero esto se convierte en un asunto de azar; tener la suerte de trabajar en un medio que les proporcione las facilidades para esa conciliación. Son pocos los medios que sostienen a las mujeres en su camino como periodistas y madres ya que, a criterio de muchas (de las que pude entrevistar), en los medios de comunicación no hay una comprensión del trabajo que las mujeres realizan dentro de casa, tanto el relacionado a las tareas domésticas como al cuidado de los hijos.

Sobre el tiempo de postparto y lactancia, aunque los medios tienen la obligación de cumplir lo que señala el Código de Trabajo, no lo pueden hacer como la ley lo determina, por los horarios irregulares que se manejan en el periodismo: las coberturas no esperan. 

Lo que suele pasar es que llegan a acuerdos personales con las mujeres para reorganizar ese tiempo, de acuerdo a lo que sea conveniente para ambos.

La maternidad es una experiencia que permea distintos aspectos de la vida de la mujer y su profesión no es la excepción. Eso se refleja cuando al ejercer la maternidad se refuerzan en ella ciertos valores propios de la profesión como el sentido humano y social. Al convertirse en madres, las mujeres experimentan una mayor conexión con estos elementos, lo que se plasma en las inquietudes que tienen y en las formas de abordarlas, a través del periodismo. Esto se observa cuando, a través de sus investigaciones periodísticas. profundizan en las repercusiones de ciertos problemas, que de alguna manera por ejemplo, podrían tener relación con sus hijos.  

Finalmente, hay algo que resultó claro en la investigación: los ojos con que se mira el periodismo, a través de la maternidad, le permiten a la mujer ser más empática con las realidades y, por ende, estar mayormente conectada con su profesión para la cual, precisamente, la humanidad y la empatía son imprescindibles. 

Por otro lado, es indudable que la práctica del periodismo les permite a las mujeres acumular herramientas que les sirven para la crianza y que son lecciones aprendidas del periodismo, ya que este es una escuela de vida. Eso demostraría que, de alguna particular manera, ambos se complementan, a la vez que se contraponen, y que están irremediablemente enlazados, delineando una experiencia única y con características específicas para quien la vive.  

Al ritmo de una jornada intensa, entre entrevistas pendientes y risas de niños, ahí están los dos, maternidad y periodismo, cara a cara, disputándose las horas, conviviendo campantes en medio del caos y siendo la razón de ser, el principio y el fin de las madres periodistas. Nunca pensé que esa frase, casi cliché, esparcida entre las redacciones significaría tanto para mí. Gracias a ella, en poco tiempo seré Phd., me habré conocido con todas mis luces y mis sombras y habré experimentado esa potencia creativa arrolladora y única que es la maternidad.

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Ana Gabriela Dávila
Periodista y comunicadora, PhD en Ciencias Sociales, profesora y subdecana de la facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura de la PUCE, investiga sobre maternidad, trabajo femenino y periodismo.
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