La sexualidad es un aspecto básico de todo ser humano. Sin embargo, hay identidades y orientaciones sexuales que aún no son aceptadas por la sociedad. En Ecuador, por ejemplo, la homosexualidad era considerada un delito hasta noviembre de 1997. Ese mes y ese año el Tribunal de Garantías Constitucional la despenalizó. 

Desde entonces, el país ha avanzado en el alcance de derechos para las diversidades sexuales como el matrimonio igualitario y el cambio de género en las cédulas de identidad de las personas trans. Pero todavía hay demasiados mitos sobre las identidades y orientaciones sexuales que muchas veces se convierten en prejuicios y causan rechazos, como homofobia o transfobia. 

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Te contamos nueve de esos mitos y por qué debes dejar de creer en ellos. 

Mito 1: Ser heterosexual es lo natural

En muchas culturas a lo largo de la historia, las orientaciones sexuales distintas a la heterosexualidad eran castigadas e invisibilizadas, por lo que se concibió la idea de que la heterosexualidad era la norma, y la única orientación sexual posible y aceptable. 

Esta idea ha sido usada para negar derechos y libertades fundamentales a las personas con orientaciones sexuales distintas al a heterosexual. Sin embargo, es una idea equivocada. 

La psicóloga que trabaja con personas LGBTI, Lorena Pillajo, explica que creer que la heterosexualidad es lo natural es una construcción social que también nace del binarismo —de la creencia de que se es hombre o se es mujer—. Entonces, dice la experta, cuando algo no encaja en ese binarismo se considera erróneo y no natural. Pero no por ese prejuicio de que lo que se escapa de lo binario es negativo, se puede justificar el rechazo a otras orientaciones e identidades sexuales. 

Mito 2: Las personas eligen ser homosexuales

Otro mito que se ha construido en la sociedad es que las personas eligen ser homosexuales. Pero, de nuevo, dice la psicóloga Lorena Pillajo, la orientación sexual no es una elección o algo que las personas deciden ser. Al contrario, es como una persona nace. 

Pillajo explica que “la orientación sexual se despierta en la pubertad o adolescencia. Pero no es algo que alguien te enseña”. Para entenderlo, la experta dice que debemos preguntarnos: ¿Quién nos enseñó a sentir atracción? ¿Quién nos enseñó a ser heterosexuales? Al igual que nadie nos enseña hacia quién sentir atracción o al igual que no elegimos ser heterosexuales, las personas no aprenden a ser ni eligen ser homosexuales, bisexuales o asexuales. 

No se puede aprender hacia quién sentirse atraído.  La orientación sexual, dice Pillajo, “es un instinto natural” y es por eso que las mal llamadas terapias de conversión no pueden cambiarla. 

La psicóloga dice que hay muchas teorías e ideas de que las personas cambian su orientación sexual después de un abuso. “No es así”, asegura Pillajo. La psicóloga explica que cuando hay un abuso, puede llegar a haber una negación de tener sexo, pero que esto no tiene ninguna relación con la atracción sexual hacia personas del mismo sexo o del sexo opuesto. 

Según la organización que promueve los derechos sexuales y reproductivos Planned Parenthood, “hay estudios que muestran que la orientación sexual puede ser causada en parte por factores biológicos que comienzan antes de nacer”. Por eso, dice Pillajo, no es algo que se puede cambiar.

Mito 3: Las identidades y orientaciones sexuales son “enfermedades” que se pueden curar

Lorena Pillajo explica que la razón por la que se cree que las identidades y orientaciones sexuales son enfermedades es “porque fueron [consideradas] enfermedades en algún momento”. 

Por muchos años, la atracción por las personas del mismo sexo era considerada una enfermedad. De hecho, no fue sino hasta el 17 de mayo de 1990, que la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió eliminarla de su clasificación internacional de enfermedades. 

Han pasado más de 30 años desde entonces, y parece mucho, pero Pillajo dice que “el año 90 es muy reciente” para asimilar el cambio, por lo que en el imaginario social se sigue viendo como enfermedad. 

Lo mismo ocurre con la transexualidad. 

La OMS dejó de considerarla como un trastorno hace menos de cinco años, en 2018. Entonces, si la comunidad científica tardó tanto en aceptar que las orientaciones e identidades sexuales no eran enfermedades, no es sorprendente que toda la sociedad no lo acepte aún. 

Sin embargo, dice Pillajo, es necesario que rompamos este mito para así también desmitificar las “terapias de conversión” que son un conjunto de intervenciones —que incluyen la tortura— que buscan cambiar la orientación sexual o la identidad de género de una persona. 

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), estas mal llamadas terapias “son dañinas, contrarias a la ética, carecen de fundamento científico, son ineficaces y podrían constituir una forma de tortura”. 

En Ecuador, dice Pillajo, todavía hay algunos lugares donde se hacen estas “terapias”, pero ya existe un mayor control del Ministerio de Salud. En 2021, dos de estos centros de tortura fueron clausurados en la provincia costera de Manabí. 

Mito 4: Las personas LGBTIQ+ son promiscuas

La promiscuidad se da cuando cualquier persona —independientemente si es heterosexual u homosexual— mantiene relaciones sexuales en pareja o grupales, o con más de una persona, sin ningún tipo de compromiso emocional. 

Es injustificado pensar que las personas LGBTIQ+ son promiscuas. 

La psicóloga Lorena Pillajo dice que es erróneo asociar a las personas de orientaciones sexuales diversas con la promiscuidad porque la promiscuidad no tiene ninguna relación con una orientación específica. Al contrario, la experta dice que hay muchas personas heterosexuales que son promiscuas. 

Por ejemplo, dice Pillajo, “en otros países [como Afganistán o Catar] los hombres pueden tener hasta siete mujeres y no se habla de promiscuidad”. Según la psicóloga, se asoció a la promiscuidad con la población LGBTI “porque las dos son vistas como algo negativo”. Sin embargo, no hay ningún fundamento detrás de este mito. 

Mito 5: Las personas intersex son hermafroditas

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) dice que las personas intersex son las que nacen con “caracteres sexuales —como los genitales, las gónadas y los patrones cromosómicos— que no se corresponden con las típicas nociones binarias sobre los cuerpos masculinos o femeninos”. Sin embargo, por mucho tiempo, se ha usado el término hermafrodita para definirlos. 

El investigador Cristian Robalino dice que la intersexualidad se estudiaba en la teratología, que es la disciplina científica que estudia lo monstruoso porque “eran considerados como una monstruosidad o como personajes míticos”. 

Luego, se empezó a usar el término hermafrodita, pero eso “ha sido altamente cuestionado”, dice Robalino. La psicóloga Lorena Pillajo explica que este término no se debería usar para definir a las personas intersex porque “hermafrodita significa que puede autoreproducirse, y las personas no pueden hacer eso, eso es algo que hacen las plantas” y animales como los caballos de mar. 

Robalino dice además que la intersexualidad es un tema rechazado en lo social por lo “complejo que resulta en un mundo heteronormado”, y que “incluso en los grupos de diversidad sexual es un tema nuevo”.

Según el investigador, la intersexualidad también es compleja por su diversidad: hay más de 80 tipos de intersexualidad porque hay una variedad de cuerpos que no se ajustan a las definiciones. 

Eso, dice el investigador, ha resultado en una serie de vulneraciones de derechos. La medicina, a través de datos preponderantes, ha creado una percepción de cómo deben ser los cuerpos y “se han hecho hasta 20 cirugías en un cuerpo para que encajen en un binario”, dice Cristian Robalino. 

Según Robalino, la concepción médica en Ecuador y América Latina es que la intersexualidad es una enfermedad y por eso se hacen tantas intervenciones quirúrgicas. Sin embargo, explica “no hay beneficios para la salud física cuando se hace una intervención; se mutila un cuerpo solo porque no parece normal”.

Además, las intervenciones, dice el experto, “son violatorias a todos los derechos porque se hacen sin el consentimiento informado de la persona intervenida”. En muchos casos, las personas intersex son despojadas de sus cuerpos cuando son niños o niñas, y alguien más  elige su sexo.

Mito 6: La asexualidad es solo no tener relaciones sexuales

Cuando se escucha el término asexual, se lo asocia con el celibato —la elección de abstenerse de la actividad sexual—, o la abstinencia —la decisión de no tener relaciones sexuales. Sin embargo, la asexualidad es más compleja: el celibato y la abstinencia son elecciones, la asexualidad no.

Una persona asexual es la que experimenta poca o ninguna atracción sexual. Según la Red de Educación y Visibilidad Asexual (AVEN por sus siglas en inglés), se estima que cerca del 1% de personas en el mundo se identifica como asexual. 

La asexualidad también puede significar cosas diferentes para personas diferentes. El término es una especie de paraguas de otras formas de orientación relacionadas con la falta de atracción sexual. Según AVEN, la asexualidad abarca un amplio espectro de identidades como:

  • Aceflux: son personas cuya sexualidad fluctúa dentro del espectro asexual.
  • Aegosexual:  son personas a las que les gusta y excita  la idea de la sexualidad pero en realidad no quieren tener sexo. 
  • Apotisexual: son quienes que no sienten atracción sexual y además repudian la idea del sexo.
  • Autosexual: son personas que se atraen, de manera sexual, únicamente a sí mismos.
  • Cupiosexual: son quienes no experimentan atracción sexual, pero que  de todas formas pueden desear tener relaciones sexuales.
  • Demisexual: son las personas que únicamente sienten atracción sexual hacia las personas con quienes han establecido un vínculo afectivo. 
  • Fraysexual: son personas que sienten atracción sexual por personas que acaban de conocer, pero cuya atracción desaparece conforme conocen a esas personas. Se considera lo opuesto de la demisexualidad.
  • Graysexual: son las personas que raramente experimentan atracción sexual. Bajo ciertas circunstancias pueden llegar a sentir atracción sexual o también pueden tener períodos en los que experimentan esta atracción y períodos en los que no. 
  • Litosexual: son quienes experimentan atracción sexual por otros, pero que no quiere que esos sentimientos sexuales sean correspondidos o recíprocos.

La psicóloga Lorena Pillajo dice que se puede intentar entender estos espectros de la asexualidad, o se puede no entenderlos también. Lo más importante, dice Pillajo, “es respetar y tener claro que no son enfermedades”.

Mito 7: Todas las personas de la población LGBTIQ+ tienen VIH o SIDA

Si bien el VIH y el SIDA son un virus y una enfermedad que afectan a miles de personas de la población LGBTIQ+ en el mundo, eso no significa que todas las personas gays, lesbianas, trans, queer, y de otras diversidades, la tengan. Tampoco significa que sea un virus que afecta solo a los homosexuales. 

La psicóloga Lorena Pillajo explica que este mito erróneo radica en dos cosas: que el VIH y el SIDA está asociado al sexo y al mito de que las personas LGBTI son promiscuas. Según Pillajo, al asociar ambas cosas se crea una idea equivocada de que las personas con orientaciones sexuales diversas son las únicas que se contagian de este virus.

Sin embargo, hay que recordar, dice la experta, que el VIH es un virus que puede afectar a hombres y mujeres independientemente de su orientación sexual. De hecho, contrario a lo que se cree, una de cada tres infecciones de VIH se produce durante una relación sexual heterosexual. 

Hay estudios sobre VIH que categorizan a la población LGBTI como un grupo de riesgo, es decir que son más propensos a contraer el virus. Pero los expertos dicen que hay que dejar de hablar tanto de “grupos de riesgo” —como los de las personas LGBTIQ+— y tomar precauciones para evitar la transmisión de la enfermedad a través de cualquier tipo de relación sexual.

Además, dicen los expertos, es necesario que la sociedad abandone la estigmatización, la discriminación y la exclusión de las personas LGBTI para que estas puedan tener mayor acceso a información y educación sexual y así puedan ser menos vulnerables a esta enfermedad.  

Mito 8: Las personas bisexuales son las que no han definido su orientación sexual aún

Una persona bisexual es una persona que siente atracción física, emocional, afectiva y sexual por personas de ambos sexos. Durante décadas, las personas bisexuales han sido discriminadas. Tanto por las personas heterosexuales como por ciertos miembros de la comunidad gay que consideran que la bisexualidad es solo es una etapa de transición de las personas homosexuales.

Sin embargo, las bisexuales no son personas que no han definido su orientación sexual aún. La bisexualidad no es una fase o una etapa por la que atraviesa una persona que con el tiempo va a terminar identificándose con una sola orientación sexual. Al contrario, la bisexualidad  es algo inherente a la naturaleza del ser humano, tal como lo son la heterosexualidad o la homosexualidad. 

Lorena Pillajo, psicóloga que trabaja con personas LGBTIQ+, asegura que la bisexualidad es parte de una persona. “No es que son personas confundidas o que no se han definido”. Según Pillajo, “puede haber ‘confusión’ en cualquier parte de las orientaciones sexuales, pero en el caso de la bisexualidad no es falta de definición”. 

Danilo Manzano, activista por los derechos de las personas LGBTI, dice que la identidad de las personas que se sienten atraídas tanto a mujeres como a hombres “no debe ser cuestionada”. Además, la psicóloga Pillajo dice que hay que entender el término y respetar “porque las personas saben lo que sienten y no podemos anular eso”. 

Mito 9: Las personas trans se operan por vanidad

Las personas transgénero o trans son las que tienen una identidad de género diferente al sexo que le fue asignado al nacer. Muchas mujeres y hombres trans se someten a cirugías estéticas —como sacarse los senos en caso de hombres trans—, pero muchas veces estas son vistas como vanidad.

En el caso de las mujeres trans, la psicóloga Lorena Pillajo dice que para ellas el ponerse implantes de senos o hacerse otras operaciones para cambiar su cuerpo no son vanidad, sino reafirmaciones de su identidad sexual. 

En un entorno que tiene una “percepción heteronormada” sobre cómo deben ser los hombres y mujeres, dice la experta, verse físicamente como una mujer es importante para que las mujeres trans se sientan como ellas mismas y no sientan que la gente anula su identidad. 

Lo mismo ocurre con los hombres trans. Ellos se someten a cirugías como la mastectomía —para eliminar las mamas y crear un pecho más masculino— para verse más masculinos, para afirmar su identidad. 

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Doménica Montaño
(Quito) Ex reportera de GK. Cubre medioambiente y derechos humanos.
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