Nickole Bolívar salió a los 11 años de Venezuela, junto a su familia. La adolescente migrante, hoy de 16 años, dice que no tardaron nada en prepararse: “tomó menos de una semana empacar las cosas y salir, fue tan apresurado, pero necesario”.
Al llegar tuvo, como todo migrante recién llegado, adaptarse a la nueva cultura, nuevo ambiente, nuevo país. “Cuando llegué a Ecuador, me sentí como un bicho raro”. El primer cambió fuerte fue el clima: su oriunda Ciudad Bolívar es calurosa, y Quito, entre sus paisajes andinos oscila entre el frío y lo templado.
Doble exposición. Detalle de insecto sobre nota. 02 de septiembre. Quito, Ecuador
Nickole se maquilla en el cuarto de su hermana. 07 de septiembre. Quito, Ecuador.
Cielo nublado cubre el patio de la casa de Nickole.
Cuando llegaron, se mudaron al sector de Solanda, un barrio en el sur de la ciudad, donde terminó la escuela. Cuando empezó sus estudios en el colegio, su familia se mudó a la Vicentina, donde encontró un nuevo ambiente, social y educativo.
En las clases, fue víctima de bullying por su nacionalidad. Dice que sintió mucho miedo. Pese a esto, encontró apoyo en su familia.
«No quería regresar a clases, me sentía invisible, transparente.»
Retrato de Nickole en su habitación
Nickole sale del colegio. 02 de septiembre. Quito, Ecuador.
Este año lectivo, en el que cursa segundo de bachillerato, está emocionada, a diferencia de años anteriores. Nickole es parte de los 44.041 estudiantes extranjeros matriculados en el Ecuador en 2022, de los cuales 32.380 son de nacionalidad venezolana, según el Ministerio de Educación.
Nickole dice que se siente libre y le gusta pasar con sus amigos, salir, chatear y leer. Cuando sale, lo hace con la ropa más cómoda posible.
Nickole camina en la calle junto con sus amigos
migracion-adolescente-amigas
Nickole conversa con su amiga después de clases.
A Nickole le gusta ver los paisajes, caminar por parques, plazas y conocer un poco más de la cultura ecuatoriana. Le ha costado expresarse y aprender a interactuar con las personas ecuatorianas.
Vista desde la terraza de la casa de Nickole.
Nickole lee un libro en su celular.
A pesar de ser migrante, se sigue considerando una turista a pesar de que vive en Ecuador más de cinco años.
Aunque su infancia ya terminó, ella dice que mantiene a su niña interior. La que apreciaba los atardeceres de Ciudad Bolívar y le encantaba bailar. Dice que siempre trata de ser un ejemplo para su hermana menor.
Nickole revisa su cuaderno de estudios.
Nickole y su hermana en la sala de su casa.
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