Tuve que salir de Colombia a los cinco años por el conflicto armado”, dice Mildreth, quien migró a Ecuador hace 29 años. Dice que a los 14 empezó a ejercer el trabajo sexual porque no podía conseguir otro empleo por faltas de oportunidades. Durante dos décadas, Mildreth ha sido discriminada por ser mujer, migrante y trabajadora sexual.
Esta discriminación hizo que muchas veces se vea forzada a abandonar sus diferentes casas sin sus pertenencias, y empezar nuevamente en otro lugar. Otra razón por la que Mildreth tuvo que cambiar de ciudad fue porque las personas que ejercen el trabajo sexual en centros de tolerancia, conocidos como prostíbulos, cuenta Mildreth, pasan de moda o se “queman”.
Mildreth recuerda con esta fotografía que su madre también fue migrante. Fotografía de Estefanía Montenegro para GK.
Fotografías de las calles en donde Mildreth ejerció el trabajo sexual durante dos décadas. Fotografía de Estefanía Montenegro para GK.
Mildreth se prepara para ir a una capacitación. Fotografía de Estefanía Montenegro para GK.
“Las cicatrices que tengo son un legado que dejó en mí el trabajo sexual. Como en cualquier otro trabajo, hay competencia”
Detalle de la herida de Mildreth con intervención de bordado
Detalle de la herida de Mildreth con intervención de bordado
“Cuando me hice la rosa, fue para que me naciera nueva piel. Esas heridas me las hice porque tenía malestar conmigo misma. Muchas veces una no es lo que quiere o no tiene lo que quiere y le toca coger ciertas rutas”.
“Con el trabajo sexual crié a mis dos hijas y pasé una pensión de alimentos”.
Mildreth tuvo a su primera hija a los 16 años, y a su segunda hija, a los 21. Con sus ingresos, Mildreth educó a sus dos hijas y financió sus propios estudios secundarios y universitarios.
Ahora, ya no ejerce el trabajo sexual. En 2021 se graduó como abogada y trabaja en su profesión: da asesoría legal a sus compañeras trabajadoras sexuales y a personas que no tienen los recursos de acceder a una abogada. Mildreth es parte de una red de apoyo y de formación de mujeres ecuatorianas y migrantes, así como también de un grupo de ONG que velan por los derechos de las personas en situación de movilidad y refugiadas. El 29 de agosto del 2022, Mildreth recibió un certificado en mediación, de la Universidad de Otavalo, del centro de mediación del CIDES y la Cooperación técnica alemana GIZ.
Retratos de Geo, hija de Mildred, mientras peina su cabello al llegar a casa después de un largo viaje. Fotografía de Estefanía Montenegro para GK.
“Mi oficina es morada y verde porque simbolizan mis luchas, el transfeminismo y el acceso al aborto”.
Mildreth en su despacho donde ejerce como abogada; en su escritorio tiene una imagen de la Justicia.
Fotografías del archivo familiar de Mildreth P. que están en la pared de la habitación de Geo. Retrato de Geo en el despacho de Mildreth, con un pañuelo que bordaron juntas. Fotografías de Estefanía Montenegro para GK.
Mildreth es parte de una colectiva de mujeres y diversidades que trabajan por los derechos sexuales y reproductivos, de las personas con posibilidad de gestar, en su ciudad. Rubí, parte de la colectiva y compañera de militancia, de la Colectiva Amazonía de Colores, dice que para las mujeres trans y trabajadoras sexuales, las bandas que les extorsionan, la policía, los robos y los golpes que reciben por personas transfóbicas son amenazas constantes por lo que, antes en la ciudad amazónica eran diez mujeres trans que ejercían el trabajo sexual y en la actualidad son cuatro.
Estos conflictos están presentes en otras ciudades del país. En Quito, por ejemplo, Devy Grijalva, periodista y activista transfeminista, explica que “las mafias que distribuyen drogas son los dueños de las calles. A nosotras, las trans, nos extorsionan más. A muchas les piden un monto inicial de 150 dólares y cada noche 10 dólares por salir a trabajar”.
Sin embargo, Rubí y sus compañeras han creado un círculo de seguridad en el que las bandas no han logrado infiltrarse, para la venta de droga. Otro logro que han obtenido, como colectiva, es que los policías les permitan trabajar en puntos específicos de la ciudad sin vulnerar sus derechos.
Detalle de herida y retrato de Rubí
“Esta herida me recuerda a todo esto y así como me llena de enojo o me llena de tristeza y rabia también me da la fuerza para seguir luchando por mí y por las mías, para que no sigamos siendo vulneradas, maltratadas, aisladas y despojadas de derechos por parte de un Estado que desconoce que existimos”
Rubí.
“A mí, el trabajo sexual me dio la profesión. Todo lo que sufrí valió la pena. No importan las cicatrices, fueron por algo y yo tenía en la mente que algún día eso se iba a terminar”.
En la noche, Mildreth camina por la ciudad y se encuentra con sus ex compañeras de trabajo. Fotografía de Estefanía Montenegro para GK.
Ahora Mildreth, busca becas para estudiar una maestría en violencia de género o en litigación oral. Mientras tanto, está creando un centro de mediación comunitario.
Únete a la GK Membresía y recibe beneficios como comentar en los contenidos y navegar sin anuncios.
Si ya eres miembro inicia sesión haciendo click aquí.
