La noche de ayer, 31 de enero de 2022, una masa de lodo, piedra, palos y escombros arrasó con todo lo que encontró en La Comuna y La Gasca, dos barrios en el centro norte de Quito. Hasta las 5 y 30 de la tarde de hoy, hay 24 personas muertas, 48 heridos y 12 personas desaparecidas.
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Desde hace varios días ha llovido intensamente en Quito. El agua se fue acumulando en el colector de agua El Tejado, en las laderas del volcán Pichincha, que flanquea la capital ecuatoriana por el oeste.
Hasta que a las 6 y 30 de ayer, vencida por su propio peso, el agua se desbordó del colector. Mientras rodaba ladera abajo comenzó a arrastrar una masa de todo material que encontrara a su paso, formando un potente y devastador aluvión.
Este es el testimonio de Miguel Fernández, uno de los habitantes de La Comuna, quien perdió a su padre en el aluvión de ayer.
Esta breve introducción fue escrita por Susana Roa Chejín.
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Soy Miguel Fernández, morador del barrio La Comuna. Ayer en el aluvión de esa zona murió mi papá Ramiro Fernández. Tenía 58 años.
Alrededor de las 6 de la tarde, llegué del trabajo y cuando ya nos disponíamos a descansar viendo televisión con mi esposa y mis tres hijos, mis hermanas me llamaron a decir que mi papá no contestaba su celular después del aluvión.
Recibimos confirmación de los vecinos de él que estaba en la cancha de volley que hay en las calles José Berrutieta y Antonio Herrera. Como es costumbre en los barrios, se reunieron a ver el ecuavolley. En el complejo deportivo dicen que había más de 50 personas entre mujeres, niños y personas de la tercera edad. Atrás había un parque en el que los niños se reúnen a jugar, las personas mayores a jugar cartas y otros veían el partido de volley. Por eso había tantas personas ahí.
Mi papá era una de ellas. Supongo que cuando escucharon el estruendo del aluvión intentaron salir, pero ya no avanzaron. Fue tan inmensa la fuerza del agua y de los escombros que destruyó carros, casas y todo el complejo deportivo que ahora es nada. Quedaron dos gradas y nada más, todo es lodo.
Después de esa llamada bajamos con mi familia —mis hermanas, mis tíos— y los vecinos a buscar a las personas desaparecidas como mi papá. Mientras me dirigía hacia allá vi que prácticamente el aluvión se llevó todas las estructuras y automóviles. Era un río. Se escuchaban gritos, no había luz y comenzó a oscurecer.
Como había gente gritando nos metimos con los vecinos al lodo. Sin saber el riesgo que corríamos, pero la desesperación fue más fuerte. Sacamos a dos personas con vida, pero estaban súper debilitados, no se podían mover ni hablar, no sé si sobrevivieron. También encontramos muchos cadáveres.
Yo estuve hasta la medianoche en la zona cuando recibí la noticia de que encontraron a mi padre sin vida. No estaba por la cancha. Lo encontraron unas 5 cuadras más abajo por la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) cerca del parque de Pambachupa. Es una distancia bien considerable.
Luego, se lo llevaron a la morgue que queda por la Mariana de Jesús y avenida Occidental. Yo estuve en la morgue desde la madrugada esperando que me entregaran el cuerpo de mi padre. En la mañana hubo como 100 personas esperando los cuerpos de sus familiares. Nosotros logramos que nos lo entreguen pasadas las 2 de la tarde, pero todavía había muchas personas esperando los cuerpos de sus familiares.
Yo vivo a dos cuadras de la zona cero, de la cancha. Por mi casa no se fue la luz ni hubo daños materiales. Toda mi familia vive en este barrio incluyendo a mis hermanas, tíos y familia política. A mi suegra se le metió un poco de agua a la casa, pero no pasó a más. Estamos consternados, pero ahora no queda nada más que resignación. Tengo a mis hermanas, mi papá era el sostén de la casa.
Solo puedo decir que a veces hay tragedias que se pueden evitar. Pienso que esta era una de esas. Necesitamos que alguien haga algo, el Municipio, la Prefectura, la misma Presidencia. No es solo este barrio el que puede estar en riesgo, puede que otros estén en un peligro similar.