Ecuador es el cuarto país —empatado con México— con la tasa más alta de embarazo adolescente en América Latina: 71 por cada mil adolescentes. Las cifras en otros países de la región son igual de alarmantes y todavía no se ha podido encontrar una solución duradera. Es un problema sistemático que ha provocado que cada año millones de jóvenes latinoamericanas se enfrenten a embarazos peligrosos, violencia, planes truncados y muchas cosas más.

En esta entrevista, Harold Robinson, director regional del fondo de población de Naciones Unidas (Unfpa) para América Latina y el Caribe, habla sobre las preocupantes cifras de embarazos adolescentes en América Latina y en Ecuador. Además, resalta la importancia de reducir los nacimientos de jóvenes y las muertes maternas para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 para conseguir el desarrollo sostenible.

¿Cuál es la situación del embarazo adolescente en la región y cómo Ecuador se compara con las cifras de los otros países?

Latinoamérica y el Caribe es la región número dos en temas de embarazo adolescente. En el mundo hay 7,3 millones de nacimientos por año de niñas y adolescentes menores de 18 años. En la región tenemos alrededor de 1,3 millones de ellos —es un número bastante alto. 

En Ecuador, si nos vamos con temas de fecundidad en realidad en la región el rango de fecundidad adolescente está entre 15 y 100 por cada mil adolescentes por año. Pero esas cifras no dicen mucho, la cifra importante es que en Ecuador todos los días dan a luz cinco niñas entre las edades de 10 a 14 años y 137 menores a 18 años. 

Los temas que tienen que ver con el embarazo adolescente tienen una relación con la salud en sí misma. Es decir, son embarazos más riesgosos y además son una parte importante de las muertes maternas relacionadas con los embarazos riesgosos, pero a veces tiene que ver con la interrupción insegura del embarazo también. 

Además, esto limita los proyectos de vida de las mujeres. Cuando ese embarazo se da en una persona tan joven, resulta un obstáculo grande. Particularmente cuando se toman decisiones inconscientes. 

A veces pareciera que son conscientes pero no lo son porque no se les ha dado una educación integral y no se las ha empoderado. Entonces, algunas parecieran que creen que este es un proyecto de vida, pero no lo es. En la base de eso está la desigualdad. 

El otro tema es el impacto que tiene sobre la sociedad. Eso ahora lo hemos estado tocando para generar una coalición más amplia de actores alrededor del problema, porque no es un problema familiar, es un problema del país. Y hemos logrado cuantificar el impacto económico que tiene esto para el país. El costo del embarazo en adolescentes alcanza los 270 millones de dólares para Ecuador, pero a lo largo de la trayectoria de vida de las mujeres esto es un costo altísimo. 

Harold Robinson

Harold Robinson es el director regional del fondo de población de Naciones Unidas (Unfpa) para América Latina y el Caribe. Fotografía de Vanessa Terán para GK.

Estas cifras también están ligadas con delitos como la violación o el incesto. Entonces, ¿son una representación de la incidencia de estos crímenes en el país?

Sí y en la región. Ahora estuvimos en una reunión con el Consejo de la Judicatura y hablamos de la importancia de tipificar los delitos sexuales de manera correcta porque hay contextos en que cualquier relación sexual de un adulto con una menor de edad es una violación y eso tendría que entenderse de esa forma. 

Hay que mejorar eso, tenemos que prevenir, tenemos que proteger. Todas las relaciones sexuales niños con adultos, en realidad son violaciones y reflejan la vulnerabilidad porque muchas veces también tiene que ver con el entorno familiar. 

A veces uno oye violación y la gente piensa que son gente que está afuera del núcleo familiar y a veces están dentro sea por vínculos familiares o por asociación. La violencia sexual es una de las expresiones más crudas de la violencia género. En la que en nuestra región, vergonzosamente, somos campeones mundiales.

¿Qué otros factores influyen en que el embarazo adolescente sea tan alto en la región?

Todos tienen que ver con los hombres. Esta discusión es sobre todo sobre los hombres, sobre las ideas de masculinidad un poco más machista que tenemos. 

Esta noción que les ponemos a los niños desde pequeños de que en las relaciones con las mujeres son ellos quiénes ejercen poder. 

Eso está en la base de todo esto. Tenemos que cambiarlo porque por más que trabajemos los otros factores al final también tenemos que trabajar el tema cultural en lo que se refiere a los hombres. 

Especialmente en esos hombres que siguen toda su trayectoria de vida estando en posiciones de poder y tienen esa concepción de la masculinidad como un privilegio.

¿La despenalización del aborto por violación podría contribuir a que el embarazo adolescente se reduzca en Ecuador o a que los planes de estos adolescentes ya no sean truncados? 

Yo no tengo el dato exactamente de cuántos de los embarazos son producto de violación y tampoco sobre cuántas mujeres que han sido violadas van a optar por interrumpir su embarazo, pero puede tener impacto. 

Tendría un poco de cuidado al asociar esa interrupción con el problema más fuerte que es el embarazo en esas edades. 

Nosotros somos bastante claros en el sentido de que no consideramos que el aborto es un medio de planificación familiar. De hecho, quizá es la expresión de la falta de planificación. 

Sin embargo, es bastante importante. La despenalización dice que la mujer va a poder definir qué hacer sobre una situación que se le impone de esa forma tan brutal. Entonces, es un avance claro en temas de la autonomía corporal. Es la reivindicación de un derecho humano de la mujer. 

Veremos todavía qué impacto tiene. 

A nosotros nos gustaría que las medidas para reducir el embarazo adolescente sean integrales. 

Primero que las mujeres deberían dejar de sufrir esas agresiones, pero que cuando las sufren deberían poder tomar una decisión. 

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¿Qué están haciendo desde Unfpa para trabajar en todas estas aristas?

Nosotros trabajamos más desde el punto de vista del empoderamiento de las mujeres. Estamos trabajando exactamente en Ecuador y en la región con lo que llamamos educación para la sexualidad integral. 

Lo primero es darle, particularmente a las niñas, la educación científica sobre su cuerpo porque las niñas y adolescentes tienen que entender cómo funciona su cuerpo para que, si ejercen su sexualidad, lo hagan con pleno conocimiento de lo que significa. Eso está en el centro. Debe ser una materia más de las asignaturas curriculares para el desarrollo de personas sanas y con capacidades. 

Tenemos que lograrlo porque también las estadísticas muestran que muchas de estas mujeres estan en contextos de violencia sexual en las que pueden tener por primera vez una relación sexual que termina en un embarazo; tenemos que entender todas esas otras dimensiones. 

En eso estamos trabajando como parte del sistema de Naciones Unidas con otros actores para mejorar la educación para la sexualidad integral, que es algo que también está en la agenda 2030 para el desarrollo sostenible.

¿Cómo aporta la reducción del embarazo adolescente a llegar al desarrollo sostenible?

Es importante entender que el embarazo adolescente es uno de los obstáculos más grandes para el desarrollo sostenible de la Agenda 2030.

 Si uno ve todos los otros objetivos, no se los puede lograr si hay un grupo de la población que, sistemáticamente, se va a quedar atrás por distintas razones. Lo importante es ver quiénes son esa población, hay que hacer interseccionalidades para ver cuáles son los grupos que están siendo afectados de mayor forma por el embarazo adolescente y por otras cuestiones. 

Nosotros trabajamos el tema de la muerte materna. Siempre digo que ese es el verdadero indicador de desarrollo, no el Producto Interno Bruto. 

Cuando uno ve los países verdaderamente desarrollados las mujeres no se mueren por razones relacionadas con embarazo y el parto. Por eso América Latina se queda atrás, porque algunos países tienen ingresos muy altos, pero se mueren sus mujeres. 

Uno va a los países de Europa occidental y encuentra que ahí las mujeres no se mueren. 

Eso es importante y está relacionado con el otro tema que nosotros tratamos que son las necesidades insatisfechas de lo que llamamos planificación familiar, pero en realidad es de acceso a insumos para que las mujeres puedan ejercer su derecho a determinar su vida reproductiva.

embarazo adolescente en América Latina

Robinson dice que el costo del embarazo adolescente en Ecuador, ronda los 270 millones de dólares por año. Fotografía de Vanessa Terán para GK.

¿Cómo afectó la pandemia al cumplimiento de estos objetivos de la Agenda 2030? 

En absolutamente todas las áreas. 

El primer impacto que tuvo la pandemia con las medidas de confinamiento fue la epidemia de violencia de género: confinamos a las mujeres con sus agresores. 

Además, hubo otro fenómeno que ocurre cuando el aparato público se concentra en responder a la pandemia: muchos de los recursos que están para atender otras áreas se mueven a la pandemia. 

Por ejemplo, en algunos países, la restricción requería que los cuerpos de seguridad estuvieran mucho más dedicados a asegurarse que se cumplía con eso [que a responder a llamados asociados a violencia de género]. Incluso, quienes respondían a los número de emergencias los pusieron en otras áreas. 

Esa fue una de las primeras reacciones conexas y de las más perversas que hubo.

Otro impacto, el más amplio, tiene que ver con la reducción del acceso a las consultas de salud sexual y reproductiva. Ese fue un impacto que tenía implicaciones de más largo plazo. Empezando con la reducción de las consultas para planificación familiar. 

Eso significa que las mujeres no tenían acceso a sus anticonceptivos. Luego la reducción de las consultas prenatales. Todo eso se fue acumulando y, al final, se sumó el impacto económico que también redujo la disponibilidad de recursos para el sistema de salud. 

Luego está también el incremento de las muertes maternas de mujeres embarazadas por covid-19. Eso fue porque no se las puso como un grupo de prioridad para las vacunas hasta hace muy poco. En los últimos 4 a 5 meses tuvimos que hacer una campaña junto con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para que las mujeres embarazadas fueran prioridad. 

Todos estos son los impactos de la pandemia. 

El otro problema es que hubo un impacto sobre el acceso a anticonceptivos porque en América Latina el 70% de las mujeres compran sus anticonceptivos y ellas son las que primero perdieron sus trabajos.

Además, son las que han permanecido sin trabajo por más tiempo. Entonces también si en el núcleo familiar hubo pérdida de trabajo de varios miembros, los insumos propios —como los anticonceptivos— cayeron debajo en la lista de prioridades. 

Eso tenemos que revertirlo, es importante reconocer que eso tiene que cambiar y que no se puede afectar los servicios de salud sexual reproductiva por mucho tiempo porque lo que haría es que la pandemia tenga impacto multigeneracional. Si bien es prioritario poner las vacunas, también hay que seguir atendiendo las necesidades de salud sexual y reproductiva, especialmente de las mujeres más vulnerables.

Ecuador es uno de los países con mayor tasa de embarazo adolescente de la región, desde Unfpa, ¿tienen planes específicos para el país?

Nosotros en América Latina no somos muy buenos en la prevención del embarazo adolescente. No quiero poner solo a  Ecuador porque si nosotros estuviéramos bien en otros países y en otros contextos podríamos apuntar a eso. Pero ese no es el caso. 

Hemos hecho progresos en algunos países por algún tiempo, pero después el panorama ha cambiado. En países como Uruguay hace algunos años habíamos hecho bastante progreso, pero ahora parece que se ha disparado el embarazo adolescente, no tenemos claro por qué. 

Lo que sí sé es que Ecuador ahora tiene una política interesante —la Política Intersectorial de Prevención del Embarazo en Niñas y Adolescentes (Pipena)— que es lo que está a la base de todo, lo reconoce y lo pone como una prioridad. Ese es el primer paso: reconocer que existe un problema con embarazos precoces en adolescentes. 

Nosotros queremos llamar la atención a quiénes toman decisión a nivel más alto porque tiene que ser una prioridad a nivel nacional abordarlo entonces de forma integral: llevarlo también a educación, salud, economía. 

Hay que llegar con una solución bastante más concreta, pero en el centro de esto está cambiar la marcha de nuestros países tan machistas en todo nivel. Solo así vamos a entender esto como una prioridad nacional, igual que la inflación o el empleo.