Esto es Mi hamaca en Marte, una reflexión semanal sobre el futuro de la humanidad escrita por el editor general de GK, José María León.
Si quieres recibirla en tu correo, puedes suscribirte en este enlace.
¡Hola, terrícola!
Empiezo hoy pidiéndote disculpas: mi equipo tuvo que cubrirme la espalda la semana pasada pero fue inevitable —la vida es lo que pasa cuando uno está planificando hamacas. Gracias por la paciencia y, en palabras de Fray Luis de León: como decíamos ayer…
Quiero retomar la conversación de la semana anterior a la que no hubo newsletter: ¡gracias por la respuesta a la hamaca sobre nuestros temores climáticos! Decenas de lectores me contestaron y, por los mismos motivos que tuve que ausentarme el domingo pasado, no he podido contestarlas una por una, como intento siempre hacer. Por ello, se me ha quedado un poco truncado el proyecto que quería hacer con esas respuestas, pero aquí estoy, retomándolo.
Esto es lo que quiero hacer: tomar algunos de los testimonios que recibí y hacer un contenido gráfico para que sea publicado en GK y sus redes sociales (especialmente en su Instagram). Si aún no has contestado la hamaca sobre temores climáticos y quisieras hacerlo, estás a tiempo.
Una pequeña aclaración de algo que tal vez es mi responsabilidad: recibí algunas respuestas muy ilustradas sobre el cambio climático, sus efectos en los polos y sobre el aumento de los niveles del mar. Y todo eso es, por supuesto, muy cierto.
Pero lo que yo pedía era un temor cotidiano. Y quizá fue ahí donde no me expliqué. Yo quisiera saber cómo creen los lectores de este newsletter que su vida, la de sus hijos, su negocio, su trabajo (en fin, cualquier ámbito de la vida) podría afectarse si no hacemos algo para detener el cambio climático.
Como el que yo les contaba: que se incendie el bosque al pie de mi casa y yo me quede sin dónde vivir. Óscar Ramírez, un gran lector de esta hamaca (y miembro de GK, además) me dijo que temía dos cosas:
“Mis padres viven en el Norte de Guayaquil y me preocupa que el incremento del nivel del mar y las olas de calor afecten su capacidad para seguir viviendo en su casa”
“No sé exactamente cuáles son las destrezas que mis hijos van a necesitar para poder llevar una vida digna y feliz”.
Otra, de un lector al que no citaré con su nombre y apellido porque aún no le he pedido permiso para hacerlo, se definió como un “hombre viejo que no espera horizontes lejanos” que vive al pie de un río y que teme por la vida de sus nietos. Me impresionó la enorme dignidad de su definición sobre sí misma, y su clara conciencia de que el cambio climático lo van a sufrir los más jóvenes.
Me llamó la atención como ese hombre y Óscar, a quien por ser miembro de GK conozco y sé que es joven, comparten esa preocupación por sus generaciones que le seguirán y, sobre todo, por un objeto en común: la casa.
Digresión: Supongo que debo anotar entre mis hamacas una sobre la casa del futuro. Esto es parte de lo que me encanta de este newsletter: la interacción con sus lectores siempre me va nutriendo las ediciones que vendrán. Es increíble, pero ya vamos veinte meses en esto y siempre tenemos de qué hablar. Otra hamaca —a propósito de las veleidades de la vida que nos interrumpe mientras hacemos planes— que he anotado, por cierto, es sobre el futuro de la muerte (sus ritos, concepciones y posibilidades).
Volviendo a lo que decía en esta hamaca. Si aún no me has contestado la de tus temores climáticos, agradecería mucho que lo hagas. Y si me contestaste con un concepto, real pero algo distante a tu vida diaria, a tu quehacer de todos los días, te animo a que me mandes otra respuesta.
Si vives en la playa o en una ciudad costera, ¿temes que el agua se lleve tu casa? Si vives en la montaña, ¿te preocupa que intensas lluvias se lleven la finca donde cultivas hortalizas que te permiten vivir?
Una vez más: disculpas por la falta de hamaca de la semana pasada y gracias por ser un lector tan asiduo. Retomemos ahora sí la hamaca en la que nos quedamos y sigamos en este camino. La próxima semana seguiremos hablando del futuro —el arte, la consciencia y la relación entre la deforestación y las pandemias están ya en producción.
¡Gracias por leer Mi hamaca en Marte!