Si pudiésemos sentarnos a hablar con el presidente Guillermo Lasso y la ministra de Educación, María Brown, les diríamos que durante décadas, se han sacado millones de barriles de petróleo de nuestro territorio ancestral waorani, pero el Estado no ha atendido nuestras necesidades. Entre otras miles de carencias, el sistema educativo que el Estado ecuatoriano ha creado en nuestra tierra está fracasando. Se construyen aulas pero sin buen equipamiento, ni computadoras. Dan computadoras, pero no hay electricidad. Ponen profesores waorani a los que no les han dado una buena formación, adaptada a nuestra cultura y a nuestra realidad. Diseñan currículos desde la ciudad que no tiene sentido en la selva: son mallas que priorizan la memorización y no el aprendizaje y que enseñan lo que para kowode —la gente de afuera— es importante, sin considerar lo que importa para nosotros. Eso se ve ahora con las pruebas docentes a las que han sido sometidos los maestros waorani.

Desde octubre de 2020, el Ministerio de Educación ha aplicado un proceso de selección de docentes mediante varios tipos de pruebas que no usan un criterio cultural diferente para cada pueblo. No han sido consultadas ni concertadas con los pueblos indígenas —al menos no con los Waorani. Esos exámenes no valoran el saber ancestral de nuestros docentes, no están hechos a partir de nuestras particularidades culturales. Solo responden a un modelo estandarizado de educación. Por lo tanto, el 90% de los maestros waorani no los han aprobado y, según el Ministerio, no podrán seguir dando clases.

Los Waorani fuimos contactados a la fuerza hace unos 70 años. Desde entonces hemos vivido intentando proteger nuestro territorio de la colonización, peleando con los petroleros, y mirando cómo mantener nuestra propia cultura e idioma en un mundo que nos pretende devorar. Políticos y petroleros nos llaman: “aucas”, una palabra que los incas utilizaban para decirnos  salvajes, bravos, ignorantes. Para nosotros es una palabra que demuestra la ignorancia del que la dice. Hoy el Estado nos está tratando como si fuésemos “aucas”: no nos están valorando, ni entendiendo, ni respetando al negar que los maestros waorani puedan seguir dando clases. 

Se supone que en el Ecuador la educación debe ser  intercultural. Algunos la llaman “bilingüe”. Pero para nosotros es la forma para seguir siendo waorani. Se supone que esta forma de educación es una respuesta a dos temas importantes: por un lado, asegurar que las culturas de los pueblos indígenas no desaparezcan, y por otro lado, asegurar que tenemos la oportunidad de recibir una buena educación desde el mundo occidental. En teoría suena muy bien, pero la realidad, como lo demuestra la decisión sobre los maestros waorani, es muy distinta. 

Quisiéramos que la ministra Brown y el presidente Lasso imaginen a nuestros niños en la selva. Son brillantes, alertas, listos.  Pero cuando entran a las aulas, el brillo de sus ojos se opaca, sus pensamientos se nublan, su creatividad se adormece ¿Por qué?  Porque quizás los niños y niñas de la selva aprenden de otra forma. Porque quizás falta más pensamiento intercultural en la formación de los docentes y más participación de los pueblos indígenas en el diseño del currículum. 

En lugar de tener la curiosidad y el respeto de mirar al fondo del problema y preguntar cómo diseñar un proceso de educación que sirva para una nacionalidad de reciente contacto, el Ministerio de Educación ha decidido simplemente despedir a la mayoría de los profesores Waorani. ¡Qué respuesta tan fría, tan cruel, tan inútil!  

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Los Waorani merecemos una respuesta más digna a la crisis de educación propia e intercultural en nuestro territorio. Tenemos derecho a una respuesta que sirva, que sea más íntegra, más apropiada, más humana. Es imperioso que el presidente Lasso y la ministra Brown se pregunten qué le pasará a nuestra nacionalidad sin profesores que hablen nuestro idioma, que piensen y sientan como waoranis, que sepan vivir como waoranis. 

Imponernos otros profesores  y otros modelos viola derechos, nos condena a no ser waoranis. Promueve la asimilación forzada de un pueblo ancestral.  Los docentes waorani no son un problema a eliminar, para botar nomás en el río.  ¡Ese sería el pensamiento de un “Auca” de verdad!  No, los docentes waorani son la esperanza de nuestro pueblo porque en sus manos están nuestros niños y niñas. 

Escribimos ahora desde la selva, exigiendo una reunión urgente para proponer otra solución a la triste situación de educación en nuestro territorio. Una delegación de nuestras autoridades estará en Quito el lunes 23 de agosto. Iremos al Ministerio de Educación. Ojalá podamos ahí encontrarnos con la Ministra y el Presidente para contarles esto que escribimos aquí. Para que nos escuchen para buscar una solución concertada y que proteja el derecho de nuestras niñas y niños waorani a seguir siendo brillantes, alertas y listos y, por supuesto, seguir siendo Waoranis.