Querida Ximena,

Debo confesarte algo, la primera vez que escuché de ti y supe de tu trabajo fue cuando te nombraron Presidenta de la Comisión de Justicia y Estructura del Estado en la Asamblea Nacional, porque sabía que era la mesa que en algún momento iba a tomar a cargo las reformas de Código Integral Penal y por ende, la despenalización del aborto por violación. Antes de eso, sinceramente, no escuché mucho de ti ni tus propuestas y, personalmente, me cuestiono sobre si debería preocuparme porque los silencios no siempre son positivos, y al parecer a ti se te dieron muy bien en tu paso por el Legislativo.

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Me presento, soy guayaquileña, feminista y comunicadora. He seguido de cerca cada tema que se discute en el pleno a favor de nuestros derechos, y he cuestionado públicamente a algunas autoridades cuyas posturas van en contra de lo que considero la búsqueda de un país más justo para todos y todas. 

Muchas de esas autoridades son del gobierno del que fuiste (¿o eres?) parte. Gobierno, que como bien sabrás, redujo el 84% del presupuesto para la prevención de la violencia de género, gobierno que le tiró la pelota a la Corte Constitucional en el tema aborto por violación, gobierno que vetó totalmente el Código Orgánico de Salud donde finalmente se hablaba de atención a las emergencias obstétricas. Y esto solo en tema de derechos sexuales y reproductivos. De ese gobierno, intentaste tomar distancia apenas en julio de este año. Lo hiciste con tu renuncia a la coordinación de la bancada y del bloque —del que estabas al frente desde julio de 2019—, porque, como has dicho en varios medios, tu rol requería coherencia. Pero, ¿qué pasó durante los tres años previos, Ximena? Silencios. Los cuestionamientos al Ejecutivo, poquísimos a la luz pública, los hiciste en tu carta de renuncia a la coordinación de la bancada y en algunos medios, en los que afirmas no ser la candidata del oficialismo. Sin embargo, ya fuiste su pieza clave en la Asamblea y ese pasado no se puede borrar. Ni con palabras de ruptura, ni con una campaña alejada del morenismo. En tu carta, el reclamo se enfoca en la falta de consenso al interior del partido pero no hay ni un reclamo acerca del poco interés que el gobierno tiene sobre la violencia de género.

Busqué en los medios, también, tu pronunciamiento acerca del ‘castigo’ que impuso el expresidente, Rafael Correa, a algunas de tus compañeras asambleístas cuando en 2013 hicieron la propuesta para debatir el aborto por violación. No encontré nada. ¿Ahí también callaste? ¿Cuál fue tu posición en ese momento? 

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Ser la coordinadora de la bancada de PAIS, el movimiento oficialista, supone ser una figura estratégica —aunque poco sonada en tu caso— que marca agenda y que sigue el lineamiento de las bases del partido pero, sobre todo, que las hace cumplir.  En ese rol tuviste voz y voto en las decisiones que finalmente se tomaron en el pleno, como la Ley de Apoyo Humanitario, la de Incentivos Públicos y la de Ordenamiento de las Finanzas Públicas. En la primera, por ejemplo, recogieron las reformas laborales propuestas desde las Cámaras de Comercio, reformas que benefician a las élites económicas y que son una estocada para la clase trabajadora. En mi opinión, eso se contradice con los objetivos de tu propuesta de gobierno en la que hablas de redistribuir la riqueza, luchar contra la pobreza y buscar un modelo económico de bienestar para todas y todos. 


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Y aunque, como feminista también reconozco el avance sobre la participación política de las mujeres en las reformas al Código de la Democracia, en la que, entiendo, fuiste parte fundamental, me hace ruido que una mujer que se asegura progresista vote y responda a intereses completamente alejados de los principios del progresismo. Eso se ve en tus posturas al momento de votar,  por ejemplo, a favor de que se condonen las deudas de las grandes empresas, en la Ley de Fomento Productivo.

Eres la única mujer en la papeleta y me cuesta verme representada en ti. Créeme que me gustaría que no fuese así. Como feminista y activista entiendo completamente que ser mujer en política es caminar en la cuerda floja mientras te arrojan pelotas, que seguro libras una lucha en solitario, y que respondes a una matriz que condiciona tus decisiones, como tener de dupla a Patricio Barriga, quien fue parte también del gobierno de Rafael Correa, un hombre que no regresó la mirada a los derechos de las mujeres. ¿Te sientes cómoda con una figura como él, que representa los resquicios del gobierno pasado, de ese que ignoró los derechos de las mujeres, para acompañarte en la papeleta? ¿Confías en él? ¿O también es una estrategia en la que, silenciosamente, aceptas lo que debes aceptar para alcanzar lo que quieres alcanzar? 

Me preocupa e incomoda ese silencio conveniente que mantuviste frente a las actitudes y discursos machistas y patriarcales del Presidente de la República, líder de tu partido —aunque ahora pretendas que deje de serlo— cuando  frente a un auditorio lleno de inversionistas, empresarios y funcionarios, dijo: “Los hombres estamos permanentemente sometidos al peligro de que nos acusen de acoso”. ¿Cómo, una mujer que se autodefine como feminista, puede guardar silencio ante eso? Es fácil, ahora, decir que es su ‘dirigencia es de papel’, sabiendo que en la campaña tu cercanía con él, te va a perjudicar, Decirlo ahora es conveniente, ¿no? Lo valiente habría sido hacerlo antes, cuando no sabías que ibas a ser candidata, cuando su respaldo era quizás, tu mejor carta política para ganar espacio en la Asamblea. ¿O tus declaraciones son producto del resentimiento porque para Moreno, no fuiste una opción válida para ser candidata? Después de que José Serrano, Gustavo Baroja y  César Litardo se negaron a ser candidatos por un movimiento que pocas posibilidades tiene de seguir gobernando, entonces entraste tú. ¿Te has preguntado por qué, después de tres negativas de tres hombres, finalmente te llegó la oportunidad a ti? ¿Estás siendo usada o estás aprovechando una oportunidad? 

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En lo personal, las tibiezas nunca me han gustado y en la delgada línea entre ser políticamente correcta/diplomática y tibia, aparece tu nombre en mi cabeza y eso también me preocupa. No pido una candidata que confronte con todos y todas porque sí o que no dialogue, pido una candidata coherente entre su discurso y sus acciones. Pido una candidata que lidere políticas feministas, y que no se quede callada cuando el líder de su partido o cualquier otra figura política minimiza la violencia de género. Lo mínimo que pido es una candidata que no haga del silencio parte de su estrategia para escalar o, peor aún, para gobernar.