Más de un año antes de que The Blair Witch project llegara a los cines y se convirtiera en un fenómeno cultural, su misterio central ya se había vuelto viral.

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De acuerdo con el sitio web de la película, que se presentaba como una plataforma tipo proyecto de investigación sobre lo sucedido, tres estudiantes de cine, Heather, Mike y Josh, se habían sumergido en los bosques de Maryland en 1994 para filmar un documental. Después, desaparecieron. El video que grabaron fue recuperado un año más tarde. Daba evidencia para respaldar una leyenda perturbadora. Los foros en línea comenzaron a cuestionar la veracidad de la historia.

El revuelo, la intriga y el escepticismo que rodeaban la narración, exacerbados por los inicios del internet, crecieron hasta que se estrenó la película en julio de 1999 en Estados Unidos y, meses después, en el resto del mundo. 

La proyección de un filme hecho con escenas editadas de videos caseros, grabados con cámara de mano, hizo que el suplicio de sus tres personajes pareciera aún más auténtico y aterrador. 

Desde luego, todo era ficción. Pero muchos espectadores no lo sabían. “La principal instrucción que establecimos fue que la película debía lucir completamente real”, dijo Eduardo Sánchez, quien ideó y dirigió todo el proyecto —desde la leyenda ficticia hasta la película en sí— junto a Daniel Myrick. “La iluminación debía lucir real y el sonido no debía ser muy limpio”, dijo. “Tampoco convenía tener banda sonora. Solo presentaríamos los videos editados”.

A veinte años de su estreno, La bruja de Blair sigue siendo un parteaguas en la industria del cine. Fue producida con 60 mil dólares pero recaudó 248,6 millones en la taquilla internacional. Fue un récord del género independiente. Su estética amateur incitó a una generación de cineastas a filmar sus propias películas, sin importar cuán rudimentarias fueran sus cámaras. Además, mostró nuevas posibilidades publicitarias en la época del internet. Fue una parte omnipresente de la cultura pop: generó imitadores y parodias que, a veces, se inspiraban o se burlaban de su cinematografía temblorosa y sus escenas confesionales a lo selfie.

La bruja de Blair era, también, simplemente aterradora y se ajustó perfectamente a las tendencias y las ansiedades del momento. “En muchos aspectos, las audiencias comerciales de cinéfilos simplemente se olvidaron de que el género de horror podía ser así de aterrador”, dijo Alexandra , vía correo electrónico Heller-Nicholas, autora del libro Found Footage Horror. “Había algo en el aire en 1999 que nos hacía muy conscientes de que la tecnología podría vincularse con algo ambiguo, caótico y desconocido, y La bruja de Blair aprovechó eso en el momento preciso”.

Una estética acertada

La bruja de Blair no inventó el género de la filmación hallada. Los historiadores del cine dicen que la primera fue Holocausto caníbal (1980),  una película de terror de Ruggero Deodato. Holocausto caníbal presentaba de manera similar la desaparición de un equipo de jóvenes que realizaban un rodaje. Sin embargo, los creadores de La bruja de Blair entendían que había un nuevo apetito para el concepto. Hacia 1999, los realities como Cops y The Real World eran cada vez más populares, y el internet ya se estaba volviendo un centro de conversaciones (incluidas las conspirativas) para sus usuarios.

Esa convergencia preparó a los espectadores para una estética al natural que, en las manos adecuadas y con la idea correcta, podría llevar a algo novedoso. También hizo posible que se hiciera con un presupuesto muy bajo. “Para nosotros, el video así estaba a punto de convertirse en algo tan bueno como el rollo fílmico”, dijo Sánchez. “De pronto, podías editar material en tu computadora”. Las audiencias parecían estar dispuestas a aceptar “nuevos tipos de medios y nuevos tipos de historias que se estaban contando”, dijo.

Para filmar la película, Myrick y Sánchez utilizaron solo los formatos de cámara de 16 milímetros y de Hi8, utilizado en las cámaras digitales de mano. Su sorpresivo éxito inspiró a muchos cineastas jóvenes a considerar que un equipo aficionado era una oportunidad, no una limitación. “Todos pueden comprar una cámara —ahora, hasta tienen una cámara en el bolsillo— y son capaces de hacer algo muy nuevo si piensan en una idea realmente innovadora”, dijo Aneesh Chaganty, director de la exitosa y novedosa película de suspenso Buscando (Searching), estrenada en 2018. “Como cineastas, ver que un grupo de personas, como el equipo que estuvo detrás de La bruja de Blair, tuviera éxito al nivel que tuvo fue una inyección de adrenalina”.

Después del lanzamiento de La bruja de Blair, el concepto del film encontrado se expandió rápidamente. Películas de bajo presupuesto como August Underground y September Tapes se propusieron repetir la fórmula, pero, sin el misterio en torno a sus orígenes, no pudieron reproducir la inmediatez ni la potencia.

Pero en 2009 Actividad paranormal de Oren Peli pareció recapturar parte de la alquimia particular de La bruja de Blair, usando a actores desconocidos y diálogos improvisados. Esta vez, los personajes eran una pareja normal que usaba una cámara de vigilancia con visión nocturna para captar los movimientos de un demonio en su casa.

Filmada de manera independiente con un presupuesto de 15 mil dólares, la película —distribuida por Paramount— recaudó más de 193 millones de dólares en el mundo. “Si alguien decide hacerlo de este estilo de manera honesta, y tiene una gran idea, siempre puede ser eficaz”, dijo Peli.

Las producciones hollywoodenses más grandes, como la película de monstruos Cloverfield: Monstruo (2008) y el filme de suspenso con superhéroes Chronicle (2012), adoptaron la convención del metraje encontrado. Mezclaron la estética de video de baja fidelidad con tomas largas y movimientos de cámara en mano con la magia de los efectos digitales. Películas de suspenso más recientes como Unfriended (2015) y Searching —ambos éxitos en taquilla— le dieron otro giro al subgénero.

Los intentos para convertir a La bruja de Blair en una franquicia fueron menos exitosos. La secuela de 2000 fue un fracaso. La tercera entrega, en 2016, también —ninguna fue dirigida por Myrick o Sánchez). Ambas tuvieron problemas para crear un sentido genuino del terror sin el misterio de la autenticidad que le dio tanta energía a la original.

Las muchas secuelas de Actividad paranormal tampoco igualaron la calidad de la original. Peli, que sigue siendo el productor de la serie, se aseguró de que por lo menos respondieran a una serie de preguntas esenciales para el subgénero. “¿Quién está filmando? ¿Por qué están filmando? ¿Por qué debe ser un metraje encontrado?”, se preguntó Peli. “Si no eres fiel a esas cuestiones, la audiencia se resentirá. Creo que, en determinado momento, la industria se volvió víctima de sí misma”.

Un momento idóneo

En algunos aspectos, The Blair Witch project, al difuminar la línea entre hechos y ficción, ayudó a crear el mismo panorama mediático que impediría su éxito viral actualmente. En los veinte años desde su estreno se ha desvanecido la línea que aprovechó la duda acerca de si algo es real en internet. La llegada de YouTube, en 2005 —que convirtió el intercambio de videos en una iniciativa mundial, social y económica— ha difuminado más esa línea.

Si a eso añadimos el ascenso de los reality shows, las noticias falsas y fenómenos como los montajes deepfake —que usan imágenes y voces reales para crear videos falsos— se vuelve difícil imaginar que una campaña publicitaria para una película basada en un engaño pueda tener de nuevo ese tipo de aceptación.

Hasta el equipo que ideó la estrategia digital original de La bruja de Blair reconoce que aprovecharon un momento único al que le quedaba poco tiempo. “Ahora no funcionaría”, dijo Sánchez. Uno podría encontrar rápidamente en internet que Heather de La bruja de Blair era una actriz llamada Heather Donahue. Y no había desaparecido, en absoluto.

Aun así, pocos han igualado el cuidado y la creatividad del filme. El plan parece casi pintoresco en retrospectiva, pero en ese momento fue innovador. Primero, Sánchez y Mike Monello, un productor esencial para el financiamiento y la publicidad de la película, crearon un sitio web estilísticamente único, lleno de fotografías de archivo y una línea de tiempo de la supuesta historia de la bruja y los cineastas perdidos.

Después monitorearon el foro de mensajes del sitio, uno de los primeros lugares donde los aficionados al género de horror podían compartir teorías y debatir las presuntas pruebas. “Prendíamos nuestros módems para ver qué estaba diciendo la gente ahí”, dijo Monello. “Ya cuando estábamos más cerca del estreno escalamos las cosas”.

Sánchez, Myrick, Monello y Greg Hale, otro productor, comenzaron a enviar un boletín por correo electrónico a los usuarios más leales de los foros y consolidaron su base de fanáticos acérrimos. Agregaron detalles al sitio a medida que se hacían necesarios. La mayoría de los lectores asiduos sabían que la historia no era real pero, después del estreno de la película, una nueva ola de aficionados que visitaban el sitio no estaban tan seguros.

Una semana antes del lanzamiento de la película en salas, Myrick y Sánchez estrenaron un falso documental aparte llamado La maldición de la bruja de Blair en el canal Sci Fi (conocido hoy como SyFy). Exacerbó el mito con entrevistas y material de archivo que habían editado de la película, que no fue introducida como ficción.  “Era la historia del asesino serial y estaba muy bien hecha”, dijo Peli. “De verdad crearon un mundo envolvente que, si tenías tiempo y querías entrar en él, te ayudaría a suspender tu incredulidad en el cine”. 

Esa estrategia específica quizá sea difícil de replicar ahora, pero las lecciones más profundas acerca de conectar con los aficionados en una era impulsada por los medios aún son relevantes. “Creo que El proyecto de la bruja de Blair fue el primer ejemplo de lo que el poder de los aficionados podía lograr en Hollywood”, dijo Monello, ahora fundador de Campfire, una agencia de publicidad para el sector del entretenimiento. “Cuando conectas a los aficionados en internet, su pasión compartida se consolida”.

La suerte ayuda. Además, como lo señaló Monello, no hay nada como aprovechar el momento. “Entendíamos lo que estábamos haciendo en cierto nivel”, dijo el productor del film. “Pero mucho tuvo que ver con estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado y con la historia adecuada. Todo se alineó”.


©The New York Times 2019