Hacía frío y sol. Eran las seis de la tarde y Rubi Torres, el padre de Salomé, una de las mujeres que dijo haber sido abusada sexualmente por su profesor de gimnasia olímpica, se cerraba el abrigo negro cubriendo su camiseta fucsia. Los dos colores estaban también en los carteles grandes y pequeños que sostenían Mery Herrera y Óscar Altamirano, los papás de Stephanie, otra de las presuntas víctimas del entrenador Alcides Patiño. Ambas familias estaban paradas en la vereda, delante de una pared de rocas vistas afuera del gimnasio Ecuador,  al norte de Quito, donde habrían ocurrido las agresiones contra al menos cinco niñas hace más de dos décadas. 

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sobrevivientes de abuso sexual denuncian a profesor de gimnasia

La tarde del miércoles 31 de julio los familiares de las presuntas víctimas del entrenador de gimnasia olímpica, Alcides Patiño, cerraron simbólicamente el lugar. Fotografía de Isabela Ponce para GK.

Los familiares, con el apoyo de la campaña #SeremosLasÚltimas, que busca que más mujeres víctimas de abuso sexual rompan el silencio, habían convocado a amigos y medios para el cierre simbólico del gimnasio. La invitación era a las cinco y media pero justo a las seis, Verónica Vera, de la organización feminista Surkuna, anunció con un megáfono, que empezaría el cierre.

Andrea, la hermana de Stephanie Altamirano, leyó las medidas de protección que emitió la Junta de Protección de Derechos el 12 de julio de 2019. El organismo decretó la suspensión de actividades en el gimnasio hasta que se determine que hay condiciones que garanticen la integridad de las niñas que ahí practiquen gimnasia. Además, le prohibió al profesor Alcides Patiño amenazar a las niñas y a sus familiares. Altamirano leyó, también, el pedido a la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) de verificar, de manera semanal, que se cumpla la suspensión. En las largas pausas que hacía mientras leía, cuatro mujeres —dos con megáfonos— gritaban, en coro:

Treinta años de impunidad
Ni un minuto abierto más
Treinta años de impunidad
Ni un minuto abierto más

Después de Andrea Altamirano, Sofía Torres —lentes, suéter negro, bufanda roja— tomó el micrófono. Leyó una carta que su hermana Salomé había escrito para ese momento. 

“Hola con todas y todos los que vinieron hoy. No sé cómo terminar de expresar mi gratitud con la toda la gente que contribuyó en esta campaña. Este día parecía lejano, incluso imposible. Romper el silencio no es nada fácil, es doloroso y toma tiempo”

dice la primera parte de la carta de Salomé Torres. En 2008, cuatro años después de haber sido tocada en contra de su voluntad por Alcides Patiño, le contó a sus padres lo que había ocurrido. Ellos denunciaron el abuso ante la Junta de Protección de Derechos que, a su vez, la remitió a la Fiscalía donde, una año después, fue archivada. 

“Hoy, después de diez años desde que comenzó toda esta locura, estamos aquí, paradas afuera de un lugar que debía estar cerrado hace muchísimo tiempo. Hoy me siento fuerte porque estoy acompañada de muchas valientes sobrevivientes, me siento rabiosa porque somos muchas las agredidas por Alcides P. Hoy digo, nunca más me voy a volver a callar Alcides, se acabó tu mierda” 

leyó Sofía Torres  la carta de su hermana. Mientras hablaba, uno de los asistentes destapó una bengala de humo amarillo —un cilindro pirotécnico que suelen usar las barras bravas del fútbol. El aire quedó pintado de ese color.

familiares de víctimas de abuso sexual cierran simbólicamente el gimnasio

En las puertas y pared afuera del Gimnasio Ecuador colocaron carteles y cintas de Peligro. Fotografía de Isabela Ponce para GK.

Cuando Sofía terminó de leer, las mismas mujeres con los megáfonos, corearon:

Las niñas las niñas las niñas no se tocan
Las niñas las niñas las niñas no se violan
Las niñas las niñas las niñas no se tocan
Las niñas las niñas las niñas no se violan

Mientras hombres y mujeres gritaban las consignas, las hermanas de Salomé Torres y Stephanie Altamirano, Sofía y Andrea, extendieron una cinta plástica de Peligro a lo largo de la fachada del gimnasio Ecuador —una edificación gris, con decenas de ventanas pequeñas, con letras azules despintadas que dicen “Ecuador, Gimnasia Olímpica Rítmica” y a cada extremo “Aeróbicos” y “Pesas”. Los gritos no pararon. 

Gimnasio cerrado
Alcides condenado
Gimnasio cerrado
Alcides condenado

En una de las puertas blancas metálicas al extremo del gimnasio, las mamás de Salomé y Stephanie, Ximena Caiza —con una bufanda fucsia como el color de la campaña— y Mery Herrera, quitaron el plástico del cartel que era una gran calcamonía y la pegaron sobre las rejas. 

abuso sexual dentro de gimnasio de Quito

Los padres y hermanas de Salomé Torres y Stephanie Altamirano pegaron carteles en la puerta del gimnasio donde habrían ocurrido los abusos sexuales. Fotografía de Isabela Ponce para GK.

Enseguida Rubi Torres y Óscar Altamirano —papás de Salomé y Stephanie— hicieron lo mismo en la puerta del otro extremo. Más personas se acercaron a colocar los tubos de los que salían humo verde y amarillo. La clausura simbólica del gimnasio, con las cintas carteles humo y gritos había terminado. 

Basta, basta, basta de proteger
A los agresores que compran el poder
Basta, basta, basta de proteger
A los agresores que compran el poder

Sofía Torres leyó un último texto en el que dijo que “por más de treinta años niñas y adolescentes habían estado expuestas a agresiones de todo tipo en este lugar”. Nombró a Stephanie, Salomé, Verónica, Karen y María —entrevistadas para la investigación que destapó el caso— y también a Doménica, Silvia y Andrea, tres mujeres que luego de la publicación se contactaron con quienes promueven la campaña #SeremosLasÚltimas para contar que también habían sido abusadas por Alcides Patiño, el dueño y entrenador del gimnasio Ecuador. 

Gimnasio Ecuador fue cerrado simbólicamente

Óscar Altamirano, el padre de Stephanie, conversó con los medios después del cierre simbólico del gimnasio. Fotografía de Isabela Ponce para GK.

Sus testimonios siguen anónimos y sus identidades reservadas. “Hay que respetar los tiempos que se demoran las sobrevivientes de abuso sexual en contar lo ocurrido”, dijo Rubi Torres cuando una periodista le preguntó quiénes eran las nuevas denunciantes que se habían acercado en las últimas dos semanas. Las preguntas de los medios duraron cerca de diez minutos. “¿Podría decir que con este cierre siente paz?”, le preguntó un periodista a Óscar Altamirano, el padre de Stephanie. Desde el 10 de julio de 2019, cuando se publicó la investigación, la Fiscalía no se ha pronunciado sobre el caso. “Paz sentiré cuando el agresor sea juzgado por las leyes y nunca más le pase esto a una niña”, respondió.