Nicolás Maduro prestó su segundo juramento presidencial el 10 de enero de 2018. La multitud que saludó su primer triunfo, en 2013, no estuvo para celebrar el nuevo mandato. Solo un pequeño grupo de simpatizantes flameaban, sin mucho entusiasmo, pequeñas banderas, afuera de la Corte Suprema de Venezuela.

El nuevo período de Maduro se extenderá hasta 2025, después de ganar en 2018 una elección que los países de la región calificaron de ilegítima.

Maduro y Hugo Chávez, su predecesor, encabezaron el colapso del que alguna vez fue el país más acaudalado de Latinoamérica. La economía de la nación sigue desbaratándose a un ritmo alarmante.

La violencia y el hambre se han vuelto problemas distintivos de los años posteriores al momento en que tomó el cargo. La inflación está por los cielos. El éxodo de los venezolanos ha alcanzado niveles sin precedentes.

El creciente aislamiento de Venezuela fue evidente en la Corte Suprema, donde Maduro juró su segundo mandato el 10 de enero de 2018. Los presidentes de  Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua asistieron al acto. Representantes de China, México y Turquía también estuvieron presentes.

Sin embargo, hubo ausencias notables. No llegaron los representantes de la Unión Europea, ni de los Estados Unidos. Tampoco estuvo ninguno de los miembros del Grupo de Lima, un conjunto de 13 países latinoamericanos más Canadá creado para encontrar una solución a la crisis venezolana y que dijo que no reconocería la legitimidad del nuevo mandato de Maduro. La OEA dijo que tampoco consideraría legítimo el nuevo período del sucesor de Chávez.

Sin embargo, incluso mientras su país está lidiando con una crisis humanitaria provocada por este colapso, Maduro se ha aferrado al poder.

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Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, asumió un segundo periodo el 10 de enero de 2019. Fotografía de Meridith Kohut para The New York Times

¿Cómo es que Maduro fue reelecto en condiciones tan desesperadas?

La reelección de Maduro en mayo de 2018 fue muy cuestionada. Hubo informes de coerción, fraude e irregularidades electorales.

Llegó al poder después de una votación extraordinaria tras la muerte de Chávez en 2013, quien lo designó como su sucesor.

Pero para cuando llegó la elección de 2018, la economía de Venezuela se había desplomado a niveles nunca antes vistos como resultado de la mala gestión y la corrupción. El país estaba en medio de una crisis.

A pesar de ello, los funcionarios electorales dijeron que Maduro obtuvo el 68% de los votos. De hecho, puede que el estado caótico del país y la desesperación de los electores pobres hayan contribuido a que Maduro mantenga el control.

Los representantes del partido de Maduro dieron seguimiento a los que votaron con el registro de su “carné de la patria” —o tarjeta de beneficios nacionales. También prometieron ayuda y alimentos subsidiados por el gobierno en caso de que resultara reelecto.

Los observadores independientes internacionales no pudieron presenciar el proceso. Una campaña contra los opositores provocó que muchos fueran incapaces de participar. Los líderes de la oposición llamaron a boicotear la elección. Esta situación, combinada con la decepción de muchos antiguos simpatizantes del gobierno, hizo que la participación fuera excepcionalmente baja: menos de la mitad de los electores del país pusieron su voto en las urnas.

Se ha informado de manera exhaustiva que Maduro aplastó a la disidencia y persiguió a la oposición. Según Human Rights Watch, desde 2014 se han documentado cientos de agresiones contra los opositores del gobierno. Entre ellas, al menos 31 casos de tortura.

Más de 12 mil 800 personas han sido arrestadas por estar relacionadas con manifestaciones en contra del gobierno, de acuerdo con Foro Penal, una organización venezolana de derechos humanos. Entre los apresados se cuentan manifestantes, transeúntes y personas que fueron detenidas en sus casas sin órdenes judiciales.

El miércoles 9 de enero de 2018 ambas organizaciones emitieron un informe que detalla la detención y tortura de militares acusados de conspirar contra el gobierno.

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Pacientes en una pequeña clínica en San Félix, Venezuela. Fotografía de Meridith Kohut para The New York Times

¿Qué tan fuerte es su control del poder?

A pesar de las críticas internacionales y de la crisis nacional, Maduro se ha ganado la lealtad de las poderosas fuerzas militares del país al otorgarles a sus líderes el control de las industrias de los alimentos y el petróleo, así como de las regiones mineras más lucrativas.

Ricardo Sánchez, de 35 años, es miembro de la poderosa Asamblea Constituyente, una nueva legislatura creada por Maduro, encargada de reescribir la Constitución del país. Sánchez dijo que el apoyo al partido era más fuerte que nunca.“Estamos convencidos de que la mayoría de la gente que votó por el presidente en mayo está unida actualmente con lealtad y disciplina para estar con Nicolás Maduro durante seis años más”.

Sin embargo, hay señales claras de que cada vez se vive un mayor descontento.

Las deserciones recientes incluyen la de Christian Zerpa, juez de la Corte Suprema leal al gobierno. Escapó a Estados Unidos, dijo que Maduro era incompetente y que las elecciones fueron injustas.

En agosto de 2018, Maduro fue, supuestamente, blanco de un extraño ataque con drones. Además, ese mismo año, y de acuerdo con funcionarios estadounidenses, el gobierno de Donald Trump mantuvo reuniones secretas con militares rebeldes venezolanos. El gobierno estadounidense habría evaluado planes para derrocar a Maduro, aunque finalmente habría decidido no ayudar a los conspiradores.

Las sanciones internacionales y la caída de la producción de petróleo han debilitado aún más la de por sí frágil economía venezolana. El gobierno estadounidense anunció nuevas sanciones contra altos mandos del gobierno involucrados en una estratagema de intercambio de divisas con la que obtuvieron miles de millones de dólares del tesoro. La decisión fue la más reciente en una campaña del gobierno de Trump para presionara Maduro en el inicio de su nueva presidencia.

La oposición del país perdió gran parte de su poder como resultado de la persecución emprendida por el gobierno y el exilio forzado de algunos de sus personajes más prominentes. Sin embargo, la elección de Juan Guaidó como nuevo presidente de la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, renovó los llamados a que Maduro sea retirado del cargo.

“Vamos a representar efectivamente al pueblo”, dijo Guaidó, “y tenemos planes de llamar al pueblo a la calle en legítima protesta”.

¿Quién lo apoya todavía?

Maduro ha encontrado algunos aliados en la región. Entre ellos Evo Morales, presidente de Bolivia, quien asistió a la investidura presidencial.

Además, Andrés Manuel López Obrador, nuevo presidente de México, invitó a Maduro a su toma de posesión. AMLO, como se lo conoce, ha adoptado una postura más amigable con Venezuela, a diferencia de su predecesor.

Rusia sigue siendo un firme aliado venezolano. El presidente Vladimir Putin expresó su apoyo a Maduro durante una reunión en diciembre de 2018 en Moscú. Un año antes, Rusia aceptó reestructurar unos 3000 millones de dólares en préstamos para evitar que Venezuela cayera en mora.

El país también recibió apoyo financiero de China. Después de que Maduro visitara Pekín en septiembre de 2018, aseguró 5000 millones de dólares en préstamos.

Dentro del país, los gobernadores leales al chavismo, descritos de esa manera debido a su apoyo a las políticas revolucionarias de Chávez, respaldaron en una conferencia de prensa a Maduro. Héctor Rodríguez, gobernador del estado de Miranda, denunció a los críticos de Maduro. Instó a la oposición a que “reconsidere” sus críticas contra el líder.

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Simpatizantes del gobierno en un mitin político de Nicolás Maduro en Caracas. Fotografía de Meridith Kohut para The New York Times

Aun así, la reelección de Maduro ha recibido una condena generalizada en el mundo. El grupo de los 13 instó a Maduro a entregarle el poder a la Asamblea Nacional hasta que pueda llevarse a cabo otra elección para restaurar la democracia.

Maduro respondió a las críticas en una cadena nacional. Dijo que Washington había ordenado un golpe de Estado contra su gobierno, y que el Grupo de Lima apoyaba al gobierno estadounidense para coordinarlo.

¿Cuál es el impacto que sufren los venezolanos?

La vida diaria en Venezuela se ha vuelto irreconocible en comparación con lo que era hace tan solo unos años. Alguna vez el gobierno construyó casas, clínicas y escuelas para los más pobres como parte de su política. Sin embargo, ahora la gente no puede satisfacer sus necesidades más básicas.

El sistema de salud del país colapsó. Muchos se quedaron sin acceso a medicamentos que pueden salvarles la vida. El hambre es un problema común. Los estantes de las tiendas de abarrotes siguen vacíos.

Por si fuera poco, no parece que las condiciones mejoren. El Fondo Monetario Internacional predice que la tasa de inflación de Venezuela alcanzará los 10.000.000 de puntos porcentuales en 2019. El venezolano se convertirá en uno de los peores casos de hiperinflación de la historia moderna.

Más de tres millones de personas han escapado de Venezuela desde 2014, de acuerdo con la agencia de migración de las Naciones Unidas, desatando una crisis regional.

Algunos de los ciudadanos que siguen en el país han llegado a un punto de quiebre. Margarita Uzcategui, de 64 años, que vive en el que solía ser un vecindario próspero de Caracas, describió la escasez de agua y los recortes al servicio eléctrico que pueden durar hasta doce horas. “Jamás imaginé que tendría que vivir así”, dijo.

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Venezolanos almuerzan en un comedor gratuito administrado por la Iglesia católica en las afueras de Caracas. Fotografía de Meridith Kohut para The New York Times

Aunque cree que el gobierno le ha fallado, dijo que tampoco confía en la oposición. “Para mí, este es el final. Esto debe acabar. Si estamos viviendo así ahora, imagínense cómo será en seis años más”, dijo Uzcategui. “No tendremos comida, agua ni electricidad. Que Dios nos ampare”.


©The New York Times 2019