Cuando subió al escenario, luego de escuchar el nombre de su película, The Zone of Interest, el realizador inglés Jonathan Glazer tenía un discurso escrito. Ganarse el Oscar a Mejor Película Internacional no era cualquier cosa, sobre todo porque con la exposición mundial de un espacio como los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas , Glazer tenía algo que decir.

Lo dijo, en concordancia con lo que su película muestra.

Le temblaban las manos que sostenían un papel del que leyó lo siguiente: 

“Todas nuestras decisiones se tomaron para reflexionar y confrontarnos en el presente, no para decir mira lo que hicieron entonces, sino más bien mira lo que hacemos ahora. Nuestra película muestra hacia dónde conduce la deshumanización en su peor momento. Ha dado forma a todo nuestro pasado y presente. En este momento, estamos aquí como hombres que refutan su judaísmo y el Holocausto secuestrado por una ocupación que ha llevado al conflicto a tantas personas inocentes. Ya sean las víctimas de octubre, ya sean las víctimas del 7 de octubre en Israel o el actual ataque a Gaza, todas las víctimas de esta deshumanización, ¿cómo resistimos?”.

The Zone of Interest  es un filme que cuenta el día a día de la familia de Rudolf Höss, quien era el nazi responsable del campo de concentración de Auschwitz, en Polonia. Él y todos los suyos vivían junto al recinto. Mientras los vemos resolver sus problemas diarios, Glazer hace un trabajo magistral al contar el horror a través de los sonidos de disparos, gritos y alarmas que vienen desde Auschwitz, ante unos Höss completamente impávidos.

Acostumbrados a ese terror, normalizando lo horrible del ser humano, deshumanizando a, principalmente, los judíos detenidos en el sitio. A quienes llevan a morir en las cámaras de gas. 

The Zone of interest  llegó a exigir al público otra forma de ver películas y a gritarnos en la cara. 

Luego de su discurso, Glazer recibió aplausos. Estaba acompañado del productor James Wilson y del productor ejecutivo Len Blavatnik, un millonario ucraniano, judío como Glazer, que ha entregado ua gran cantidad de dinero al Partido Republicano de Estados Unidos porque es fanático de Donald Trump. Además, los medios han asegurado que Blavatnik es amigo cercano de Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel. 

El director inglés no dio declaraciones adicionales a los medios una vez que salió del escenario.

De ahí, todo explotó. Decenas de declaraciones en redes sociales, textos de opinión en medios, cientos de post en cuentas de la red de blogs Medium y varias notas que recopilaban las reacciones de rechazo a sus palabras. 

Llegó a circular una carta abierta firmada, desde el 13 de marzo de 2024 hasta el momento, por 500 personalidades judías ligadas a Hollywood, rechazando abiertamente las palabras de Glazer.

El texto de la carta, suscrita por gente como las actrices Jennifer Jason-Leigh y Debra Messing, el director Eli Roth y las productoras Amy Pascal y Amy Sherman-Palladino, dice, entre otras cosas: “Rechazamos que nuestro judaísmo sea secuestrado con el fin de establecer una equivalencia moral entre un régimen nazi que trató de exterminar a una raza de personas, y una nación israelí que trata de evitar su propio exterminio”.

Continúa: “Cada muerte de un civil en Gaza es trágica. Israel no ataca a los civiles. Su objetivo es Hamás. En el momento en que Hamás libere a los rehenes y se rinda, terminará esta desgarradora guerra. Esto ha sido así desde los ataques de Hamás del 7 de octubre. El uso de palabras como «ocupación» para describir a un pueblo judío que defiende una patria que se remonta a miles de años y que ha sido reconocida como Estado por las Naciones Unidas, distorsiona la historia”. 

Sobre las consecuencias del discurso de Glazer, el contenido de la carta es más duro, ya que afirma que las palabras del director buscan dar “crédito al moderno libelo de sangre que alimenta un creciente odio antijudío en todo el mundo, en Estados Unidos y en Hollywood. El actual clima de creciente antisemitismo no hace sino subrayar la necesidad del Estado judío de Israel, un lugar que siempre nos acogerá, como no lo hizo ningún Estado durante el Holocausto que se describe en la película del Sr. Glazer”.

Voces a favor de Glazer

Quizás una de las más fuertes voces a favor de Glazer es la del guionista y dramaturgo Tony Kushner, autor de Angels in America que luego se volvió un a miniserie de HBO y responsable del guion de The Fabelmans, película de Steven Spielberg que, basada en la vida del cineasta, realiza una precisa y puntillosa denuncia del antisemitismo. 

En una entrevista que se publicó el 18 de marzo de 2024, en el podcast del diario israelí Haaretz, cuando le preguntaron si estaba de acuerdo o no con el discurso de Glazer, dijo lo siguiente: “Por supuesto. Quiero decir, ¿quién no? Lo que está diciendo es tan simple. Está diciendo: El judaísmo, la identidad judía, la historia judía, la historia del Holocausto, la historia del sufrimiento judío no deben utilizarse en una campaña de… como excusa para un proyecto de deshumanizar o masacrar a otras personas”.

El guionista desarrolló más la idea: “Se trata de una apropiación indebida de lo que significa ser judío, de lo que significó el Holocausto, y [Glazer] lo rechaza. ¿Quién no está de acuerdo con eso? ¿Qué clase de persona piensa que lo que está ocurriendo ahora en Gaza es aceptable?”.

Un sentimiento que también ha sido compartido por otras personalidades, como la banda inglesa Massive Attack y la actriz Zoe Kazan, que en su cuenta de X —antes Twitter— escribió en varios posteos que estaba «un poco sorprendida de que cualquiera que haya visto The Zone of Interest pueda escandalizarse por lo que Glazer dijo en los Oscar (…) [siendo] una película tan rigurosamente decidida a no permitir que su público escape al sentimentalismo o a la autocomplacencia, que en su lugar vuelve un espejo, pidiéndonos que nos miremos y pensemos (…) que la persona que hizo esa película podría pedirnos lo mismo mientras acepta un premio por su trabajo (…) me entristece tanto que esto pueda considerarse siquiera una postura política».

Quizás el gran espaldarazo a Glazer llegó de la mano de Piotr M. A. Cywiński, director del Auschwitz Memorial, quien a través de la cuenta oficial de la institución se refirió al tema:

“En su discurso de aceptación del Oscar, Jonathan Glazer lanzó una advertencia moral universal contra la deshumanización. Su objetivo no era descender al nivel del discurso político. Los críticos que esperaban una postura política clara o una película exclusivamente sobre el genocidio no captaron la profundidad de su mensaje. The Zone of Interest no es una película sobre la Shoah. Es, ante todo, una profunda advertencia sobre la humanidad y su naturaleza».  

¿Qué significa todo esto?

Existe una dificultad intrínseca cuando, en cualquier discurso o análisis, se entra en el terreno del Holocausto. Por varias razones. Entre ellas, el antisemitismo, como una realidad que sigue presente entre nosotros.

El odio a los judíos es histórico, hay demasiada información sobre eso. En momentos conflictivos como hoy en día —por lo que sucede en Gaza—, el antisemitismo encuentra el terreno para crecer. 

Ha pasado otras veces. El Holocausto fue la evidencia de que la humanidad es cruel y despiadada. Se dio en un momento en que el ser humano podía dejar registro de sus atrocidades mediante la fotografía y el celuloide. No han pasado ni 100 años de eso.

La herida está ahí. Sigue siendo problemática. Sobre todo porque hoy existe un Estado de Israel que tiene todo el derecho de tener un territorio, ya que la forma que la civilización encontró para que no se repitiera la atrocidad del Tercer Reich fue dar un espacio a los judíos, de manera oficial. Sin embargo, el pueblo palestino también tiene el derecho a tener un territorio.

Desde el 14 de mayo de 1948, cuando se declaró oficialmente la independencia del Estado de Israel, se terminó por resquebrajar una zona que siempre estuvo en ebullición.

Por ende parece imposible congeniar la realidad y sus discursos con las perspectivas de cada bando. No importan los argumentos, solo tiene sentido tener la razón.

En Eichmann en Jerusalén, un reporte sobre la banalidad del mal, publicado en 1963, la filósofo alemana judía Hannah Arendt, se atrevió a reflexionar sobre algunos temas relacionados con el Holocausto, en el marco del juicio a Adolf Eichmann —considerado uno de los responsables y ejecutores del Holocausto judío por parte del régimen nazi—, que se realizó en Israel en 1961, el que ella cubrió como corresponsable para el New Yorker.

Arendt —que en 1933 consiguió huir de la Alemania en la que Adolf Hitler estaba acaparando el poder— reportó el acontecimiento. Pero hizo algo más. Reflexionó sobre lo que vio y escuchó y su perspectiva pidió algo que aún ahora es complicado: pensar.

Arendt llegó a decir varias cosas difíciles, como que la detención de Adolf Eichmann en Argentina —donde había escapado— y su traslado a Israel fueron ilegales; que el juicio era un show porque Eichmann se convertía en la única figura del nazismo, relacionada con el Holocausto, a la que se podía enfrentar en persona en territorio de Israel. 

Escribió sobre el posible apoyo de judíos para detener a otros judíos y hasta controlarlos en los ghetos, algo que se ha estudiado en decenas de obra desde entonces.

Sin embargo, lo más profundo de Arendt fue que luego de escuchar a Eichmann en el juicio desarrolló una idea a la que llamó “la banalidad del mal”. 

Con esa idea destrozaba el sentido generalizado de que los nazis fueron tipos que encarnaban la maldad,  monstruos absolutos. Para Hannah Arendt, Eichmann fue alguien cualquiera dentro de una maquinaria dedicada a matar, una persona eficiente dentro del sistema, que cumplió su misión a la perfección, convencido. 

Ese era el verdadero mal.

Arendt dijo que ese “monstruo” era un ser humano normal como cualquier otro. El horror era ese. Para la filósofa, Eichmann no era un fanático, ni un psicópata, era solo alguien que tenía un sentido de deber que cumplir, como ciudadano. Por eso su falta de culpa o de aceptar su responsabilidad de lo que había hecho-.

Hasta esta época, la figura de Hannah Arendt es criticada, acusada de ser una judía alemana que odiaba a los judíos de Europa Oriental, de culpar a las víctimas, de mentir, de no haber asistido al juicio, entre otros señalamientos. Lo cierto es que un pensamiento como el de ella, en contra de lo que asumía la mayoría sobre quienes llevaron adelante el Holocausto, iba a ser problemático.

Ese problema continúa, 60 años después.

Glazer no es Arendt, desde luego. Su apuesta es menor y más directa. En su discurso redondeó la idea de su película. 

No hay buenos y malos en The zone of interest,  hay gente que normalizó el horror a otros. Su discurso en los Oscar, en el fondo, más allá de las razones que existan sobre por qué Israel hace lo que hace, no ha buscado negar nada, sino trascender hacia lo más importante: no nos podemos permitir deshumanizarnos en ninguna circunstancia. 

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Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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