El Jefe es una canción con un discurso claro. Habla sobre el fin de los sueños del progreso, de que de nada sirve estudiar porque eso no te lleva a nada si naciste pobre, de que los jefes explotan, de que ellos pagan mal mientras se ahogan en riquezas. De que la tan repetida “mentalidad de tiburón” no sirve para un carajo. Y ese discurso tiene sentido para la banda Fuerza Regida. Pero para Shakira, esta canción —y su respectivo video— es inconsistencia pura.

Este corrido es perfecto como producción. Las guitarras suenan completamente definidas, las trompetas están al fondo generando los arreglos absolutamente tristes y el contrabajo da la pauta del ritmo. Las voces de Jesús Ortiz Paz y de Shakira están adelante, porque son los protagonistas.

Pero no lo son.

Es decir, los miembros del grupo de música regional mexicana, que se originó en California, son capaces de sostener la representación de lo que la canción dice. De lo que el video musical muestra.

Shakira no lo puede hacer. Es imposible que lo haga. El Jefe sería la versión de Shakira del meme de Rossana Queirolo y el “Me dueles Ecuador”. En este caso: “Me dueles Latinoamérica”.

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En El Jefe hay dos perspectivas: la del obrero pobre que se está esforzando pero no va a importar su esfuerzo, y la de la mujer que habla sobre lo que le pasa a ese obrero —y que intercala situaciones propias, que no necesariamente están relacionadas. 

Cuando el cantante de Fuerza Regida interviene, el discurso de la canción es contundente. Luego entra la colombina y la situación se vuelve incómoda.

Y no porque una vez más haga referencia a las situaciones personales que le tocó vivir con su separación del jugador Gerard Piqué: menciona a su ex suegro y nombra a la niñera de sus hijos —Lili Melgar—, a quien, asegura Shakira, su ex no le pagó la liquidación luego de despedirla.

Hay algo que no tiene sentido para Shakira, y es una gigante red flag.

Shakira y lo que ella representa

Shakira, con una fortuna estimada en 300 millones de dólares, aparece en una de las primeras escenas del video musical subida en la parte superior de lo que parece La Bestia o el Tren de la Muerte. Esa red de trenes en México suele llevar de manera ilegal y peligrosa a migrantes latinoamericanos a Estados Unidos —aproximadamente 500 mil al año. 

Hay varias formas de interpretar esa imagen. Y ninguna es favorable para la colombiana.

Porque, de seguro, siendo una de las personas más conocidas en el mundo, para ella lo más sencillo de cualquier viaje debe ser la oficina de migración. Ella no tiene que entrar de manera irregular a ningún país. 

Y si bien el video es un juego de ficción, ella misma se ha encargado de desbaratar esa idea al hablar de su ex suegro y al nombrar a Lili Melgar. 

Hay que asumir que las producciones artísticas se leen en función de lo que ellas mismas exponen. Las claves de cómo leer lo que sucede en el video musical y en la canción están ahí dentro. Por eso, siendo una artista que todavía está en problemas con el fisco español —hay hasta dos demandas—, en una canción en la que se canta: “Tengo un jefe de mierda que no me paga bien / Yo llego caminando y él en Mercedes Benz”, la disonancia cognitiva es gigante.

Porque Shakira, si quiere, puede rodar en un Mercedes Benz. 

¿Es posible creer lo que quiere decirnos en una canción que, en el fondo, habla sobre la explotación laboral? Esto no significa que Shakira sea una explotadora, o que la gente con mucho dinero no sea capaz de mirar más allá de su burbuja. Lo que sucede aquí es que hay una representación clara de cierta parte del establishment en ella. Y aquí pone en ejercicio una estrategia de marketing que va a funcionar a la perfección.

Porque todos vamos a escuchar una y otra vez una canción que suena bien, con momentos absolutamente pegajosos. 

Es la fórmula que sigue usando: un tipo de crítica directa, utilizando un género de moda, para romperla en vistas y en escuchas. Quizás lo único realmente importante en este momento. La cantante está repitiendo lo que ha venido haciendo con géneros urbanos como la bachata, el trap y el reguetón.

Con una pequeña referencia a la crisis personal que le tocó vivir con el rompimiento de su relación en pareja.

El Jefe no es una mala canción. Para nada. De vez en cuando es necesario un discurso así, bañado en nihilismo y plagado de una fuerza punk, como pocas veces se escucha. Pero aquí eso falla, es sólo superficial, una excusa.

Shakira no es ni siquiera capaz de decir “hijo de puta” en la canción. Una expresión que es cantada dos veces antes por Jesús Ortiz Paz. Si eso no significa ser parte del establishment, ya no sé qué podría serlo. 

Eduardo Varas 1 150x150
Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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