Referirse al cuerpo de una mujer o como luce su cabello, en vez de su trayectoria o el trabajo que hace, es uno de los tipos de violencia política que ocurren con frecuencia en Ecuador.

Según el estudio Violencia Política contra las Mujeres en el Ecuador esta se ejerce cuando una mujer es impedida o criticada al ejercer poder político, solo por ser mujer. La violencia de género en la política en contra de las mujeres causa que haya bajos niveles de participación durante las elecciones. En Ecuador, las brechas de género más significativas, detalla el mismo documento, se dan a nivel municipal y de prefectura.

Los resultados de las últimas elecciones seccionales, en febrero de 2023, son un ejemplo. De las 186 candidaturas para las prefecturas de 23 provincias solo 46 fueron mujeres (24,7%). De las 1.539 candidaturas a las alcaldías de 221 cantones, solo 470 fueron mujeres (30,5%) frente a 1.079 hombres. 

Aunque las cifras son bajas, el Observatorio Nacional de la Participación Política de la Mujer dice que en 2023 hubo un incremento del 10,9% de participación de las mujeres en las alcaldías, en comparación a 2019. Y en las prefecturas el incremento fue del 13%. 

Mónica Banegas, abogada y miembro del Observatorio Nacional de la Participación Política de la Mujer, explica que es importante entender qué es y qué no es la violencia política de género porque no basta con un insulto para asegurar que sea. 

Para que exista debe afectar su calidad de ser mujer. Es decir, si se le acusa de ineficiente por ser mujer, que le digan que su lugar está en la casa o cuestionar su inteligencia. Pero no sería violencia política que se le acuse de corrupción, ya que no afecta a su calidad como mujer, aclara Banegas.

Según el Observatorio Nacional de la Participación Política de la Mujer,  la violencia política de género se divide en 5 grandes categorías: desinformación y estereotipos de género, difamación, intimidación y abuso, amenazas y acoso. 

Te explicamos qué implica cada una y algunos ejemplos.

Desinformación y estereotipos de género

Es la difusión de “información engañosa o imprecisa para perjudicar la reputación de mujeres que han destacado en el campo de la política, de los medios de comunicación o de cualquier otro lugar de la esfera pública, trazando una narrativa basada en la misoginia y en los estereotipos de género”, dice el manual Tipología y Metodología Sugerida para el Monitoreo de la Violencia Contra las Mujeres en Política. 

Uno de los objetivos de divulgar desinformación de género es alterar la percepción de una mujer— es decir, cómo las personas ven a una mujer que está en política y considerar que está apta para ejercer un cargo público—  y así desincentivar su aspiración de acceder a puestos de liderazgo dentro de la sociedad. En este tipo de desinformación es común que se usen estereotipos de género que plantean una idea preconcebida sobre los atributos o las características (que las mujeres son frágiles o deben cocinar). O los papeles que poseen (ser mamás) o deberían poseer o desempeñar las mujeres y los hombres (doctores).

Banegas recalca que estas acciones tienen como finalidad mostrar que las mujeres son poco fiables en los  cargos públicos, sin la inteligencia necesaria para asumir la responsabilidad que reciben. O también que son demasiado emocionales como para ocupar cargos relevantes. 

Este tipo de violencia política se puede manifestar en cuatro subcategorías. 

Comportamientos domésticos y maternidad

Mónica Banegas explica que los estereotipos refuerzan la falsa idea de que hay una diferencia entre hombres y mujeres en el mercado laboral. Es decir, que el hombre es más adecuado para ejercer cierto cargo que una mujer. 

Uno de los mecanismos que más se utilizan para excluir a las mujeres de la vida pública es la maternidad, ya que se las relega a las actividades de cuidar a los hijos. Y se asume que por dedicarse a estas actividades no podrán desempeñarse bien en su trabajo.

Según el manual Tipología y Metodología Sugerida para el Monitoreo de la Violencia Contra las Mujeres en Política, este tipo de estereotipos son una de las principales causas por las que las mujeres afrontan más obstáculos que los hombres para alcanzar puestos de representación popular, cargos políticos y posiciones de liderazgo. Por ejemplo, si una mujer es  mamá se puede asumir que no tendrá tiempo para cumplir su trabajo por cuidar a sus hijos.

Banegas explica que los rasgos atribuidos al estereotipo de lo masculino se asocian con la esfera pública: el poder, la racionalidad, la fortaleza, el talento y la habilidad. Mientras que los referidos al estereotipo de lo femenino asocian a la mujer con el ámbito privado: la fragilidad, la reproducción y las tareas de cuidado, como cuidar hijos, cocinar, etc.

Por eso, algunas mujeres en la esfera pública han elegido masculinizar sus actitudes o vestimenta. Para ser tratadas con más respeto, por su parecido a los hombres.

Desinformación por profesiones

Como parte de los estereotipos de género es habitual que haya una segregación vocacional por género. Es decir, hay la falsa idea que hay profesiones, espacios y actividades que son mejores para una persona según su  sexo. A esto se le llama división sexual del trabajo.

Estos estereotipos causan que la presencia de mujeres en cargos de toma de poder, dirección y responsabilidad sea minoritaria. Es habitual leer en redes sociales comentarios destinados a las mujeres que participan en política que mejor “se vayan a cocinar a su casa”.

Emociones y temperamento
Otro factor en el que influyen los estereotipos de género es cómo se espera que actúen las personas, dependiendo de su género. Banegas dice que tradicionalmente se espera que los hombres y las mujeres actúen emocionalmente de manera distinta en la vida pública y en la privada, de la mujer se espera que se una madre abnegada, fiel y que socialmente cumpla ciertas normas como vestirse de forma discreta, no salir con hombres.. 

De estas creencias, dice Banegas, nacen acusaciones violentas como que “las mujeres están locas”. Que una mujer “es histérica”, que “está en sus días”, que “no debe mostrar su debilidad llorando en cargos en los que hay que demostrarse fuertes” como es la política.

Apariencia física
Otro tipo habitual de violencia política de género es cuando se resalta el aspecto físico de las mujeres— si es flaca, gorda, si es alta o baja , el maquillaje, la vestimenta, la juventud, si es bonita o no—. 

Estas críticas están enfocadas en alterar la percepción  de la mujer que está en política y hacerla ver como que no está preparada para el cargo y que lo que importa de una mujer es cómo se ve en vez de cómo piensa y lo que puede lograr a través de su trabajo. 

Lo que buscan quienes atacan a las mujeres es resaltar que está en un puesto político por su belleza y no por sus capacidades. 

 Difamación

Según el mismo manual, la difamación se caracteriza por la difusión de información falsa que afecta el honor de otra persona, en este caso de la mujer que participa en política. 

La difamación es un acto que “lesiona la dignidad, el honor o la reputación de otra persona física o moral difundiendo informaciones que no son verídicas. El principal objetivo de difamar a alguien es exponer a la persona al odio o desprecio público”, explica el documento. En el caso de las mujeres, muchas veces se las difama para poner en tela de duda sus capacidades para ejercer un cargo a través de humillaciones que la denigran como mujer.

Intimidación y abuso
Este tipo de violencia se genera cuando una persona atemoriza o genera miedo a otra para que haga algo que va en contra de su voluntad. 

Por lo general sucede cuando hay un desequilibrio de poderes, ya sea real o percibido, y la agresión se repite varias veces o tiene muchas posibilidades de que se repita, explica el  el manual. 

Dentro de esta categoría existen tres tipos de intimidaciones:

Discurso de odio
Es cuando una persona  dice expresiones que promueven el odio, la discriminación o la violencia hacia un grupo basándose  en su género. Se puede manifestar en forma de comentarios, palabras o acciones que denigran, humillan o menosprecian a alguien por su género.

También se puede expresar a través de imágenes, dibujos animados, ilustraciones, memes, etc.

Humillaciones
Son acciones o comportamientos que buscan denigrar, avergonzar o menospreciar a una persona debido a su género en el ámbito político. Es una forma de violencia que se dirige específicamente hacia mujeres u otros géneros minoritarios en el contexto político.

Insultos
Son una forma de agresión que busca silenciar o deslegitimar a una persona.

Amenazas
Según el manual Tipología y Metodología Sugerida para el Monitoreo de la Violencia Contra las Mujeres en Política, la amenaza es el acto de amedentrar u hostigar a una persona, en este caso a una mujer que participa o quiere participar de la vida política. 

Las amenazas son una forma de violencia psicológica que busca infundir temor a través de mensajes o actos que amenacen poner en riesgo o violenten la integridad física de una persona. Para evitar, de esta manera, que las mujeres candidatas, electas, designadas o en ejercicio de la función político o pública acorten, suspendan o se restrinjan en sus funciones inherentes a su cargo.

Dentro de esta categoría existen cuatro tipos de amenazas:

De muerte
Una mujer que participe en política puede ser amenazada de muerte por buscar participar en este ámbito. Las amenazas también pueden ser contra sus seres queridos.

De violencia
Puede ser cualquier tipo de violencia: patrimonial —que la mujer asuma deudas y obligaciones de forma injusta, destruir bienes personales de la mujer, restringir el acceso a recursos económicos o impedirle que trabaje—, simbólica —se utilizan normas o discursos que reproducen y refuerzan relaciones de poder desiguales como son los estereotipos— y psicológica.

De violencia física
Es cualquier amenaza que tenga la intención de causar daño físico, lesiones o la muerte a la mujer que ha decidido participar en política

De violencia sexual
Es cualquier acto en el que una persona utiliza la fuerza, la coerción o la intimidación para someter a otra persona a un acto sexual no consensuado o no deseado, que van desde toqueteos hasta la violación.

Acoso

 Se caracteriza porque una persona es perseguida con insistencia y empeño para molestarla, atosigarla y hostigarla, explica el manual. Los  principales actos que se realizan para acosar a una persona son: espiar y perseguir a la víctima, llamarlas y amenazarlas.

Dentro de esta categoría existen 4  tipos de acosos:

Cibernético
Es cuando se intimida, atemoriza a una mujer que está o quiere participar en la escena política a través de plataformas digitales de mensajería instantánea, redes sociales o plataformas de juegos.

Trolling
Es la práctica de mandar mensajes ofensivos y perturbadores en redes sociales, en especial Twitter por ser una plataforma en donde se discute de política, para generar reacciones emocionales negativas.

Según el manual Tipología y Metodología Sugerida para el Monitoreo de la Violencia Contra las Mujeres en Política los trolls alimentan el linchamiento digital que busca “dañar la imagen del destinatario o difundir noticias falsas”, en este caso de mujeres que buscan trabajar en política. 

Además, los “comentarios se refieren poco o nada al contenido de un mensaje o discusión, sino que se trata de insultos salvajes, provocación pura y ataques personales contra otros usuarios o personas”, explica el documento.

Las citas y el contenido se sacan de contexto, se tergiversan y se hacen afirmaciones que no se pueden corroborar con una fuente acreditada. 

Pornovenganza
Es cuando una persona utiliza fotografías o videos privados, que fueron tomados en la intimidad, para publicarlos en redes sociales o plataformas web sin el consentimiento de la otra persona.

Swatting
Es un tipo de broma pesada que consiste en engañar a un servicio de emergencia. “Es básicamente una llamada a la policía u otros servicios de emergencia dando un aviso falso de un incidente grave, en este caso de la mujer que trabaja en política, así metiéndola en problemas, ya que estos hechos son sancionados por la ley”.
 

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Liz Briceño Pazmiño
Periodista. Ex reportera de GK. Ha publicado en El Mundo (España) y Axios(EE.UU). Es becaria del International Center for Journalists (ICFJ). Máster en Producción, Edición y Nuevas Tecnologías Periodísticas. Cubre migración, derechos humanos y economía.
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