Esta semana recibí un regalo inusual: envueltas con cuidado en una bolsita beige, una amiga me regaló, como tesoro preciado, dos bananas listas para ser exportadas a Japón con la promesa de ser distintas a las que he estado acostumbrada a comer.

flecha celesteOTROS HAMACAS

— No creo que sean tan diferentes — pensé mientras recibía el regalo y escuchaba sus historias sobre bananas japonesas enteramente comestibles que cuestan casi diez dólares cada una, sandías cuadradas o en forma de corazón y otras frutas tremendamente costosas. ¿Que qué?

Pero mi amiga tenía razón: las bananas de la bolsita eran perfectas. Un color amarillo uniforme que destellaba luz, el olor inmediato a banano fresco apenas las saqué de la bolsa, el tamaño preciso para una deliciosa porción dulce y una textura sedosa suavecita que parecía acariciar mi paladar.

Las bananas son una de las frutas más importantes en Japón. De hecho, en los años 60, las bananas se consideraban un obsequio especial: la gente solía comprar solo una para regalar en ocasiones especiales. Regalar fruta es un importante símbolo de respeto en Japón, así que me sentí muy halagada con semejante obsequio.

Comiéndolas, en el desayuno con Jaime, pensé en cómo un alimento tan cotidiano para algunos es un tesoro para otros y me resultó fascinante pensar como algo tan simple y universal a la vez puede conectar lugares tan lejanos y distintos. Como si el banano, guineo, plátano (o como estén acostumbrados a llamarlo) fuera una puertita a un universo paralelo, con dimensiones alternativas casi parecidas, pero diametralmente opuestas.

Cerré los ojos y disfruté, como alguien en Japón  lo haría, de una banana sedosa y dulcita que me alegró el día.

¡Buen provecho!

Pan de plátano

8 porciones / 50 minutos

Ingredientes:

1 barra de mantequilla fría, más para engrasar el molde
¾ taza de azúcar morena 
2 huevos, a temperatura ambiente
5 plátanos muy maduros 
2 tazas de harina 
1 cucharadita de bicarbonato de sodio
¼ cucharadita de sal
  1. Calienta el horno a 150 grados. Engrasa ligeramente un molde para pan, de preferencia rectangular. 
  2. Usando una batidora eléctrica, bate la mantequilla hasta que quede suave y esponjosa. Agrega el azúcar y bate por 2 minutos más. Uno a la vez, mezcla los huevos. Luego echa los plátanos hasta que solo queden pequeños grumos.
  3. Revuelve los ingredientes secos y combínalos en la mezcla de plátano hasta obtener una masa uniforme. 
  4. Vierte la masa en el molde engrasado previamente.
  5. Hornea de 55 a 65 minutos, hasta que al insertar un palillo en el centro, este salga limpio. 
  6. Deja enfriar en el molde durante 10 minutos, luego desmolda sobre una rejilla y deja que se enfríe completamente antes de servirlo.
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Gabriela Valarezo
ex directora de arte y gourmand oficial de GK. Dirige Quiero Comer, desde donde, cada sábado, cuenta historias sobre una receta (y nos cuenta cómo preparala).

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