El regreso a clases en las aulas ha tenido demasiados altibajos. Pero hoy, 13 de abril, Día del Maestro ecuatoriano, las aulas de escuelas fiscales, fiscomisionales, particulares o municipales están repletas de los 4 millones de estudiantes y sus más de 215 mil profesores. 

Lejos está aquel 12 de marzo de 2020, cuando las escuelas, colegios y universidades cerraron abruptamente para evitar los contagios de covid-19. Las autoridades dijeron que se suspendían las clases por 15 días pero una quincena se convirtió en 20 meses de ausencia en las aulas, de silencio absoluto en los patios y laboratorios de los colegios. 

Las casas de profesores y estudiantes fueron los salones de clases de Literatura, Matemáticas o Educación Física. Poco a poco, regresaron a las aulas, en especial en el campo, donde no había conexión a internet y era difícil tener un computador o celular para seguir las clases. La vacunación contra el covid-19 permitió que se vuelvan a abrir las escuelas en las ciudades. 

Estas son las reflexiones de cinco profesoras y profesores sobre los días de virtualidad y el regreso a las aulas: 

María Pachón, profesora de Historia de la Unidad Educativa Tomás Moro, Quito 

¿Cómo fue el reencuentro con sus alumnos en las clases presenciales? 

Fue increíble porque fue el momento en el que te vuelves a conectar con la presencia de ellos. 

Un alumno es una persona, todos somos personas que venimos de un mundo y realmente volver a la presencialidad es volver a traer físicamente esos mundos que son los chicos que son parte de una clase. 

Verlos interactuar entre ellos, para mí fue lo más emocionante. Verlos de nuevo en un espacio, compartiendo y tratando de abordar los temas que vemos en clases. 

Llegaron super alegres. Nosotros volvimos a la presencialidad en noviembre y todavía todo seguía bastante rígido, todos querían abrazarse, hablar entre ellos. No era posible expresarse del todo, pero ver esa alegría, ver esas ganas y esas ansías que tenían ellos de estar acá de nuevo, ver a sus compañeros, verlos tan grandes, tan distintos, fue emocionante. 

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¿Qué le motivó para seguir las clases virtuales para evitar el covid-19? 

La motivación era que los chicos sigan aprendiendo, que los chicos no dejen su escolaridad, creo que eso era lo más importante. 

Además, el aprendizaje no solo es una cuestión de aprender contenidos porque si se tratara de eso, podrían aprenderlo solos en su casa, sin la necesidad de un profesor, sino en realidad es el acompañamiento que se hace, la parte que tiene el profesor de guiar los aprendizajes. 

Fue duro porque fue adaptarse, cambiar cómo se vienen haciendo las cosas y tratar de buscar una salida que siga motivando a los alumnos a seguir aprendiendo, mantenerlos atentos, interesados, se convirtió en el reto. 

Roberto Maldonado, profesor de Matemáticas de octavo grado de educación básica del Colegio Particular Terranova, Quito 

¿Cómo fue el reencuentro con sus alumnos en las clases presenciales? 

El reencuentro fue bastante emocionante; creo que a ninguno de nosotros nos sentó bien este encierro, la cuarentena. 

Había mucha expectativa para ver cómo estábamos, muchos de mis alumnos estaban super altos. Más que nada, yo tuve casos en los que no los reconocía. 

Siempre se les vio a través de una cámara o muchas veces ni prendían la cámara, entonces no se les conocía. Fue chévere qué digan ‘profe Roberto’ y no saber quién era. A muchos de mis alumnos ni siquiera los vi porque estuvimos en el encierro y ya pasaron de curso y no los conocí en persona. 

Fue una sensación bastante chévere reencontrarnos con los alumnos. 

¿Qué le motivó para seguir las clases virtuales para evitar el covid-19? 

Creo que siempre la motivación de un profesor es super importante, la vocación, de estar ahí todos los días aprendiendo, sembrando un poquito en los chicos cada día. Sembrar lo que tú impartes, en mi caso Matemáticas, aunque sea un caso de factoreo que esté bien aprendido. 

La motivación es saber que algo están aprendiendo, que tú conoces un poquito más y estás compartiendo con el resto, que ellos sepan utilizarlo de la manera correcta. 

Yo creo que esa es la motivación, no solamente en la pandemia. 

Carlos Bone, profesor de tercer curso de bachillerato técnico de la Unidad Educativa Fiscomisional Pacífico Cembranos, Lago Agrio

¿Cómo fue el reencuentro con sus alumnos en las clases presenciales? 

Nosotros comenzamos las clases presenciales el primero de septiembre. Somos una unidad educativa que oferta el bachillerato técnico. Veíamos la necesidad de los chicos de que tengan los conocimientos prácticos en lo que se refiere a la competencia técnica. 

Por esa razón, con el vicerrector decidimos aportar sacrificando nuestro tiempo con los chicos que vengan a la presencialidad. Obviamente respetando todos los protocolos de bioseguridad impuestos por el COE Nacional, el COE cantonal y los lineamientos del Ministerio de Educación. 

En principio, como técnicos, creíamos que no era conveniente dar clases virtuales. 

En la práctica sabemos que la educación es un proceso holístico y los chicos aprenden haciendo mas no vía virtual. Yo creo que nosotros pedíamos a gritos que las clases sean totalmente presenciales por la situación que teníamos. 

En la Amazonía, nosotros tenemos dos tipos de estudiantes: el estudiante intelectual que va a seguir estudiando y los que no tienen la posibilidad de seguir estudiando. Entonces, también tenemos que enfocarnos también allá. 

Nosotros estamos rodeados de empresas petroleras y por lo general los chicos pretenden insertarse en ese mundo laboral. Desde ese punto de vista, nosotros trabajamos para fortalecer esas competencias. 

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Fotografía cortesía del profesor Carlos Bone.

¿Qué le motivó para seguir las clases virtuales para evitar el covid-19? 

Al principio la motivación fue querer cada día aprender. 

Y aprender de los chicos y aprender por medio de la investigación, de los seminarios, capacitaciones que nos hacía el Ministerio de Educación, el grupo Santillana, la rectora del colegio. 

Eso nos ayudó a motivarnos y a entregarnos. Pero fue difícil porque no estábamos acostumbrados a la tecnología. 

Muchos de nosotros no teníamos un dispositivo o computadora, porque no lo necesitábamos porque en el colegio lo tenemos todo. Fue un poco complicado para nosotros, ingeniamos metodologías y formas para llegar a nuestros chicos para que en medio de la pantalla de la computadora se motive. 

En mi caso que yo doy la clase de motores no es lo mismo indicarle en un gráfico que lo puedo sacar del internet que indicarles en vivo y en directo, indicarle utilizando instrumentos de precisión decirles ‘así se mide, esta es la falla, por eso en esta parte está dañado’. 

El uso de la tecnología sí nos costó un poquito. Fue pasando el tiempo y ya nos fuimos adaptando. 

Yo creo que la pandemia no estuvo totalmente mal, tuvo su lado positivo. Nos hizo recapacitar y pensar que tenemos que estar preparados y tenemos que enfrentarnos a los retos que nos vienen. 

Sergio Paredes, profesor de séptimo grado de educación básica de la Institución Educativa Fiscal Ciudad de San Gabriel, Quito.  

¿Cómo fue el reencuentro con sus alumnos en las clases presenciales? 

Para mí fue una emoción volver a verles, volver a trabajar de manera presencial porque no es lo mismo trabajar tras una pantalla que estar con ellos, estar ahí presentes y darme cuenta cuál es el que está aprendiendo y cuál se me está quedando. 

Desde el 7 de febrero de 2022 ya estoy de manera presencial. 

La primera semana se trabajaba con dos grupos, el primer grupo entraba a la una y salía a las 3 y 40 de la tarde, tenían un receso de 20 minutos y se retiraban a sus domicilios. El segundo grupo entraba a las 4 de la tarde y salía a las 5 y 30 de la tarde. En ese lapso los estudiantes se acoplaron.

La segunda semana, empezamos a trabajar con un solo grupo, hasta que los papitos vayan perdiendo un poquito el temor y vuelvan aquellos estudiantes que no se acogían a la presencialidad estaban de manera virtual. 20 para las 6, nos conectábamos para comenzar con los estudiantes de forma virtual. 

Los papitos fueron dándose cuenta que es mejor trabajar de manera presencial. Ahora estoy con el 100% de mis estudiantes. Trabajo con un grupo de 38 estudiantes de los cuales me siento muy halagado, feliz y contento de estar trabajando con ellos. 

Fue una adaptación muy buena, mis estudiantes se adaptaron muy rápidamente, al inicio con temor como en estos 20 meses que pasamos de la pandemia. Es un poco incómodo estar con la mascarilla, con el gel porque los muchachos a veces no entienden. 

A mí me toca bajarme la mascarilla para que ellos me entiendan, especialmente en Matemáticas. 

Yo muy distante, estoy al frente en la pizarra y en el momento que ya pasó viendo a los estudiantes cómo están trabajando ya me la pongo.

Prefiero la presencialidad, porque ahí me doy cuenta quién avanza y quién se queda, y así tengo que trabajar con mis estudiantes el refuerzo dentro de mi jornada laboral. 

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Fotografía cortesía del profesor Sergio Paredes.

¿Qué le motivó para seguir las clases virtuales para evitar el covid-19? 

A mí me motivaron mis estudiantes. Porque ninguno de ellos tuvo la culpa que nos venga esta pandemia ni tampoco los docentes. 

El mundo entero no se imaginó que íbamos a trabajar de manera virtual, pero bueno estamos para aprender. 

Mis estudiantes son el futuro de nuestra patria, son los futuros jóvenes que serán profesionales en algún momento de su vida, en algún momento dirán que un profesor me enseñó a leer, a escribir con toda la paciencia del mundo. 

El querer es poder. A mí me motivaron muchísimo los estudiantes, los padres de familia porque ellos dan la fortaleza para seguir adelante y para seguir educando a las generaciones venideras. 

Gabriela Castro, profesora de Inicial 2 de la Escuela de Educación General Básica Doctor Luigi Galvani

¿Cómo fue el reencuentro con sus alumnos en las clases presenciales? 

Al ver a los niños de nuevo fue muy emocionante. 

Ellos estaban contentos y nos contagiaron de su alegría, nosotros también estábamos en la expectativa de que ya vuelvan a clases y dentro de todo volver a la antigua cotidianidad. 

Fue muy bonito verles a pesar de las medidas de distanciamiento. 

Los niños de 3 y 4 años son muy afectuosos, quieren abrazar, dar besitos. 

Nos tocó conversar acerca de eso, que ahora no lo podemos hacer así, pero inventarnos saludar con ellos de otra manera, saludarnos con el codito, la pierna o el piecito o simplemente moviendo la manito. 

Ahora pones en práctica las técnicas de grafoplástica técnicas de arte: hacer bolitas de papel, hacer pedacitos de papel con los dedos, pintar con los dedos o con pincel o el dibujo libre

Para mí, como maestra, es gratificante ver que todo lo que se les ha ido impartiendo en la virtualidad lo hayan asimilado y ahora lo pongan en práctica. Verles directamente sus logros por sí mismos, también fue gratificante, como decir ‘al fin los tenemos en las aulas’, y ellos contentos de regresar a ver a sus amigos. 

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Profesora dando clases presenciales. Fotografía cortesía de la profesora Gabriela Castro

¿Qué le motivó para seguir las clases virtuales para evitar el covid-19? 

Me motivó siempre sabiendo que tras la pantalla estaban mis niños esperándome cada mañana. 

También tratar de reinventarnos y de realizar juegos, dinámicas para que se motiven en casita. Así como fue un poco cansado para los profes mucho más para ellos. 

Ellos eran el motivo de levantarnos a seguir dando las clases y continuar, ese fue el lado bueno de la virtualidad. 

Siempre quedábamos en vernos al día siguiente, ‘mañana nos vemos con tal actividad’ como se ha trabajado en presencialidad, en virtualidad seguir el aprendizaje al otro día.

Mayuri Castro Tapia 150x150
Mayuri Castro
Ex reportera de GK, donde cubrió educación, migración interna y los derechos de las mujeres. En 2021 ganó la Mención de Honor en Acceso a la Salud del Premio Roche por el reportaje El consuelo de un país en crisis recae en sus estudiantes de psicología . Fue parte del equipo de Mongabay Latam y GK nominado al premio Gabo 2021 en la categoría texto con el especial Mujeres en la Amazonía: lideresas indígenas que están cambiando el rumbo de sus comunidades.

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