En los años 80 y 90, circulaba un mito entre músicos sobre la banda de rock Van Halen. Decía que la banda tenía una cláusula en su contrato que obligaba al organizador de cada concierto proveerles de los chocolatitos M&Ms en su vestuario pero quitando todos los M&Ms cafés. Para muchos, era un testimonio sobre la vanidad de la banda y la pérdida de contacto con la realidad producto de la fama desbordada. Pero la realidad era otra. Su vocalista, David Lee Roth, lo explicó en 2012: Van Halen fue una de las primeras en elevar la experiencia de los conciertos a través de luces poderosas, elementos de pirotécnica, entre otros elementos. Una mala configuración del escenario podría representar un peligro para sus integrantes. La cláusula de los M&Ms era un señuelo para determinar si el organizador había leído los detalles del contrato. Si llegaran al vestuario y habían M&Ms cafés, sabían que su equipo tenía que hacer una revisión profunda del escenario para asegurar el bienestar de los miembros.
Tal como el caso de Van Halen, la historia que se cuenta sobre el uso de energía de Bitcoin es verdad, pero si no indagamos más, no empezamos a entender la historia completa.
Si sabes algo sobre las criptomonedas, capaz has escuchado que usan la misma capacidad energética que países enteros, como Argentina o Finlandia. Por ende, representan un riesgo para el medioambiente por la emisión de carbono que generan. Es verdad que Bitcoin usa energía —pero decir que es dañina representa una mala comprensión de un tema complejo.
Hay matices sobre las criptomonedas y su uso energético, principalmente Bitcoin, que demuestran que podrían ser aliadas para crear un mundo más sostenible.
Para las criptomonedas dependen de una tecnología que se llama blockchain (cadena de bloques). Los blockchains son básicamente bases de datos que son imposibles de hackear y pueden existir para siempre pues
funcionan de forma descentralizada en nódulos de una red. Cada nódulo tiene una copia del registro de transacciones, por lo que si un nódulo se cae, la información permanece en los otros. Los blockchains, además, usan dos sistemas de criptografía para poder asegurar que su sistema sea inhackeable. Se llaman Proof of Work (evidencia de trabajo) y Proof of Stake (evidencia de participación).
En el proof of work de Bitcoin, cada persona que quiere ganar dinero por registrar información en el blockchain (son conocidos como mineros) debe primero descargar la historia completa de transacciones de la base de datos.
Luego, para poder aceptar nueva información en la base de datos, las computadoras de los mineros tienen que resolver problemas matemáticos complejos que requieren de mucha energía. Solo las transacciones que los han resuelto, y han sido aprobadas por el 51% de las computadoras de la red, son tomadas como válidas. Por ayudar a validar y ordenar las transacciones en bloques, los mineros son pagados en Bitcoins.
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Esa seguridad en proof of work es el motivo de su gran consumo de energía. Para comprenderlo mejor tengamos en cuenta que si alguien quisiera engañar a la red e ingresar transacciones fraudulentas, tendría que superar ese 51% de aprobaciones, lo que costaría alrededor de 20 mil millones de dólares sólo en computadoras. Se necesitaría, además, acceso a una fuente de energía equivalente al 70% del uso diario de Estados Unidos. Para resumir, a diferencia de cualquier otro sistema, la red de Bitcoin es segura y confiable. El uso de energía en Bitcoin no es un defecto sino una función de Bitcoin, ya que la demostración del consumo de energía es lo que distingue las transacciones válidas de las transacciones fraudulentas.
¿Es Bitcoin el problema?
No todas las criptomonedas usan el mismo sistema de protección de Bitcoin. La mayoría usa el sistema proof of stake (prueba de evidencia). Ethereum, el segundo Blockchain más conocido, está en proceso de cambiar de proof of work a proof of stake, que representa una reducción del 99,5% del uso energético de proof of work.
La diferencia entre los dos sistemas es que en lugar de requerir el gasto energético para poder comprobar transacciones, proof of stake obliga a los nódulos votar en favor o en contra de la legitimidad de transacciones.
Ellos revisan el historial completo de las transacciones para asegurar que cada una es válida. Para demostrar su confianza en la validez de cada transacción, ofrecen como garantía una cantidad de dinero. La persona que ofrece la mayor cantidad de dinero gana la oportunidad de inscribir las transacciones en el historial, y como recompensa recibe la moneda de la red— en este caso podría ser Ethereum. En lugar de tener que usar energía eléctrica, usan fondos para respaldar la legitimidad de las transacciones. Una transacción que nadie quiere respaldar con fondos no logra registrarse.
Reconociendo la diferencia entre el sistema de verificación de la mayoría de las criptomonedas y Bitcoin, podemos entrar en un debate sobre si Bitcoin representa una amenaza para el medioambiente.
Para hacerlo, debemos cuestionar varias suposiciones: si decimos que Bitcoin usa la misma energía que una nación como Argentina, no estamos considerando cuán sucia o limpia es la fuente de la energía. Por ejemplo, quemar carbón tiene una huella ambiental altamente dañina, mientras la energía hidroeléctrica genera energía relativamente limpia.
Debemos analizar la densidad de carbono en la quema de energía para saber si es dañina o no. Segundo, para poder analizar la huella de carbono de Bitcoin, tenemos que también saber con qué comparar para saber si es mucho o poco.
Finalmente, más allá del uso de energía, tenemos que tomar en cuenta los usos de las criptomonedas para entender si nos pueden servir en la lucha contra el cambio climático.
No es en qué se gasta la energía, sino cómo la generamos
Como mencioné, los mineros de Bitcoin ganan por proteger la red y grabar transacciones. Aumentan sus probabilidades de hacerlo si pueden hacer más intentos de resolver las ecuaciones matemáticas. Siendo así, los mineros de Bitcoin se encuentran en una industria hipercompetitiva y su negocio tiene dos costos fijos: las computadoras avanzadas que usan para resolver las transacciones y el costo de la energía que usan.
Las computadoras llevan casi el mismo costo casi para todos (Ecuador aplica muchos impuestos de importación, representando una desventaja para quienes quisieran hacer minería aquí). Entonces la verdadera competencia es conseguir una fuente de energía barata.
Si alguien estuviese haciendo minería de Bitcoin con la energía residencial que usas en tu casa, que suele ser más cara, sería muy difícil que esa operación sea competitiva y altamente rentable. La energía barata que necesitan los mineros tiene dos formas: la subsidiada y la renovable.
Cuando un gobierno decide subvencionar algo como la energía, suele haber lo que los economistas llaman distorsiones o usos no justificados porque en condiciones normales no serían rentables. Por ejemplo, en las Américas hay dos países que subsidian de forma masiva la energía eléctrica, Venezuela y Argentina, y son los que más minería de Bitcoin tienen. Si no hubiese subvención, tal vez no habría tanta minería de Bitcoin. China es otro país que, previo a su prohibición de minería de Bitcoin en 2021, representaba el 75% de la minería total.
La razón por la que hubo mucha minería de Bitcoin en China es simple: más del 50% de la producción energética en China se genera con carbón, uno de los métodos más dañinos para el medioambiente.
Una planta que quema carbón debe operar al 90% de su capacidad siempre, incluso cuando no hay demanda, representando sobreproducción. Cuando una planta produce energía en exceso, puede exportarla si hay demanda, o puede intentar captarla con algún tipo de almacenamiento, como baterías masivas o represas de agua, pero el mundo sigue en pañales con la tecnología de almacenamiento de energía.
En adición, debido a su planificación centralizada de la economía, China tiene fama de producir infraestructura, incluyendo ciudades enteras, antes de que haya demanda —es decir antes de que haya quién viva ahí. El incentivo en China para los mineros de Bitcoin era aprovechar la energía sobreproducida por la red energética pero no consumida por la gente, ya que suele ser barata.
Cuando China apagó la minería de Bitcoin por motivos políticos (aún un 20% de la capacidad de la red de Bitcoin opera desde China clandestinamente), los mineros chinos fueron al vecino Kazajstán, donde encontraban condiciones parecidas y la misma fuente de energía, haciendo que el país se vuelva el segundo más importante en minería de Bitcoin hasta que una crisis sociopolítica en enero de 2022 les obligó a los mineros a pensar otra vez a dónde mudarse.
En el caso de China y Kazajistán, eliminar la minería de Bitcoin no necesariamente redujo la emisión del carbono en la atmósfera, ya que las plantas de carbón operan a su máxima capacidad independientemente si se usa la energía o no. Las emisiones asociadas con Bitcoin bajaron por un tercio cuando la actividad fue prohibida en China, pero la emisión de carbono sigue igual.
Si analizamos bien, el problema del calentamiento global tiene menos que ver con los usos que damos a la energía, y más que ver con la manera en que generamos la energía.
En Estados Unidos, el país actualmente más importante en minería de Bitcoin después de la salida del mercado de los chinos, la única manera de hacerla rentable es a través de energía renovable. Dentro de ese campo, la más económica es la creada por uno mismo, porque su único costo es crear la infraestructura y mantenerla.
En otras palabras, en los países que no subsidian el consumo de energía, los incentivos para ser rentables en el campo de minería de Bitcoin conducen a la creación de más fuentes de energía renovable. Un estudio de la multinacional financiera Morgan Stanley estima que el 78% de la minería de criptomonedas usan energía renovable, representando una baja densidad de emisión de carbono.
Comparando para comprender
La otra pregunta para entender el impacto de las emisiones de Bitcoin es ¿en relación a qué?
Bitcoin representa tal vez el 0,1% de las emisiones globales de carbono. Las aerolíneas representan el 2% de las emisiones globales de carbono. Revisando campos más comparables con Bitcoin, la actividad de streaming, incluyendo Netflix, YouTube, y el gran consumo de pornografía, representa el 1% de emisiones globales de carbono, es decir casi diez veces más que Bitcoin. La industria financiera global consume 98,6% más energía que Bitcoin.
Cuando se pregunta qué es el Bitcoin, muchos dicen que es una suerte de oro digital, un mineral que sostiene su valor en el tiempo porque es escaso. La extracción de oro a nivel global es extremadamente dañina para el ambiente y utiliza alrededor de 265 teravatios; Bitcoin usa 9,1. Combinadas, las secadoras de ropa de todo el mundo tienen un uso de energía mayor a la huella de Bitcoin.
La verdad es que los seres humanos dedicamos energía a actividades que valoramos. Puede que alguien no valore una tecnología como Bitcoin, por ejemplo, pero tal vez el venezolano que ya no confía en su moneda local, o el ucraniano tratando de transaccionar sin acceso a su cuenta bancaria, sí.
Hay un elemento de subjetividad en el uso de energía que es difícil de resolver en el contexto de este artículo. No obstante, el repetido argumento de Bitcoin usa la misma energía que Finlandia es un engaño, porque comparado con actividades parecidas, su uso es mucho menor.
Un punto adicional
Finalmente, hay otro beneficio para la industria de energía renovable a raíz de la minería de Bitcoin.
Uno de los problemas principales de la energía renovable es que las fuentes de energía renovable no necesariamente producen energía durante los picos de consumo. Por ejemplo, si hay más viento de noche la energía eólica produce más energía justo en el momento cuando hay menos consumo. Idealmente se podría almacenar esa energía, pero como dije, la industria de almacenamiento de energía está en su infancia.
Con cada vez más frecuencia las empresas de energía renovable están entrando en el campo de minería de Bitcoin para poder monetizar la energía producida pero no consumida. De hecho, según algunos analistas, los futuros grandes mineros de Bitcoin serán las empresas eléctricas buscando monetizar la energía que sobra en sus plantas.
Hay otros ejemplos del sector privado también: los pozos petroleros suelen producir metano como derivado de su actividad, un gas natural sumamente dañino para el planeta. Para reducir el impacto negativo de la emisión del gas en un 75%-90%, los petroleros queman el metano ya que no tienen cómo agregarlo a la red eléctrica, y por eso hay resplandores encima de los pozos petroleros.
En Texas, el estado petrolero de Estados Unidos, hay una empresa que conecta generadores de gas natural a los pozos petroleros, capta el gas en lugar de quemarlo, y esa energía lo dedican a minería de Bitcoin, reduciendo al 100% el impacto negativo del gas a través del proceso de combustión. Hay otros que están explorando la minería de Bitcoin con el metano producido por aguas residuales, un trabajo literalmente de mierda.
Agregar un nuevo campo de financiamiento al sector renovable sólo lo hará más competitivo, más innovador, y más sostenible. En efecto, hay usos de Bitcoin que podrían ayudar a reducir las emisiones globales.
Debo admitir que este tipo de análisis es incompleto. Por ejemplo, no podemos hacer una contabilidad completa de emisiones de carbono sin tomar en cuenta el costo para el medioambiente de la construcción de las fuentes de energía.
Una planta hidroeléctrica produce energía que se considera verde, pero la construcción de la hidroeléctrica puede ser bastante dañina. De la misma manera que una Tesla puede representar una alternativa ecológica al auto de motor combustible, si la construcción de la Tesla es intensiva en uso de recursos, y la fuente de energía que lo recarga es sucia, no necesariamente estamos haciendo un bien para el planeta.
Para realmente analizar el impacto ecológico de la minería de Bitcoin, tendríamos que ver todo, desde el ensamblaje de las computadoras, su transporte, hasta la huella de carbono de la construcción de las fuentes de energía. Cualquier discusión sobre la huella de carbono de energía es compleja y merece un tratamiento técnico.
En definitiva: es verdad que Bitcoin usa mucha energía, pero no es verdad que las criptomonedas en sí usan mucha energía. ;ás bien, las criptomonedas ofrecen nuevas soluciones a la conservación en áreas donde han fallado los gobiernos, multinacionales y organizaciones no gubernamentales, como expliqué en otra nota.
No toda energía representa el mismo impacto para el medioambiente. Los incentivos económicos para el uso de energía renovable de Bitcoin hace que la red sea cada vez más verde. Esta criptomoneda es una fracción del problema del origen del calentamiento global, y es poco probable que, si fuese posible apagar la red de Bitcoin, habría un impacto en las emisiones de carbono a la atmósfera.
Juzgar a una persona por usar Bitcoin por no tomar en cuenta el impacto ambiental es difícil cuando los mismos jueces usan Netflix y vuelan a Disney para vacaciones. Sobre todo, tomando en cuenta que la minería de Bitcoin puede ser una fuente de ingresos adicional para los productores de energía renovable.
En fin, la conversación sobre el impacto de Bitcoin es compleja, pero lo cierto es que Bitcoin es neutral: es como decir que un martillo es un arma: claro, puedes hacer violencia, o puedes construir una casa, y en la lucha contra el cambio climático, necesitamos todas las herramientas a nuestra disposición.