¡Hola, terrícola! Era un mal sueño, pero llevamos ya dos años viviéndolo. El célebre Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (e inefable blanco de los paranoicos de las conspiraciones) dijo en junio de 2020, cuando apenas empezaba la pandemia del coronavirus, que su mayor pesadilla siempre había sido un virus respiratorio, altamente contagioso y letal. De dónde salió el covid-19 ha sido un acertijo abierto que parece ir encontrando sus respuestas, gracias a dos nuevos estudios científicos.

flecha celesteOTRAS HAMACAS

Ambos estudios fueron publicados el 26 de febrero pasado. Sus autores son expertos de Estados Unidos, Corea del Sur, Singapur, Malasia, Australia, Reino Unido, Canadá, Países Bajos y Bélgica. 

Las investigaciones tienen importantes enseñanzas para el futuro —pero a eso llegaremos más adelante.

Son quizá los estudios más completos que hay sobre el origen de la pandemia, aunque aún no están revisados por pares. Ambos aportan muy contundente evidencia de que el virus saltó de un animal a un humano en el mercado mayorista Huanan, de la ciudad china de Wuhan, donde apareció por primera vez. 

Las dos teorías sobre el origen del covid-19, explicadas brevemente

La otra teoría que había cobrado fuerza era que el coronavirus era producto de una fuga en un laboratorio. Se convirtió en una favorita de los conspiranoicos, porque demostraba supuestos planes malévolos de nuevos órdenes mundiales, implantados con chips por multimillonarios y políticos adoradores de Satán. Hubo también quienes quisieron hacer politiquería con la teoría —nada nuevo. 

Pero esa es la belleza de la verdadera ciencia: no le importa si a una u otra persona, de esta u otra ideología, le gustan o le disgustan sus hallazgos —solo importa la data

Por supuesto, una fuga en un laboratorio chino sería muy preocupante. En Wuhan funciona el Instituto de Virología donde se estudian coronavirus (el covid-19, como sabemos, no es el primer coronavirus con el que tenemos que lidiar: las gripes y el SARS son, también, de esta familia viral). 

La primera información seria (y no de algún desvelado imaginándose cosas) salió en junio de 2021. Una nota del Wall Street Journal citaba informes de inteligencia estadounidense que afirmaban que la fuga era una posibilidad real

Hasta entonces, el consenso científico aceptado era que el virus había saltado en lo que se conoce como un “evento zoonótico”: un patógeno animal que puede pasar a un humano y enfermarlo. No es nada nuevo: las gripes saltaron de aves y cerdos, el ébola de un murciélago, el VIH de un chimpancé. En el caso del covid, la peligrosa pirueta entre especies se habría dado de un murciélago a un pangolín a un humano en el mercado de “carne de monte” (de especies salvajes), de Wuhan, donde se mantenían muchos animales vivos. 

Era una explicación consistente con algo que ya había pasado antes: el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS, por sus siglas en inglés) apareció en China en 2003 en un mercado muy parecido al de Wuhan

En 2019, el primer paciente registrado, según el autoritario gobierno chino, había sido un empleado del mercado. Con esas dos piezas del rompecabezas epidemiológico, a la comunidad científica le parecía que el coronavirus que causa el covid-19 (recordemos: COronaVirus Disease – 2019) salió del contacto en el mercado.  

Pero la evidencia de los espías estadounidenses sacudió ese tablero. Esa posibilidad se sumaba a dos otros hechos preocupantes. 

El primero, que el autoritario gobierno de China ha puesto barreras para que la comunidad internacional pueda investigar a fondo los orígenes del virus. Es algo común entre los regímenes totalitarios —no nos olvidemos que la extinta Unión Soviética quiso esconderle al mundo el accidente nuclear de Chernobyl (algo que ya había hecho antes).

El otro hecho, que el Insittuto de Virología se había mudado a inicios de diciembre de 2019. El jefe de la misión que la Organización Mundial de la Salud (OMS) envió a China para determinar el origen de la pandemia, dijo que con ese antecedente, valía la pena profundizar en la teoría de la fuga

Para octubre de 2021, las mismas agencias de inteligencia estadounidense que habían alertado sobre una posible fuga, dijeron que si sucedió, no fue deliberada

Un análisis genético determinó que el virus no tenía señales de manipulación genética, lo que habría revelado la intención de producir y liberar un patógeno de tal virulencia

Aún así, decía el reporte, sin mayor cooperación del gobierno chino, las agencias no estaban en posición de descartar totalmente la teoría de la fuga. 

Pero muchos científicos habían insistido en que no estaban del todo contentos con la explicación y pedían que se siga investigando el origen del virus. Esclarecerlo era —es— vital.

Nuevos estudios y aprendizajes para el futuro

Ahora, los dos nuevos estudios echan nueva —y abundante— luz sobre el origen de la pandemia del covid-19

Ambas investigaciones analizaron genes del virus, los mapas de los puestos del mercado de Wuhan, la actividad de redes sociales de los primeros pacientes en esa misma ciudad. 

Concluyeron que es muy probable que el coronavirus estuviese presente en los mamíferos vivos vendidos en el mercado de Huanan, en Wuhan, a finales de 2019. Sus hallazgos determinaron que el virus habría tenido dos momentos iniciales de propagación a las personas que trabajaban o compraban allí. “La agrupación geográfica de los primeros casos conocidos de covid-19 y la proximidad de muestras ambientales positivas a los vendedores de animales vivos sugieren que el mercado mayorista de Huanan en Wuhan fue el sitio de origen del Covid-19 pandemia”, dice uno de los estudios

“Es muy convincente”, le dijo Thea Fischer, epidemióloga de la Universidad de Copenhague, al New York Times. Fischer, quien no participó en ninguno de los dos estudios, cree que la cuestión de cómo se propagó el virus “ahora se ha resuelto con un alto grado de evidencia y, por lo tanto, de confianza”.

Uno de los estudios trae una gran lección para el futuro: “Comprender las circunstancias que desembocan en pandemias es fundamental para su prevención”. 

Si el covid-19, en efecto, saltó de un animal a otro y nos enfermó, su explicación, consecuencias y aprendizajes son globales

El consumo de carne de monte, como de los animales vivos que se mantenían en el mercado de Huanan genera este tipo de saltos. En América Latina estos mercados de especies silvestres aún existen —en el Ecuador, por ejemplo, donde incluso populares programas de televisión han normalizado ese consumo

Si seguimos criando animales que podrían tener virus capaces de brincar a nuestro organismo y para los cuales no tenemos anticuerpos, la próxima pandemia está a la vuelta de la esquina. 

Además, la deforestación juega un rol central en que cada vez más virus salten de ciertos animales a humanos porque sencillamente estamos más cerca. 

Les pongo un ejemplo: en 2011 hubo un brote de rabia entre humanos en la Amazonía ecuatoriana, y es probable —aunque no ha sido determinado con total certeza— que la causa de la epidemia fuese que, con la expansión de las fronteras agrícolas, las serpientes se adentraron aún más en los bosques y no se comieron a las crías de murciélago. 

Esto habría causado una sobrepoblación de murciélagos adultos que no encontraron suficientes otros mamíferos que picar y escogieron al mamífero que no solían morder: humanos. Yo estuve en territorio achuar mientras esto pasaba y un anciano me dijo que era producto de brujería porque nunca antes había sucedido

Las consecuencias sociales de tal acto de lesivo shamanismo podrían haber sido terribles: ¿quién ordenó el trabajo? ¿Quién lo hizo? ¿Se los debería castigar? 

Para mí, fue uno de los primeros ejemplos de cómo la crisis climática tiene directas secuelas sociales y culturales. 

Una década después, el covid-19 fue igual, pero a escala global. El consumo de carnes de monte y el cambio climático están acelerando nuevas pandemias. Ahora, la evidencia apunta a que, en efecto, el virus saltó de un mamífero vivo en el mercado a un humano. Pero, claro, es más fácil pensar en malévolos científicos al otro lado del mundo que buscan destruir la civilización global, que asumir como sociedad planetaria nuestros desafíos. 

Pero asumirlo es el único camino para evitar que las pesadillas de los doctores Fauci del futuro se vuelvan tristes realidades que duran años.

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José María León Cabrera
(Ecuador, 1982) Editor fundador de GK. Su trabajo aparece en el New York Times, Etiqueta Negra, Etiqueta Verde, SoHo Colombia y Ecuador, entre otros. Es productor ejecutivo y director de contenidos de La Foca.

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