Estuve más de quince minutos parada frente a  un gran ventanal, viendo la vida transcurrir. Era el mediodía de un día cuanquiera entre semana, en una calle del centro financiero de Quito: los señores de la construcción, como hormigas con casquitos amarillos, movían cosas de allá para acá, una abuela dejaba a su nieto escojer el guachito de lotería, un señor corría no sé cuántos kilómetros en el parque y una pareja joven cargaba a un bebé pequeñito, envuelto en una manta amarilla.

—¿Parece una humita o ya tengo hambre?

flecha celesteOTROS HAMACAS

Los “envueltos” me encantan: el término no se refiere solo a aquellas preparaciones a base de maíz, yuca o plátano que se arropan en hojas vegetales y son cocinados en agua hirviendo, si no que representan la relación directa de  la cocina con la memoria y el patrimonio a lo largo de toda Latinoamérica. Por ejemplo, el término tamal proviene del náhuatl tamalli, que significa envuelto. En Uruguay y Argentina, llaman “niños envueltos” a esas hojas de col que guardan un picadillo de carne molida con pasas. 

En Ecuador, hacen falta dedos para contarlos todos: humitas, quimbolitos, tamales, hallacas, tongas, chigüiles, maitos, bollos, timbulos, chaquis, ayampacos. Cada quien tiene su favorito, lo defiende como si fuese su Álamo personal, y lo devora como si no hubiese futuro. Para mí, las reinas son las humitas, con queso, un huevo frito y café. ¿Alguien las come con azúcar?

Los envueltos son contenedores de vida. Una humita puede guardar memorias, contar historias y mantener lo que más queremos cerca de nuestro corazón. Mi abuelo, que ya cumplió cien años, hace pocos meses hizo una tanda de humitas para todos sus nietos dejándonos a todos boquiabiertos. Cuando viví en México, en la primera reunión de amigos a la que asistí, me pusieron a hacer tamales: 

—A poco nunca habías probado esto, Gaby
—No sabes, nací pareciendo una humita.

¡Buen provecho!

Humitas

10 porciones / 50 minutos

Ingredientes:

7  choclos tiernos y sus hojas enteras
3 tazas de queso o quesillo rallado 
1 taza de cebolla blanca o perla picada finamente
½ taza de harina de maíz
2 huevos (claras y yemas separadas)
Sal al gusto
  1. Trata de mantener las hojas de los choclos intactas. Lávalas y sumérgelas en agua hirviendo por un par de minutos. Cierne el agua y guarda las hojas en la olla caliente hasta preparar la masa de las humitas.
  2. Desgrana los choclos y en un procesador de alimentos, junta los granos con las yemas de huevo, el queso rallado, la cebolla y la harina de maíz. Mezcla todos los ingredientes hasta obtener un puré.
  3. Bate las claras a punto de nieve e incorpora, con la ayuda de una espátula, las yemas batidas a la mezcla anterior de manera envolvente y delicada. 
  4. Coloca una cucharada de masa en las hojas de choclo. Puedes usar dos hojas de choclo por humita, poniendo la una encima de la otra y colocando la masa en el centro. 
  5. Cierra la humita envolviéndola en las hojas restantes y amárralas con una tira de hoja de maíz.
  6. Colócalas en la olla de vapor y cocínalas por aproximadamente 25 minutos.
31b1ac064fda802d3ebc2e4d689909da?s=96&d=wp User Avatar&r=g
Gabriela Valarezo
ex directora de arte y gourmand oficial de GK. Dirige Quiero Comer, desde donde, cada sábado, cuenta historias sobre una receta (y nos cuenta cómo preparala).

VER MÁS CONTENIDO SIMILAR