Había quedado en conversar con Leonidas Iza una semana antes de la cita. Él acababa de ser electo como presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Luego, el domingo pasado, 4 de julio, volvió a ser noticia por el segmento que le dedicó La Posta en su estreno en TV nacional. Nos conectamos por Zoom. Él estaba de viaje, me dijo, pero paraba un rato para hablar. Me disculpé por mis ojeras, y le expliqué que a mí siempre me había costado madrugar. Él asintió con una sonrisa. Eran las 7:30 de la mañana del miércoles 7 de julio.
Tenía unas preguntas preparadas, pero las noticias de ayer cambiaron la agenda: las reacciones al segmento del medio La Posta en su debut en TC Televisión, en el que clavaban dardos en su rostro. Ayer pidieron disculpas públicas y anunciaron su salida del canal. ¿Va usted a virar la página?
Hemos hecho una valoración en el equipo técnico-jurídico. Va a haber una acción legal correspondiente a la ley y correspondiente a lo que ellos mismos sostienen: el tema de la autorregulación. ¿Hasta qué punto la llevan? No voy a poner un proceso penal, en este caso, en Fiscalía, porque el mensaje al país sería que esto es persecución a los periodistas. En ese sentido creo al menos que los dirigentes indígenas no debemos alimentar un espacio de medios de comunicación que se utiliza para promover el racismo.
Muy bien, entonces, están sosteniendo el tema de la autorregulación. ¿Cuánto es posible? Porque no es suficiente sólo decir “disculpen se nos fue la mano”. Cuando estamos viendo que hubo toda la intencionalidad tras el tema de los dardos, como lo que enseñan a los delincuentes. Es un nivel real de violencia. Mi hijo ya tiene 10 años, me llama y me pregunta “¿Por qué te quieren matar?” Imagínese, si el discurso de los medios de comunicación ya está llegando a los niños de 10 años, estamos cultivando el odio, el racismo, la violencia. Lo hacen con irresponsabilidad planificada, sistemática. No me parece que se puede decir “nos disculpamos y se acabó el asunto”.
Pero no fue solo una disculpa. Salieron del canal. Fue el estreno más breve del mundo, hubo consecuencias.
No es suficiente porque en este caso todos los medios tienen una editorial. Controlan los guiones, las planificaciones. No creo que hayan lanzado de una. Hay una planificación, seguramente hay un código que controla el medio, no a nivel de ley, sino del mismo medio. Cuando he sido atacado sistemáticamente, jamás he respondido, porque no puedo alimentar ese nicho de venganza, odio y racismo.
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Ya nos dijeron pandilleros con pluma, pandilleros con poncho, palo y plomo, el tumbacasas con patas, indio encontrado, indio preso. No es la primera vez. Es sistemático. Y que un canal público e incautado haya permitido con planificación… ahí no queda pedir disculpas. No es un problema de Iza o mi familia, sino de cualquier ciudadano que esté siendo atacado.
Entiendo. En todo caso, usted ya era noticia antes. Fue elegido presidente de la Conaie meses después de que las elecciones presidenciales revelaron diferencias significativas sobre el rumbo del movimiento. Usted no fue presidenciable de Pachakutik, por ejemplo. ¿Cómo logró un triunfo tan contundente?
Tres cosas que hay que rescatar del proceso de democracia interna. Uno: absoluta participación. El 100% de las organizaciones y de los convocados llegaron; 53 organizaciones con sus delegados y delegadas. Es un indicador importante.
Segundo. Me parece importante después de un proceso electoral polarizado, que se haya llegado a un debate con cientos y miles de compañeros en el pleno del Congreso sobre las agendas y los mandatos construidos. Eso es un mensaje sobre las condiciones que sabemos superar.
Y la tercera cuestión que me parece importante de este Congreso, después de un proceso de campaña sucia que instalaron alrededor de nuestra candidatura. A mí me han caído intelectuales, académicos. Sin embargo, el triunfo fue para la postura política que hemos demostrado, no solo por el levantamiento de octubre o el último congreso sino por toda nuestra vida.
Por esos tres aspectos, seguramente llegábamos con consenso total, pero hubo discordias. No es nada despreciable. Las respetamos. Pero hay una mayoría absoluta con la que fuimos elegidos.
Usted habla de una postura política de toda la vida. ¿Cuál es específicamente?
Mi postura es de izquierda. No solo desde las ideas, sino que vivo en términos materiales en la misma situación que viven la mayoría de ecuatorianos. En términos políticos, después de revisar la parte histórica, tengo una ideología de izquierda. No agredimos a las otras tendencias, incluso respetamos a la derecha.
Incluso para superar cuando nos quedamos en la moralidad de la política, necesitamos respetarnos como adversarios políticos e ideológicos. Sostengo esto de la línea de Monseñor Leonidas Proaño que ayudó a crear los procesos organizativos. Vengo también de la línea de la Teología de la Liberación, la línea de Óscar Romero.
Pero las izquierdas discrepan mucho. Hay izquierdas que se inclinan más al centro, por ejemplo. ¿Se considera usted radical?
En la izquierda respondemos a principios. No creo que debe haber distinciones. Algunos saben decir, “somos la primera, segunda, tercera vía”. Yo no creo en ninguna vía. Hay que recuperar los principios de lo que significa ser de izquierda. No es un problema de la categoría que nos ponen. Sí, me han dicho que soy radical, pero sin explicarme qué es.
Lo que sí sé es que nosotros, que pensamos en una nueva sociedad, no podemos involucrarnos en los mismos actos de corrupción de la institucionalidad altamente colonizada como la que tenemos. Tolerar eso sería caer en lo mismo. Hay cuestiones de la política descalificada: usar el chisme, la mentira para hacer política. No podemos seguir en eso. Debe haber una izquierda que sostenga la tesis política y no actúe a partir de moralismos e insultos, como hemos visto en los últimos años: una izquierda insultante a los mismos compañeros que estamos incluso en peores condiciones.
En el sexto congreso establecieron que elegirían a una mujer. No ocurrió. ¿Por qué?
Efectivamente los compañeros llegaron con esas tesis. Incluso se leyó en el pleno del Congreso para que todas las organizaciones escuchen y definan sobre esta resolución. Pero yo tengo la condición de dirigente de base y le digo: cuando hay un mandato se trabaja todos los días para cumplirlo. No se saca el mandato el último día del Congreso para decir “esto también ha sido resolución”.
En vista de aquello en el pleno se resolvió que todos los compañeros que vengan de delegados, sean hombres o mujeres, tienen derecho de participar. Después de un análisis, el pleno garantizó que los hombres y mujeres podamos participar de ese derecho. Ahí incluso el tribunal electoral tuvo que leer la parte de la Constitución que garantiza eso.
Eso sí: debe haber un consejo equilibrado: 50% hombres, 50 % mujeres. Y así está.
¿Qué va a pasar con Pachakutik, con quienes ha habido un viraje político, en especial con el acuerdo con la ID y CREO en la Asamblea Nacional? Usted ha manifestado que busca unificar las acciones y la línea política del partido y el movimiento. ¿Cuál será su relación con Pachakutik con sus asambleístas, que no son pocos?
Hay un mandato de construir la unidad, no a partir de los liderazgos —de pronto el presidente de la Conaie, el coordinador de Pachakutik o de nuestros mismos asambleístas o autoridades de elección popular.
La unidad a partir de sostener el proyecto político del movimiento indígena del Ecuador y los sectores populares del Ecuador. Lo que corresponde es fortalecer la unidad a partir de las acciones que debe hacer cada compañero en cada jurisdicción que corresponda: si son asambleístas, desde la agenda legislativa.
¿Cómo sostenemos los mandatos del pueblo indígena y los sectores populares? Lo que corresponde a las autoridades seccionales y autoridades comunitarias. Vamos a hacer una invitación para unificar. No podemos privilegiar sesgos que vayan a perder nuestra ideología o referencia política en una coyuntura electoral. Le vamos a pedir que garanticen una legislación que se apegue a la realidad.
Y en ese sentido, ¿está dispuesto a negociar con el Presidente? Desde su triunfo, usted ha expresado escepticismo y más bien una predisposición a oponerse. ¿Qué debe hacer el gobierno para mantenerlo a usted en la mesa de negociación ?
No he sido escéptico. Dijeron que conmigo no se iba a poder dialogar… como me han puesto los dardos. El Movimiento Indígena somos sociedades colectivas, que no dependen del criterio de cada uno. Incluso hemos tenido que obviar nuestros criterios individuales porque nos allanamos a las decisiones colectivas.
El Movimiento Indígena siempre ha ofrecido un camino de diálogo, pero ese diálogo debe ser con resultados. Sino caemos en la trampa de Lenín Moreno: pasamos dialogando dos años sobre seis temas concretos y no resuelve los seis temas sino que a modo de burla emite el decreto 883, explosión social en Ecuador y cuya responsabilidad quieren trasladar a los manifestantes.
Por eso hemos dicho al Presidente: después de ver cómo se traicionaron, que estamos preocupados. Entonces indiquemos las garantías de que es posible trabajar de manera coordinada. El 11 de junio hicimos de manera pública nuestra propuesta. Pero aún no tenemos una respuesta al incremento del precio de combustibles. Decir que “recién llegamos” o “es una medida del anterior gobierno” es una forma de lavarse las manos. Estamos abiertos al diálogo, pero que este no se use para disuadir procesos de lucha o para confundir a la ciudadanía. Denos muestra, deroguen los decretos que suben el precio de combustibles y convoquen a los sectores sociales que generamos riqueza y definamos una política integral de desarrollo.
No entiendo. ¿Eso qué significa?
Es vergonzoso que se ofrezca libre comercio con países que generan subsidio como política y nosotros no. Es competencia desleal. Tenemos que tener criterios mínimos de economía para gobernar.
¿Son los subsidios y los precios de los combustibles innegociables?
Más allá de eso, las autoridades están obligadas a escuchar. Cinco millones y medio de ecuatorianos no tienen empleo estable. Son políticas para la gran empresa, uno de cada 10 ecuatorianos en la gran empresa, 1 de cada 10 en el sector público. Pero 5 de cada diez, en la ganadería, es ahí donde están generando autoempleo. La clase media hacia abajo es donde estamos más afectados por los combustibles.
Porque en sí mismo no es el problema de los subsidios, el problema es la especulación. Se han generado condiciones para ganancias de los grandes grupos económicos. Es una forma de trasladar la crisis a los sectores más empobrecidos. Cinco millones de ecuatorianos sin empleo, pero compran todo a precio alto, los campesinos tenemos productos baratos pero subsidiamos entre el 50-60%. Eso es injusto. Por eso decimos: Presidente de la República, aquí no hay condicionantes, aquí hay realidades.
Leonidas, me dicen que me apure y termine la entrevista. Me apresuro. ¿Por qué le temen?
No tengo idea. Lo único que he hecho en mi vida es realmente sostener dentro de las decisiones colectivas. He sido dirigente de jóvenes desde muy tempranas edades, he sido autoridad comunitaria. Hemos aplicado con fuerza los derechos colectivos. Fui presidente del Movimiento Indígena de Cotopaxi. Pero eso… lo que creo que genera temor es que he tenido la posibilidad de autoformarme, desde los primeros 15 años, que me acuerdo el libro exactamente que leí. Porque las condiciones de pobreza, de discriminación habían generado en mi la necesidad de leer.
¿Qué libro?
Había leído la Biblia. He sido respetuoso de todas las formas de expresión espiritual y por eso siempre he trabajado la idea de la Teología de la Liberación y de un evangelio que respete lo nuestro.
Yo he intentado no actuar por actuar, sino que haya coherencia.
¿Y cuando le describen como violento, se equivocan? ¿Usted no cree en la violencia?
Efectivamente…yo no soy violento. Es que quieren trasladar toda la responsabilidad de miles de ecuatorianos, de millones de ecuatorianos. En ese caso, con el levantamiento de octubre, quieren trasladar la violencia instaurada por el Estado a dos o tres personas: ‘Señor Iza, Señor Vargas y otros más, ustedes vinieron a incendiar Quito”.
Yo lo demostré en el libro Estallido: hubo 1700 puntos de ebullición social en Quito. No estábamos en esos puntos en esos días. No era solo el Movimiento Indígena. Estaba la clase media, la clase popular, indígenas, no indígenas, hermanos afros. Todos los que estaban descontentos del tema económico. Responsabilizar a una o dos personas es un acto de irresponsabilidad comunicativa y política.