El arquitecto Rodrigo Torres fue nombrado como el nuevo del Metro de Quito. Así lo informó el 27 de mayo el directorio de la Empresa Pública Metropolitana Metro de Quito (EPMMQ). Torres reemplaza a Andrea Flores, quien presentó su renuncia irrevocable al cargo el pasado 24 de mayo. que ocupó desde enero de 2021. Según Flores, dimitió porque no cedería  “a presiones políticas de ningún tipo”.

Con cuatro votos a favor del alcalde de Quito, Jorge Yunda, el secretario de movilidad, Guillermo Abad, el secretario de planificación, Lenín Muñoz y del concejal, Bernardo Abad, Torres fue designado para que dirija el ambicioso proyecto de movilidad urbana de la ciudad. Torres es el cuarto Gerente del Metro de Quito en la administración del alcalde Yunda, que lleva apenas dos años de atribulada gestión. Yunda y otros funcionarios municipales están procesados judicialmente por la compra de pruebas de covid-19, hubo pedidos de que renuncie y su aprobación entre los quiteños cayó en un año de estar por encima del 88% a cerca del 24%, según la encuestadora local Market. 

Antes de Torres ocuparon este cargo Jorge Yáñez, Édison Yánez y Flores. El nuevo gerente del metro de Quito tiene un título en arquitectura y urbanismo por la Universidad Central del Ecuador y un masterado en ingeniería de transportes por la universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Torres ha sido funcionario municipal quiteño: desde 1989 hasta 2003 fue especialista de transporte y urbanismo en la Empresa Municipal de Servicios y Administración de Transporte (Emsat). También fue jefe de arquitectura del proyecto Trolebús, uno de los sistemas de transporte masivo de la capital ecuatoriana.

El nuevo Gerente del Metro de Quito se hace cargo del metro en medio de cuestionamientos, problemas y continuos retrasos. Aunque es un proyecto ideado hace más de 40 años, su construcción ha abarcado dos administraciones municipales —la de Mauricio Rodas, entre 2014 y 2019, y la de Jorge Yunda, quien es alcalde desde 2019. Uno de sus principales cuestionamientos ha sido su costo total: estaba previsto que sea de casi 1.500 millones de dólares. Pero, a la fecha, ese monto ha crecido hasta 2.009 millones de dólares. Si se ejecuta la ampliación de su única línea, hacia las parroquias de Carapungo y Calderón, al norte de Quito, costaría casi lo mismo que la central hidroeléctrica Coco Codo Sinclair, una de las mayores generadoras de energía del Ecuador. “Ningún proyecto antes en ningún municipio del Ecuador ha tenido esa envergadura”, le dijo el urbanista John Dunn a GK en noviembre de 2020.

El año pasado, estaba previsto que comenzará a funcionar en marzo de 2021. Antes, en 2019, también se había establecido que lo hiciera en octubre de 2020. Ahora, la nueva fecha es febrero de 2022.

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Uno de los puntos más álgidos es la decisión de quién operará el metro. 

En una entrevista radial, el exalcalde Roque Sevilla cuestionó públicamente que sea una empresa municipal quien opere el nuevo sistema. Dijo que la operadora no puede ser “una empresa improvisada, sino una organización que sepa manejar estas estructuras tan complejas”. Según Sevilla, “cualquier riesgo que se corre produce unos accidentes brutales”. Dijo que, a pesar de ese hecho, varios concejales quiteños insisten en que la administración sea hecha por una empresa municipal. El 2 de marzo, su directorio decidió que el proyecto tendría una gestión directa municipal y que se contrataría asistencia técnica internacional. 

Tras la decisión, la veeduría ciudadana que vigila el proyecto del Metro de Quito denunció presuntas irregularidades en esa decisión. Según la ahora exgerenta, Andrea Flores, los cuestionamientos son sobre los costos. Flors dijo que la veeduría reclama que primero se dijo que el presupuesto del proyecto era de 158 millones de dólares y que en un documento entregado posteriormente hay un aumento de más de 40 millones. Flores aduce que este dinero corresponde a seguros de infraestructura y trenes que el Municipio debía pagar sin importar el modelo de gestión.