La pandemia ha removido la confianza que los seres humanos habíamos edificado sobre los avances tecnológicos, la globalización y un acceso a la información que nunca antes se había experimentado. El coronavirus nos ha mostrado lo vulnerables que somos ante los riesgos y amenazas que nosotros mismo hemos fabricado. También nos ha enseñado esta pandemia, es que una ciudad es tan vulnerable como su habitante más vulnerable.
En este año, prácticamente todas las ciudades del mundo tomaron medidas como confinamiento, restricciones a la movilidad de personas, bienes y servicios, restricciones en los espacios públicos y restricciones a los comercios que afectaron a unos más que otros. Vimos a una escala global como los más vulnerables eran los más afectados por estas medidas y vimos como esas fragilidades tenían repercusiones en toda la ciudad.
Hablo de ciudades porque para el año 2050 más del 70% de la población mundial vivirá en ellas. Por eso es vital una adecuada planificación de las ciudades para que respondan a las amenazas a las que estamos expuestos. Las enfermedades infecciosas no prosperan en ciudades donde hay acceso universal a servicios básicos, a una vivienda digna, donde hay un ambiente sano y bajos niveles de contaminación. Las crisis económicas no son tan profundas en ciudades en las que las desigualdades están reducidas al mínimo posible. Las ciudades son más capaces de recuperarse frente a shocks internos o externos si sus ciudadanos participan activamente en la planificación e implementación de políticas públicas, se tejen lazos de comunidad y el gobierno municipal es eficiente y transparente.
¿Cómo vamos en Quito en estos aspectos? ¿Nos estamos preparando adecuadamente para lo que pueda venir? Para poder responder a estas preguntas creamos la iniciativa ciudadana Quito Cómo Vamos que da seguimiento a la calidad de vida en la ciudad con información que nos permite conocer los avances y retrocesos en esta materia. Cada año elaboramos un Informe de calidad de vida y también les preguntamos a los ciudadanos qué piensan, a través de una Encuesta de percepción. Ambas herramientas nos dan una mirada objetiva y otra subjetiva que nos ayuda a identificar cómo vamos y qué podemos hacer para estar mejor.
Los reportes de este primer año nos muestran que en algunas cosas vamos bien y en otras aún hay mucho camino que recorrer.
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Quito ha avanzado mucho en infraestructura. La cobertura de agua potable en el sector urbano y rural es de más del 99% y 98%, respectivamente. El acceso al alcantarillado es de más de 94% y cerca del 88%. Más del 99% de hogares capitalinos tiene acceso a alumbrado público y electricidad, y el 100% tiene un sistema adecuado de eliminación de excretas.
Alrededor del 85% de personas viven en casas o departamentos. Cerca de un 15% vive aún en condiciones deficientes: 13% en mediaguas y 2% vive en chozas. Sin embargo, seguimos creciendo hacia los valles, las parroquias de Calderón, San Antonio, Nayón, Conocoto, Cumbayá y Pomasqui crecen a un promedio del 4% versus el 1% en las zonas más urbanizadas y ello genera condiciones de habitabilidad deficitarias así como un decrecimiento de las zonas de protección ecológica y ambiental. Calderón es la parroquia de mayor crecimiento en todo el Ecuador.
Sin embargo, en contaminación ambiental la deuda es grande. Más del 40% de la población quiteña dice que en el año previo a la pandemia había sufrido de infecciones respiratorias agudas que podrían estar relacionadas a la principal fuente de contaminación del aire: el transporte motorizado (que produce el 40% de la huella de carbono de la ciudad). Uno de cada cuatro quiteños estamos expuestos a ruidos de tráfico por encima del límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y si bien estamos rodeados de verdes montañas, existen muchos barrios que no tienen acceso a espacios verdes de calidad y las zonas de protección ambiental están cediendo al crecimiento de la mancha urbana.
Quito es una ciudad joven. El 34% de la población tiene entre 20 y 39 años, seguida de niños y adolescentes de 10 a 19 años (27%). A diferencia de otras ciudades, el promedio de años de escolaridad es de 12 —es decir la mayoría de jóvenes se gradúan del colegio. Sin embargo, esta realidad cambia dramáticamente en el acceso a la educación superior, pues solo el 21,6% de la Población Económicamente Activa (PEA) juvenil tiene estudios universitarios. ¿Qué incidencia puede tener esta brecha en la generación de oportunidades de desarrollo personal y profesional de la juventud quiteña? En los últimos años la tasa de suicidio de adolescentes y jóvenes, especialmente hombres, ha subido. Es preciso que la ciudad investigue si estas problemáticas están relacionadas.
Quito se ha destacado por ser altamente participativa, con una tradición de organización social y barrial que han incidido en las políticas públicas quiteñas. Sin embargo, el crecimiento de la ciudad, la crisis de representación política del país y de la ciudad también han dejado su huella.
En el último año —previo a la pandemia—, solo el 13% de la ciudadanía participó de alguna organización social. De estos, únicamente el 40% tuvo alguna interacción con el Municipio. La ciudadanía quiteña está cada vez más atomizada y vinculada a sus espacios de comunidad más inmediatos: su familia, amigos, colegas del trabajo, pero cada vez menos vinculada a su ciudad.
§
Estos primeros reportes del Informe de calidad de vida y de la Encuesta de percepción ciudadana dan cuenta de una ciudad con muchos desafíos (en esta columna solo he mencionado algunos) —si bien ha resuelto la infraestructura de servicios básicos, no tiene una visión ni políticas públicas acordes para enfrentar adecuadamente los shocks internos y externos que vamos a experimentar en el presente inmediato y el futuro.
A la par, Quito está atravesando una de las crisis más profundas de su historia. Aunque suene a cliché, las crisis son una oportunidad para el cambio, para regresar a ver y comprender dónde hemos fallado, corregir y seguir avanzando. Quito Cómo Vamos fue creado para ayudar en esta tarea, proveyendo información objetiva, imparcial, analizada técnicamente por decenas de expertos y expertas y generando espacios de diálogo e intercambio para idear propuestas. La construcción de una visión compartida de la ciudad, de un entendimiento común de nuestros principales retos y hacia dónde debemos caminar es fundamental para gozar de una alta calidad de vida, sentirnos orgullosos de vivir aquí y ser corresponsables. La encuesta de percepción muestra que un preocupante 65% cree que la ciudad va por mal camino, un 49% se siente insatisfecho de vivir en Quito, y un 30% no se sienten orgullosos de Quito como ciudad.
Permítanme otra expresión que podría parecer cliché: La información es poder. Es un vehículo para transformar nuestra realidad exigiendo un gobierno local que se centre en los verdaderos problemas que tenemos, pero que también nos comprometa a ser ciudadanos corresponsables con la construcción de nuestra ciudad. La información que Quito cómo vamos genera nos ayuda a entender mejor el panorama actual, qué retos enfrentamos, cuáles deben ser las áreas de prioridad para la inversión municipal, la iniciativa privada y la acción ciudadana. Sobre todo, es para toda la comunidad: explórala, analízala y compártela.