El 6 de marzo de 2021, las Fuerzas Armadas del Ecuador encontraron y desmantelaron un laboratorio clandestino de cocaína en Sucumbios, provincia amazónica y fronteriza con Colombia.  En el Ecuador, no suelen existir estos laboratorios —por lo general, el país ha sido una vía de tránsito para la exportación de la cocaína que se procesa en Perú y Colombia. 

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Ecuador se caracteriza por ser una autopista de la cocaína. Según un reportaje de la organización InSight Crime, más de un tercio de la producción de cocaína en Colombia llega actualmente a Ecuador. Hay dos vías por las que la cocaína cruza por el país: la ruta del Pacífico y la amazónica. La cocaína que transita por la ruta del Pacífico se produce en el departamento de Nariño. 

Sin embargo, la dinámica del comercio regional de la cocaína ha cambiado en la última década. Según un estudio de los investigadores Renato Rivera-Rhon y Carlos Bravo-Grijalva, en el país hay ya 700 hectáreas de cultivos ilícitos de hoja de coca en todas las provincias fronterizas con Colombia: Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos. Según Rivera-Rhon y Bravo-Grijalva “las múltiples rutas de abastecimiento desde Colombia, así como las disputas territoriales y el incremento de la violencia desde 2015 a 2019 hacen del Ecuador un territorio ideal para la economía global del crimen organizado”. 


Debes saber: 

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Las drogas ya no solo ingresan a Ecuador en embarcaciones que navegan por ríos, como el Mataje, o por autos que cruzan el Puente Internacional Rumichaca, sino que se producen también en el país. La frontera entre ambos países se ha convertido en establece al “Silicon Valley de la producción de cocaína”, dicen ambos investigadores. 

A inicios de marzo de 2021, las Fuerzas Armadas encontraron estructuras de madera donde habría funcionado el laboratorio. El procesamiento en estos sitios es artesanal, suelen ser abandonados ante la sospecha de la presencia de las fuerzas de seguridad estatales y, además, son de difícil localización por lo complejo del terreno. En estos sitios se utilizan, además, químicos altamente tóxicos y contribuyen directamente a la deforestación, según un estudio de 2019. Otro estudio dice que, ya en 2015, había más de 38 mil hectáreas de cultivos ilícitos en el Putumayo, que colinda con Sucumbíos. 

Hay dos formas químicas de la cocaína. La primera es la sal de clorhidrato, que está en forma de polvo, y se consume de forma inyectada o inhalada. La segunda son los cristales de cocaína o base, que son procesados con amoniaco, un gas incoloro usado para fabricar productos de limpieza, o bicarbonato de sodio y agua y que luego son calentados para producir una sustancia que se puede fumar. 

Su producción, refinamiento y distribución es larga y bien organizada. Los laboratorios, como el descubierto en Sucumbíos, juegan un rol esencial en la cadena de producción ilícita. La primera fase para la elaboración de la pasta base inicia con la extracción de hojas de coca para eso se arrancan de la planta.  Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el cultivo de hoja de coca en América del Sur se ha duplicado entre 2013 y 2017. 

Después, se las tritura y pasan a ser mezcladas con agua y cal, un material cementante que se obtiene de la roca sedimentaria caliza. Seguido, en grandes canecas se añade a la mezcla queroseno, como gasolina u otro hidrocarburo. 

Luego se le añade permanganato de sodio y soda cáustica, un producto químico que se usan para la fabricación de detergentes, jabones, papel entre otros. Una vez hecha la mezcla, la cocinan en grandes ollas. Posteriormente, es recogida y dejada secar todo el día. Para así, después, a la mañana encontrar la pasta base de coca, un polvo de color blanco, cremoso y generalmente se presenta humedo. 

Para convertir la pasta base de coca en clorhidrato de cocaína, se la debe calentar para que se disuelva. Después se mezcla con sustancias químicas, llamadas precursores, entre las que se encuentran el éter, ácido sulfúrico, gasolina y otros componentes. El producto final se suele mezclar con sustancias (adulterantes) tales como el talco, maicena, detergentes e incluso formol. 

Según un estudio de la organización InSight Crime, “el aumento de los cultivos de coca es el principal factor que ha contribuido a la expansión de la producción de cocaína”, pero no es el único. El estudio dice que también ha habido avances “en la siembra, en el cuidado de las plantas y en su cosecha, lo que ha llevado a un incremento de la producción de alcaloide por hectárea sembrada”. Entre otras, una de las áreas en la que el rendimiento ha mejorado es en los laboratorios, dice el estudio de InSight Crime, que explica que hay dos tipos de laboratorio: las “cocinas”, “donde los cocaleros producen base de coca, y los laboratorios de cristalización”. 

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En las “cocinas”, dice el estudio, los cocaleros han maximizado la extracción del alcaloide. “Por ejemplo, usan podadoras para cortar las hojas y así maximizar el área de extracción del precioso alcaloide”, dice el estudio. En algunas, se emplean incluso “máquinas trituradoras de hojas, que se suelen usar para el compostaje en la industria legal, pero en este caso asegurando que se pueda exprimir cada gota de alcaloide”, dice el informe. Estos laboratorios ya no suelen pertenecer a grandes carteles, como en las décadas de 1980 y 1990, sino que estas organizaciones criminales los “subcontratan” a bandas criminales menores locales, que los montan y desmontan en las estructuras de madera y plásticos, como la encontrada en Sucumbíos.