En tiempos tan inciertos como la pandemia del covid-19, un incidente aislado que bajo otras circunstancias habría pasado desapercibido, podría afectar profundamente al Ecuador si no se soluciona efectivamente.  El 10 de julio de 2020, la Administración General de Aduanas de China anunció que detectó ácidos nucleicos de coronavirus en los contenedores de camarón de Industrial Pesquera Santa Priscila SA., Empacreci SA. y  Empacadora Del Pacífico Sociedad Anónima Edpacif SA., tres de las más grandes exportadoras de camarón ecuatorianas. 

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Aunque las pruebas de los empaques internos y el producto dieron negativo, para eliminar posibles peligros, la aduana china decidió suspender las importaciones de esas tres empresas. El bloqueo no se extiende al resto del camarón ecuatoriano, pero si no se toman medidas, el impacto económico podría llegar a más productos que vende nuestro país.

China es el mercado más importante para el camarón nacional. Según Gustavo Cáceres, presidente de la Cámara de Comercio Ecuatoriano China, dos de cada tres camarones producidos en Ecuador se van al país asiático. “Es un cliente importantísimo y un problema como el que ha ocurrido puede generar efectos negativos”, dice Cáceres. La exportación de camarón permite el ingreso de divisas que fortalecen la dolarización y, según el presidente de la Cámara Ecuatoriano China, ha creado más de 260 mil empleos. Perder ese gran comprador sería catastrófico.

China es un cliente exigente. Jorge Romero, ex subsecretario de Acuacultura, dice que China ha dado “una serie de pretextos” sobre el camarón ecuatoriano desde 2016. “Nos pidieron una certificación de que no tenía mancha blanca (una infección letal y contagiosa). Menos de un año después ya están diciendo que tiene coronavirus. Van a buscar cualquier justificativo para que el camarón ecuatoriano no entre”, dice Romero. ¿Hay un intento deliberado o es parte del temor al covid-19?

Es difícil saberlo con precisión. El Ecuador, además, no es el único productor que ha sido castigado por el gobierno chino. Productos de otros 22 países han recibido bloqueos parciales o totales por riesgo de contagio de covid-19. En junio de 2020, las autoridades locales hallaron rastros de coronavirus en una tabla de cortar en un mercado de Pekín en el que se vendía salmón importado. Desde entonces, los controles de salubridad chinos a las importaciones alimentarias fueron endurecidos. La sanción a las tres camaroneras ecuatorianas podría ser una reacción apresurada producto del miedo y no de una maquinación. Aún no está claro. 

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Por años, Ecuador ha ido perfeccionando la producción, empacado y exportación de su camarón. Steve Brown, gerente de la compañía camaronera El Alamo Procalam S.A., dice que la larva local ha pasado por estrictos procesos de seguridad y experimentos para reducir los índices de mortalidad y volverla resistente a la mancha blanca. Ha sido una respuesta a lo competitivos que se han vuelto los mercados internacionales. 

Una vez que los camarones salen de las piscinas donde son criados, se seleccionan los mejores para exportación. Freddy Sempertegui, jefe de compras de Quanlian Aquatic —una empresa china que importa camarón ecuatoriano—, dice que en las plantas trabajan personas que utilizan mascarilla, guantes y trajes especiales desde mucho antes de la pandemia. 

En cada paso hay controles muy rigurosos de calidad, salubridad y, además, se debe garantizar la trazabilidad del producto. Brown dice si se siguen todos esos procesos, se puede saber de qué piscina, camaronera y empacadora vino cada animal. La identificación clara de la cadena productiva debería dar respuestas sobre si los rastros genéticos del coronavirus vinieron desde las camaroneras o fueron adquiridos posteriormente.


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Las pruebas hechas por la aduana china revelaron que ninguno de los empaques interiores ni el producto en sí mismo dieron positivo a coronavirus. Esto reafirma la eficacia de los protocolos de las empresas ecuatorianas, pero todavía ninguna fuente oficial ha confirmado cómo se contaminó el interior de los containers. La epidemióloga Valeria Torres dice que se puede especular mucho. “Puede haber sido la misma persona que estuvo tomando las muestras o la última persona que manipuló esos empaques que no tuvo las precauciones necesarias y estuvo asintomático y no sabía”, dice Torres. Sin embargo, el origen no podrá determinarse hasta que se hagan más análisis.  

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No es la primera vez que China suspende importaciones ecuatorianas de camarón. En septiembre de 2019 suspendió a dos distribuidoras ecuatorianas por un brote de mancha blanca en un contenedor. La sanción duró poco más de dos meses. Se mejoraron los protocolos, las pruebas realizadas al producto y ambas empresas continuaron normalmente. Ahora la suspensión es también temporal y específicamente para las 3 empresas involucradas. Pero sucede en un contexto muy diferente al de apenas nueve meses atrás. 

Es muy pronto para calcular el impacto que el anuncio de la aduana china tendrá en el precio de este crustáceo ecuatoriano. En medio de la pandemia, dice el economista Franz Sáenz, si anuncian que nuestro camarón está contaminado —independientemente de que sea verdad o que sea solo una parte— habrá un efecto negativo en su demanda. “Algunos importadores van a empezar a buscar otros países para importarlo”, dice Sánez. El miedo al contagio hizo que la suspensión haga mucho ruido. La incertidumbre en que el planeta vive hace meses, hace que el resultado sea difícil de predecir. 

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Un mes después del rebrote por el salmón en el mercado de Pekín —y aunque originalmente se prohibieron exportaciones europeas, de donde se cree que vino el pescado contaminado— todos los países exportadores han sufrido las consecuencias. 

La demanda de salmón chileno, el más importado después del noruego, es prácticamente cero, según el portal financiero Bloomberg. Los consumidores en China siguen siendo cautelosos y no lo compran, aunque las autoridades han reiterado que no hay restricciones oficiales para ese pescado chileno. Bloomberg dice que es probable que el miedo de los compradores se incremente por la detección de rastros de coronavirus en los contenedores de camarón ecuatoriano. Su demanda también podría bajar. 

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El peor escenario es que el temor —y las sanciones que genere— se extiendan a otros productos ecuatorianos. Pilar Proaño, ex viceministra de Pesca y Acuacultura, advierte que “es una alarma que afectaría mucho a otros, porque habría la incertidumbre de si están contaminados y podría generar una contracción del mercado”. Sin embargo, Gustavo Cáceres dice que “ la respuesta que hubo a nivel mundial es favorable para Ecuador”.  El canciller ecuatoriano, Luis Gallegos, dijo que después de las reuniones con autoridades chinas, “este impase se ha superado”. Gallegos dijo que el Ecuador dio las garantías  necesarias de que se asegurará la inocuidad de sus productos.

Ecuador ya había empezado a trabajar en fortalecer sus protocolos de seguridad desde antes del incidente del camarón con rastros de coronavirus. El 8 de julio de 2020, su Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca expidió un acuerdo para fortalecer “las acciones destinadas a la prevención y control de riesgos relacionados con el contagio del virus” entre trabajadores y productos de exportación. Según el Ministerio, “el Acuerdo contribuye a brindar las garantías necesarias de bioseguridad en la cadena productiva de los sectores acuícola y pesquero del país”. Ahora, más que nunca, es necesario que no se vuelva letra muerta.

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Hasta la fecha de cierre de este reportaje, no se había levantado la suspensión de las tres empresas ecuatorianas. Un comunicado oficial de la Cancillería del 14 de julio asegura que las conversaciones van por buen camino y que las relaciones comerciales con China no se han dañado. 

Sin embargo, el incidente sí marca un antes y un después. La economista Mónica Rojas, decana del Instituto de Economía de la Universidad San Francisco de Quito, dice que es un precedente de lo importante que será en un mundo pospandemia fortalecer aún más la bioseguridad. “No solo para los camarones, desde ahora el mundo está mucho más pendiente de la posibilidad de rebrotes importantes y se van a tomar muchísimas más precauciones en el comercio de las mercaderías”, dice Rojas. Ese reforzamiento de medidas podría tener un efecto directo en el precio del camarón ecuatoriano pues podría hacer que se encarezca.

Ya pasó antes. Steve Brown dice que cuando se mejoró la calidad de la larva en las plantas de procesamiento, los costos aumentaron, pero se hizo para asegurar un camarón de “gran calidad”. La cantidad de la inversión que se necesite ahora variará según las acciones que se tomen se refuercen. Romero advierte que el precio del camarón para el productor ya es bajo y que tendrán que buscar formas de sembrar más por hectárea para intentar que su producción sea rentable. 

Para producir más, hay que tecnificar el sector. Muchos buscarán pedir créditos, dice Romero, pero más del 40% de las camaroneras son concesionadas —están en playas o bahías que le pertenecen al Estado— y no pueden ser dadas como garantía. Cómo conseguirán el dinero que necesitan es, todavía, incierto.

Otra opción es que el incremento de costos se vea reflejado en el precio del producto. Rojas advierte que esa  medida podría reducir la competitividad del camarón ecuatoriano en un mercado incierto por el covid-19, pero no parecería haber otra opción. Sáenz insiste que no podemos poner en riesgo las ganancias que producen las exportaciones de camarón porque sería un golpe a toda nuestra balanza comercial. En un país dolarizado, como Ecuador, si entran menos dólares de los que salen, “pones en riesgo el esquema monetario”, dice. No hay que olvidar que el otro gran producto de exportación nacional, el petróleo, no está generando los recursos que se necesitan por la caída de su cotización internacional y la rotura de dos oleoductos. 

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Recuperar la confianza de los compradores chinos y de otros países será un trabajo de equipo entre el sector privado y el público. Tendrán que asumir los costos, cumplir con los protocolos y hacer un seguimiento cercano de cada parte del proceso de la exportación. El incidente es una oportunidad para redoblar esfuerzos de bioseguridad y asegurar que los productos llegarán bien a su destino —especialmente durante la pandemia.