Este es El Respiro, la dosis diaria de hoy para sonreír y olvidarnos —por un rato, al menos— de la emergencia. 

Buscando mamuts en un aeropuerto

La pasión de Rubén Manzanilla por los mamuts empezó hace 40 años en las obras del metro de Ciudad de México. Apenas terminaba de estudiar, cuando un grupo de arqueólogos encontró un esqueleto del enorme paquidermo en las excavaciones de la futura línea cuatro del servicio de transporte. Años después, con la obra concluida y el esqueleto expuesto en la estación, Manzanilla se incorporó a los trabajos de salvamento arqueológico en el tren suburbano de la capital mexicana. “Empecé en la línea cinco y luego trabajé en la siete”, cuenta Manzanilla, “pero el último mamut que encontré fue en Chapultepec en 2014”.

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Desde principios de 2020, Manzanilla lidera los trabajos del equipo que busca restos de mamut en las obras del nuevo aeropuerto de la capital. “Son contextos muy parecidos a los que teníamos en las obras del metro”, cuenta el arqueólogo. En pocos meses ya han encontrado decenas de ejemplares, algunos con la osamenta completa.

Pero ¿por qué tantos mamuts en México? 

Manzanilla cuenta que la explicación es la orilla del sistema de lagos que solía ocupar lo que hoy es Ciudad de México y el arco norte de su área metropolitana. Hace por lo menos 10.000 años, el agua y la vegetación de la zona atraían a los mamuts. “La arcilla de esta parte era muy plástica y estos animales se hundían en el lodo y ya no podían salir”, dice el experto.

Estos días, Manzanilla supervisa el rescate de seis animales en uno de los 147 puntos de excavación que han identificado hasta la fecha en las obras del nuevo aeropuerto. De las 3.200 hectáreas que ocupará, estos puntos apenas representan el 1%. 

Dos docenas de albañiles barren los huesos de los mamuts con pequeños pinceles, escayolan trozos de colmillo y cepillan dientes que pesan varias decenas de kilos. Manzanilla señala un par de molares y explica: “Los mamuts masticaban de lado. Entonces, podemos medir el desgaste de los molares para determinar su edad. ¡Los mamuts podían comer 300 kilos de pasto al día!”, dice.

Además de los albañiles y el resto de arqueólogos, Manzanilla trabaja con un equipo de paleontólogos, expertos en calcular el peso de estos animales a partir del tamaño de su húmero o de identificar su género echando un vistazo a la pelvis. Uno de los paleontólogos es Joaquín Arroyo, también un veterano buscador de mamuts. Arroyo está encantado de participar en la excavación del aeropuerto. Arroyo insinúa que en realidad el subsuelo de la mastodóntica Ciudad de México es un cementerio de paquidermos por explorar.

Nunca se proyectará un rescate así, claro. La cantidad de recursos necesaria para iniciar una excavación de ese tipo resulta del todo impensable, incluso para el paleontólogo más optimista. Pero Arroyo y Manzanilla no piensan en eso. Los puntos de excavación del nuevo aeropuerto aumentan cada día y la población de mamuts que aguarda su rescate les mantendrá ocupados durante años. 

Cubierto de bengalas dentro: así luce el sol 

Las imágenes más cercanas del Sol revelan que su superficie está salpicada de “fogatas”, versiones en miniatura de las llamaradas solares visibles desde la Tierra. 

Las observaciones fueron transmitidas desde la nave espacial Solar Orbiter, una misión conjunta de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA). Las nuevas imágenes podrían ayudar a resolver la paradoja de por qué la atmósfera solar es tan asombrosamente caliente en comparación con su superficie. La explicación de este enigma conocido como problema del calentamiento coronal es que existen una especie de bengalas en miniatura. Pero hasta ahora ningún telescopio ha tenido una resolución lo suficientemente buena como para observar la atmósfera del sol con suficiente detalle.

“Las fogatas son pequeños parientes de las erupciones solares que podemos observar desde la Tierra, millones o mil millones de veces más pequeñas”, dijo David Berghmans, del Observatorio Real de Bélgica, investigador principal de la misión. “El Sol puede parecer tranquilo a primera vista, pero cuando miramos en detalle, podemos ver esas bengalas en miniatura en todos lados”.

Las últimas imágenes muestran lo que está sucediendo en las capas inferiores de la atmósfera del Sol, conocida como la corona. La temperatura coronal es más de un millón de grados centígrados más caliente que la superficie solar, que tiene una temperatura relativamente fresca de 5.500 centígrados. Los físicos solares han estado intentando durante décadas resolver el misterio de por qué la corona es tan caliente.

“Una de las teorías es que tienes todas estas erupciones solares realmente pequeñas que se apagan todo el tiempo en todo el Sol”, dijo David Long del Laboratorio de Ciencias Espaciales Mullard de UCL, un investigador de la misión. 

A medida que se acerque al Sol, la nave espacial estará expuesta a temperaturas abrasadoras, lo que requerirá que su cámara y otros instrumentos estén alojados detrás de un escudo térmico de titanio recubierto de una sustancia llamada SolarBlack, hecha de huesos de animales carbonizados. La misión de 1,3 mil millones de dólares se lanzó en febrero y proporcionará los primeros atisbos de los inexplorados polos norte y sur del Sol a fines del próximo año. 

Clase bajo el árbol para niños sin internet

Denisse Toala es una joven ecuatoriana de 16 años que creó una escuela improvisada debajo de un árbol para los niños y niñas que no han podido asistir a la escuela por la pandemia del covid-19. El confinamiento ha hecho que cientos de niños dejen de estudiar por falta de acceso a internet o computadoras. 

Las clases son impartidas a unos 40 estudiantes. Casi nadie en el vecindario de la Realidad de Dios en la ciudad porteña de Guayaquil tiene una computadora o un teléfono celular con un plan de datos. Esto los deja incapaces de participar en la educación en línea que ha reemplazado en los últimos meses a la educación presencial.

Denisse Toala se reúne con niños y usa su teléfono celular para revisar los sitios web de las escuelas para ver qué tarea se les ha asignado, lo que no podrían hacer por su cuenta. “El covid-19 ha causado dificultades en el frente económico, pero especialmente en educación”, dijo Toala a la agencia Reuters,. «Se merecen una educación», dijo la joven que cursa quien está en sus últimos años de secundaria. Debajo del árbol donde se encuentran, ella ha colocado una pizarra, carteles educativos y un cartel de bienvenida que dice: “Aprende a enseñar”.

En mayo, UNICEF Ecuador dijo que solo el 37% de los hogares del país tienen acceso a internet. Como resultado, dijo, “6 de cada 10 niños no pueden continuar sus estudios en plataformas digitales”. El informe dice que la situación es más grave en las zonas rurales, donde solo el 16% de los hogares tienen acceso a internet.

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Esto fue El Respiro, las buenas noticias del 16 de julio de 2020. Se publica todos los días a las 8:45 de la noche. Es una dosis de buenas noticias para contrarrestar la ansiedad y preocupación que nos causa la emergencia sanitaria generada por el covid-19 en el Ecuador y América Latina.