Este es El Respiro, la dosis diaria de hoy para sonreír y olvidarnos —por un rato, al menos— de la emergencia.
Más Beethoven
El Año Beethoven en Alemania no terminará el 17 de diciembre de 2020, fecha en la que se cumple el 250 aniversario del bautismo del compositor alemán. Sus organizadores anunciaron que se prolongará otros 250 días más, hasta mediados de septiembre del 2021.
Hasta ahora solo una pequeña parte del programa, destinado a celebrar el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven (1770-1827), pudo llevarse a cabo debido a la pandemia por coronavirus.
Proyectos importantes como un carguero musical que iba a navegar de Bonn a Viena tuvieron que ser cancelados. También un concierto simultáneo con la Orquesta Beethoven de Bonn y la Sinfónica de Viena previsto para el 15 de mayo fue cancelado.
Pero para salvar las alrededor de 300 iniciativas —conciertos, eventos de danza y nuevas composiciones— se extenderá el aniversario dedicado al compositor nacido en Bonn. “Se trata de analizar qué se puede postergar, qué se puede llevar a cabo de forma digital y qué cosas lamentablemente no se pueden recuperar”, dijo Günter Winands, presidente del consejo de supervisión de la sociedad de responsabilidad limitada Beethoven Jubiläums GmbH.
Aunque existe un cambio de planes, el día del 250 aniversario del bautismo de Beethoven, el 17 de diciembre de 2020, Daniel Barenboim y la orquesta West-Eastern Divan celebrarán un concierto en Bonn.
La historia del niño que naufragó por 15 meses
Hace unos días el diario inglés The Guardian publicó un extracto de Humankind, el más reciente libro del historiador Rutger Bregman. En él, Bregman cuenta la historia de Sione Filipe Totau de 73 años, conocido como Mano, y sus amigos: cuando eran adolescentes, pasaron 15 meses en una isla perdida del Pacífico Sur —en una versión luminosa y real de El señor de las moscas. Hoy el mismo diario británico publicó un perfil de Totau, que antes del revuelo mediático, vivía tranquilamente en la ciudad australiana de Brisbane.
Todo inició en 1965, cuando Totau y sus cinco amigos eran adolescentes. Estaban aburridos de su vida en un internado en Tonga, un pacífico reino en la Polinesia, cuando se les ocurrió lo que no sería sino una travesura más o menos grave: robaron (ellos dicen “tomaron prestado”) un pequeño barco pesquero y salieron a navegar. Pero se quedaron dormidos y se levantaron desorientados y en aguas picadas: una gran tormenta dañó su bote. Después de ocho días a la deriva en el mar, llegaron a una isla remota y deshabitada.
“No llegamos a la isla hasta la noche, en la oscuridad, así que tuve que nadar hasta la orilla”, dice Totau. “Tenía que ir primero y les dije a mis amigos: tenemos que rezar antes de que salte al agua”. Pasaron 15 meses en la isla, conviviendo en armonía —y su aventura tuvo un fin mucho menos ominoso que el libro de William Golding.
Es probable que hubieran tenido que pasar mucho más tiempo en la isla, de no ser por Peter Warner, un aventurero australiano que navegaba por Tonga en 1966, que se los rescató.”»No podría explicar cómo nos sentimos, todos nosotros, estábamos llenos de lágrimas, felices y como caminando hacia el cielo”, dijo Totau sobre el momento en que vieron el bote de Warner.
En Tonga, sin noticias de los chicos, sus familias les hicieron funerales para los niños desaparecidos. Sin embargo, Totau dice que cuando volvió, su padre le dijo que nunca había perdido la esperanza de que estuviera vivo.
Ciervos bajo los cerezos en flor
El Parque de Nara, situado en la ciudad de Nara en el sur de Japón, es famosos por sus más de 1.200 ciervos. Cada año recibe miles de visitas de turistas de todo el país que van a admirar a flora y fauna.
Pero este año ha sido diferente por la crisis del coronavirus. La buena noticia es que la ausencia humana ha mostrado la reserva natural de una forma muy distinta.
Cuando algunos curiosos fueron a pasear al parque, vieron a decenas de ciervos descansando bajo los árboles de cerezo: una escena que hace apenas un año habría sido imposible de ver por las grandes aglomeraciones de gente que van en estas fechas al Parque de Nara.
Un café de gatitos vuelve a abrir sus puertas
A medida que Bangkok, la capital de Tailandia, reabre muchos restaurantes cerrados por el coronavirus, los felinos “empleados” del Caturday Cafe están de vuelta en el trabajo.
Las pocas docenas de amigables gatos generalmente se sientan alrededor del café, esperando pasear con clientes humanos para acurrucarse y que les rasquen la barriga. “No podíamos salir a ningún lado, lo que nos ha estresado un poco. Pero como podemos venir a ver a los gatos, nos sentimos más cómodos y relajados ”, dijo uno de los clientes asiduos del Caturday, Pantip Keeseeree, quien dijo que fue tan pronto como escuchó que el café había reabierto.
Al igual que otras empresas en Tailandia, el café tiene nuevas reglas destinadas a frenar la propagación del coronavirus. Antes de entrar, los clientes deben tomarse la temperatura y lavarse las manos. Una vez dentro, deben usar una máscara en todo momento.
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A pesar de la reapertura, el negocio aún no retoma su flujo habitual. “En realidad, el número de clientes no es como solía ser. Más del 50% ha disminuido, tanto tailandeses como extranjeros «, dijo la propietaria del café, Arisa Limpanawongsanon. Pero los gatos están ahí, esperando que los humanos volvamos poco a poco y ellos puedan acurrucarse, hacer que les rasquen la panza e ignorarnos.
Esto fue El Respiro, las buenas noticias del 13 de mayo de 2020. Se publica todos los días a las 8:45 de la noche. Es una dosis de buenas noticias para contrarrestar la ansiedad y preocupación que nos causa la emergencia sanitaria generada por el covid-19 en el Ecuador y América Latina.