Las trabajadoras ecuatorianas ganamos 20% menos que los hombres que tienen el mismo cargo. Las  políticas en el Ecuador ocupan solo el 8,1% de las alcaldías y apenas el 17,4% de las prefecturas. Y cada setenta horas una mujer es asesinada en el Ecuador por violencia machista. Las cifras de desigualdad parecen infinitas. Los tipos de violencia que sufrimos van desde mansplaining —cuando un hombre le da una explicación condescendiente a una mujer experta en un área determinada, como si él supiera más— hasta un feminicidio —un asesinato a una mujer solo por ser mujer. 

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Los obstáculos son tantos que no debe haber en el mundo una sola mujer que no haya vivido al menos uno. Pero los obstáculos también son tan distantes y distintos entre sí que muchas veces nos cuesta comprender (realmente) lo que sufren otras. 

El Festival Equis, que empieza mañana, busca mostrar a través del cine —de ficción y no ficción— estas historias, algunas muy cerca y otras muy lejos de cada uno de los espectadores. Son 34 películas que explican conceptos que la Academia y los activismos han fallado en transmitir a un público más amplio. Por eso es tan importante este festival. 

Working woman, por ejemplo, narra la vida de una mujer que trabaja para mantener —junto con su esposo, que enfrenta problemas económicos— su hogar de tres hijos, y al mismo tiempo soportar el acoso de su jefe. El título del filme lo resume todo. Es simple y abarcativo. 

¿Cuántas mujeres en el Ecuador se han detenido realmente a reflexionar sobre las condiciones en las que trabajan? El acoso sexual en las empresas, la brecha de pago entre hombres y mujeres, los permisos de maternidad y paternidad tan desiguales, las reuniones en las que participamos como supuestos pares pero en las que nuestra opinión no es tomada en cuenta. La lista parece infinita. 

Otro de los temas del festival es el —cada vez menos tabú— placer femenino. El filme #Female pressure explora la reivindicación del placer como un derecho universal. Un derecho que varios estudios han demostrado que está —como muchos otros— casi reservado para los hombres. De 10 encuentros sexuales que las mujeres tienen con hombres solo en 5 tienen un orgasmo. Mientras que los hombres llegan al orgasmo 9,5 de 10. La desigualdad lo permea todo, hasta el sexo.

El placer y el trabajo son solo dos de los temas de las 34 películas que se proyectarán en el Festival de cine Equis, que será en Quito y Guayaquil. Las organizadoras, Virginia Sotomayor y Estefanía Arregui, clasificaron los filmes en tres categorías: Poner el cuerpo —que recoge historias de mujeres que cambian la historia desde sus espacios de trabajo y lugares en el mundo—, Amiga date cuenta —que propone que el primer paso para acabar con la violencia es reconocerla—, y Puño arriba —que narra la lucha de las mujeres para acabar con la desigualdad y la explotación, tener más placer y autonomía. 

Aunque son clasificaciones útiles, hay también, otras muchas maneras de dividir estas películas. Una más tradicional podría ser mujeres líderes (sí, así de simple) porque no debemos olvidarnos que en los 118 años que se entrega el Premio Nobel, solo 52 mujeres lo han recibido (frente a 856 hombres). No debemos olvidarnos que en el mundo solo hay 22 presidentas mujeres (en los 194 países del mundo). No debemos olvidarnos de las historias de mujeres que solo décadas después fueron reconocidas como las matemáticas Katherine Johnson, Dorothy Vaughan, y Mary Jackson,  esenciales para, desde la NASA, poner al primer hombre en la Luna. En esa categoría —de mujeres líderes— encajarían las películas sobre la vida de la artista japonesa Yayoi Kusama, de la cantante M.I.A, y de la Nobel de la Paz Nadia Murad

Otra categoría podría explorar diferentes niveles de violencia. Working woman como un retrato del acoso sexual en un lugar de trabajo. En el Ecuador, el acoso es un delito que está en el Código Penal pero muchísimas mujeres (sería muy complejo y arriesgado lanzar un porcentaje) ni siquiera entienden qué es: suponen que para que exista violencia, el agresor debe tocarte, pero el acoso ocurre sin ese contacto.Cuando hay contacto se convierte, enseguida, en abuso sexual (así haya sido la tan pasada por alto “manoseada”). En Ecuador, entre agosto de 2014 y octubre de 2019, más de 9200 mujeres han reconocido ese acoso y han tenido la valentía de denunciarlo ante la Fiscalía. Entre voces, en cambio, es un relato sobre violencia física y sexual que sufren en Guatemala. En nuestro país, son cerca de 2700 niñas que son madres a la fuerza cada año. 

A veces tanta cifra puede ser abrumadora. Sin embargo, un rostro, muchos rostros, pueden ser la mejor manera de comprender cómo es la vida de una niña violada y obligada a ser madre, o de una mujer que no puede renunciar aunque su jefe la acose porque necesita el trabajo, o de una mujer que lidera una causa y no tiene tiempo para ella misma, o de una madre —muchas madres— que deben elegir entre su carrera profesional y sus hijos. 

Estos rostros, muchos rostros, son los que presenta Equis, un festival para entender, entre muchas cosas, la loca idea de que las mujeres todavía no tenemos los mismos derechos y que es urgente que los tengamos.