Virgilio Hernández fue parte de Alianza País desde sus inicios y su asambleísta entre 2008 y 2017. Tras la salida del poder de Correa y el triunfo de Moreno, Hernández ocupó por tres meses el cargo de consejero presidencial de Hábitat y Ambiente hasta que renunció como parte del cisma en el partido que gobierna el Ecuador desde hace 12 años. 

Dos años más tarde, en una soleada mañana del verano quiteño de 2019, nos recibe en una pequeña habitación de una casa antigua ubicada en el centro de Quito a pocos pasos de la Asamblea Nacional. Es la sede del movimiento que buscan reconstruir después de que el ala correísta de Alianza País perdiera el control del movimiento político que fundó Rafael Correa en 2006, cuando aspiraba a ser Presidente de la República por primera vez.

A la entrada de la casa, tras cruzar un pequeño jardín atravesando unas pocas escaleras, y pasando junto a una réplica de tamaño real de Rafael Correa, está la oficina de Hernández. Los pisos de madera crujen con los pasos. Al interior, está sentado Hernández en un escritorio en un rincón, detrás del cual cuelga una retrato al óleo de un Correa sonriente, con la banda presidencial cruzándole el pecho. La pintura resalta por su colorido en medio de una oficina más bien gris. 

Empecemos con las investigaciones de la Fiscalía sobre distintos funcionarios del gobierno anterior. Desde el caso del exvicepresidente Glas, ustedes hablan mucho de una persecución. Pero, ¿hay algo de lo que ustedes se responsabilicen? 

Necesariamente, hay que hacer un contexto. Cuando en general se habla de la judicialización de la justicia o se habla del lawfare

Esa judicialización de la política se refleja a través de los procesos, que son procesos que tuvieron que ver, incluso, con el marco de la reforma constitucional, la persecución por la vía judicial y el bloqueo político. Todo ha sido dirigido fundamentalmente contra Rafael Correa y nosotros. 

No podemos olvidar que aquí se reformó la Constitución para impedir la participación de Rafael Correa. Quiero decir que con las consulta popular del 2018 lo que se hizo fue básicamente impedir cualquier tipo de participación democrática. Si lo que se dice es que son sus errores los que hacen que ahora la población ya no acepte a Rafael Correa, se debió haber permitido que pueda participar políticamente y que sea esa ciudadanía, a través del voto, la que diga “No queremos más a Rafael Correa”. 

Pero no, se reformó el propio marco constitucional. Y ese marco constitucional tuvo, más allá de los temas puntuales que ahora todo mundo se da cuenta que fueron simplemente una mascarada, objetivos muy claros.

Virgilio Hernández se refiere a la consulta popular impulsada por Lenín Moreno y llevada a cabo en febrero de 2018, en la que se consultó a los ciudadanos si estaban de acuerdo en eliminar la reelección indefinida, aprobada por la Asamblea dos años antes, cuando aún Rafael Correa gobernaba. En la consulta venció la eliminación de la reelección indefinida.

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Usted se refiere a la pregunta la reelección, específicamente, ¿no?

Claro, ¿pero cuáles fueron sus objetivos? 

Uno, modificar el marco constitucional y, al modificar el marco constitucional, destrozaron la estructura diseñada por la Constitución de 2008. Y, dos, impedir la participación de Rafael Correa. 

Hay evidentemente una persecución por la vía administrativa, eso es ya inocultable. El Contralor hace lo que el gobierno quiere, pero indudablemente lo hace incluso antes que se lo pidan. Cosas ya ridículas como, por ejemplo, establecer una persecución administrativa a un legislador porque pidió un salón de la Escuela Politécnica de Chimborazo para poder hacer nuestra reunión, es el caso de Hermuy Calle.

Hernández se refiere a la destitución que la Contraloría General pidió para el asambleísta correísta Hermuy Calle en febrero de 2019, por supuestamente haber utilizado un salón de una universidad pública para hacer proselitismo político. Según la Contraloría, sería un incumplimiento a la prohibición legal de usar bienes públicos con esos fines. Posteriormente se referirá también a la glosa que la Contraloría le impuso a la asambleísta correísta Marcela Aguiñaga por haber supuestamente pagado al Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas (Issfa) 41 millones de dólares, un monto siete veces superior al avalúo de unos terrenos en Guayaquil, cuando fue Ministra de Ambiente de Rafael Correa. Hablará también de Sofía Espín, la asambleísta que fue destituida en noviembre de 2018, tras visitar a una procesada dentro del caso Balda, e intentar, supuestamente, influir en el proceso judicial.

¿Se refiere al que fue creado y era liderado por Iván Espinel?

Compromiso Social. Cuando ese movimiento nos sirve de cobertura, la Contraloría establece una auditoría especial para ver si se recogieron bien las firmas en el 2013, para la constitución de esa organización. Es decir, antes no tuvieron el cuidado y cuando en el 2019 se hace alianza [con nosotros] ahí sí quieren revisar. O como nuestros legisladores tienen 20, 25, 30, 35 acciones en Contraloría. Y esas acciones son por cosas ridículas. 

Lo que se establece respecto a Marcela Aguiñaga, ¿cómo va a haber perjuicio al Estado si sale de una cuenta del Estado y, sin pasar por cuenta privada va a otra cuenta del Estado, y sin embargo hay observaciones de la Contraloría? u observaciones sobre el manejo de un campo petrolero, sin que la contraloría tenga los expertos en el tema. 

¿Se refiere al caso Singue?

Me refiero al caso Singue.

Respecto al tema judicial, yo digo que se investigue todo lo que se tenga que investigar. En la democracia todos deberíamos tener las posibilidad de que se investigue cuanto se quiera investigar. 

El problema es que cuando se trata de Correa y de los correístas, lo que establece la Constitución, el artículo 75, 76, sobre el debido proceso, es ignorado. Además los medios grandes de comunicación hacen caso omiso de las disposiciones constitucionales y legales. Por lo tanto, hay abusos respecto de la prisión preventiva, de la aplicación de las normas constitucionales y legales, y se violentan todos los pasos del debido proceso; entonces, hay una clara persecución en la vía judicial.

Lo que se le hizo a Sofía Espín combina esta persecución administrativa con la judicialización también de su caso. A ella se le destituyó sin que exista una causal, eso es violentar lo que dice la Constitución. Luego, de eso también se le siguió una acción judicial. Es demencial la persecución que en este momento se vive, y sobre todo la falta de aplicación del debido proceso. 

Al tema constitucional, al cerco constitucional, a la persecución por la vía administrativa ya la persecución por la vía judicial hay que sumarle el bloqueo político. 

Nosotros seguramente somos el único movimiento al que se le negó la posibilidad de disputar legítimamente [en las elecciones] cuando las autoridades elegidas en la convención del 1 de mayo de 2017, claramente tomaron una decisión. 

Se refiere a la convención de Alianza País en la que se votó a favor de que Lenín Moreno fuera el reemplazo de Correa al frente del movimiento y Correa se convirtiera en Presidente Vitalicio Honorario. Se eligieron además otras autoridades; Jorge Glas a la primera vicepresidencia; Ricardo Patiño, a la segunda vicepresidencia y Gabriela Rivadeneira a la Secretaría Ejecutiva.

Se utilizó el aparataje judicial para despojarnos del movimiento. Después nosotros presentamos la documentación para ser reconocidos como el Movimiento de la Revolución Ciudadana y, con eso, poder iniciar el proceso de recolección de firmas. Se nos negó con el argumento de que revolución ciudadana era consigna de Alianza País. 

Después presentamos para ser “Revolución Alfarista”. Se nos negó con el peregrino argumento que no puede ser el nombre de un movimiento que representa a la izquierda y al progresismo el nombre de Alfaro porque él era liberal. Nosotros dimos respuestas fundamentadas en lo que decía el presidente la Academia Nacional de Historia, con lo que decía Juan Paz y Miño y Ericka Silva que demostraban que Alfaro no solo era un liberal sino un liberal radical, y en el radicalismo confluyeron muchos movimientos de izquierda en la segunda década del siglo veinte. Sin embargo, se nos negó. 

Después hicimos acuerdo con el movimiento Maná Acuerdo Nacional que ya tenía clave para la recolección de firmas, y recogimos 470 mil firmas en 70 días y cuando estuvimos a punto de entregarlas, se hizo una maniobra para decir que quien tenía la representación jurídica no era esa persona sino otra. 

Entonces, a esta persecución constitucional y administrativa, se suman el bloqueo político que rompe todas las reglas democráticas porque nos impide participar en la contienda democrática.

Ahora para no dejar de responder tu pregunta, toda esta arremetida indudablemente tiene objetivos políticos; por eso es judicialización de la política. Como no han podido derrotar a Rafael Correa por la vía de las urnas, se recurre a este mecanismo de persecución judicial y administrativa, constitucional y del bloqueo político paras impedir nuestra participación. 

Ahora el sustento que hacen de estas prácticas, lo hacen sobre la base de acusaciones que sin embargo, tienen un patrón. Primero se sentencia: en un gran despliegue mediático en el que antes que se investiguen los hechos se sentencia. Y luego se deja la posibilidad de investigar. Y esto no quiere ocultar de ninguna manera que pudimos haber tenido errores, sin duda cometimos errores.

¿Cuáles?

Te señalo un error fundamental en el gobierno de Rafael Correa. Yo creo que un error fundamental fue que las personas e incluso instituciones como la Asamblea, que por obligación teníamos que dudar, no dudamos. 

¿De qué? 

De todo. Cuando uno es legislador uno tiene la obligación de dudar, y al no dudar no pudimos detectar cosas que se hicieron incorrectamente. 

¿Cómo que cosas, por ejemplo? 

Gente que aprovechó de su condición para beneficiarse. Estoy pensando en gente como Pareja Yannuzzelli. Creo que hubo errores en el caso de los legisladores. En el caso mío, no dudé todo lo que debí haber dudado. En ese sentido no realizamos todas las actividades de control que debimos haber realizado. 

Tuvimos errores y límites pero nada de eso justifica que tengamos que sufrir esta persecución brutal. Y vuelvo a decir que no estoy en contra de que se investigue, pero no puede ser que porque es a los correístas se justifique toda serie de abusos y atropellos. 

Hernández habla de la ‘persecución a Correa’, de los medios y Moreno

«El Contralor hace lo que el gobierno quiere», dice Virgilio Hernández. Fotografía de Diego Ayala para GK.

Usted menciona que el Contralor Celi hace lo que el gobierno quiere. Hemos visto en los correos de Pamela Martínez, judicializados ya, que también había una comunicación entre el excontralor Pólit y Martínez, asesora del presidente Correa con informes sobre presuntas glosas o informes sobre ciertos funcionarios que debían llegar al conocimiento del Presidente. ¿No hay un patrón similar ahí?

Sin duda cuando hay actuaciones en el servicio público pueden presentarse acciones de seguimiento de la Contraloría. Ninguna persona que ha sido funcionario público está exenta de que en en algún momento se pueda establecer una acción en Contraloría. 

Lo importante con respecto a esas acciones es que tiene que haber la posibilidad de que los funcionarios efectivamente desvanezcan los señalamientos. 

Lo grave sería que si hay una acusación y porque ya la Contraloría cree que es así esa persona tiene que ser culpable. 

La Contraloría no tiene expertos en todas las materias. 

Sí, pero más allá de eso. Hablemos del patrón. Usted dice que el Contralor Celi hace lo que el gobierno le dice. Aparentemente el contralor Pólit hacía lo que el gobierno le decía. No le voy a decir que fue directamente el presidente Correa porque en este correo específicamente no se puede concluir eso, pero sí es su asesora, Pamela Martínez.

Esto que acabas de decir es importante porque la responsabilidad en materia penal es personal. Personalísima. 

No se puede vincular a una persona si no hay suficientes elementos de convicción que demuestren que, efectivamente, tuvo responsabilidad. No conozco en detalle estos casos a los que haces referencia. 

Pero cuando se presentan acciones en la Contraloría, el funcionario tiene la posibilidad de defenderse.

No hablamos de la acción. En esta supuesta reunión, Pólit habría dicho que va a desvanecer los informes en contra de María Duarte pero quería que el Presidente lo sepa. Y este es un informe que Pamela Martínez hacía y que debía llegar al Presidente Correa. Mi pregunta es sobre un sistema en el que el Presidente le dice al Contralor “esto es lo que hay que hacer”, el Contralor acepta porque finalmente está al servicio de un gobierno. Usted critica esta práctica en el gobierno actual, yo le pregunto: ¿No fue también una práctica del gobierno anterior?

Creo que ese tipo de injerencias están por fuera del marco legal. Lo que digo yo es que, si eso estuvo mal yo no lo voy a defender. Lo que quiero reiterar es que una de las críticas que se hacía es que eso no se debe hacer y, sin embargo, ahora ellos no solo lo hacen sino que utilizan el arma de la Contraloría como un mecanismo de persecución. Y tiene un objetivo político: la eliminación de la Revolución Ciudadana, que Rafael Correa no pueda participar. 

Menciona usted el abuso de la prisión preventiva, recordemos que en el gobierno anterior también se abusó de esa figura. Pienso en casos como los 10 de Luluncoto o los estudiantes del Central Técnico. Incluso el Presidente intervenía en la sabatinas cuestionando a un juez si liberaba a alguien. Y lo último que usted señala es el  despliegue mediático. En el gobierno anterior también había un despliegue mediático de los medios del gobierno para atacar o denunciar a la oposición. Usted con esta crítica que le hace al gobierno actual, ¿no está viendo todo lo negativo de este gobierno sin hacer un mea culpa y sin ver las similitudes con un gobierno cuyos líderes, además, nacieron en el mismo partido?

Durante diez años combatimos y enfrentamos el poder de los grandes medios que generaba una agenda pública claramente intencionada que era de oposición. Lo que no podían hacer lo partidos de oposición porque estaban desgastados, porque el pueblo no confiaba en ellos, lo hacían los medio de comunicación. Evidentemente, eso era confrontado para que la ciudadanía pueda tener una opinión distinta a la de los medios públicos. Sí había eso.

Pero enfrentamos al mismo tiempo la opinión de las grandes corporaciones que seguían, día a día, su labor sistemática de oposición. Se confrontaba para tener otra perspectiva de la verdad.

Ahora tenemos un alineamiento y sometimiento de esa posibilidad de pluralidad informativa. Ya no hay posibilidad de contrastar lo que dicen las grandes corporaciones mediáticas con lo que dice el poder público. 

Ahora los medios públicos son un apéndice de toda la agenda de opinión que se construye en las grandes corporaciones. Hay un total alineamiento. Y es absolutamente evidente, no podemos negar que, además de esos grandes medios, había también algunos portales digitales —la disputa de La Posta con el Alcalde de Quito, lo evidencia.

¿Qué evidencia?

Que esos grandes medios viven de las relaciones con los Estado y esas relaciones impiden que haya transparencia informativa.

Pero de nuevo, en el gobierno anterior, muchos medios decían que si se ponían críticos con el gobierno se les quitaba la pauta y era un mecanismo de chantaje.

Pero esos medios no dejaron de funcionar. Hay toda una crítica acerca de lo que hacía la Superintendencia de la Información (Supercom), y no voy a defender que haya existido excesos en la actuación de determinado funcionario, ni voy a defender que haya habido visiones sobre su labor. 

Sin embargo, cuando uno puede establecer un balance al respecto del equilibrio que podía haber en la sociedad, yo, por lo menos, veo que había más pluralidad de la que hay ahora. 

Pero usted dice eso porque estaba en el poder.

No, porque no dejaron de funcionar, porque no dejé de ir a medios de comunicación.

Quizás usted, pero muchos otros funcionario sí dejaron de ir. Y hubo una orden presidencial de que no vayan a ciertos medios. Ahí no hay pluralidad. 

Yo no dejé de ir a ninguno de los medios. Yo no creo en la objetividad, creo que es inhumano hablar de objetividad. Creo en el mediano profesionalismo y en la neutralidad. No, ni siquiera en la neutralidad.

En el equilibrio.

En el equilibrio que permita tratar unos temas que el entrevistado tenía para hablar. Nosotros teníamos que ir a los medios, y era como ir a debatir con los sectores más recalcitrantes de la oposición.

Yo sabía que ir a alguna radio o televisora era mucho más fuerte que ir a un debate legislativo porque los medios cumplían ese papel que los partidos no cumplían porque estaban desgastados. Los medios de comunicación se convirtieron en actores políticos. 

La diferencia con los militantes partidarios, es que los medios no son responsables políticamente, no responden por lo que hacen.

¿Por qué dice eso?

Porque no responden. La responsabilidad es un elemento básico en la democracia, todo poder tiene que ser responsable. Mientras los poderes formales y los actores políticos, tarde o temprano respondemos, los medios actuaban absolutamente de forma irresponsable. 

Hernández habla de la ‘persecución a Correa’, de los medios y Moreno

«Enfrentamos el poder de los grandes medios», dice Virgilio Hernández. Fotografía de Diego Ayala para GK.

Pero para eso crearon una Ley de Comunicación, y una Superintendencia y un Consejo de Regulación que estaba siempre encima de los medios. Y más allá de lo que usted dice, hubo una política de agresión a los periodistas. Se lo digo como periodista de a pie. En la calle nos insultaban y nos lanzaban cosas las personas afines a su gobierno, porque estaban adoctrinados de cierta manera para responder a que todos los periodistas somos malos. Y eso pasó con muchos colegas, trabajadores de varios medios de comunicación. ¿No cree que ahí falta algo de autocrítica?

Actitud que yo rechazo, no solo de lo que pudo haber pasado antes, rechazo también ahora. Cuando estoy en diversas manifestaciones sé que en algunas ocasiones muy pocas van a ser cubiertas por los medios. Y sé cómo van a tratar las noticias esos medios, siempre intento que las personas puedan respetar a quienes hacen su trabajo e incluso a los medios que tiene el derecho de decir lo que les parece. Lo fundamental es que pueda existir contraste. 

En lo que discrepo es que eso haya sido una línea de adoctrinamiento. Lo que pasa es que, a veces, en este rol también se menosprecia el papel del ciudadano. Se menosprecia el papel de una persona que es partidaria de una línea política y ve que esa línea política es tratada de un manera totalmente injusta por parte de algunas grandes corporaciones mediáticas que, además, se ve que tienen objetivos políticos. Eso hace que la propia ciudadanía reacciones con indignación. No comparto esa violencia, pero no es que esto era una línea oficial, no había una línea, una directriz. 

El fotógrafo se acerca hacia el escritorio para hacer unas fotos de unos documentos sobre los que reposan los lentes sin marco de Virgilio Hernández. La asesora de comunicación se acerca y los da la vuelta para que no se lean en la imagen. Él la interrumpe diciendo que no importa, y con un gesto le señala que deje continuar al fotógrafo.

Pero cuando desde el discurso público se habla de ciertas cosas, y ahí podemos pasar al siguiente tema, sí hay un seguimiento a quien lidera los procesos, sea Lenín Moreno o Rafael Correa, siguen incluso de algunos aspectos del carácter y de la forma de comunicar. 

Yo te quisiera hacer una reflexión sobre lo que tu dices, es curioso. 

Si yo hago este mismo planteamiento pero a la inversa: si los partidarios de una organización política siguen a su líder, los periodistas pierden toda neutralidad y abandonan su ética profesional y finalmente siguen las consignas de los dueños de los medios. Es el mismo argumento.

Pero no hablamos de consignas, sino de un discurso público. 

¿Los periodistas y los medios de comunicación no tienen un discurso público, una agenda pública? Es el mismo discurso. 

No es lo mismo el Presidente de la República, hablando en una sabatina en ciertos espacios que genera un discurso público.

Sí es lo mismo por el poder de los medios en las democracias actuales. Sobre esto se ha teorizado. Sartori tiene trabajos sobre esto, hay varios trabajos sobre esto. 

En las democracias actuales, ¿cuánto peso tienen los medios? Yo solo sigo tu argumento. Esos ciudadanos actúan por la posición del líder, bajo ese mismo argumento, ¿no crees que los periodistas perdieron todo equilibrio y se convirtieron ya no en los profesionales que trabajan sino en los asalariados de los medios? 

También te puedo poner muchos ejemplos. Con qué objetividad, con qué busqueda de mediano equilibrio, uno podía ir a una entrevista, frente a una ley que se debatía en la Asamblea se ponían masking en la boca, o cuando esos mismos periodistas establecían opiniones que, aparentemente eran personales, salían a través de sus páginas, y después eran los que pretendían ser los medios independientes y pluralistas. 

Los periodistas también son personas. Tienen también posturas personales y el tener una postura personal no quiere decir que no se pueda hacer un trabajo con equilibrio.

Yo estoy diciendo que si el argumento sirve para decir que los ciudadanos eran adoctrinados por buscar contrastar una posición, ¿por qué ese argumento no sirve para lo otro?

Porque son dos cosas distintas. Las salas de redacción no funcionan como usted está asumiendo. Quizás hay un desconocimiento sobre cómo funcionan las salas de redacción, pero no me quiero quedar en este tema. 

Bajo ese mismo argumento yo te podría decir que no entiendes cómo funcionan los partidos y los movimientos. No podemos pensar que los medios y los periodistas son el poder moral.

Yo no he dicho eso. Hablé de un discurso con tintes violentos en contra de ciertos grupos que terminan siendo agredidos. El eslabón se rompe por el hilo más débil.

Y yo te he dicho que yo rechazo eso.

Ya, entonces pasemos a otro tema.

Es que hubo periodistas que perdieron toda ética y toda profesionalidad y terminaron siendo no profesionales si no “vasallos de los grandes patrones de las corporaciones mediáticos” y lo digo entre comillas intencionalmente: “vasallos” y “patrones”.

Durante las preguntas sobre los medios y el rol del poder en el gobierno pasado, Hernández alza la voz, su rostro se contrae, cierra los labios con fuerza, en la frente se asoman unos pliegues, mueve las manos, interrumpe. 

Hay algunos temas que tras la salida del presidente Rafael Correa se han podido discutir cómo el matrimonio igualitario  y la despenalización del aborto, incluso usted recordará que hubo sanciones a las asambleístas que quisieron discutir eso en el pleno. ¿Esto no demuestra que sí hay progreso en ciertos ámbitos?

Creo que estos son temas importantes, pero son temas que efectivamente, más allá de la fuerza política, son temas de la sociedad. 

Me parece que lo que hemos tenido es que, de todas formas, con todos los límites, con todas las dificultades, los diez años de Revolución Ciudadana sí generaron una reforma democrática. Esa reforma democrática permite que más allá de lo que discuta en el Parlamento, se pueda discutir y debatir estos temas.

O sea, desde su perspectiva, ¿esto es un resultado del trabajo del gobierno anterior? 

Te digo que lo que ahora podemos discutir es fruto de una modernización democrática de la sociedad. Estos temas, antes de estos años, no habrían podido ser posibles de ser discutidos en la sociedad. 

Quiero decir que hay en la sociedad también condiciones que se han modificado y en la modificación de esas condiciones, indudablemente, también tuvo que ver todo el proceso de modernización democrática de la revolución ciudadana.

Pero si hablamos de la despenalización del aborto, el expresidente Correa incluso dijo que iba a renunciar si se seguía discutiendo. Entonces sí hubo una postura política que no permitía que sus propios legisladores o miembros del partido pudieran discutir sobre esto. Incluso a algunas legisladoras de País, pienso en Marcela Aguiñaga, por ejemplo. Hoy sí lo hablan abiertamente, hablan apoyando una posible despenalización del aborto. Eso demuestra que la presencia de un personaje influía mucho en temas que tienen que ver con una progresión en derechos. 

Sí, indudablemente, estamos hablando de liderazgos, y cuando hablamos de liderazgo hablamos de personas. 

¿Pero no es positivo este cambio?

Te quiero decir que un líder tiene ciertas cosas que, indudablemente, son grandes atributos, pero también hay otros elementos de convicción personal que quizá impidieron que se puedan discutir estos temas. 

Sin embargo, si pongo en una balanza todo lo que significaron esos avances de la sociedad en esos diez años, frente a la anomia que vivimos en este momento, ¿qué piensa la mayoría de los ecuatorianos? ¿Piensan que hemos avanzado en estos dos últimos años, respecto de lo que vivimos en los diez? ¿O que el Ecuador, en general, ha retrocedido? 

Me parece que este es el elemento que debe finalmente discutirse. Los otros elementos son, por un lado, características del liderazgo y también condiciones concretas de la organización política. 

La organización política que llegó al poder prácticamente nació con ese liderazgo. Seguramente, en otras condiciones, en otro momento y otra estructura partidaria y también con otras condiciones de la sociedad, quizá habría habido una mayor posibilidad de debatir esos temas.

Hernández habla de la ‘persecución a Correa’, de los medios y Moreno

Virgilio Hernández: «Los diez años de Revolución Ciudadana sí generaron una reforma democrática», Fotografía de Diego Ayala para GK.

Hablemos un poco del bloque legislativo. Ustedes entraron, como Alianza País, un bloque de mayoría, que se fue resquebrajando en el camino y finalmente se dispersó. Hoy los que representan la Alianza País del correísmo, por llamarlo de alguna manera, tienen que hacer alianzas con alguien dentro de la Asamblea, para poder alcanzar los objetivos políticos que se hayan planteado y cumplir esa agenda que ustedes dicen ganó las elecciones y que se quebró al momento en el que Lenín Moreno y Rafael Correa rompieron. ¿Con quién hacen alianzas en la Asamblea Nacional?

Pensar que son diferencias personales entre Rafael Correa y Lenín Moreno es tratar de reducir la realidad. Yo creo que lo que lleva a la ruptura son profundas diferencias en el plano ideológico. Lo primero que hizo Lenín Moreno fue decir que él se sentía incómodo con lo del Socialismo del Siglo 21, con lo de izquierda, que debemos dejar de hablar de Revolución Ciudadana, y hablar en general del proyecto país. 


¿Temas que nunca planteó mientras estuvo en el gobierno?

Diez años no las planteó. Hay profundos temas ideológicos, hay cambios en el manejo económico, y mientras nosotros pensábamos en una propuesta de un manejo heterodoxo en la economía, ellos creen a pie juntillas que lo que hay que hacer es ir a las recomendaciones y a las recetas del Fondo Monetario Internacional. Hay profundas diferencias en la política, entonces no creo que sean diferencias personales.

Mi pregunta no era con la intención de reducirlo a un tema personal, es evidente que hay una ruptura política e ideológica.

Hay una ruptura politica, ideologica, en el manejo económico. 

¿Después esta ruptura que hace el bloque con quien se alía para poder legislar y llevar a cabo los proyectos?

Nosotros, como movimiento político, básicamente desde la ruptura lo que hacemos es una tarea de contención, y yo digo, además, lo que hace nuestros compañeros es de absoluta responsabilidad en el ejercicio de la oposición. 

De hecho en estos años cuando ha habido que votar por leyes que son beneficiosas, se lo ha hecho. No se tiene esa actitud irresponsable de que nosotros no vamos a votar. Si beneficia al país, nosotros votamos. 

Pero si no beneficia al país, nuestra bancada no vota, porque evidentemente eso que ahora tenemos contrasta con las propuestas que se le hizo al pueblo ecuatoriano en campaña. El bloque, en este momento, tiene una posición de resistencia, de contención y tiene además un mérito: la absoluta coherencia. 

¿En qué sentido?

Que ahora ya es inexplicable cómo son los lineamientos, ya es inexplicable. Ya uno no ve, en las posiciones políticas, la modificación de la correlación de fuerzas. 

¿Habla por los resultados de las elecciones o habla por la Asamblea?

Porque en este momento tú no podría contabilizar quiénes son efectivamente el bloque de Alianza País. Incluso en CREO, ¿quiénes son efectivamente el bloque de CREO?

¿Por las rupturas?

Claro, efectivamente, porque ahora hay una posición cada vez más acomodaticia. Hay un mercado político, qué es lo que se transa, qué es lo que se negocia, eso no conozco. 

Pero evidentemente hay influencias. Se ha construido un mercado político. Ese mercado político hace que los legisladores estén alineados, que otros no, que Alianza País no se sepa cuántos son en una votación, cuántos son en otra. Lo mismo pasa en las otras tiendas y en otras fuerzas políticas. 

Frente a eso, el bloque de Revolución Ciudadana ha sido un bloque que contiene, que resiste, que pelea por los grandes problemas del país, que, cuando hay que apoyar temas que son positivos lo hace, pero al mismo tiempo condena todos los abusos y tiene una voz propositiva. 

Lo que nadie puede desconocer es la coherencia con la que actúa ese bloque. De 32 legisladores, se separaron 29, después con el cambio y las elecciones abultaron a 31, y ahora son 32 legisladores que actúan con absoluta disciplina y coherencia. Y, además, nadie les puede desconocer el aporte que hacen sus legisladores en el pleno y en la propia Asamblea Nacional.

Hay algunas cosas que, sin embargo, no han cambiado entre el gobierno anterior y este:  megaminería, explotación del Yasuní. ¿Ustedes todavía puede reconocer algunos asuntos comunes con este gobierno?

A ver, este gobierno —primero tendría que preguntar cuál es el proyecto de este gobierno. Este gobierno lo que hace es que algunos temas que se iniciaron en el gobierno anterior se continúen. 

Pero en este punto, en este momento de la vida, yo no sé cual es el horizonte del proyecto que uno podría discutir por lo menos con el gobierno. Para empezar, uno tiene que preguntar si en este momento si hay efectivamente una autoridad que encarne el gobierno. 

¿No es el presidente Moreno?

Si uno mira el gabinete, uno se da cuenta que evidentemente no es el Presidente. Uno escucha el señor Cuesta y hay ahí un proyecto. Uno escucha a la Ministra del Interior, hay otro proyecto. 

Desde su perspectiva los proyectos que presentan cada uno de estos voceros, por llamarlos de alguna manera, ¿no compaginan el uno con el otro, están quebrados entre sí?

No puede identificar ahí cuáles son proyectos comunes. Escucha al Ministro de Economía, otro proyecto. 

Yo sostengo que en este momento en el país vivimos un síndrome de la silla vacía. Se ha perdido la idea de la autoridad presidencial. Está vacante el sillón presidencial y eso explica que algunos ministros sobreactúen. 

Eso explica también el funcionamiento de algunas autoridades —Contralor, Fiscalía— que no están mirando en lo que les corresponde hacer de acuerdo de la Constitución y la Ley, sino están con los ojos puestos en que el sillón presidencial está vacante, y están en carrera por quién llega a ese sillón.

Regresando un poco a la pregunta, ¿hay temas en los que todavía se encuentran con este gobierno?

Es que mi reflexión era para decir que cuáles son los temas del gobierno. 

Por ejemplo el tema de la megaminería, el tema de la explotación del Yasuní, que son similares a los que se llevaban a cabo en el gobierno anterior.

Es que yo en este momento desconozco si en el gobierno hay un proyecto minero o no. 

Desconozco porque lo que se hace es básicamente seguir con lo que se empezó en el gobierno anterior. ¿Hay un proyecto respecto del tema minero en el Ecuador? ¿Hay un proyecto sobre algún tema efectivamente en el Ecuador? 

El principal problema del gobierno es que hay una pérdida total del horizonte. Ya no digamos el horizonte que planteó la Revolución Ciudadana, cualquier horizonte, algún horizonte. Eso, en este momento, no existe. 

Regresando un poco al tema de la Justicia. Con todo lo que usted mencionó de la persecución que existe, desde su perspectiva, ¿no confía en la justicia?

Yo creo que más allá de hacer un acto de fe, me parece que si en algo se diferencia la política es por las acciones racionales, la fe es una cuestión de creencia.

Me refiero a confiar en las instituciones, si yo, como ciudadana, me siento segura de que si, eventualmente tengo que enfrentar un proceso legal, será justo. ¿En ese sentido usted no tiene confianza en la justicia?

Pero ya no solo es el problema de la justicia. Es el problema, en general del deterioro institucional al que han acarreado.

Eso se refleja en investigaciones tan serias como las del Latinbarómetro. Cuando el Latinobarómetro pregunta a los ecuatorianos si creen o no en la democracia y en el funcionamiento de las instituciones democráticas, menos de 30% en la última cuesta creen en la democracia.

¿Y ha variado eso con respetos a los años anteriores?

Ha bajado un cuarenta puntos.

¿Antes era el 70%?

El 67% decía que creían en él democracia y el funcionamiento de la democracia.

Hernández habla de la ‘persecución a Correa’, de los medios y Moreno

«Ahora vivimos una concentración de poder brutal», Virgilio Hernández. Fotografía de Diego Ayala para GK.

¿En qué año?

En 2016 o 2017. Ahora todas las encuestadoras, independemente de su signo, coinciden en que el 80% rechaza al gobierno de Lenín Moreno, no le cree. El dato de Clic es interesante, que dice que al 78% incluso ya que no le cae bien como persona. ¿Por qué? Porque con todo esta acción que hicieron a través del Consejo Transitorio, la desilusión de quienes votaron por la consulta popular. ¿Cuál es el resultado? Es un deterioro de la institucionalidad del Estado. Como no sucedía desde hace 15 o 20 años.

Le pregunto porque la Justicia sigue siendo la misma que quedó armada en el período pasado. De momento siguen siendo más o menos los mismos en el aparataje de justicia.

Y ahí claro, evidentemente, hay que cuestionarse y hay que pensar como sociedad cómo es el proceso de selección de los jueces. 

¿Cuál ha sido el mecanismo de coacción a la justicia? El proceso de evaluación. ¿Quiénes son la comisión evaluadora? Es lo curioso. 

Lo mismo que el error inexcusable en la Judicatura presidida por Gustavo Jalkh, ¿no?

Por eso le señalo. Quizás una reflexión que nos toca hacer como sociedad es efectivamente cómo se selecciona para que los jueces pueden actuar y tengan la suficiente entereza de actuar de acuerdo a la Constitución y a la Ley, y no sometidos a cualquier poder de turno.

Ahí le preguntó de nuevo lo que usted dice el tema del poder de turno. De nuevo el mea culpa porque si regresamos una vez más al pasado, el Presidente de la Judicatura fue secretario del Presidente Correa. ¿Cómo alguien que está tan cerca del presidente Correa luego se hace cargo de la Judicatura? Lo mismo con Pamela Martínez, asesora de Presidencia, primero, y luego fue la jueza constitucional mejor calificada, con cien sobre cien puntos. ¿Debería haber un mea culpa que les corresponde a los políticos que estuvieron a cargo de estos procesos que se dieron? Usted fue parte de la organización política que los llevó adelante.

Yo lo he reconocido ya, le he dicho ya que, efectivamente, en muchos de esos temas existieron errores.

Y en este tema específico de la Justicia ¿cuál es su visión de lo que se hizo?

Que me parece que el problema central es discutir, y esta es una discusión como sociedad, la forma, el mecanismo a través de cual se seleccionan jueces.

No va a haber mecanismo perfecto, pero hay que buscar un mejor mecanismo porque si uno mira en retrospectiva lo que pasó antes y lo que paso ahora, lo que estamos diciendo es que no está bien, que algo no está funcionando bien.

Incluso si regresamos antes del gobierno del presidente Rafael Correa.

Sí, porque también son épocas que se omiten. Todo el mundo sabía, era absolutamente público, decir que la justicia respondía a lo que se señalaba desde el Partido Social Cristiano. 

Y en el gobierno anterior también respondían al partido Alianza País y hay correos electrónicos sobre eso que están saliendo a la luz estos manejos. Hay correos, ya reportados por la prensa, que debían llegar a manos del Presidente Correa, en los que se detallan procesos del 30, hay varios archivos sobre informaciones del 30S, sentencias que se le informaba al Presidente antes de que se dicten los fallos.

Sobre ese tema del 30 de septiembre ahora se intenta ocultar que, efectivamente, existió un proceso de conspiración y de golpe de Estado.

Sin entrar en el detalle de eso, a lo que me refiero específicamente a los procesos judiciales. ¿Cómo era posible que se le avise al presidente de un fallo que todavía no se había dado?

Entonces la respuesta es lo que le estoy señalando. Nos toca revisar y analizar los mecanismos a través de los cuales se seleccionan los jueces para que los jueces puedan responder a la Constitución y a la Ley y no a un poder de turno, porque con los casos que tu me pones, uno puede decir, esos mismos jueces en un momento buscan ser serviciales con un poder y ahora con otros. 

Entonces, algo está pasando y eso es un tema que tenemos que analizar. Obviamente eso no puede ser realizado a través de una comisión de evaluación que son opositores que tienen, como consigna, básicamente, ver cómo incidir en los procesos que se siguen contra los correistas. 

¿Cuál es su propuesta más allá de decir que son víctimas de este proceso?

Bueno yo no digo que somos víctimas.

Pero tal como lo plantea parece que es así.

Yo muestro una seria de hechos para que, precisamente, las personas que tienen inquietud sobre esto puedan mirar. 

Me parecería importantísimo que alguna vez un grupo de periodistas, algún periodista, puedan hacer un trabajo sobre la aplicación del debido proceso. Me parece importante eso, me parece importante eso. 

Ha habido algunos, a propósito del tema de Ola Bini, por ejemplo.

Ya el tema de Ola Bini, cuántas violaciones al debido proceso. Aparecen ahora las violaciones pero hay que poner en contexto, por qué estuvo preso Ola Bini. Y por qué toda esas series de regularidades respecto a Ola Bini. Porque había la presunción de que podía articular con Ricardo Patiño. Ya no veo a los medios, nunca confrontar a la Ministra del Interior.

Hay varias publicaciones de prensa sobre eso, creo que no les ha visto.

No, no, las he visto pero una cosa es  publicar eventualmente lo que podía pasar y la otra ser un seguimiento a cosas tan fuertes de violación al debido proceso como decir que era ruso, que había viajado innumerables ocasiones acompañado de Ricardo Patiño, que había ido a misiones especiales en Venezuela. 

Qué medio de comunicación serio ha hecho seguimiento, decir: Ministra usted dijo esto. Van un día, dos días, tres días, veinte, sesenta, cien días, esperando que demuestre en cuántos viajes coincidieron. 

Cómo puede ser que se pase por alto que un día la Ministra dice que es ruso y que después al otro dice finalmente no es ruso. Ah no, ha sido sueco. 

Si esto se haría sobre cado uno de los casos que se judicializado uno encontraría decenas de violaciones al debido proceso. Eso creo yo.

Ese argumento igual se utiliza en el gobierno anterior, casos como le dije a su momento, Diez de Luluncoto los chicos del Central Técnico, violaciones al debido proceso.

Lo que te digo es que quienes ahora están en el gobierno dijeron que no había que hacer, que eso era precisamente la tiranía, que eso era el manejo autocrático. No solo que hacen eso, si no que además concentran el poder del Estado, el poder de los grandes grupos fácticos, de los grandes grupos de poder económicos, de los grandes grupos de poder mediáticos para poder perseguir al correísmo. Pero nosotros no nos quedamos solo en eso, sabemos que somos objeto de una persecución.

Pero el gobierno anterior concentró muchísimo poder.

¿Sabes por qué nos persiguen? Porque, efectivamente, afectamos al gran poder económico financiero. No es que los banqueros o los grandes grupos dejaron de ganar, pero los banqueros sabían que no era su gobierno. Los grandes importadores de este país sabían que no podía imponer políticas a costa de sacrificar a la mayor parte de ecuatorianos. Eso es lo que ha cambiado ahora. 

No significa que los banqueros en la época de Correa no han ganado, claro que ganaron, lo principal porque devolvimos confianza y estabilidad al sistema económico. 

Hablo sobre todo de otras estructuras, el tema de la justicia, el tema del Consejo de Participación Ciudadana que siempre fue cuestionado por responder a ciertos intereses.

Pero ahora vivimos una concentración brutal, brutal, no puedes tú no distinguir y no mirar esto. Por qué se sostiene un gobierno como el de Lenín Moreno en que al 80% de los ecuatorianos ni siquiera les cae bien. 

Yo te digo: porque tiene el apoyo de los grandes grupos de poder económico, de los grandes importadores, porque tiene el apoyo de los grupos de poder mediático que ahora sí viven prácticamente del Estado, en desmedro de muchas políticas sociales,  porque tienen el poder absolutamente subordinado a la embajada norteamericana. Ahora estamos hablando de una concentración, ahora sí absoluta, y esa concentración se hace básicamente con el objetivo de descorreisar.

¿Qué es lo que pasa? Están poniendo a Correa en el centro y eso hace que la ciudadanía confronte y compare y por eso, mientras es un gobierno que cada dia se deteriora más, todas las encuestas dicen que si ahora habría elecciones ya no solo Correa, si no el candidato elegido por la Revolución Ciudadana, estaría en segunda vuelta. 

El futuro político: el del movimiento, el suyo propio y el del expresidente Correa con los procesos hay marcha, hay mas de me parece que son…

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¿Cuál es la salida?

Nosotros estamos buscando ahora concretar esta fusión con el movimiento Compromiso Social para poder participar en los marcos democráticos.

Luego, nosotros tenemos en este momento objetivo muy claros. Primero nosotros vamos seguir siendo la oposición al gobierno de Lenín Moreno. La única oposición que desde el primer momento. Segundo, nosotros vamos a seguir peleando por la reinstitucionalización del país. Tercero, nosotros vamos a seguir apoyando e impulsando todo el proceso de movilización social. Y cuarto, nosotros esperamos que nos permitan participar, es lo único que les pedimos.

Creemos, además, que en este momento la posibilidad de participar y de poder, efectivamente, recuperar la patria y llevar adelante este proceso pasa porque tengamos la sabiduría, ojalá la tengamos, de poder concentrar un frente mucho más allá de la Revolución Ciudadana y de los correistas. 

Creemos que, en este momento, hay que construir una plataforma democrática. Esa plataforma democrática tiene que significar una ampliación de lo que es el proyecto de la Revolución Ciudadana. 

¿A que se refiere con la ampliación?

Nosotros sabemos que podemos representar a un 25% o 30% del electorado y eso nos pondría una segunda vuelta.

¿Hablamos de las elecciones presidenciales de 2021?

Sí, y quizás con la crisis política esto podría incluso ser antes. Pero quiero decir esto nosotros pensamos que si el objetivo es volver a ganar, no es suficiente la fuerza de la Revolución Ciudadana, tenemos que ampliar. 

¿Hacia dónde?

Esa es una buena pregunta, y quizás, como le digo muchas veces a la militancia, no tengo todas las respuestas. 

Solo tengo una certeza, no podemos ampliar como se hacía en Alianza País. No podemos ampliar a los que tengan votos, aunque no tengamos con ellos acuerdos. 

¿Antes lo hacían así, elegían personas por los votos?

Claro. Lo que nos pasaba en Manabí: ahí  hicimos alianza durante varios años con el exprefecto Mariano Zambrano. ¿Qué teníamos en común con él? Ni siquiera incidir en su prefectura para que esté al servicio de los manabitas. Eso es lo único que tengo claro. No podemos ampliar como hacíamos en AP, que vengan los que tengan votos, no. 

Hay que discutir una mínima plataforma. Yo creo que más allá del correísmo hay como discutir esa mínima plataforma. Primero, un programa nacional de desarrollo que tenga como base la reactivación de la producción, el empleo, la defensa de la producción nacional. 

Creo que es posible discutir con muchos otros sectores que no son el correísmo la defensa de las políticas sociales, la gratuidad de la educación, de la salud. Tenemos que encontrar un piso común para encontrar una plataforma democrática que nos permita ganar las elecciones. 

Con Lenín Moreno, ¿les pasó lo que menciona: apostaron por el que tenía los votos?

Pero es que Lenín Moreno fue siempre de nuestro proyecto.

¿Pero él era la figura que tenía los votos?

En ese momento había básicamente un tema de confianza y vuelvo a decir que uno de los principales errores fue la confianza. Fue un error haber confiado en una persona a la que le caracterizaba el silencio y las malas bromas.

Terminó siendo la mala broma para usted, ¿no?

Por primera vez durante la hora que dura la entrevista, Virgilio Hernández se ríe y echa el cuerpo hacia atrás, como distendido. Vuelve pronto a evadir un silencio y continúa sin dejar de sonreír.

¿Sabe qué es lo peor? Que no fue una mala broma para nosotros, eso habría sido lo de menos. La mala broma fue para el país. 

Depende a quién le pregunte, ¿no?

Ahora al 80% de los ecuatorianos creen que fue una mala y trágica broma para el país.