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Paco Nieto salió un domingo a caminar por la ciudad. Según le contó a una televisora local, el día estaba soleado.Caminaba con su hijo Álvaro pero, al llegar a una vereda, resbaló en una baldosa. Paco se fracturó el peroné. “En seco, en mojado te matas”, dice Paco al referirse a lo resbaladizas que las baldosas son. Así como Paco, varios ciudadanos, sobre todo ancianos, dicen haberse resbalado al caminar por las veredas de la regeneración urbana.

Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU es “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”, una forma de cumplir con el objetivo es que las ciudades tengan espacios públicos “seguros, inclusivos y accesibles”, especialmente, para mujeres, niños, ancianos y personas con discapacidad.

Para Jeamil Burneo, lojano, urbanista y docente universitario, Loja no está en camino de convertirse en una ciudad sostenible, porque no está pensando en todos sus ciudadanos. “El urbanismo en Loja no ha visto un avance muy grande”, dice Burneo. El urbanista explica que en los lugares menos atendidos hay problemas que afectan a la vida diaria de sus habitantes. Por ejemplo, lugares poco iluminados, explica, se vuelven propicios para la violencia de género.

Los espacios públicos “son lo más importante para la ciudad sostenible”, dice Burneo.  Daniela Chacón, exconcejala de Quito, explica que las ciudades deben estar “pensadas para seres humanos, con la infraestructura que esos seres humanos necesitan”. Estas dos ideas son básicas para construir una ciudad sostenible.

Loja aún debe hacer esfuerzos en ese sentido. Un proyecto millonario, como la regeneración urbana, debería tomar en cuenta desde niños hasta ancianos, pero, en Loja, las baldosas son un ejemplo de la falta de planificación. Burneo dice que “la ciudad no es solamente lo que ves” y que, si bien el proyecto regenerar aportó estéticamente, “no se están satisfaciendo otras necesidades urbanas”. Burneo habla de la congestión vehicular, el ruido provocado por los autos o la ciclovía que solo pasa por el centro de la ciudad.

El proyecto de las baldosas ha sido tan polémico que cuando Jorge Bailón estaba en campaña dijo que no recibiría el rubro correspondiente a las baldosas porque son un peligro para los ciudadanos, como en el caso de Paco Nieto.

Por si fuera poco, la regeneración urbana ha sido observada por la Contraloría General del Estado. Un borrador del informe que el organismo hizo sobre el proyecto de regeneración urbana lojano, presentado en febrero de 2019, dice que hay un perjuicio en la adquisición de las baldosas. Según la Contraloría,  no se habrían cumplido con las especificaciones técnicas que estaban en el contrato. Por ese perjuicio el alcalde revocado, José Bolívar Castillo, enfrentará una glosa por más de un millón de dólares por los presuntos cambios en el proyecto de regeneración urbana.

La nueva administración, que deberá asumir lo que queda del proyecto Regenerar, tiene el reto de planificar la ciudad pensando en quienes viven ahí y en sus necesidades.

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El proyecto de Ordenamiento y Desarrollo Sostenible del Casco Urbano Central de la ciudad de Loja (llamado Regenerar) empezó en 2006, durante la primera alcaldía de Jorge Bailón. Al finalizar su segundo periodo como alcalde, en 2014, como el mismo Bailón cuenta, se desembolsó el dinero de la Corporación Andina de Fomento: cerca de 60 millones de dólares para el proyecto. Su inversión total era de alrededor de 70 millones.

El ahora alcalde ha defendido la autoría del proyecto Regenerar, para tratar de que no se confunda con la administración de José Bolívar Castillo. Pero, más allá de qué alcalde inició con la regeneración, las baldosas resbaladizas generan una duda: ¿Loja es una ciudad diseñada para todos sus ciudadanos?

El urbanista Burneo dice que otro de los retos del nuevo alcalde será crear “nuevas centralidades”. Con esto se refiere a que las personas al acudir al centro de la ciudad —porque todas las actividades e instituciones están ahí— dejan otros sectores que podrían convertirse en nuevas zonas de concentración: “son núcleos externos al del centro que nos permitan que las actividades y los usos del suelo se los puedan hacer en otro lado para que los vehículos no ingresen”, dice Burneo. Esto solucionaría algunos de los problemas de movilidad que tiene Loja.

En el plan de gobierno de Bailón está Loja Habitable que, en su componente de ordenamiento territorial, prevé invertir 1,5 millones de dólares para “auspiciar la integración territorial en su diversidad”. Para Burneo es urgente que el Municipio dé a conocer su ordenanza sobre el uso del suelo, donde se determine “si es que la ciudad puede o debe crecer hacia las partes exteriores”, dice. Un correcto uso del suelo es uno de “los nuevos retos del urbanismo”, explica Burneo.

Para crear una nueva versión urbana de Loja, Burneo plantea algunos escenarios. Por ejemplo, para que las instituciones públicas, como el Municipio, la Prefectura o la Gobernación, dejen de arrendar los edificios centrales en los que funcionan, deberían ocupar esos recursos y generar un edificio en una “nueva centralidad”, como al sur de Loja. Así, las personas acudirían a otro sector y no al centro de la urbe.

Además, dice Burneo, es necesaria una “triada virtuosa”. En otras palabras, para que Loja sea una ciudad inteligente, el Municipio debe trabajar conjuntamente con los empresarios y con la academia. Sobre todo con esta última, dice Burneo: “La academia, que tiene objetivos a mediano y largo plazo y están  más vinculados con el tema de la calidad de vida”. Por ejemplo, los estudios sobre la contaminación auditiva –ruido en la ciudad– se han realizado en las universidades, dice Burneo.

Aunque pedí una entrevista al Municipio para conversar sobre la regeneración urbana, no fue concedida. La razón sería que todavía existe un director encargado y que se encuentran asignando el cargo a una nueva persona.

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La regeneración urbana es solo uno de los pendientes de Loja con respecto a su urbanismo y dotación de servicios básicos. Aunque se observan avances estéticos, como dice Burneo, parece que al Municipio se le olvidó que las ciudades deben estar diseñadas para quienes las habitan. Más allá de recibir, cambiar o no las baldosas, la nueva gestión deberá pensar en cómo volver a Loja en una ciudad más habitable —no solo con lo prometido en campaña, sino con estudios técnicos que permitan ubicar los principales problemas de los espacios públicos de la ciudad.

Además, la ciudad no solo es el centro. De ahí, que uno de los retos principales es la creación de esas “nuevas centralidades”, para integrar a los barrios que no son parte del centro de Loja. A ese reto se suman la creación de “ordenanzas de ecoeficiencia en los edificios, incentivos para la empresa privada, cambios de uso de suelo, ordenanzas de tipo de interés social”, como dice Burneo. Todo sería “cuestión de compromiso”, dice Chacón, quien cree que ciudades intermedias como Loja pueden aprender de las equivocaciones de las ciudades más grandes y llegar, sin problema, a convertirse en ciudades seguras, inclusivas y resilientes, como plantea la ONU.

Por ahora, el problema más urgente es lograr que los lojanos puedan caminar por sus calles sin el temor de resbalarse por las coloridas baldosas de la regeneración urbana.