Estimado Juan Carlos,

No tenemos el gusto de conocernos personalmente. Soy un abogado de 33 años, tuve el gusto de tener a tu madre como profesora en mis años de facultad, y a tu hermano como compañero, por lo cual inicio esta carta diciéndote que tú y tu familia tienen la mayor de mis consideraciones y mis respetos, pues considero que brindaron un gran aporte a la Academia desde el ámbito del Derecho.

Tus candidaturas políticas siempre han llamado mi atención, pues te reitero, tengo un gran respeto hacia tu figura. Sin embargo, en los últimos días, consciente de la necesidad de meditar mi voto, he leído tus propuestas que, francamente, me han decepcionado.

Lejos de ser propuestas planificadas o analizadas por un experto como tú, se parecen mucho a las ilusiones populistas que un economista de alto talante nos realizó hace años, o tal vez a las de nuestro último alcalde: cambiar, mejorar, innovar.  Esas palabras se han vuelto hace mucho el lema de los candidatos a la alcaldía de una ciudad que va de mal en peor, con sectores desatendidos, un problema de movilidad grave y una situación ambiental insostenible.

Esta carta, que espero respondas, plantea tres puntos principales que son parte de mi preocupación sobre esta ciudad donde, nací, me desarrollo y a la que tanto quiero.

El primero de estos puntos tiene que ver con el problema ambiental que enfrentamos. Como deberías saber, Quito mantiene los niveles más altos de polución del país, de acuerdo al mapa de la calidad del aire. No es una coincidencia: la geografía de la ciudad, que nos convierte en una olla de presión de la contaminación, y el tamaño de su parque automotor, que aumenta en aproximadamente 50 mil vehículos al año (totalizando más de medio millón), han convertido a Quito en un Tokyo andino.

Tus propuestas no analizan en ningún sentido esto tan grave para los quiteños, pues en pocos años tendremos que subir hasta las montañas para respirar un poco de aire puro, lo cual resulta irónico siendo una ciudad que está por sobre los 2700 metros de altura. Los controles vehiculares a la emanación de gases tóxicos no ayudan en absoluto si te pones a pensar que cada año los autos son más, y aunque su emanación esté controlada, es inevitable la contaminación excesiva.

El segundo de estos problemas tiene que ver con la movilidad a corto espacio, que muchas veces puede realizarse en ciclovías que deben contar con las seguridades adecuadas como en la mayoría de ciudades del mundo.

Al ser Quito una ciudad relativamente pequeña, un corredor vial de bicicletas podría aportar a que muchos dejemos de usar el vehículo motorizado como única opción de transporte. Sin embargo, lo que sucede en esta ciudad es aberrante y criminal: los ciclistas transitan a su suerte evitando la muerte por todas las calles, pues la cultura vial que tenemos no aporta a una libre convivencia entre peatones, conductores y ciclistas.

Para muestra, un botón: en los últimos años dos atletas de élite fueron arrollados mientras regresaban a sus casas después de entrenar. Si esto sucedió con expertos, no imagino lo que me podría pasar si me lanzo a la selva de cemento, pretendiendo llegar pronto a mis labores diarias, esquivando a cuanto transporte público y privado me encuentro en el camino.

El tercero de estos problemas, sumamente grave, tiene que ver con el uso del transporte público por parte de la mujer. El  acoso aumenta a diario, y, sin embargo, lo más importante parece ser multar a los chóferes de bus por contravenciones viales, y no frenar el acoso, desde el poder punitivo, con controles diarios de policía, hasta el ámbito social con campañas de concientización.

Has hablado de que las nuevas plataformas de transporte son la solución a problemas viales. Sin embargo, no has tomado en cuenta que más del 70% de los quiteños viajan en transporte público, y la cantidad de casos de acoso que se da en él, y que son denunciados a diario. Es injusto vivir en una ciudad en la que una mujer tema ser acosada y ponga en riesgo su integridad, libertad y vida, solo por usar el transporte público.

Estos simples problemas que te he planteado no se solucionan con regresar el ojo a los barrios, como ha sido tu lema de campaña. Son graves fallas de carácter estructural y de violencia de género, que, como abogado experto, no has abordado y que, quienes te consideraríamos un candidato ideal, vemos ahora con decepción como una falencia grave de tu propuesta.

Todo esto me hace pensar que tal vez no estás preparado para asumir este reto.Espero tomes esta carta como una crítica constructiva y replantees tus intereses de gobierno de la ciudad.

Agradezco de antemano tu respuesta.